Hope iba a revisar el taller de maquinas ya que la mecánica era lo que más le gustaba. Al llegar ahí quedo convencido de que había entrado en la mejor universidad del país ya que el taller estaba completamente equipado con las mejores herramientas del mercado.
Pero lo que más impresiono a Hope no fueron esas modernas herramientas sino que quedo maravillado al ver una preciosa moto con un diseño muy particular, sin duda era una moto pero tenía la forma de dos chicas extremadamente bellas entrelazadas entre sí. Hope no pudo evitar el querer tocar esa bella maquina, parecía que le llamara, así que puso los dedos encima del manillar. Después de tocarla no pudo resistir la tentación de querer montarla, así que subió encima e intentó averiguar cómo se arrancaba. Para su sorpresa vio que tenía incorporada una cerradura mágica, se necesitaba del conjuro correcto y con la cantidad de poder exacta para activarla, eso hacía que fuera extremadamente difícil ponerla en marcha para la mayor parte de la población. Pero Hope no era parte de esa mayoría, él era un genio y en menos de 3 minutos ya había podido encenderla.
Tal vez no debería conducirla, no es mía, pero no es como si la estuviese robando o algo… Solo daré una vuelta con ella, la tomaré prestada un ratito nada más.
Con estos pensamientos en su mente el pequeño salió del taller con la moto y dio toda una vuelta por el campus. Se lo pasó francamente bien, el pequeño rubio no recordaba haber hecho algo tan divertido en mucho tiempo. A de más esa moto se movía con solo de pensarlo, el chiquitín se preguntó con mucha curiosidad quien debía ser el propietario de aquel vehículo ya que debía haber sido construida a mano. Un poco por curiosidad un poco por culpabilidad por haber cogido algo que no era suyo, a la media hora Hope decidió que debía devolverla al taller.
Al entrar se encontró con un hombre de unos 25 años con el pelo de un rubio muy similar al suyo y con unos ojos de un azul tan claro que parecían blancos. Lo curioso de ese personaje era que aunque estábamos a finales de verano el vestía como si fuera pleno invierno. Este hombre al ver entrar a Hope con la moto puso una profunda cara de alivio, aunque esta cambió rápidamente a ser una cara de enfado… contra Hope.
-Así que has sido tú quien me ha robado la moto.
-No, no… bueno si pero no es lo que piensas… Bueno sí… ¡Lo siento!
- A ver chiquitín explícate.
- Pues verás yo… entré aquí porque me encanta la mecánica y quería ver cómo sería mi nuevo taller y...- intentaba explicarse el pequeño.
-Alto, alto, alto… tú eres un niño, no puedes estar aquí.- Dijo confundido el mayor.
-Soy estudiante.- Acto seguido sacó su carnet de estudiante y se lo mostró, el hombre quedo muy sorprendido por el hecho de que ese pequeñajo hubiese conseguido entrar en una universidad como la Dissidia siendo tan, pero TAN joven aunque dejó que siguiera con su explicación.- Bueno pues entré porque me gusta la mecánica pero vi tu moto y no puede evitar querer tocarla, porque sabes es muy hermosa y al final no sé como la arranqué y me di una vuelta con ella.
El mayor miró al chico fijamente, y al verlo tan arrepentido no pudo evitar sonreírle y acariciarle la cabeza. – Mi querida Shiva suele tener ese efecto con la gente, pero eres el primero al que le gusta tanto que comete 2 delitos por ella. – Al decir esto aquel hombre no pudo evitar reírse con ganas.
Hope, pequeño genio, 14 años de edad, un poco impulsivo cuando se trata de maquinas pero bastante maduro para su edad quedó en Shock al ver esa risa. El esperaba que ese extraño hombre lo regañara, lo denunciara incluso le pegara por haberle robado pero lo último que esperaba era que se pusiera a reír de forma tan despreocupada y ¿hermosa?
-Pequeño, pequeñajo.- Dijo pasando la mano delante de los ojos de Hope para sacarlo de su ensoñación.
-Perdón, es que no me has regañado y ya sabes yo esperaba un castigo o algo así.- Dijo el pequeño y se puso rojo de golpe.
