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Lastre de amor por Yuki Eiri

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Notas del fanfic:

¿Qué tal?

Este es un fanfic en el que pienso que no me esforcé mucho. Igual, espero que lo disfruten y me manden sus opiniones.

Gracias.

Fue esa tarde en la que el rubio se encontraba en su habitación, tenía una fuerte crisis migrañosa y no quería saber absolutamente nada del mundo exterior. Se encontraba en su cama, con las cobijas hasta el cuello y una almohada sobre los ojos, las cortinas estaban abajo y estaba todo en silencio. Shuichi se había percatado ya de que su Koibito se encontraba enfermo, por lo que decidió irse a trabajar sin hacer el escándalo propio de cada mañana. Se había ido con ganas de ser embestido por su amante y pensó que cuando volviera por la tarde prepararía la cena y entonces, estando detrás del rubio, lamería su lóbulo de la oreja para indicarle sus ganas e incitarlo a hacer el amor.

Apenas Shuichi cerró la puerta, el rubio quiso levantarse por una pastilla para dormir. Se puso de lado, bajó los pies al suelo con cuidado y se incorporó lentamente. Le pesaba el cuerpo, en cada paso sentía cómo la sangre pasaba por su cabeza… sentía esos molestos latidos en los lados de su cabeza y cómo la respiración se le entrecortaba. Se asomó a la mesita de noche y buscó un alprazolam, pero no encontró ninguno así que tuvo que caminar más para ir a su estudio y buscar dentro de su escritorio… tampoco encontró nada. Entonces tuvo a bien llamar a Seguchi para pedirle el medicamento.

-¿Seguchi? Necesito que me traigas unas pastillas de alprazolam.

-Eiri San, son controladas.

-Olvídalo entonces… no puedo confiar en ti. –Y colgó el teléfono.

 

Marcó otro número…

-Doctora… habla Uesugi Eiri.

-Sí, dígame, ¿en qué le puedo ayudar?

-Tengo una crisis migrañosa y necesito unas pastillas de alprazolam.

-Señor Uesugi, yo le puedo extender una receta pero no podría llevarlas a su casa.

-No importa, Seguchi San irá a recoger la receta.

-Bien, puede pasar por ella en 20 minutos.

-Gracias.

 

Volvió a llamar a Seguchi, pero para su sorpresa escuchó sonar su celular a menos de 10 metros.

 

-Eiri San ¿puedes abrir la puerta?

-No. –Y se acercó a la sala para poder llegar hacia la puerta. –Espera. –Un momento después la abrió.

-Eiri San ¿estás bien?

-Lo estaba antes de que llegaras. Necesito que vayas a buscar mi receta con la doctora y luego surtas mi medicamento.

-Claro, pero ¿dónde está Shindou San? ¿No debería el haberse encargado de esto si tanto dice que te ama?

-A ese mocoso no lo metan en este asunto, es por su culpa que tengo esta crisis, me estresa.

-Bien, te llevaré a la cama.

Seguchi lo tomó de la cintura y lo llevó muy despacio a la cama. Una vez que lo dejó recostado, trató de acariciarlo, justificando la caricia con que debía acomodarle la camisa. El rubio no dijo nada.

-Eiri San, espérame tranquilo, no tardaré.

Pronto se marchó. Iba decidido a traer ese medicamento que lograría quitarle ese terrible dolor de cabeza. Aunque solo lo calmaría por un rato porque según él, la única manera de erradicarlo era eliminar su etiología natural: Shuichi.

Mientras tanto en la disquera NG, Shuichi se encontraba practicando con sus colegas Hiro y Fujisaki para su próximo concierto, que sería en dos semanas, por lo que estaban practicando algunos éxitos como “Rage Beat”, “Seven Days” y “Glaring Dream”.

-Shuichi ¿por qué no nos tomamos un tiempo para nosotros solos esta noche? –Le dijo Hiro.

-¿Esta noche? Es que… bueno… verás… Yuki está enfermo y quiero cuidarlo, seré su enfermero persona Muajaja.

-Eres malvado Shuichi… hace mucho que no sales conmigo. Anda, solo iremos por una bebida y después podrás volver a casa. ¿Qué dices?

-No lo sé…

-¿Y si invito a Sakuma San, vendrás?

-*_* Sakuma San… Hiro… eres tan malvado… está bien… iré -_- pero solo será media hora. ¿Sakano San podríamos salir temprano?

-Claro Shindou, si dejas de perder el tiempo y practicas.

-Bien, ¡A cantar! –El ánimo de Shuichi había aumentado.

Seguchi volvió con el medicamento de Yuki. Entró cuidadosamente al departamento y fue directamente a la cocina para poder llenar un vaso con agua para el escritor, luego fue al cuarto de Eiri, quien estaba sentado en la orilla de la cama.

-Eiri San, aquí está la pastilla que me pediste.

-Gracias.

-Eiri San, he pensado que deberías distanciarte un poco de Shindou.

-Coincidimos en eso.

-¿Por qué no vienes conmigo a Nueva York?

-Porque no puedo, debo terminar la novela que es para entregarla dentro de tres días. No puedo darme el lujo de vacacionar.

-Bueno, pero después ¿te gustaría pasar un tiempo conmigo?

-La verdad no, pero si deseo alejarme un poco de este desastre.

-Eiri San, eres la persona que más amo en este mundo. Por favor acéptame.

-¿Qué parte de migraña no entiendes? –Dijo Yuki enfadado.

-Es que Eiri San, verte tan vulnerable, me recuerda aquéllos días en que eras un niño tierno y dócil.

