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Lo mejor de ti por Hotarubi_iga

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Gravitation no me pertenece. Es propiedad de Murakami Maki.

— 11 —

 

Me considero un hombre común y corriente —sí, hombre—, al igual que Yuki. Si bien muchos piensan que el hecho de ser famosos nos hace exclusivos y un tanto extravagantes —de hecho lo somos, pero un poquito—, la verdad, no nos diferenciamos de cualquier ser mortal que habita la faz de la tierra; hacemos las mismas cosas que cualquiera: nos levantamos temprano para trabajar, nos bañamos, desayunamos, nos lavamos los dientes — incluso hacemos nuestras necesidades—, organizamos nuestro día de acuerdo a nuestras responsabilidades, sufrimos con los embotellamientos y nos estresamos, nos preocupamos por lo que tenemos que hacer durante el día o el resto de la semana, a veces vamos al médico por algún malestar o problema de salud, comemos todos los días, nos matamos trabajando y, al final del día, sólo queremos una cama confortable que nos reciba para descansar, recuperar fuerzas y así enfrentar el día siguiente, esperando que llegue pronto el bendito fin de semana.

No creo que nos diferenciemos del resto. Bueno, quizás sí. Yo por ejemplo, soy un cantante famoso, soy medio extraño; un tanto hiperactivo —sólo un tanto, ¡y quien diga lo contrario es un mentiroso!— y un homosexual derechamente reconocido.

Puede que me vea como un mocoso ridículo y afeminado por como me visto, por el color de mi cabello, mi versátil colorido de esmalte de uñas, y claro, porque estoy enamorado de otro hombre ¿pero saben? Me gusta ser como soy. Me enorgullezco de ser alborotado y enérgico.

Puedo decir que una de mis mejores cualidades es ser jodidamente optimista. ¿Mi peor defecto? Tal vez soy tan o más terco y orgulloso que Yuki. Sí, soy necio, y  me gusta tener la última palabra. ¿Lo que más le castra a Yuki? que sea respondón y siempre me quiera quedar con el hueso. Nuestras personalidades son fuertes, y chocan constantemente, pero también se atraen profundamente, por eso seguimos juntos; por eso funcionamos tan bien.

Ahora bien, los dos tenemos un genio de los mil demonios y unas manías un tanto bizarras, pero es algo común en los hombres. Por ejemplo, los dos tenemos la mala costumbre de no cerrar la pasta dental y beber el jugo o la leche directo del envase. Ambos dejamos la tapa arriba del retrete y no nos tomamos la molestia de recoger la ropa que dejamos tirada en el suelo —cualquiera ha de pensar que somos unos cerdos, pero oigan: ¡esto no es novedad!—.

Hay sólo algunas cosirijillas que me castran de Yuki, y que él no se molesta en corregir: No-so-por-to verlo masticar chicle con la boca abierta, me molesta que use tenedor y cuchillo cuando come pizza —¿Quién coño come pizza con cubiertos?—. Me revienta que fume durante el desayuno, me fastidia que cuando ve televisión me ignore, sobre todo cuando se trata de mujeres guapas —¡Se supone que es gay, por todos los cielos!—, me irrita que luego del sexo se duerma sin siquiera darme las buenas noches o se levante para seguir trabajando, me mosquea que deje migajas de pan en la mantequilla y que no cierre bien los envases. Me-i-rri-ta que no tenga el tino de abrir las ventanas cuando fuma delante de mí y que coleccione porno si para eso me tiene a mí. ODIO que prefiera más los dulces que mis besos y que haga tronar los dedos cuando está nervioso —es poco ¿no?—.

