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Lo mejor de ti por Hotarubi_iga

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Gravitation no me pertenece. Es propiedad de Murakami Maki.

— 10 —

 

Nunca me he considerado una persona responsable. La impuntualidad es algo inherente en mí. Es algo que va conmigo desde pequeño. Yo era de los que llegaba tarde a la escuela porque las sábanas se me pegaban y confabulaban en mi contra para quedarme cinco, diez, quince, veinte, y hasta cuarenta y cinco minutos más en la cama, sobre todo cuando hacía mucho frío. La flojera es parte de mi vida, y no tengo mayor problema en admitirlo, porque así como yo, muchos padecen de lo mismo, pero yo no me complico demasiado. Si llego tarde a algún lugar, pues... ¡lástima! Llegué tarde y ya; más no se me puede exigir.

Hiro siempre me dice: «llegarás tarde incluso el día de tu funeral». Lo peor de todo es que tiene razón. Algo dentro de mí no se desarrolló —tal vez una especie de reloj interno— para que adquiriera la responsabilidad por cumplir los horarios.

Siempre llego tarde al trabajo. De no ser por K, que viene a buscarme, llegaría una o dos horas tarde, porque es tan rico quedarse en cama cuando se tiene sueño. Y claro, otro de los motivos por los cuales me quedo enredado en las sábanas, es por aquel hombre sexy que una noche conocí en un parque y que criticó mi penosa canción de amor —ah... cómo amo a ese hombre sexy que criticó mi penosa canción de amor—. Él tiene la mayor culpa por mis atrasos, porque le fastidia que suene mi reloj, así que simplemente lo apaga, sin tomarse la molestia en despertarme. Por lo tanto, si hay alguien a quien deberían de culpar por su contribución en empeorar mi irresponsabilidad, es a él; a mi motivación matutina para... bueno... hay algo que se despierta antes que yo demandando atención y, obviamente, Yuki, en un acto de altruismo puro, se complace en atender. Es decir... nos atendemos mutuamente. ¡Ay! Como sea. Es cosa de hombres.

Puedo decir que he intentado de todo para salir temprano de la cama: dejar el reloj al otro lado del dormitorio, pedirle a Yuki me pegue una patada y me bote de la cama apenas escuche el mentado aparato, tomar cuatro litros de agua en la noche para despertarme temprano por la necesidad de ir al baño, proponérmelo como principal objetivo en año nuevo, pedirle a K que me llame hasta que le conteste —aunque al final utiliza SU método práctico para despertarme—. Incluso, Yuki me ha tirado agua, me ha amenazado diciendo que me va a dejar —la primera vez que me lo dijo me tiré cama abajo en menos de un segundo, pero a la segunda vez no resultó. Dejé de creer en su vaga mentira—, pero no hay caso. Mi pereza puede más —y hay que decirlo: mis huesos son pesados—. Sin embargo, debo admitir, que me veo mejor durmiendo. Bueno, eso dice Yuki, porque una vez que me despabilo no hay quien me detenga. Soy como un reactor nuclear en descontrol.

Durante la noche, parece que mis baterías internas se sobrecargan porque soy demasiado hiperactivo. Yuki siempre me ha reclamado eso. Se cansa con sólo verme de un lado para otro —me dice que soy el hermano perdido del demonio de Tasmania; la caricatura—. Pero me da lo mismo, él igual ama esa parte de mí. Así como yo amo su pereza de todos los días —y sus ronquidos—. Él también tiene el sueño condenadamente pesado, y lo que es peor: babea la almohada —¿Habrá algo más mata pasión que ver a tu amante con la almohada toda babeada y un hilo de saliva escurriéndole por la comisura de la boca?—. El único momento cuando él no tiene flojera es cuando tenemos sexo. Oh... se vuelve una máquina de fuego. Una antorcha de virilidad y pasión que me derrite. Ambos somos muy sexuales y apasionados. En la cama funcionamos muy bien, aunque él suele quejarse de mi mal sexo, pero en el fondo le agrada mi poco aguante. Según él, me da cierto encanto de inocencia, cosa que de inocente ya no tengo ni el pelo. Pero bueno... así somos... un par de calenturientos.

¡Carajo! Nuevamente me he quedado dormido. Escucho el ruido de la ducha. Yuki se levantó ¡y no me despertó! ¡Maldito bastardo! ¡K me va a castrar si llego tarde el día de hoy! Tenemos una reunión para decidir el orden de las canciones que incluiremos en nuestro nuevo álbum.

No puedo llegar ni un minuto tarde. Ni modo, tendré que compartir la ducha con Yuki, cosa que no me parece en lo absoluto una mala idea.

Entro al baño hecho un bólido y desnudo. Bueno, dormir sólo con mi ropa interior, no me dificulta mucho las cosas que digamos.

—Yuki, ¿terminaste?

—No.

—Sal rápido, que voy a llegar tarde.

Yuki se asoma por la mampara corrediza de la ducha y me echa una de sus azucaradas miradas matutinas.

—¡Jódete! ¡No voy a salir a mitad de la ducha sólo porque a ti se te ocurre quedarte dormido, animal!

Siempre es tan gentil. Desborda dulzura en cada una de sus palabras.

—¡No me habría quedado dormido si cierto subnormal no hubiera apagado el despertador! —Mi bateo fue perfecto, le di justo en las bolas.

—¡Me cansé de escucharlo sonar cada cinco minutos, ameba! —Ya me está ladrando. Definitivamente ambos amanecimos con el genio atravesado. Ni modo, me meteré a la ducha a la fuerza si es necesario. —¡¿Q-Qué estás haciendo?!

—¡Voy a entrar!

—¡Ni pensarlo! ¡Te ducharás cuando yo termine, parásito!

—¡Déjame entrar, maldito mezquino!

—¡No!

La lucha campal por abrir y cerrar la mampara termina por darme la victoria. Ahora... Yuki y yo estamos frente a frente... desnudos, con el sonido del agua como música de fondo. Y después...

 

 

—Lo siento, K, cof, cof, creo que no podré ir a trabajar. Tengo una fiebre terrible, me duele mucho la garganta, tengo tos y... —Tengo que admitirlo, soy mentiroso, pero uno muy bueno. Deberían darme un Óscar por mi excelente actuación.

Lo cierto es que no pude resistirme, ni Yuki tampoco. Al vernos desnudos y, con un genio de los mil demonios, nos despertó la pasión.

—K... cof, cof. En verdad lo lamento. No me siento bien, creo que tendré que ir al hospi...

¡Yuki pervertido! Está deslizando su pie por mi cadera, ¡y va en ascenso! ¡Así es imposible concentrarse para mentir bien!

Ah... perfecto, ahora me está haciendo cosquillas en el cuello, ¿cómo espera que K me crea si, más que toser, estoy gimiendo excitado?

Creo que, definitivamente, Yuki y yo no tenemos remedio. Pero así somos... esta es nuestra vida. Nuestra forma de amarnos en el día a día.

 

Notas finales:

*El remate del capítulo surgió luego de ver una escena de Malcolm in the middle (¡Jesús! Como amo esa serie).


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