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Rosas y Espinas por Paz

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Notas del capitulo:

Aquí esta el anteúltimo capítulo...

Rosas y Espinas

 

Basado en Slam Dunk

 

By Paz

 

Capítulo 7: Años plenos de felicidad

 

 

 

Diez años más tarde

 

 

 

Tres jovencitas cuchicheaban entre si.

 

-Hazlo tú –decía la que parecía mayor.

 

-¡Yo! –abrió los ojos como aterrada ante esa idea.

 

-Keiko… -miraron a la más joven del grupo.

 

-Ni lo penséis. Solo tengo catorce años. ¿Queréis que los sorprenda otra vez? –se ruborizo ante ese recuerdo, aún se preguntaba quien estuvo más roja si la cabeza del pelirrojo o los colores que subieron a sus mejillas.

 

Levantaron la mirada al sentir pasos.

 

-¿Aún no les avisasteís? –las interrogó al verlas indecisas ante una puerta cerrada.

 

-Tú eres hombre. Ve tú. No puedes negarte –dijo la mayor de ellas que no debía pasar de diecisiete.

 

Falto de argumentos para rebatir esa verdad el joven Hanamichi asintió. Una vez más esas mocosas conseguían que fuera él quien dijera a sus tios que solo faltaban los padrinos.

 

-Regresar abajo, vuestra madre preguntaba donde estabaís –dijo mirando a las dos mayores.

 

Las tres muchachas no se lo hicieron repetir, se marcharon apresuradamente.

 

Hanamichi abrió la puerta y entró sin más ceremonias.

 

Vió a los dos hombres abrazados en el lecho.

 

-¿Hana-kun no deberías llamar antes de entrar? –inquirió el pelirrojo.

 

-Perdón… -se inclinó con leve ironía en su voz- La ceremonia será dentro de una hora y los padrinos no deberían hacer esperar a la novia –una amplia sonrisa asomo a sus labios- Mi hermana debe estar loca por querer emparentarse con vosotros. –sus tios no cambiaban, parecían dos adolescentes aunque ya no lo eran pues rondaban los cuarenta, viendoles juntos seguían igual de enamorados.

 

Les dejo solos.

 

La ceremonia se iba a celebrar en la playa, y la fiesta se llevaría a cabo en la casa y el jardín. Los que quisieran podían aprovechar para darse un chapuzón.

 

Hanamichi y Kaede se esmeraron en que todo saliera conforme al deseo de ambos jovenes. Era la primera vez que asistían a una ceremonia de bodas, y como solía decirse no se perdía a un hijo, sino que se ganaba una hija.

 

-¿Estas nervioso? –preguntó Kaede acariciando su espalda, Hana se recostó sobre él al quedarse solos.

 

-Un poco. ¿Tú…?

 

-Mucho…. –reconoció.

 

Hanamichi dejo escapar una risa.

 

-Yo también. Nunca creía que llegaría a ver un día así. Nuestro hijo mayor…

 

-… se nos casa. –concluyó Kaede- No nos demoremos más.

 

-Si. –se levantaron.

 

Estaban atando sus yukatas cuando unos golpecitos suaves se dejaron oír.

 

-¿Puedo pasar, padre?

 

-Por supuesto, Mike –dijeron al mismo tiempo.

 

La puerta se abrió y por el hueco asomo el más hermoso rostro que ambos habían visto crecer. La apostura de Mike quedaba realzada con su traje.

 

-¿Aún estáis así? –sonrió al verles en bata.

 

-Íbamos ahora a ducharnos. –Explicó Kaede- En unos minutos estaremos preparados para entregarte a la novia.

 

-¡Papá, es el padre de la novia quien la entrega!

 

-¿Seguro? –Hanamichi le miró con una duda pintada en su rostro- Yo también creí…

 

-Padre… -su mirada se posó en Hanamichi divertido- te importaría adelantarte mientras hablo con él.

 

-Os dejo solos, supongo que necesitas consejo para como comportarte esta noche, tu padre sabrá asesorarte –dijo mientras se marchaba riendo.

 

-¿Alguna vez cambiara? –pregunto Mike riendo.

 

-Espero que no –dijo Kaede fervorosamente- ¿Querías pedirme dinero o consejo? –ahora era él quien bromeaba, al lado de su pelirrojo todo se contagiaba.

