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By: SasuDaiii
“Hasta que no hayas amado a un animal, una parte de tu alma permanecerá dormida.” ¡Di sí a la zoofilia!
Capítulo 3. Carreras.
18/ Mayo.
Hoy, exactamente hoy, se cumplen tres meses y quince días viviendo con Sasuke y su familia. La cual resultó ser extrañamente encantadora, aun el padre de Sasuke el cual viajaba incontables veces por cuestiones de negocios, sin hablar de su madre, una mujer fanática del Yaoi desde los trece años de edad; o al menos eso me comentó, e Itachi con un carácter y personalidad bipolar. Todos eran fascinantes excepto Sasuke. Seguía arrogante, orgulloso, reservado, mal mirado, con un aura asesina y confesando el hecho de que no me dirigía la palabra en todo el maldito día, excepto cuando golpeaba la puerta de mi habitación (La cual me enteré hace unos días y era suya) para que dejase de roncar, todo era perfecto.
Sí, perfecto. Convivía con Sasuke, comía con Sasuke, vivía por Sasuke. De una manera autodestructiva e insensata, pero nada de eso parecía importarme, nada. Todo resultaba fascinante. Patético pero fascinante.
Mis calvarios se vieron interrumpidos al terminar con la ronda de las características vueltas a la cancha, era la décima vuelta que corría, permitiéndome ser exacto. Tenía sed, calor y me urgía una ducha, no es como si yo sudase en demasía, era simplemente esa sensación pegajosa en todo el cuerpo que me hacía sentir como tal, sudoroso. Había ocasiones en las que tenía que palpar con la yema de mis dedos mi frente o equis parte de mi cuerpo para cerciorarme que de hecho, no sudaba. Como sea, no es como si aquello importara.
Luego de varios segundos sentado, respirando pesadamente, con el pecho a un compás rítmico, de arriba hacia abajo, una y otra vez, me permití ver a Sasuke quien estaba a unos solo centímetros míos, sin índices de cansancio o fatigación. Estaba totalmente… Normal. Como si nunca hubiese corrido, nada de eso le afectaba o al menos eso parecía.
En ocasiones, cuando me permitía ser cursi, le preguntaba indirectamente a Dios por qué se había inspirado tanto en esa persona en general, desde su físico, hasta su presencia y personalidad. Llegando a la conclusión de que simplemente se hallaba de bueno humor aquel día en el que creó a ese arrogante y bastardo ser perfecto. El cual era consciente de todo eso pero parecía no importarle. Y hoy era mi día, lo presentía. Mikoto ya me había comentado su dichoso plan para hacer que su hijo se enamorara de mí, fingiría el daño de uno de los neumáticos del auto para así evitar que el chofer fuera por ambos. No sabía con exactitud qué podría resultar de todo aquello; Sasuke de por sí, al recibir la llamada de su madre, se había comportado colérico, al punto de la histeria, aceptando finalmente irse conmigo en metro, el famoso metro. El medio de transporte más ajetreado y tedioso de todos pero aun así no me molestaba, después de todo, ese era mi transporte regular. Suspirante me permití observarlo un poco más esperando a que todos finalmente terminaran la carrera, ya que Sasuke y yo éramos los únicos que ya habíamos finalizado.
Al tiempo después, la profesora declaró la siguiente prueba, una carrera de sacos. Sasuke y yo habíamos quedado de pareja, debido al orden de llegada de la carrera, él primero, yo segundo y mientras me cuestionaba cómo rayos entraría a ese endemoniado saco demasiado pequeño para ambos. Sasuke sonreía esperando a que lo hiciera. En un torpe intento me adentré en él por completo, quedando delante de Sasuke quien tenía sus blancas manos al lado de las mías, rodeándolas, rozándolas intencionalmente, o al menos eso parecía. Sonrosado hasta las pestañas intenté ignorar el hecho de tan vergonzoso acto, pero me era imposible.
El resto de las parejas se acomodaron, y cuando todos estaban en posición, la profesora hizo la señal para comenzar la carrera. Ahí, entonces, empezó mi calvario. Mis saltos eran torpes e inconcinos, a diferencia de los de él, quien parecía saltar con suficiente fuerza por ambos. La línea de meta se apreciaba muy lejana, tal vez demasiado y, suspirante, continué saltando intentando remediar mi estupidez. Pero fue en vano, seguía con saltos ligeros y torpes.
Sasuke acercó su rostro a mi mejilla, dejándolo a un lado, permitiéndome escuchar su perturbadora respiración para luego de unos segundos traspasar la meta. Mis pies parecían no detenerse, no querían hacerlo pero Sasuke ya lo había hecho y en ese acto de torpeza por mi parte sólo logré la caída de ambos, golpeando nuestros cuerpos al polvoriento suelo. Sasuke quedó encima de mí y de sus labios logré escuchar un suave gemido de dolor.
—Lo siento— Murmuré, dándome media vuelta dejando ambos cuerpos a unos solos centímetros de distancia. Sasuke permanecía con sus cejas encontradas entre sí.
—¿Siempre eres tan idiota o es que te entrenas?— Preguntó con una sonrisa delatadora en sus labios, el muy… desgraciado lo estaba disfrutando, se regocijaba de mi vergüenza. Mi indignación era su mayor deleite.
¡Maldito Uchiha! —Y tú… ¿Siempre eres tan bastardo o practicas?— Cuestioné enarcando mi ceja, esto produjo una risa cargada de estupefacción y arrogancia.