-¡Ah! Ya cállate por favor. –Se sonrojó y le dio la espalda a Seguchi San.

Habían pasado cuarenta minutos y las concentraciones sanguíneas del alprazolam comenzaban a hacer efecto, Eiri se encontraba de espaldas a Seguchi y este comenzó a acariciarlo. Recorrió su cuello blanco y acarició las raíces de sus cabellos dorados. Continuó por su espalda y prosiguió con sus muslos. Eiri, sintió las manos de Seguchi pero estaba casi indefenso… De pronto sintió que un animal estaba detrás suyo y comenzó penetrarlo…

-Eiri San, esto te hará sentir mejor… mejorarás tu oxigenación.

-Des-gra-cia-do. –Logró decir el rubio.

Después de varias embestidas y haber alcanzado el punto máximo, Touma dejó en paz al escritor, quien a pesar del alprazolam se encontraba jadeante.

-Disculpa Eiri San, tengo trabajo y debo volver a NG Records.

Por la tarde, Shuichi, Ryuichi y Hiro salieron juntos, pero Shuichi a pesar de que iba un poco contento porque Sakuma San iba con ellos, no podía dejar de pensar en su Koibito, que quizás necesitaría algo en todas las horas que había ido a trabajar y le parecía triste y despiadado no cuidar a su amor, por lo que pidió disculpas y se retiró. Se dirigió rápidamente al departamento de Yuki, entró, cerró con llave, dejó su chaqueta en el sofá y posteriormente corrió a la recámara del rubio. Lo encontró semidesnudo, con solamente la ropa interior puesta.

-Yuki… estás caluroso… -Pero el rubio no le contestó. -¿Sabes? Iré a preparar algo para que puedas comer, seguramente estás hambriento. ^_^

El pelirrosa en la cocina era un desastre, por lo que decidió que solo haría emparedados para ambos. Sacó la mayonesa del refrigerador, el jamón, la lechuga, el queso, el tomate y demás ingredientes. Encendió la estufa y puso a calentar el comal para poder calentar los emparedados. Todo iba bien hasta que por una distracción tiró el frasco de la mayonesa al suelo y este se rompió y se batió, por lo que tuvo que ir por la escoba para limpiar los vidrios y un paño para limpiar la mayonesa. Los emparedados se quemaron porque los olvidó por estar limpiando y entonces el desorden comenzó. Quiso correr a apagar la estufa pero una servilleta se incendió y se quemó, los emparedados estaban casi carbonizados, el humo ya se había esparcido por la sala, el comedor, el estudio y estaba llegando a la recámara del rubio. Sin saber cómo, los ingredientes estaban embarrados en el suelo y algunos trastes había caído de la mesa entre todo el relajo. De pronto una figura lo sorprendió, Yuki se había levantado por tanto alboroto.

-¿Qué hiciste mocoso?

-Yo… solo quería hacerte algo de cenar.

-¬_¬ Vas a tener que limpiar todo este desastre y después largarte de mi departamento.

-Pero Yuki, solo intentaba ayudarte.

-Pues no lo intentes, ¿no sabes hacer nada bien? ¿Por qué no te largas de una vez? Siempre haces desorden, alteras mis nervios, me provocas gastritis, me provocas enojos, ni siquiera en la cama eres bueno.

-T_T Yukiiiiii

-¡Vete!

-No quiero. Quiero estar contigo.

-¿Si? Pues yo no te quiero conmigo, lárgate.

-Nooo Yukiiii, prometo no hacer ruido… prometo ser bueno en la cama.

-Ya cállate, ¿quieres que me vuelva a dar migraña? Además el desgraciado de Seguchi estuvo aquí por la mañana.

-¿Seguchi San? ¿Por eso estabas medio desnudo?

-¿Qué? –Se sonrojó el de cabellos dorados. –Eso no es cierto.

-Claro que sí, yo te vi. No me digas que tuviste sexo con él. Maldito Yukiiiii.

-Cállate mocoso, él se aprovechó de la situación.

-¿Ah, entonces no lo niegas?

-Cállate y vete a dormir.

-Yuki, merezco una explicación. Esta mañana salí del departamento con ganas de que me hicieras el amor, me voy un rato y tu te metes con Seguchi San… ¿No me amas?

-Cállate.

-¿No me amas?

-¬_¬

-¿Me amas?

-Cállate mocoso.

El rubio se desesperó y lo agarró de los cabellos, lo sentó en el sofá y le dijo terminantemente: “dormirás aquí”, pero no se esperaba que el pelirrosa lamería su lóbulo de la oreja… de pronto un estímulo recorrió su cuerpo y su pene sufrió una erección. Shuichi pudo notarlo, por lo que no desaprovechó momento para sentarse en las piernas de su amante. Yuki comenzó a tocarlo y a excitarse, hizo que el pelirrosa se librara de cualquier ropa que impidiera penetrarlo, le abrió las piernas y las embestidas comenzaron de menor a mayor intensidad hasta que culminaron en una explosión de placer.

-Yuki… ¿me amas?

-Cállate o harás que me de migraña…

-Yuki…

-¿Qué?

-Entre las cosas que se quemaron había unas pastillas que decían: Alprazolam.

-¿Qué? O_o ¡Agh! Para la próxima vez asegúrate de que si me da migraña antes de largarte a trabajar me las compras en la farmacia.

-Vale… Yuki… ¿me amas? ¿me amas mucho? ¿Cuándo nos vamos a casar?

-Déjame en paz…

-De acuerdo pero… ¿me amas?


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