 

-Sabes que mi trabajo me permite vivir cómodamente y que también podré cuidar de mi futura familia, los consejos siempre vienen bien, pero no, esta vez quería tu bendición y darte las gracias por todo tus desvelos. Gracias, papá. –le abrazó y besó en la frente.

 

-Mi bendición la has tenido siempre. –respondió a su demostración de cariño con idéntica emoción.

 

-Quiero que sepas lo que has significado para mí. Cuando te conocí, no tenia intenciones de darte ninguna oportunidad de conocerme, a los pocos días supe que estaba perdido. Nunca tuve un verdadero padre hasta que entraste en mi vida. Te quise, reconocí  que éramos iguales, nos parecíamos en tantas cosas. Fuiste el único padre que realmente admití como tal. No fue sencillo mostrar mis verdaderos sentimientos, tú me comprendiste desde el primer día y me aceptaste tal como era. Joshua nunca me reconoció como hijo, lo cual ahora agradezco, porque entonces me sentí más hijo tuyo que de él y que me enorgullecí de llevar tu nombre.

 

-¡Michael! –Solo le llamaba así cuando estaba embargado por la emoción- Yo me sentí honrado de que me aceptaras como tu padre. ¡Mi príncipe! –Murmuró acariciando con suavidad su mejilla- El príncipe de mi corazón. Gracias a ti por las bondades que me has proporcionado.

 

-Aya  me llama así ¿Cómo sabes? –se asombro que conociera ese apelativo cariñoso que le daba su novia.

 

-Hace mucho tiempo, siendo una niña, le prometí un príncipe.

 

-Por eso ella te tiene tanto cariño.

 

Kaede asintió.

 

-¿Puedo pasar? –Hana asomó la cabeza por la puerta del cuarto de baño.

 

-Mientras te preparas, también hablaré contigo –dijo Mike.

 

-Os dejo solos –Kaede cerró la puerta tras él. Su mirada tenía un brillo húmedo.

 

-Si le has hecho llorar aún puedo zurrarte –dijo Hanamichi al ver el brillo de sus ojos.

 

Mike rió alegremente.

 

-Papá, si nunca me has puesto la mano encima. –sacudió la cabeza divertido.

 

-Nunca es tarde para empezar.

 

-Gracias….

 

-¡¡¡Eh!!!  -sorprendido- ¿Por qué?

 

-Por ser como eres, por ser mi padre, por cuidarme y principalmente por hacer de casamentero.

 

-¿Cómo te diste cuenta? –creía que había sido discreto.

 

-¡Papá si me mandabas día por medio a su casa! Me decías: Mike, lleva estos obsequios a casa de Yohei, han sido muy amables yendo con vosotros a Hakone, o Mike, me olvide llamar a Yohei, puedes llevarle unos documentos, que no existían porque solo encontró papeles en blanco. –Hana sonrió al recordarlo- o aquella tarde que tuviste la ocurrencia de dejarnos encerrados en el gimnasio.

 

-Yo no hice tal cosa, fue Kaede.

 

-Porque le dijiste que estaba vacío.

 

-Bueno, si. ¿Te declaraste entonces? –preguntó riendo.

 

-Si, lo hice. –sonrió nunca antes estuvo tan nervioso.

 

Kaede entró. Su traje estaba colgado de una percha a la vista, para evitar que se arrugara. Abrió un cajón para sacar su ropa interior. Eligió unos bóxer blancos y…

 

-Deberías ponerte el de los kitsunitos, estarás más sexy –dijo Hanamichi riendo.

 

-No es apropiado –dijo Kaede.

 

-¿Por qué no? ¿Tienes intención de enseñarlos? –se enfuruño ante esa idea.

 

-Do’aho…

 

Mike rió escuchándoles.

 

-Me marcho. Aun me queda un par de cosas por hacer.

 

-Espera… no me has contado como te declaraste.

 

-Ni pienso hacerlo. –rió al recordarlo.

 

-Nosotros lo hicimos una tarde, bajo el árbol de sakuras ¿lo recuerdas, Kaede?

 

-¿Cómo podría olvidarlo? –Preguntó a su vez- Estabas llorando porque ella te rechazo.

 

-¡Papá estabas de novio y te rechazaron! –se sorprendió con la revelación- ¿Quién fue esa tonta?

 

-Tu futura suegra, hijo. –intervino Kaede satisfecho con tal apelativo.

 

-¿Qué? –miró a Hana estupefacto, esperando confirmación.

 

-Ella… ¿Por qué hizo tal cosa?