- Nada de eso, es mi culpa por no haber puesto una mejor cerradura. Por cierto me llamo Snow.- Dijo el mayor tendiéndole la mano.
- Yo soy Hope, aunque supongo que lo has leído cuando te he dado mi carnet.- Dijo el menor devolviéndole el apretón de manos.
Snow estaba muerto de curiosidad por ese pequeño niño al que tanto había gustado su moto como para robar así que le invitó a un chocolate caliente (ya que consideraba que el café era malo para los niños) a lo que Hope aceptó. Descubrieron muchas cosas interesantes el uno del otro. Hope se enteró que Snow ni estudiaba en la universidad ni enseñaba ninguna asignatura sino que era una especie de hombre para todo: era el jardinero, el organizador de eventos, el conserje, el que reparaba el equipamiento si este se rompía etc. Y Snow averiguó que el pequeño Hope era aún un niño que amaba a su mamá pero que aún así era realmente maduro para su edad.
Estuvieron largas horas charlando hasta que se hizo de noche y Snow decidió acompañar al pequeño Hope hasta su habitación ya que era su deber proteger a su nuevo pequeño amigo. Por otro lado Hope seguía aturdido, acababa de pasar la tarde más maravillosa de su vida pero no entendía el porqué. Simplemente se sentía extraño en la presencia de Snow, su corazón latía más deprisa y cuando él le sonreía sus mejillas se sonrojaban. Pero Hope era francamente inocente y creía que esas reacciones se daban al hecho de que admiraba mucho a ese hombre maduro y esperaba llegar a ser tan guay como él algún día.
Con Cloud…
Cloud se dirigía de camino al laboratorio más feliz de lo que había estado en mucho tiempo, tras la triste muerte a manos de un monstruo de alas negras de su novia Aerith hacía ya 2 años, no recordaba que se lo hubiese pasado tan bien. En primer lugar nunca había congeniado tan bien con alguien como lo había hecho con Tidus, los dos eran polos opuestos y por eso lo encontraba alguien divertido e interesante. En segundo lugar encontrarse con Zack después de tanto tiempo… Siempre lo había idolatrado y había sido como un hermano mayor para él, pero desgraciadamente se mudó de ciudad y perdieron el contacto. Cloud pensaba en todas las cosas buenas que le deparaban sus días de estudiante con sus 2 queridos amigos y sonrió para sí mismo.
Una hermosa figura de pelo plateado seguía a Cloud, no sabía porqué al ver esa sonrisa le entraron unas ansias enormes por tomar el cuerpo de ese chico. Pensó durante unos instantes y luego se decidió a presentarse ante el rubio.
Cloud se sorprendió cuando un hombre alto (alrededor de 1.80) y de un hermoso pelo largo color plata se le apareció de golpe de entre unos matorrales y empezó a mirarle fijamente con una extraña sonrisa en su rostro. Después de mirar al extraño hombre durante unos segundos el pequeño Chocobo se asustó un poco y decidió andar más rápido. Pero el extraño hombre lo detuvo agarrándole un hombro.
- ¿Perdona eres uno de los nuevos estudiantes de Dissidia? ¿No te enseñaron a ser respetuoso con tus sempais?
- Pe… Perdón señor.
- Llámame Sephirot por favor. ¿Cómo te llamas tú?
- Cloud.
- ¿A dónde vas?
- Al laboratorio…- A Cloud cada vez le gustaba menos ese personaje tan hermoso a la vista.
- Te acompañaré, así te muestro el lugar, como eres nuevo no debes conocer el lugar y puede que te pierdas.
- No hace falta tengo un mapa Sephirot-sempai. - Vale esto ya se pasaba de la raya, ¿qué quería ese tipo raro de él? No sabía por qué este tal Sephirot le daba miedo, un profundo y oscuro miedo.
A Aún con miedo en sus ojos Cloud se vio obligado a aceptar la propuesta de Sephirot debido a las circunstancias lo cual alegró a Sephirot. Un solo vistazo a esos ojos llenos de terror le indicaban que no se había olvidado de él, aunque por lo visto no lo había reconocido, tanto mejor. Sephirot sabía lo que quería y haría lo necesario para conseguirlo y en ese momento lo que más deseaba Sephirot era borrarle esa sonrisita al pequeño Cloud.