Abrí los ojos lentamente y mire desubicado a mi alrededor “¿Dónde estoy?” me pregunte confundido. Intente ponerme en pie pero un fuerte dolor en mis partes traseras me lo impidió. Me acomode en la cama, esperando a que el dolor remitiera un poco. Lentamente las imágenes de lo acontecido aquella noche volvieron a mi mente. Una sonrisa se dibujo en mis labios. No era la primera vez que lo hacíamos pero, en el fondo de mi corazón, sentía que esta vez había sido diferente.
Me levante de la cama, haciendo caso omiso al dolor, y acto seguido empecé a vestirme. Era la primera vez que Tseng me llevaba a su casa. Él era un hombre muy importante, debido a su alto cargo político, y no podía darse el lujo de que la gente me viera con él por dos simples razones. Una, entre los políticos estaba mal visto la homosexualidad y más todavía cuando te presentabas a unas elecciones y dos, el ya estaba casado y tenía un hijo pequeño, así que yo sería acusado de amante cosa que no le sentaría nada bien a su carrera.
Vestido y aseado salí de aquel cuarto para emprender la búsqueda de mi amado. La casa, aunque le quedaría mejor el termino de mansión, era más grande de lo que me había imaginado. Mientras caminaba por aquellos infinitos pasillos la duda empezó a nacer en mi pecho “¿Y si él no quería que yo saliera del cuarto? ¿Y si me encontraba a alguien? O peor aun ¿Y si me encontraba a su mujer?” Asustado empecé a rehacer mis pasos camino a la habitación que habíamos compartido, tremenda fue mi sorpresa al descubrir que me había perdido por aquella infinidad de pasillos y habitaciones. Desesperado empecé a abrir todas las puertas que hallaba a mi paso, eso sí, con precaución no quería llevarme un fuerte disgusto.
Cansado me apoye contra la pared y me deje caer. Hasta ahora había tenido suerte de no haberme encontrado con nadie pero sabía que eso no dudaría eternamente. Una voz consiguió sacarme de mis pensamientos. Alguien estaba cantando. Seguí aquella melodía hasta una puerta que se hallaba al final del pasillo. Gire el picaporte con cuidado y tímidamente asome la cabeza.
En el centro de la sala había una mesa redonda con varias sillas alrededor y en una de ellas, sentado, se encontraba un niño pequeño. Tenía el pelo rubio y era extremadamente pálido pero lo que más se destacaba de su aspecto eran sus dos enormes ojos azules. De sus labios seguía saliendo esa dulce melodía que me tenia hipnotizado. Involuntariamente entre en la sala y me acerque a él. El niño levanto la vista y me miro extrañado. La dulce voz dejo de sonar y en aquel momento sentí que recuperaba el control de mis acciones y también que había hecho algo que no le agradaría nada a Tseng. El niño siguió mirándome con aquellos enormes ojos azules. Quería salir corriendo de allí, irme lo más lejos posible, pero esa mirada me tenia clavado en el sitio. En los labios del menor se dibujo una sonrisa y alegremente me dijo.
-¡Hola! ¿Quieres ser mi amigo?- pregunto inocentemente.
Le mire sorprendido. No sabía que responderle. Por un lado deseaba salir corriendo de allí e ignorarlo pero por otro quería aceptar aquella inocente pregunta salida de sus labios.
Cuando volví a la realidad vi al niño parado enfrente mía “¿Cuándo se me había acercado?” pensé sorprendido. El niño me cogió de la mano y me llevo hacia la pequeña mesa. Señalo la sillita que estaba a uno de los lado donde, momentos antes, él se hallaba sentado. Yo me senté obedientemente.
-¿Quieres dibujar?- me dijo mientras me tendía un folio y unos colorines.
Automáticamente negué con la cabeza. El niño empezó a mirar a su alrededor buscando cualquier otra cosa con la que jugar.
-¿Hacemos un puzle? ¿O prefieres jugar a con mis animalitos? Tengo muchos, mi mama siempre me trae alguno nuevo cuando se va de viaje…
-No. No quiero jugar contigo ni tampoco ser tu amigo- grite desesperado.
Quizás si lo hubiera conocido en otras circunstancias le habría complacido solo por el simple hecho de ser un niño pequeño pero ahora tenía demasiados problemas como para tener que complacer a un solitario niño. Me levante de aquella diminuta silla y me encamine hacia la salida. Unos sollozos hicieron que me detuviera. El niño estaba de pie mirándome con sus cristalinos ojos a punto de echarse a llorar y abrazaba con fuerza un conejito de peluche. Ante aquella imagen sentía como mi corazón se oprimía con fuerza ¿Por qué narices me había tenido que girar?