 

-Estaba enamorada de otro –al decirlo miró a Kaede.

 

-¿De papá? Vaya triangulo amoroso. –exclamó sin ocultar su asombro.

 

-Nunca existió tal triangulo, yo creí amarla, ella creyó amar a Kaede y él me amaba a mí. Yo sufrí mi rechazo número cincuenta y uno y tú me consolaste.

 

-Dijiste que te declaraste para olvidar lo que sentías por mí. –recordó Kaede.

 

-Si, lo hice. Me asustaban de mis sentimientos por ti. -reconoció

 

-Yo siempre tuve en claro que te amaba a ti. Desde el primer día cuando te conocí en la terraza. –medio le abrazo, al decirlo.

 

Mike los dejo solos perdidos en sus recuerdos, sus miradas brillaban con amor, él pareció disolverse ante ellos. Cuando descendió al piso de abajo y vió a la madre de Aya y a su padre, se preguntó que historias habría tras sus vidas, además de ese pequeño recuerdo que sus padres habían rememorado ante él. ¿Cuántas más cosas ignoraba de sus padres?

 

James elegantemente vestido,  con un traje gris, se acercó del brazo de una deslumbrante señorita.

 

-Estas guapísimo, hermano mayor –dijo Lily con una sonrisa.

 

-Tu deslumbras a todos los chicos –dijo viendo las miradas hacia su hermanita pequeña.

 

-¡Bah, a quien le importan!

 

-Deberías preocuparte, ya tienes dieciocho años y…

 

-¡Cállate, James! –dijo Lily con una risa cantarina. Su hermano solo pensaba en casarla- ¿Te quieres deshacer de mi? –preguntó dulcemente.

 

-Olvidaros de vuestros juegos y escuchar lo que me he enterado. –les llevó a un lugar más apartado. Donde pudieran hablar sin dejar de ver a los interesados.

 

-¿De que se trata? –preguntó James, desde que llegaron a Japón eran los mejores hermanos, siempre juntos y contándoselo todo. No se reservaban nada, bueno algo sí, recordó el día que quiso probar que se sentía estar con otro hombre. La experiencia no fue muy satisfactoria, ahora podía decir que rechazaba esa postura por convicción propia.

 

-… ella estaba enamorada de mi padre….

 

-Disculpa, me distraje, ¿de quien hablas?

 

-De su futura suegra. –dijo Lily mirando hacia Haruko- Tenía buen gusto –alabó su preferencia- Papá es el hombre más guapo sobre la tierra. –sus hermanos la miraron con una sonrisa- Porque voy a negar lo que es cierto. Nuestros padres son hermosos y forman una hermosa pareja .

 

-Lily tiene razón, no podemos negarlo. –asintió James- ¿Cuándo fue eso?

 

-No lo se exactamente, debían ser muy jovenes

 

-Lo eran…. –dijo una voz cerca de ellos.

 

Se volvieron con sobresalto para encontrarse con la mirada divertida de Mitsui.

 

-Estaban en la preparatoria. –les aclaró antes de marcharse y dejarles sin habla.

 

-Oye, eso es mucho tiempo –dijo James echando cuentas.

 

-Eso quiere decir que llevan juntos, veinticuatro años. –dijo Mike- Si consigo alcanzar ese tiempo con Aya me sentiré más que feliz.

 

-Me he perdido otra vez –dijo James- o tú no nos contaste todo.

 

-Al parecer, a nuestro hermoso padre, -vio la mirada de sus hermanos- y gracioso –aclaró- padre, estaba o creía estar enamorado de una chica –miró en dirección a su suegra-, pero ella a su vez estaba enamorada de mi padre. –no pidieron aclaración visual, esta vez le comprendieron perfectamente- podéis creer que fue rechazado cincuenta y una veces. Con lo adorable que es –una vez más supieron a quien se refería.

 

-Y con fama de pandillero –agregó Mitsui que una vez más se aproximó a ellos. Allí estaba su sillón preferido.

 

Tres pares de ojos le miraron sorprendidos con esa declaración de  su padre, no podían creérselo.

 

-Cuéntanos de ellos… -pidió Lily.

 

-No. Si queréis saber preguntárselo a vuestros padres. Yo no me inmiscuiré en sus vidas.

 

-¿Qué le preguntáis a Mitsui? –la voz de Hana sobresaltó a sus curiosos hijos.

