- ¿Te acordás, cierto? – me pregunto. No lo estaba escuchando, contemplaba el tranquilo lago detrás de nuestra casa.
- ¿Qué cosa amor?
Me miró mal. Amaba ver su cara de enojo.
- La primera vez que… nos vimos. – su rostro se contrajo, en una mueca de angustia.
- Claro que si, ¿como pretendés que lo olvide, Akira?
Tomó mi mano y nos miramos en silencio. Sentía el suave murmullo de la naturaleza a nuestro alrededor, llenando ese vacío, que últimamente ocurría de manera recurrente. Akira desvió su vista hacia dentro de la casa. En una pared había un gran cuadro de nosotros cinco sobre un escenario, ‘saltando hacia el cielo’, como a mí me gustaba llamarlo.
La despedida fue dolorosa, luego de casi 40 años de trayectoria. Él fue uno de los más afectados y aun sigue llorando, al igual que yo, solo que no lo hago en su presencia. Detrás de nosotros se podía ver el ‘the GazettE’, bien grande. Fueron épocas muy felices, años que jamás voy a poder olvidar. Hace dos años que no nos vemos, y si lo hacemos, solo nos reencontramos las veces que nuestro físico lo permite; no somos los chicos tan guapos y jóvenes como antes. La vejez nos pesa. Kai formo esa hermosa familia que siempre quiso, con 3 nenes, que nos llaman ‘tíos’. Uruha y Aoi recorren en mundo, y aunque a Yuu no le guste ni un poquito viajar, lo hace por su pareja, claro. Todavía puedo recordar esas miradas llenas de ternura y amor que se brindaban en cada momento.
Noté que Akira había soltado mi mano; estaba llorando, muy triste. El me hablaba siempre de nosotros, de mí, de los conciertos… Acerqué la silla lo mas que pude y le acaricie la espalda. Se recompuso y me miró con esos ojos llenos de lágrimas. Fijo su vista a un punto fijo en el horizonte y comenzó a hablar.
- Recuerdo muy bien cuando nos vimos, y cada día que pasa intento no olvidarme de nada, quiero que todo quede aquí –se señala la cabeza- y aquí –marcando su corazón-. Quién diría que íbamos a llegar a ser tan famosos, que la gente nos iba a amar. ¿Sabés? Sentía todo ese afecto y cariño a cada lugar que fuésemos, y por mas que no entendiera el lenguaje, el llanto, las voces eran una sola.
Vuelve la vista hacia mí y aclara la garganta.
- Recuerdo… todo lo que paso con Kai, antes de que aparecieses vos en mi corazón e inundaras todos mis pensamientos. –No me molesta que recuerde esas cosas, no son dolorosas para mí y es más, adoro a Kai, y le agradezco enormemente que lo haya transformado en la persona que ahora es. – ¡Y tus intentos de bailar Takanori, por dios!
- ¡Hey! A mí me gustaba, a las fans les gustaba, y punto. Ahora no querrían ver a un viejo arrugado y demacrado tocándose – reí.
- Pero a mi si me gusta Taka, y lo sabés. – se quedo en silencio. – ¿Te acordás cuando me confesé? Recuerdo con perfección tu reacción ante mis palabras, y como de un momento a otro estabas todo colorado… -me mira- como ahora Taka.
Diablos, en el fondo sigue siendo un maldito, ¡lo sé! No hay que dejarse engañar por esa apariencia de viejito bueno. Rió y siguió contándome.
- Cuando en esa habitación de hotel me diste nuestro primer beso… pero no paso nada más. Estábamos felices.
¿Cómo podría olvidar ese día? Fue después del Budoukan del 2OO6…
- Sentí tus labios en los míos, y me prometí que no debía dejarte ir. Que eras alguien a quien tenía que proteger a toda costa, hacerte feliz, y no soltarte jamás, jamás la mano. – la tomo y le dio un beso a la palma. Noté como la sangre subía rápidamente a mis mejillas. – Y parece que aun sigo causándote cosas.
- Claro que si Akira. – y ahora era yo el que empezaba a recordar. – Cuando formamos la banda… ¡no tenias bandita!
- Cierto. Admití que la bandita en la nariz me daba un toque… sexi. –se relamió los labios y levanto las cejas, insinuándome. Dios, está muy por encima de mí…
Levante mi gordo trasero de la silla y me senté encima de él. No se quejo el peso, y rodeo mi cintura con sus brazos. Comenzó a sollozar de nuevo. Lo comprendo totalmente, es su manera de descargar todo la bronca que tiene adentro: hay gente que rompe cosas, que grita y maldice, otras que lloran y… están las que componen canciones…
Le acaricié la cabeza con mucho cuidado, como si llegase a romperse.
- No llores Aki… ¿Por qué no pensás en los buenos momentos que tuvimos?
- Me importa tres carajos, Takanori. Quiero estar sobre un escenario de nuevo, hacer lo que mejor se hacer, los que los cinco sabemos hacer. Que la gente cante contigo, que nos vitoree y aplauda hasta que les duelan las manos.
Lo tomé por la mandibula haciendo que elevara su cabeza y besé sus parpados, limpiando sus lágrimas. Se aferro más a mi cuerpo. El sentir ese abrazo, su cuerpo temblando, los recuerdos que hizo que volviesen a mi memoria, hizo que mi mente diese muchísimas vueltas…
- ¿Querés…?
Lo miré, intentando transmitirle mis pensamientos. Me miro confundido. Sus ojos tuvieron un instante reconocimiento a mis intenciones, y me sonrió, con esa sonrisa particular y graciosa, tan típica de él.
- Levantate, tengo que hacer un par de llamados.
- Me conoces demasiado, Akira.
- Dale viejo, movete. No tengo todo el dia.
El muy maldito me tiro de la jodida silla. Su ánimo había mejorado.
- Idiota, ¿no ves que me pesa el trasero? Estoy hecho un gordo fofo… Ayudame a levantarme, dale.
Me tendió la mano y me ayudo. Su mirada se volvió dura y susurro.
- Eso es lo que pasa cuando dejas el escenario.
Dio la vuelta, desapareció por la puerta transparente y entro a la casa. Escuché que revolvía los cajones hasta dar con una pequeña libreta, donde estaban esos números de teléfono. Sentí que maldecía al no poder leer claramente su propia letra y como se ponía al no poder encontrar sus anteojos.
Algo era seguro: the GazettE volvía.