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Lo mejor de ti por Hotarubi_iga

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Gravitation no me pertenece. Es propiedad de Murakami Maki.

— 12 —

 

Yuki y yo nos caracterizamos por ser una pareja muy peculiar. Las personas incluso nos han apodado como la pareja de oro de Japón, cosa que me resulta muy jocoso, y de cierto modo me emociona. El saber que la sociedad acepta e idolatra una pareja homosexual, poniéndola por encima de lo convencional, es algo que no se ve todos los días. Y me siento afortunado de no ser la clase de persona que se ve obligada a mentir para ocultar su verdadera identidad sexual.

Ni a Yuki ni a mí nos molesta ser lo que somos, por el contrario, nos encargamos de dejarlo muy en claro. Yuki fue quien reveló a la prensa nuestra relación, y yo a través de mis canciones manifiesto lo que siento por él. Ah... nos amamos tanto. ¿Quién dice que ser gay es malo?

Nuestra relación bien puede parecer una comedia ante los ojos de quienes ven como nos llevamos en público, porque tengo que ser honesto: Yuki no es la encarnación del romanticismo ni del tacto. Fuera de casa, Yuki es lo más parco y distante que hay. Es un témpano de hielo, por eso muchos piensan que no me quiere o que simplemente nos colgamos de la fama que genera nuestro romance y así promocionar nuestras carreras. Muchas veces los periodistas han cuestionado nuestra relación; han dicho cada estupidez, que en más de una ocasión me he visto obligado a encararlos porque se aprovechan y manchan nuestra imagen a costa de generar más ganancias para el canal o la revista en la que trabajan. ¡Maldita prensa amarillista!

No tienen ni idea cómo es Yuki cuando estamos a solas. ¡Jesús! Les daría un ataque si supieran que es una fiera cuando se le... despierta la pasión. Pero es la juventud la que nos revoluciona las hormonas —y nuestro amor, obviamente—, y es también la culpable de que nos metamos en cada lío debido a nuestra efusiva pasión. ¿Cuántas veces nos hemos quedado encerrados, atendiendo nuestras necesidades, en algún ascensor? ¿Cuántas veces nos ha pillado la pasión en el auto, en NG, en la cabina de grabación, en algún estacionamiento, en el sofá de la casa, en la cocina, en el despacho de Yuki o en el baño (o en algún baño)? Hemos estrenado cada sitio en el que hemos estado. Pero lejos, nuestro lugar favorito, aquel al que nadie más tiene acceso, salvo Yuki y yo, es «nuestra» habitación. Allí es cuando Yuki muestra cómo es en realidad. En la cama, ambos nos entregamos dejando entre las sábanas, los suspiros, las caricias y los besos nuestro corazón. Es en la cama donde Yuki me hace amarlo cada día más.

La llama de la pasión se consume en la cama, y no hay quien nos detenga cuando estamos en ella. Y es, debido a ello, que anoche... durante una de nuestras tantas demostraciones de amor, la cama colapsó. Aunque parezca mentira, mientras Yuki y yo estábamos de lo mejor llegando al clímax, nuestro King size, comprado el año pasado, emitió un fuerte crujido y posteriormente se rompió. Parece mentira que una cama de esa envergadura se haya desarmado como si estuviese hecha a base de palitos de fósforos, pero sucedió.

Ni para qué decir lo que pasó después: Yuki se enfureció y me echó la culpa de la muerte de SU cama. Según él, yo soy el bruto que no deja de moverse cuando tenemos sexo o cuando me permite dormir con él. Tampoco es necesario decir que no alcanzamos a llegar al clímax, y que terminé en el pasillo, desnudo, y con un problemita que finalmente me vi obligado a solucionar en mi dormitorio.

Yuki no es considerado conmigo, para nada. Le valió un soberano pepino que yo le suplicase que no me echara en «esas condiciones» de la habitación, pero estaba tan emperrado por la muerte de su pobre cama, que hizo oídos sordos y me sacó a almohadonazos e insultos. Pero a pesar de todo nos complementamos bien. Somos tal para cual; como el pan tostado con la mantequilla, como el helado con el jarabe, como un árbol de navidad con sus luces de colores, como los waffles con la miel...

Y luego de pasar un día terrible en el trabajo, y sin comunicarme con Yuki porque el bastardo no se dignó a dirigirme la palabra en la mañana ni a contestarme el teléfono durante el día, estoy en mi cama de una plaza, con Yuki al otro lado, gruñendo por acaparar las mantas. Aún no me dirige la palabra, pero el muy imbécil se instaló en mi cama sin siquiera consultarme. Y se supone que el infantil ignorante soy yo.

—Oye, Yuki... no te duermas enojado. Además, estás en mi cuarto y estás acaparando más de la mitad de la cama. Tengo medio culo afuera del colchón.

—¡Cállate, no me fastidies!

Bonita respuesta. Por lo menos me habló.

Me volteo para quedar frente a él y me encuentro con sus avasalladores y enfurruñados ojos que me observan con frialdad. Oh, si esos preciosos ojos que me derriten fueran puñales, que rato habría sido despellejado por ellos. Pero que va... sería una buena muerte.

—Yuki, lo que le pasó a nuestra cama fue un simple accidente.

—Corrección: MI cama.

Como le encanta reclamar posesión de las cosas y no incluirme en ellas. Sabe que eso me molesta.

—No seas injusto, yo pagué la mitad.

—Patrañas, sólo pusiste tu culo en el colchón para probar su comodidad cuando fuimos a comprarla.

Insisto, cuando Yuki está molesto, es peor que perro con pulgas.

—Como sea. Ya la mandaste a reparar y pasado mañana la tendrás devuelta en tu cuarto.

—Ajá, y ni se te ocurra volver a poner tu culo sobre ella.

—Bien, bien... ¿entonces dónde haremos el amor?

—No sé, y no me interesa pensar en eso ahora. —Se voltea hacia la pared y me da la espalda. —Duérmete y no me jodas.

Resignado, le hago caso sin protestos. Pero antes de acomodarme, me acerco a su oído y le susurro un dulce «buenas noches». Honestamente, estoy muy cansado; el día en NG fue muy agotador. K siempre me exprime hasta la última gota de talento e inspiración. Uno de estos días se me agotará.

Cuando estoy de lo mejor entrando en un relajante sopor, siento un leve movimiento en el colchón y luego unos brazos me rodean por la cintura. Ah... lo sabía; no se aguantaría. ¡Soy irresistible!

Permanezco con los ojos cerrados para hacerme el interesante, mientras Yuki empieza a tocarme. Infeliz, sabe que sus caricias me estimulan. No puedo controlarme; caigo muy fácil ante sus expertas manos.

Con cuidado me volteo y le ofrezco la mejor de mis sensuales sonrisas. Eso lo contenta porque arremete en mis labios, y gracias al reducido tamaño de mi cama, podemos mantener nuestra efímera distancia y disfrutar de un encuentro íntimo y excitante.

Sólo espero que esta noche mi pobre cama resista nuestra impetuosa pasión, y no termine como NUESTRA King size.

 


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