 

-Hola, papá. No te sentimos llegar. –dijo Lily yendo junto a sus padres y tomándose del brazo de cada uno de ellos- No podéis dejarnos así, sabiendo las cosas a medias. Tenéis que contarme todo, quiero saber todo lo que ignoro.

 

-¿Qué es eso tan importante?

 

-Vuestra historia, por supuesto. ¿Cómo os conocisteis? ¿Cómo erais de jovenes? Vuestras novias, vuestros amigos, -vio la mirada triste de Kaede- Oh, papá, lo siento, no he que querido entristecerte. –le abrazo apesadumbrada por sus atolondradas palabras.

 

-Este no es el mejor momento para hablar del pasado. –Hana la reprendió- Hoy es el día más importante de Mike, solo importa tu hermano y vamos a disfrutarlo lo mejor posible.

 

-Si, papá. Gomen. –murmuró pesarosa bajando la mirada hacia sus zapatos.

 

-Está bien –levantó su barbilla y la besó en la frente- ¿Te hemos dicho lo preciosa que estas?

 

-Hoy no –rió apoyando la cabeza en el brazo de Kaede que nuevamente tenía una expresión feliz.

 

-Vamos, papá, -les miró a los dos- ya es la hora.

 

-Cuídate y no te dejes raptar por ninguno de esos hermosos chicos que siempre te rodean –dijo riendo Hanamichi soltándose de su bella hija.

 

-¡Que lo intenten! –rió al decirlo.

 

Las ceremonias concluyeron sin ningún percance, se llevó a cabo según el rito de la novia y después un capellán de la comunidad norteamericana les casó. Así que Mike quedo doblemente atado a su novia, del mismo modo que Aya se sintió doblemente casada con el hombre que amo desde el primer instante en que sus ojos se fijaron en él.

 

Después de las ceremonias, tras el casto beso de su esposo, Aya fue saludada por sus nuevos padres.

 

-Bienvenida a nuestra familia, Aya –dijo Kaede posando sus manos en sus hombros y dándole un beso en la frente.

 

-Gracias, tío Kaede. –sus ojos brillaban al sentir su caricia.

 

Antes que pudiera hablar, Aya se adelantó y fue ella quien besó en la mejilla al pelirrojo.

 

-Gracias, por entregarme a vuestro príncipe –susurró junto a su oído, sabiendo que en él tuvo siempre un aliado- Le amare toda mi vida.

 

-Lo se.

 

 Durante el resto de la tarde, amigos y familiares, jovenes y adultos se entretenían, unos poniendo música y bailando, otros, charlando animadamente.

 

Aya vió, era imposible no verles, a los padres de su esposo, que juntos, enfundados en sus trajes oscuros que revelaban la apostura de quienes lo llevaban, destacaban muy por encima del resto de los invitados, excepto Mike que era tan alto como ellos, altos y hermosos, de facciones francamente masculinas, uno de ellos de mirada azul y el otro parda, uno moreno y el otro pelirrojo, y sin embargo tan iguales en sus movimientos y ademanes, se movían al unísono, esbeltos con los cuerpos formados por el deporte, al que aún seguían ligados.

 

-Son hermosos ¿Verdad? -dijo una voz dulce a su lado.

 

-Si, -reconoció, no se volvió para saber que quien así le hablaba era Lily- Cuando era una cría, solo tenía seis años, le pedía a tu padre que me esperara, que quería casarme con él. –La miró de frente y Lily se quedo con la duda de quien hablaba, Aya se lo aclaró enseguida- Dicen que es huraño, en cambio, conmigo fue amable y atento, una tarde escuche una palabra que desconocía, me sentía tan atraída por él que me atreví a preguntar su significado, -su mirada interrogante la animo a decirla- gay, me preguntaba porque mi papá se había peleado contra quien la dijo, supe que debía ser algo muy malo porque mi padre no solía pelear sin motivos. En aquel entonces, tú padre me explicó con exquisita sencillez como era posible que dos hombres se amaran.

 

-Papá es una persona muy comprensiva con los niños. –no le extrañaba que madre e hija se sintieran atraídas hacia su padre. Que curiosa es la vida. Primero la madre y luego la hija. Se lo diría a James, Mike podía no comprenderlo.

 

-¿Sabías que tu papá me ayudo a conquistar a Mike? Me refiero a Hanamichi –preguntó se sentía a gusto con esa joven, sabía que era dos años menor que ella, pero sentía que podían ser más que simples cuñadas. La amistad es como una perla a la que hay que cuidar.

