Capítulo 1.
Se estiró. Estaba preocupado y le pesaban los párpados. Intentó recordar que era lo que le preocupaba, pero no pudo. Abrió lentamente los ojos y se quedó un par de segundos tumbado, mirando el techo. En paz.
Aquella paz no duró mucho. De repente, abrió mucho los ojos. ¡No recordaba nada! ¡Nada de nada! ¡Su cabeza estaba completamente en blanco!
Cerró los ojos e intentó no dejarse llevar por el pánico, simplemente era imposible, tenía que recordar algo… ¡Nada! ¡Ni siquiera como se llamaba!
Miro a su alrededor tratando de recordar si veía algo familiar pero las paredes blancas no le decían nada, no las reconocía pero si le dieron a entender que estaba en un hospital. ¿Por qué? Grito e intentó incorporarse, pero se dio cuenta de que apenas tenía fuerzas para levantar la cabeza de la almohada.
Se dio cuenta de que no estaba solo. Había una mujer muy joven que, alterada por su patético intento de grito, había corrido a su lado. Quizás era una enfermera. Tal vez sabía algo de él. Lo que fuera le sería suficiente.
-Veo que has vuelto en ti- comentó con una voz dulce y tranquila
El joven de la cama no se encontraba en absoluto tranquilo, al contrario se molestó por el comentario, no por sus palabras sino de la manera en que lo dijo. ¿Qué no sabía lo que le pasaba?
-¿Quién…? ¿Dónde…?- murmuro asustado y sobresaltado al escuchar su propia voz, como si no la hubiera escuchado nunca- no sé quién soy ni donde estoy… ¿Usted lo sabe? Si es así dígamelo ahora por favor estoy muy asustado y hay algo que…
-Tranquilízate- lo interrumpió relajada al sentarse al borde de la cama, solo entonces pudo verla bien, era de complexión delgada, con cabello largo, negro y lacio. Tenía una muy bonita sonrisa, acompañada de unos hermosos ojos que proyectaban mucha confianza y ternura- un medico vendrá pronto a verte- aseguró tomando la mano del chico.
Tal y como lo dijo la enfermera en un abrir y cerrar de ojos llego una mujer a su lado, vestía con ropas muy elegantes, dudaba que fuera el médico, sin embargo, cuando comenzó a revisarlo dejó de preocuparse. A partir de ese momento se sucedieron una serie de visitas en bata blanca por su habitación, diferentes pruebas de memoria, preguntas, sedantes y sueños.
La enfermera le había curado las heridas, pero su memoria seguía sin reaccionar. En alguno de los ratos de lucidez que tuvo entre sueños, se dio cuenta de que siempre había alguien a su lado, a veces la mujer y en ocasiones era un hombre.
La mujer muy hermosa, su cabello de color verde lo llevaba siempre enmarcando sus lindas y delicadas facciones, sus ojos eran verdes y muy bellos. No debía pasar de los veinticinco y parecía ser la doctora porque, aunque no llevaba bata, le ponía una linternita en los ojos y le hacía preguntas que intentaba contestar pero se quedaba dormido todo el tiempo.
El hombre era alto, tenía el cabello negro y largo, y unos ojos color verde profundo, debía tener más o menos la misma edad de la mujer. El no hacía preguntas ni llevaba linternita, solo se acercaba a la cama y le hablaba dulcemente en voz baja. Con él, también se dormía. Pasaron varios días y se dio cuenta de que le llamaban Alone. Era un nombre muy extraño y no le sonaba familiar, no le decía nada sobre quien era o algo más de su vida, pero si sabían su nombre alguien debía conocerlo en el hospital.
Recordaba vagamente que lo habían cambiado de habitación. Allí siguieron las visitas, sobre todo las de ese hombre. Una mañana despertó y no se le fue la cabeza como de costumbre. Permaneció despierto un largo rato sin dolor de cabeza o debilidad repentina. Pero seguía sin recordar nada. Una enfermera entró un tiempo después.