—Vaya, Naruto— Dijo, maravillado. No se había ofendido realmente, al contrario, parecía fascinado. Y yo, bueno, me hallaba hipnotizado por aquella sensual risa, era la primera vez que la lograba escuchar y estaba totalmente dedicada a mí y a nadie más. Antes de darme cuenta Sasuke había cortado la distancia entre ambos dejando sus labios rozando los míos sin un contacto real y conciso, no podía resistirme más y sin pensar en las reales consecuencias corté la distancia que se interponía entre ambos para darle un delicado beso a aquellos rosados labios. Era un simple roce, no había un contacto reciproco pero aun así éste no me alejaba, no evitaba aquel contacto que desde hace tan había anhelado. Sin embargo, aquel hechizo se vio roto, al segundo de realizarse por los precipitosos gritos de los demás.
¡¿Qué acababa de ocurrir con exactitud?! No tenía idea, pero me alegraba, estaba terrible y completamente satisfecho.
Con un rápido y ágil movimiento Sasuke se alejó para sin siquiera dedicarme una mirada, y levantarse haciéndole frente a todas sus alocadas fanáticas, las cuales me asesinaban con la mirada. Aún tirado en el suelo, observé el amarillento cielo repleto de nubes blancas y sin poder evitarlo dejé escapar un hondo y prolongado suspiro.
… Debía de estar soñando…
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Luego de eso, Sasuke me evitaba descaradamente, se alejaba de mí como si apestara o peor. Pero, bueno, podía decirse que exageraba. Después de todo, había sucedido hace tan sólo unas horas y ahora imploraba a todas las deidades existentes para que éste no se olvídese de mí a la salida. Teníamos que coger el metro, juntos, esa era la parte crucial del plan de Mikoto.
Continué aguardando por lo menos quince minutos más, hasta que finalmente Sasuke apareció a mi lado para, sin siquiera decir hola, golpear mi frente con un fuerte y duro manotón, se veía molesto.
—¿Qué sucede?— Pregunté con reproche viéndole fijamente a los ojos, intentando descifrarlos pero, como usualmente sucedía, me resultó imposible.
—Ninguna rueda se pinchó, pedazo de idiota. Todo es una treta entre mi mamá y tú, ¿Acaso crees que soy idiota?— Vociferó con impaciencia, frunciendo su ceño con agresividad.
—Ehm— Murmuré con una sonrisa nerviosa sobre mis labios —¿Quién te lo dijo? — Pregunté intentando apaciguar su furia.
—¡Qué importa!— Exclamó. Sus ojos brillaron de una manera extraña al gritar, divirtiéndome.
—Calma, Sasuke, tú más que nadie sabes que es prácticamente imposible decirle que no a tu hermosa madre— Comenté, restándole importancia. Dedicándole una sonrisa de satisfacción, logrando que por lo menos se calmara un poco y pensara con sensatez, o algo parecido a la misma.
—¿Hermosa, eh?— Preguntó con su característica sonrisa.
—Así es — Admití, como si fuera lo más obvio jamás dicho.
—Vaya, Naruto. Te desconozco— Dijo, con una mirada arrogante —No conquistas al hijo así que ahora vas hacia la madre, impresionante— Mencionó, con el sarcasmo arrastrado por cada palabra.
—¿Y si es así cuál es el problema?— Cuestioné con fingida inocencia, logrando que éste me sonriera aún más, dejando ver sus blancos dientes mientras lo hacía.
—Nada— Agregó, levantando sus hombros —Es tan sólo que, ya habías logrado que cayera arrastrado a tus pies.
—Bueno, un ser humano tiene derecho a cambiar de opinión, ¿No?— Sasuke me sonrió tentadoramente haciendo que mis mejillas se tiñeran de carmesí —De cualquier manera, debemos irnos. El metro no es exactamente el mejor transporte para desplazarse— Mencioné, sonriéndole abiertamente.
—De acuerdo— Agregó sin más, sin sarcasmos, comentarios fueras de lugar, nada.
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Ya en el metro, Sasuke admitió no saber cómo rayos utilizarlo, dejándome manejar la situación. Luego de pagar y estar esperando por casi veinte minutos, éste llegó. Embutiéndonos, literalmente con la demás multitud a éste.
Sasuke había quedado literalmente encima de mí sobre el metro, me encontraba con la espalda recostada sobre la ventana del mismo y Sasuke al frente, con su pecho pegado al mío. Tan juntos que podía sentir su respiración sobre mi frente, ya que era al menos tres centímetros más alto que yo. Durante todo el trayecto Sasuke se mantuvo ahí, aun cuando el metro poco a poco se desocupaba y ya había suficiente espacio como para alejarse.
—Sasuke, me aplastas— Murmuré luego de unos minutos pero éste hizo caso omiso —Oye, Sasuke. Retírate, ya hay suficiente espacio— Pero al contrario de quitarse, se apretujó más contra mí.
¡Ese, Teme! —Sasuke— Dije, mirándolo fijamente, atrayendo consigo su mirar. El azabache mostraba aquella sonrisa arrogante que tanto me gustaba.
—Naruto— Murmuró lenta y pausadamente, logrando sonrojarme. Entonces. en el justo momento en el que pasamos debajo de un puente el cual nos dejó en total oscuridad, unió nuestros labios en un delicado y suave beso.