 

Una risa suave salió de su garganta.

 

-Papa creía ser muy discreto, todos estábamos al tanto de sus intentos para que estuvierais juntos. Era tan evidente.

 

Aya rió al escucharla.

 

Mike llegó y se unió a ellas, después se apartaron para hablar con el resto de los invitados.

 

Hubo brindis y discursos, risas y bromas, finalmente llegó la madrugada y con ella el momento de partir de los novios, tenían alquilada una habitación en el mejor hotel de la ciudad y de allí partirían a América, Mike deseaba que su esposa conociera su país de origen. Iban a estar fuera solo quince días porque el esposo no podía dejar mucho tiempo abandonado su trabajo.

 

 

 

 

 

 

La habitación estaba pintada en tonos azulinos, y una cenefa en el que destacaba por el color negro y los ojos amarillos pequeñas panteras en acecho entre flores silvestres.

 

-¿Ha sido idea tuya? –inquirió Hanamichi cuando se asomó a la puerta y lo vió.

 

-No, solo le comente que cuando conocimos a Mike era como un cachorrillo de pantera listo para saltar sobre la presa.

 

-Es así como te sentiste aquel día. –susurró Hanamichi acercándose a la pequeña cuna, donde dormía un pequeño angelito.

 

-Casi. -le abrazó por detrás rodeando su cintura con los brazos y apoyando la barbilla sobre su hombro, hablándole suavemente, miró al pequeño ser emocionado- ¿Sabes? El basquetball fue el sueño de mi vida mientras no te tuve a ti, cuando te conocí supe que te pertenecía para siempre, luego llegaron nuestros hijos y mi meta fue que tú y ellos tuvieran todos mi amor y ahora ellos nos dan una nueva alegría, un nieto. ¿Verdad que es hermoso? –Lo miró por encima del hombro de Hana- Quién nos hubiera dicho que alcanzaríamos tal felicidad, cuando nos conocimos le tomaríamos por loco ¿ne?

 

La respuesta que obtuvo fue un sonoro vagido por parte del infante, que abrió sus ojillos, pataleó y cerró sus puñitos con fuerza.

 

-Por una vez que tenías que estar callado ¿ves? Ya le has despertado –protestó Hanamichi acariciando sus manos unidas, volvió el rostro para besar sus labios.

 

Tras la caricia se quedaron callados delante de la cuna mirando embelesados al primer vástago de Mike y Aya.

 

Así abrazados y en silencio les encontró su hijo.

 

-Abuelos, no os cansáis.

 

-¡Ssshhh...! Acaba de dormirse otra vez –susurró Hana haciendo callar al padre del bebe.

 

  Mike rió suavemente, allí estaban los dos abuelos, mirando extasiados a su pequeño. Tenia que reconocer que era un hermoso bebe.

 

Llevaba un año de casado y nunca penso que iba a ser tan feliz, Aya era maravillosa con él, una mujer inteligente, preocupada de su bienestar y que al mismo tiempo amantísima esposa. La felicidad de ambos se colmaba con ese hijo.

 

-¿Habéis pensado que nombre ponerle? –preguntó Kaede.

 

-Ese fue un tema largamente discutido –sonrió al pensar la cantidad de nombres que barajaron- Su padre nos dejo un libro con nombres y decidimos que el nombre señalado al azar sería ese.

 

-¿Cómo se llamará entonces? –preguntó divertido Hanamichi con el método utilizado.

 

-Himura…. –Mike se calló al ver la lividez en el rostro de Hanamichi- ¡Padre…!!!! –se levantó y fue a su lado confuso por su reacción. Ese nombre le trastornó al punto de sentir que las rodillas se le doblaban.

 

Kaede que le había liberado de su abrazo fue más rápido para sostenerle de pie, le tomó en sus brazos y le tranquilizó. Habían transcurrido muchos años, pero ese nombre aún aviva malos recuerdos en ambos.

 

-Busca otro nombre, por favor –pidió Kaede.

 

Mike asintió.

 

-Gomen nasai, padre. –dijo fijándose en la palidez de su rostro.

 

-Tranquilo, no podías saberlo. Voy a llevarlo a casa.

 

-Te acompaño.

 

Kaede asiente.

 

-Estoy bien –se separa de su abrazo- No necesitamos marchar. Perdóname, Mike. Yo….