-¿Dónde estoy?- pregunto el joven de la cama
-En Giudecca, tienes aquí cerca de una semana- contestó la enfermera que había visto el día en el que despertó.
-¿Me llamo Alone?
-En efecto, Alone- le confirmó mientras revisaba los monitores de la habitación
-¿Qué me ha ocurrido?- pregunto por primera vez. Según sus cálculos debía de llevar cerca de dos semanas en ese hospital y aun no sabía la razón de encontrarse en esas condiciones.
-Tuviste un accidente muy espantoso. Estuviste en coma por tres semanas pero ya estás aquí y no tiene ninguna lesión grave. Tan solo unos cuantos raspones y hematomas- Sonrió la buena mujer
-¿Y mi cabeza? ¿La tengo bien?- preguntó asustado temiendo la peor de las respuestas- no recuerdo nada…
-Tu cabeza está bien, no te preocupes – le sonrió nuevamente la enfermera.
-Pero si no recuerdo nada- insistió angustiado.
- Ya te dije que debes tranquilizarse. Entre más tranquilo estés más rápido vendrán los recuerdos a tu cabeza. Yo soy Pandora, por cierto, si me necesitas estaré muy contenta de ayudar.
Pandora se fue y Alone comenzó experimentar una enorme angustia, algo seguía preocupándole, algo grave, pero no podía recordar ni lo más mínimo. En aquel momento entró la mujer que recordaba. La doctora, por lo que había escuchado entre sueños.
-¿Qué tal tu cabeza?- le preguntó al dirigir la luz de la linternita nuevamente a sus ojos.
-Mal- contestó- no recuerdo nada… ¿Cuánto tardaré en recuperar la memoria?- preguntó nervioso- la voy a recuperar… ¿Verdad?
- Por supuesto, en cualquier momento. Si solo ha sido un golpe en la cabeza, volverá en pocos días.
-¿Qué quiere decir? ¿Acaso pudo ser otra cosa?
-Si- contestó sinceramente- a veces, cuando una persona ha estado sometida a un estrés emocional muy fuerte su cerebro decide que ya no puede más, y se desconecta. Pero de cualquier manera la recuperarás- le aseguró sonriente.
Alone aceptó las palabras de la doctora. No tenía opción, además parecía una mujer muy inteligente por lo que decidió confiar en ella.
-¿Y mi familia?- inquirió de repente
- Descansa, deja a tu cerebro recuperase un poco
- De acuerdo- dijo cerrando los ojos y sintiéndose de pronto muy cansado.
Cuando despertó estaba solo. Se miró la mano derecha por alguna razón y descubrió que tenía unos elegantes y finos dedos, pero que sus uñas estaban un poco largas, le pareció que el preocuparse por sus uñas no iba con él, eso le dio esperanzas y pudo confiar completamente en las palabras de la doctora: recuperaría muy pronto la memoria.
Se miró la mano izquierda y… ¡se despertó de pronto! ¡Llevaba un precioso anillo de compromiso! ¡Se iba a casar! ¿Con quien? ¿Sería con el hombre? Lo recordaba día tras día sentado junto a su cama. Sintió pánico ¿Cómo era posible que no recordara que iba a casarse? ¿Y si nunca recuperaba la memoria?
Estaba a punto de llamar a Pandora cuando llamaron a la puerta. Sintió un gran alivio. Prefería estar acompañado a estar solo. Sin embargo se asustó al ver de quien se trataba.
-¿Tanto miedo doy?- dijo el hombre alto con el que creía se iba casar. En dos zancadas estaba en la cama sonriéndole y haciéndolo sentir mejor.
-¿Me voy a… casar contigo?
- El anillo que llevas puesto es mío ¿sí?