Bueno, yo también tengo feas manías, como el mordisquearme las uñas cuando estoy ansioso; a Yuki le revienta verme haciendo eso. También le revienta que cante —sobre todo “la cucaracha” y la intro de “Bob Esponja”— cuando me ducho y que me demore una hora en el baño —por suerte tenemos dos, de lo contrario... obligado a regar las plantas—. También le molesta que eche demasiado aromatizante en el baño, que ronque como locomotora a carbón y que sea tan inquieto; dice que se cansa con sólo verme, y el que hable hasta por los codos: peor. Le castra que me guste indiscriminadamente el yaoi, le fastidia de sobre manera que no lave las cosas que uso de la cocina, que no sepa comer ni que tenga modales en la mesa, más aún cuando hablo con la boca llena —sí como no... él hablándome de modales cuando fuma y mastica pan al mismo tiempo ¿Quién rayos puede hacer eso y verse refinado?— Le molesta que me preocupe de mi imagen y que una vez al mes le toque ayudarme a teñirme el pelo. Ah, y también le castra verme las uñas pintadas —que quede claro que sólo es para los conciertos; ¡K tiene la culpa!— y que me pasee por la casa en ropa interior, sobre todo cuando Tatsuha nos visita o cuando juego Wii. Pero no es novedad mi forma de ser ¿no? Porque —se supone— soy gay.

Bien, ahora me estoy arreglando en el baño para salir con Hiro; está de cumpleaños su hermano, así que iremos a parrandear por ahí.

—¡Puta madre! ¡Animal, deja de cortarte las uñas de los pies encima del sofá! ¡Joder, es desagradable!

Ah... Yuki siempre es tan poético para expresarse. Anda de malas porque voy a salir y lo dejaré solito por unas cuantas horas. Tal vez toda la noche, quien sabe.

—¡Y tú aprende a sacar los pelos del lavabo!¡No son un bonito adorno y tapas el drenaje!

Esa es otra de sus malas costumbres. Pelecha mucho, y piensa que por ser rubio sus pelos no se notan y que son un lindo decorativo. Es desagradable. Incluso yo soy más cuidadoso al respecto.

—¡Jódete! ¡Quien se encarga luego de destapar el sifón soy yo, así que no molestes!

Me asomo por el pasillo y le echo una de mis miradas asesinas: está tirado en el sofá con una cerveza en la mano y un cigarrillo en la boca. Bien, no puedo negar que se ve condenadamente sexy así, sobre todo porque tiene la camisa abierta —como le gusta tentarme— y, los jeans que tarde, mal y nunca usa, le dan cierto encanto sensual. Uhm... tal vez Hiro y su hermano se queden plantados. ¡Al diablo! Hay otros cumpleaños por delante y Yuki pocas veces se viste al grado de prenderme.

Decidido a no salir a ninguna parranda —que Hiro y su hermano me perdonen— apago la luz desde el generador y me escabullo hasta la habitación para esperarle. Sé que caerá redondito.

Yuki llega sin demoras a la habitación echando chispas porque le corté la luz y me ve en la cama, desnudo y con una flor en la boca.

—¿Pero qué mierda? ¿Qué se supone qué haces? —Me mira extrañado porque le coqueteo descaradamente.

—Decidí no ir a ninguna parte; me quedaré a regalonear con mi amorcito. —Mordisqueo traviesamente la flor artificial que pillé en el florero del pasillo y me acomodo de tal forma sobre la cama para tentar a Yuki. Creo que está funcionando.

—No tengo tiempo para tus pendejadas. Anda, lárgate espantajo, quiero un poco de paz esta noche.

No puedo evitar sonreír con picardía al ver como en medio de sus alegatos se va desvistiendo. Bueno, no debería sorprenderme su comportamiento: ambos somos muy similares cuando se nos despierta la pasión.

 

 

Ah... como lo siento por Hiro y su hermano, lo que es yo, he pasado una noche increíble con Yuki. Y, aunque seamos diferentes en muchos aspectos, compartimos algo en común: nuestro más puro, ferviente y verdadero amor.

 

Notas finales:

*Para algunas que querían ver la escena de la ducha en la serie Malcolm, ya la encontré: es el capítulo 5 de la tercera temporada, titulado "Caridad".


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