 

-Perdóname tú a mi, no sabía… -en su mirada había profundo pesar por lastimarlo con sus palabras.

 

-Hay cosas que prefiero olvidar y esa es una de ellas. –murmuró Hanamichi. Haciéndole un gesto tranquilizador al tiempo que le abrazaba para que supiera que no podía culparse por ello.

 

-Vayamos a mi salita. Le diré a Keiko que nos prepare un té. –la casa estaba llena de amigos que llegaron para felicitarles por el feliz acontecimiento.

 

Mientras tomaban el té no fueron interrumpidos por nadie y las conversaciones de las mujeres bajaron hasta límites insospechados, creyéndose que estaban solos.

 

Mike se enteró mucho tiempo después de aquella parte de la vida de su padre y que él creyó olvidada hasta que volvió a escuchar el nombre que recibió durante aquellos penosos años. Hanamichi no se sentía con valor para volver a revivir aquel suceso, Kaede respetó su voluntad, así como su hijo.

 

Hablaron de cosas triviales, nada que recordará el pasado a Hanamichi.

 

Su hijo recibió el nombre de Kenshin, enseguida le llamaron cariñosamente Ken.

 

Con la caída de la tarde, Kaede y Hanamichi se despidieron de su familia y marcharon andando por la playa para regresar a su casa.

 

Kaede se llevó las manos a la chaqueta para subir el cuello, la brisa que procedía del mar era fresca.

 

Hanamichi le pasó el brazo por la espalda, apoyando su mano en su cintura atrayéndole contra su costado para darle calor, Kae apoyó la cabeza en su hombro. Ese simple gesto les trajo muchos recuerdos, recuerdos de cuando eran jovenes y alocados, cuando nadie entonces sabía que eran pareja y se amaban con locura, ahora la edad ha atemperado el carácter del pelirrojo, es más reposado y empieza a parecerse a Kaede.

 

-Kitsune…

 

-…….-se sentía a gusto en sus brazos- Dime…

 

-Ellos lo ignoraran todo de nosotros. Solo saben lo que queremos contarles y es tan poco. Si nosotros desaparecemos, nuestros nietos no nos conocerán.

 

-¿Qué podemos hacer? –levantó la cabeza y le miró.

 

Hanamichi enlazó sus manos atrás en su espalda, Kaede pasó sus brazos por su cuello, estaban muy juntos, mirándose a los ojos, viendo el amor en sus miradas.

 

-Deberíamos escribir….

 

-¿Escribir? –se desconcertó.

 

-Si, plasmar nuestros recuerdos en papel.

 

-Un diario de nuestra vida.

 

-Aja…. –sonrió al escucharle.

 

-¿En común o por separado? –le pareció una excelente idea, dejar tras ellos su huella. Sus alegrías, tristezas, sus dolores, los buenos y malos recuerdos.

 

-Separado.

 

-Será doloroso… -pensó que ambos tenían muchas cosas que deseaban olvidar.

 

-Si, pero también recordaremos momentos gratos.

 

-¿Cómo cuales? –preguntó con una suave sonrisa.

 

-Bueno, déjame pensar. Nuestros primeros paseos por la playa. Tu y yo solos en tu cabaña, –sonrisa pícara- nuestra casa en América, nuestros niños y principalmente tú, el ser más maravilloso sobre el que posé mis ojos. –posó un suave beso en sus labios entreabiertos.

 

-Tú fuiste como un ángel. Viniste a mí para dar sentido a mi vida. –murmuró Kaede con un pequeño gemido.

 

-¡Hey, parejilla! Lleváis ahí más de media hora –les gritó desde una de las ventanas del segundo piso una voz sumamente conocida.

 

-Haré el encargo de los cuadernos que necesitaremos. –ya tenía pensado como iban a ser las cubiertas, algo que expresara sus personalidades. Fuego. Hielo- Te gustaran. Un libro por año.

 

-Serán muchos cuadernos. –hizo un calculo mental y todo multiplicado por dos.

 

-Conseguiré alguien que nos lo hagan a medida que los vayamos necesitando –dijo Hanamichi- Creo recordar que Mitsui tenía un conocido que tenía una imprenta. Hablaré con él.

 

-De acuerdo. Entremos, los chicos se impacientan.

 

Esa noche, en la intimidad de su dormitorio, estrechamente abrazados continuaron haciendo planes para llevar a cabo su nuevo proyecto, sabían que tenían toda una vida por delante.

 

Continúa…


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