Alone lo miró fijamente. Si se iba a casar con el obviamente lo amaba… ¿o no?... ¿sería eso lo que le preocupaba?...Tal vez se comprometieron por otra razón, tal vez era un matrimonio que el no deseaba o tal vez ambos. Sintió una punzada en la cabeza y decidió que era mejor no sacar conclusiones apresuradas, después de todo acababa de saber que se casaba, y no tenía razones para sospechar que él no lo amaba o viceversa.
-¿Cómo te llamas?- pregunto mirándose en sus hermosos ojos verdes.
-Hades- contestó sonriente- Hades a tus servicios.
-¿Mi nombre es Alone?
-¿Por qué?- preguntó muy serio- ¿has recordado algo?
- No, pero ese nombre me suena un poco extraño, no me parece que sea mío, suena como el de un desconocido y…- se detuvo de pronto, dándose cuenta de algo- ¡No se cómo soy! – Exclamó- ¿Soy feo?
-No eres feo, eres muy lindo.
-¿De verdad?- preguntó sonrojándose- ¿hay un espejo por ahí? –Hades se levantó de la cama y abrió una puerta, la que supuso era del baño, para luego volver a su lado
-Hécate me ha dicho que quiere que empieces a dar paseos esta tarde, así que comencemos- dijo tomándolo en brazos con cuidado
Alone se sintió atemorizado y se sonrojó con el contacto pero pronto se le pasó al verse en el espejo.
-Dijiste… que era… lindo- balbuceo
-Teniendo en cuenta la cantidad de heridas y moretones que tienes por todo el cuerpo-contestó- eres muy lindo y en cuanto te hayas recuperado serás el mismo hermoso joven de siempre.
-¡Quiero volver a la cama!- clamo sintiéndose de pronto muy incómodo con él. Hades lo miró y obviamente notó su cara aterrorizada por lo que hizo caso a la petición y lo sacó de nuevo del baño
-Tranquilo- le dijo dejándolo en la cama- sé que estas muy nervioso, es normal, pero todo se resolverá pronto, te lo prometo-lo consoló arropándolo.
-¿Siempre he sido así contigo?- pregunto esquivando su mirada- es decir, ere mi prometido y debería sentirme cómodo contigo pero… me asusta tu presencia y el hecho de casarnos- soltó sin pensar en lo que decía- ¡Perdón! No quise…
- No te disculpes, después de todo, soy un perfecto extraño en estos momentos- acaricio su mejilla con dulzura con una sonrisa de lado, lo que provocó que se sonrojara.
-Gracias- sonrió pero no pudo evitar bostezar- perdón, pero no puedo permanecer más de diez minutos despierta.
-Muy bien, muy bien, pillo la indirecta, quieres que me vaya ¿cierto?- bromeó- aprovecharé para ir un rato a… terminar algunos pendientes. Te veré mañana en la mañana, ¿de acuerdo?
-Está bien- aprobó cerrando los ojos
Hades salió del dormitorio y se fue… sin besarlo. Menos mal ya que efectivamente era un desconocido y bastante tenía él como para que lo besara. Recordó la imagen que le devolvió el espejo. Un joven de ojos jade y cabello verde esmeralda, debía tener veinte o veintiún años y… Se quedó dormido. Durante la semana siguiente se recuperó bastante, tanto que la doctora Hécate, que cada vez iba menos a verlo, hablaba de darle el alta.
Alone se encontraba mejor, aunque todavía le faltaba un largo camino hasta la completa recuperación de sus fuerzas y ni hablar de su cabeza. Hades le había contado cosas, aunque muy pocas, tal vez porque contarle todo de golpe no era bueno.
Le había preguntado por su trabajo y Hades no había mostrado ninguna resistencia a hablar sobre ello. Al parecer era una especie de juez de alto rango, no entendía cómo funcionaba eso, pero por cómo se expresaba era muy importante en su trabajo. Sin embargo se asustó cuando menciono la palabra…
-¿Espectros?
- Si, algún día podré contarte todo, ahora debe bastarte con comprender que no todo es como tu crees.