-No llores- le suplique temiendo ser descubierto.
Pero el niño no pareció importarle su llanto cada vez cobraba más fuerza.
-¿Qué te parece si hacemos un trato? Yo me quedo aquí un rato dibujando contigo y luego tu me ayudas a salir de aquí ¿Vale?
El niño me miro durante un par de segundos e inmediatamente asintió conforme mientras una sonrisa regresaba a sus labios.
-¡Ah, se me olvidaba!-dijo con una sonrisa- Soy Cloud ¿Y tú?
-Yo me llamo Sephiroth.
El niño me sonrió y me indico con señas que me volviera a sentar a su lado.
No sé cuánto tiempo estuve jugando con aquel niño, lo único que sabía es que no encontraba el momento adecuado pero pedirle a aquel niño que cumpliera con su parte del trato, además para que mentir me agradaba la compañía del pequeño.
Absorto en nuestro juego no nos dimos cuenta que un hombre rubio había entrado a la habitación y nos miraba con una clara mueca de desagrado en el rostro.
-¿Os lo estáis pasando bien?-dijo fríamente.
Sentí como los pelos de mi espalda se erizaban y lentamente me gire para encontrarme con aquella amenazante mirada.
-¡Papa!- grito el pequeño saltando a sus brazos.
El mayor lo cogió al vuelo y lo apretó contra su pecho mientras acariciaba su rubio cabellos. El niño se separo un poco para mirarle ilusionado a los ojos.
-Mira papa- dijo señalándome- este es mi nuevo amigo Se…¡SEPHY!
Una venita se me hincho en la frente. Comprendía que no se supiera mi nombre, era demasiado complicado para un niño pequeño, pero de ahí a que me llamara de esa forma tan…tan.
-¿Así que tu nuevo amigo?
El rubio asintió feliz.
-Oye Cloudy que te parece si vas a la cocina y le pides a Elena que te prepare algo rico para ti y tu nuevo amigo.
El niño sonriendo salto de los brazos de su padre y salió corriendo camino a la cocina.
-¿Qué hacías tu con mi hijo?
-¿Tu hijo? Discúlpame por dudar de ti pero es que no os parecéis en nada.
-A salido a su madre, pero eso ahora no viene al caso ¿Qué hacías aquí?- dijo fríamente.
-Bueno yo salí a buscarte y no te encontré así que decidí volver a la habitación pero me di cuenta de que me había perdido y entonces oí a tu hijo cantar y no sé como acabe aquí y él me dijo que fuera su amigo, al principio me negué pero se puso a punto de llorar y pues como me dio pena acepte su propuesta y me quede a jugar un rato con el y …
-¡CALLATE! Mira te lo diré por primera y última vez…NI SE TE OCURRA VOLVERTE A ACERCAR A MI HIJO ¿LO HAS ENTENDIDO?
-Sí, pero…
-Ni peros ni hostias.
En ese momento la puerta se abrió y un feliz Cloud entro cargado con una bandeja llena de dulces. Dejo la bandeja encima de la mesa y con una sonrisa lo invito a sentarse y comer algo.
-Lo siento mucho, Cloud, pero papa y tu nuevo amigo se tienen que ir a hacer algo muy importante y no nos podemos quedar aquí contigo.
-Pe…pero me ha…habías dicho que…
Tseng se agacho y cogió la barbilla de Cloud, obligándolo a si a mirarlo a los ojos.
-Te prometo que en cuanto termine lo que tengo que hacer vengo y nos comemos juntos esas ricas pastas.
-¿De verdad?
-De verdad…
-¿Y Sephy también va a venir?
El moreno le miro amenazante dándole a entender que rechazara la invitación de su hijo.
-No- dijo secamente.
-¿Pero porque?
-Cloud, cariño-dijo tomándole en brazos- Sephiroth tiene cosas my importantes que hacer y no puede estar todo el día jugando contigo.
-Pero es mi amigo…
-Ha sido tu amigo solo por mera cordialidad, no volverás a jugar con el ¿Vale?
-Pero yo quiero jugar con él, es muy divertido…
-¡CLOUD HE DICHO QUE NO Y ES QUE NO!- dijo gritando- ¿Acaso quieres que papa se enfade?
-No, pero…
Tseng bajo al niño y lo dejo en el suelo agarrándole fuertemente del brazo.
-Harás lo que yo te diga, cuando yo te diga y donde yo te diga. Y se te digo que el- dijo señalándome- no es tu amigo entonces no es tu amigo y no hay peros que valgan.
Cloud se había puesto a llorar e intentaba zafarse del agarre de su padre.
-Me haces daño…-dijo llorando.
-¿Me has entendido?- dijo apretándole más fuerte.
