Aquella foto era lo único que le recordaba al único amor de su vida, al único que en verdad había amado, ni siquiera su esposa lo había deslumbrado tanto como aquel hombre. Y aunque no quería admitirlo todo se lo debía al famoso Harry Potter, su despreciable sobrino.
Cuando al chiquillo le había llegado su carta de Hogwarts, no lo habían dejado ir, lo que hizo que apareciera el amor de su vida, aquella figura enorme, nadie más que Hagrid, el semi-gigante, guardabosque de Hogwarts.
Cuando estaban en aquella isla de rocas, y apareció el hombre en aquella puerta, eso fue amor a primera vista, no lo quería aceptar, pero cuando Harry llego con esa foto a casa de los Dursley, no pudo dejar de observarla. Era amor, un secreto amor que Vernon Dursley había guardado por 7 años.
Aquello era algo extraño, algo que nadie podía saber, se burlarían de él, y lo último que quería era que magos, gente anormal, se burlaran de él, no lo permitiría jamás –Vernon, Dudley tiene que ir al doctor, tiene unas extrañas erupciones en su cara- Por supuesto, aquello era obra de los chocolates que Harry le había regalado a su primo al volver de Hogwarts, travesuras de, obviamente, los gemelos Weasley.
No tardaron mucho en ir y volver con el crio. Harry miraba por la ventana, debía irse a la mañana siguiente, debía volver al colegio, lo cual lo ponía feliz porque no vería mas a su primo ni a sus tíos. Estaba en sus pensamientos cuando sintió que alguien iba a su habitación.
-Harry, necesitamos hablar- El chico abrió mucho los ojos, el tono de voz que tenía era dulce, además del hecho de que no le había gritado, si no, tenía la voz muy pasiva y silenciosa –Creo, que debería irte a dejar a Hogwarts por motivos de seguridad.
-Pe… perdón?- Dijo Harry abriendo mucho más lo ojos. Estaba ilusionado por no verlos más, y ahora lo iría a dejar, bueno, por lo menos no sería mucho –Ira… ira a buscarme Hagrid, no es necesario.
-Oh! Ese gigante no me cae muy bien, debe tener un secreto oculto- Mintió, pero ya se había decidido a que no podía seguir sin el hombre –No hay más que hablar, mañana por la mañana te iré a dejar, pasaremos a comprar tus cosas, tengo dinero por si necesitas, y luego, iremos a Hogwarts!
El moreno quedo atónito, y pronto se durmió buscándole una explicación a lo que acababa de pasar. Tío Vernon también se durmió, quería que la noche pasara rápido para poder irse lo más pronto posible.
A la otra mañana, partieron sin despertar a nadie, solo dejando una carta, lo cual hizo a Harry quedar más sorprendido. Pasaron por el callejón Diagon, sin encontrarse con nadie, y luego fueron directo al tren, teniendo algunos problemas ya que tío Vernon pensaba que si corría iba a chocar contra la pared, pero pronto Harry lo convenció y paso rápidamente, encontrándose con el amor de su vida, Hagrid.
-Hagrid!
-Harry! Como estas? Tanto tiempo tu… que haces con este sujeto?
Harry voltio la mirada esperando a que su tío respondiera, pero este estaba más atontado que un trol, se veía como una enamorada de secundaria, hasta que se dio cuenta de lo que pasaba y rápidamente decidió contestar –Ven… vengo a dejar a Harry, creía que el viaje era peligroso haci que decidí que debía traerlo.
Hagrid quedo aún más atónito que Harry, pero no podía quedarse a pelear, debía seguir subiendo a los alumnos y profesores al tren. Por buena suerte, había visto a Hagrid, por mala suerte, no lo vería mas. Estaban todos los pasajeros arriba, y el tren estaba a punto de dar marcha, cuando vio la puerta que decía *solo personal autorizado* que había al final del tren. Y como buen enamorado, no pensó siquiera en subirse o no, solo lo hizo como un reflejo.
El viaje se hizo más corto de lo normal, pero mientras iban, se dio cuenta en la habitación que iba, era el mismo lugar en el que el guardabosque iba en el tren! Por lo menos todavía no entraba, debía esconderse para que cuando llegara por la puerta que daba al lugar de los alumnos, no lo viera, pero era muy tarde.
-Que haces aquí?- Dijo entrando el semi-gigante y apuntándole con lo primero que encontró
-Yo… yo- Dijo tragando saliva –Tenía que decirte algo…
-A mí! Que podría decirme un muggle como tú!
-Que te amo!- Dijo tapándose la cara con las manos.
Hagrid lo miro con cara de asco, soltó lo que tenía en las manos, se arrodillo para quedar a la altura de la cara de tío Vernon, y sin pensarlo dos veces lo beso –Espero que esto te haya gustado- Tío Vernon solo asintió –Pues qué bien! Porque no lo volverás a vivir nunca más!
Así Hagrid tomo de los pies al hombre y lo arrojo por la puerta que daba afuera del tren. Antes de tirarlo grito –Y que esto no se te olvide! Hagrid, no ama personas asquerosas como tú!- Y lo lanzo, por mala suerte de tío Vernon, cayó sobre una reja, en donde las puntas se le enterraron en todo el hecho, dejándolo muerto. Por buena suerte para Hagrid, matar a un muggle no era ilegal en el mundo mágico, o eso esperaba.
Así fue como tía Petunia quedo como madre soltera y viuda, pero cuando supo la verdad, busco un nuevo amor, y rehízo su vida. El fantasma de tío Vernon, siempre visitaba la cabaña de Hagrid, recordando como su único amor en toda la vida, lo había besado, era su recuerdo más feliz de la vida, y como fantasma siempre podía ir a visitarlo, lo cual molesto a Hagrid, porque no se podía deshacer de un fantasma, de un maldito fantasma, que le recordaba lo más asqueroso que había hecho en su vida.