Le había cuestionado también sobre el día en que se conocieron. Tampoco tuvo problemas con ese tema. Al parecer lo conocía desde niño hasta que un día se decidió por comenzar a cortejarlo y al parecer él no se negó a sus coqueteos.
Quiso saber sobre su familia y le había dicho que sus padres estaban en una segunda luna de miel en los Alpes suizos y que no se habían podido comunicar aun con ellos. Alone pidió que dejaran de buscarlos, después de todo ya se encontraba mejor y no quería interrumpir sus vacaciones. No tenía hermanos, era hijo único.
El fin de semana la doctora Hécate le dijo que pronto le daría el alta y eso le daba pánico porque ahí estaba acompañado por el personal. ¿Dónde iría? No sabía dónde vivía. Justo cuando la cabeza le daba vueltas y estaba rayando la histeria se abrió la puerta y apareció… Hades.
-¡Cuánto me alegro de verte!- grito con lágrimas en los ojos. Avergonzado aparto la mirada
-¿Qué pasa?- dijo caminando hacia él y sentándose en el borde de la cama- ¿Qué te pasa?- le pregunto pasando su brazo por sus hombros.
-La doctora dijo que tengo que volver para un chequeo pero que me dará el alta
- Te la dan mañana
- ¿Mañana? ¿Has hablado con ella?
- Solo por teléfono- sonrió- ¿Por qué lloran esos preciosos ojos jade?
- ¡Porque no sé donde vivo y nadie me dice nada!
- ¡Oh, mi amor!-lo consoló abrazándolo.
- ¿Dónde vivo?- insistió y al no escuchar respuesta palideció al imaginársela- ¿Contigo? ¿Vivo contigo? ¿D-duermo contigo?
- Tranquilo- lo consoló- has mejorado mucho pero no creo que estés listo para dormir con nadie, así que te propongo dormir en habitaciones separadas ¿Te parece?
-Me parece bien y… ¿Done vivimos?
- Te llevare a mi casa en los campos Elíseos, es muy tranquilo y hermoso- contestó- la doctora cree que te vendrá mejor el campo que la ciudad
-¿También tienes casa aquí?-
- Pero es más grande y bonita la casa de campo y va a ser como empezar de cero porque nadie te conoce y tú no conoces a nadie, así no tendrás que preocuparte por si conoces a alguien en la fila del pan- bromeo provocando una sonrisa sincera de sus delgados labios.
-¿Y voy a estar solo ahí?
- Te acompañare lo más que pueda y cuando yo no este llamaremos a Pandora, el ama de llaves para que vaya a cuidarte.
- No quiero que te distraigas de tu trabajo por mí.
-No lo descuidaré, te lo aseguro
- ¿Pero cómo trabajarás allá?
-Tengo mis métodos, no te preocupes.
-¿Lo has arreglado todo?
-Soy un poco egoísta lo sé, te quería solo para mí- bromeó
- No eres egoísta, has venido a verme casi todos los días- “debe ser porque me quiere” pensó- ¿Me quieres?- pregunto de repente- ¿Te quiero yo a ti?- añadió confuso.
- Me parece que de momento seremos solo amigos
-¡Ah!- murmuró- ¿Quieres que te devuelva el anillo?
-¡No!-lo detuvo tomándole la mano al ver que quería quitárselo- no quería decir eso- le aseguró- lo que intento decir es que, hasta que estés bien, deberíamos pasar nuestro compromiso a un plano más platónico
-¿Platónico?... me gusta- sonrió
- De acuerdo, te dejo para que descanses, debo ir a trabajar un momento pero estaré aquí mañana.
-¡Ropa!
- Está todo bajo control
Hades se marchó mientras que Alone permaneció un buen rato despierto tras su partida mirando con atención el anillo. Se preocupó de nuevo, quería recuperar la memoria cuanto antes, ya no solo por él, sino también por Hades, quería recordar lo que hacían juntos: su restaurante favorito, su canción… todo. ¡No podía esperar!