El niño lloraba desconsoladamente y por un momento tuve la necesidad de acercarme hacia Tseng y apartarlo de su hijo mientras le decía a la cara lo mal padre que era.
-Sí, sí, sí…pero por favor suéltame me haces daño…
Tseng soltó a su hijo, quien callo arrodillado al suelo mientras, desesperado, buscaba a su conejito de peluche. Su padre lo volvió a coger del mentón y le hizo mirarle.
-Sabes que no me gusta enfadarme contigo, Cloud, y mucho menos hacerte daño pero es que no me dejas ninguna otra solución.
-Lo siento mucho, padre. No volverá a pasar- dijo entre sollozos.
Tseng se inclino y beso profundamente a su hijo en los labios.
-Te quiero.
El niño agacho la cabeza, como un cachorrillo que acaba de ser regañado por hacer algo indebido.
Su padre se levanto y salió de la habitación empujándome delante de el.
-¿A…acabas de besar a tu hijo?
-¿Hay algún problema?
-¡Pues si! Tseng es tu hijo, lo acabas de hacer no se le hace a un hijo.
-Tú mismo lo has dicho Sephiroth es mi hijo y eso significa que es de mi propiedad y yo hago con él lo que se me venga en gana.
Yo me quede mirándole sorprendido, esa no era la persona de la cual yo me enamore.
-Tseng, cariño, como…
-No me llames CARIÑO. Ya no somos nada. Lo de anoche fue nuestro último encuentro sexual. A partir de ahora no quiero que te acerques a mí. Si alguna vez necesito sexo yo te llamare y te buscare, mientras tanto ni tu ni yo nos conocemos.
-¿Cómo puedes decir eso?- le dije a punto de echarme a llorar- Tu y yo nos queremos.
-Mira, no sé qué clase de película te habrás montado pero debo comunicarte que nuestra relación siempre ha sido y será una relación sexual, porque para ser honestos no sirves para nada más que para gemir y dejar que te la metan.
-No, no puedes decirme eso ¿Aun estas enfadado porque me acerque a tu hijo? Porque te prometo que no lo voy a volver a hacer.
-Maldito ingenuo. Lárgate, sal de esta casa, tu mera presencia me molesta.
-No, no me iré. Ahora mismo se que estas dolido y enfadado por eso se que debo quedarme a tu lado y ayudarte.
-Sephiroth, Sephiroth-dijo en un tono resignado- con lo listo que eres para algunas cosas y lo tonto que eres para otras…para mí solo has sido como una prostituta, quizás menos que eso.
Esas palabras fueron como una puñalada mortal para mi corazón.
-Nada ni nadie me separaran de ti. Porque sé que en este momento estas confundido y no sabes lo que dices, por esa razón perdono tus hirientes palabras...
Nuestros ojos se encontraron y en ese momento pude ver que todas sus palabras eran ciertas que el de verdad pensaba eso de mi. Y explote como nunca antes había explotado.
-Esto no va a quedar así.
-¿Me estas amenazando?
-Sí, te estoy amenazando. Todo, todo lo que has hecho saldrá a la luz. Las infidelidades a tu esposa, las frecuentas visitas a burdeles donde se trafica con menores, tu homosexualidad…lo que eres capaz de hacerle a tu propio hijo.
Rompi el contacto visual y me dirigí hacia la puerta. En ese momento note como una aguja era clavada en mi cuello y entonces mi cuerpo se hizo mas pesado, tanto que no lograba mantenerme en pie.
-¿Espero que la cárcel sea de tu agrado?
-Yo no he hecho nada para merecer ir a ese lugar.
-No ¿Estás seguro?- dijo maliciosamente- CLOUD-llamó- Me pregunto cuántos años serán de cárcel por propinarle una paliza a un menor y más si este resulta ser el hijo de un político.
-No te atreverás- me encontré con esos impasibles ojos y supe que era capaz de eso y mucho mas-No puedes…
Alguien llamo a la puerta y una cabecita rubia se asomo por una pequeña rendija.
-¿Me llamabas?
-Sí, ven, acércate hijo.
Intente ponerme de pie, un hijo no debía de pagar por los errores de su padre.
-¡CORRE!-grite antes de caer al suelo semiinconsciente.
Antes de desmallarme pude ver aquellos asustados ojos azules, unos ojos que se me quedarian gravados a fuego en mi propia alma.
Lo último que escuche fue un grito de dolor y cuerpo cayendo contra el suelo mientras unos golpes arremetían contra él.
Cuando desperté me encontraba en la prisión por un delito en cual yo no había sido participe. Pero jure que no esto no se quedaría así, algún día me vengaría y el pagaría por todo el daño que me había hecho.