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Lo mejor de ti por Hotarubi_iga

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Gravitation no me pretenece. Es propiedad de Murakami Maki.

— 15 —

 

¡Quiero una mascota!

Llevo meses con la misma cantaleta —si hasta ya parece un mantra—. Y Yuki está más que mosqueado. Pero vamos... dos personas que gozan de un hogar con comodidades deberían de compensar la ausencia de niños con un animalillo. Claro, Yuki me pregunta cómo pretendo cuidar a alguien si no soy capaz de cuidarme ni a mí mismo. Y tiene razón: admito que quedarme en casa un fin de semana sin my darling me resulta toda una hazaña. Alimentarme de cereal, helado y yogurt rancio del mes pasado no lo hace precisamente una dieta sana, mucho menos cuando me deprimo por la ausencia de mi fuente de inspiración.

¡Quiero una mascota!

Desde niño he tenido contacto con animales; pasé dos años de mi infancia viviendo con mis abuelos en el campo. Desde ese entonces desarrollé ese amor desmedido por los animales.

Mi primera mascota la tuve a los ocho años. Fue una piraña. Me enamoré de ella en cuanto la vi y patalee por ella hasta que me la compraron. Nunca le puse nombre; sólo se llamaba Piraña. Un día, la vi flotando en el agua. Me asusté mucho y lloré. Desde ese entonces compensé su ausencia con distintos animales. Pero siempre me acuerdo de Piraña cuando visito a mi tío; él tiene dos.

Mi segunda mascota fue una rana, la llamé Brinquitos. Cuando murió, la reemplacé por otra y la llamé Brinquitos dos. Y luego tuve cinco más. También crié una víbora; se llamaba Caramelo. Después tuve seis lagartijas, una cucaracha —la pisé—, tres ratones, una mosca, dos tarántulas, un criadero de hormigas y lombrices, un perico llamado Malvavisco y una tortuga llamada Tony. Mi mamá me regaló un conejo, pero se me escapó a la semana siguiente, o creo que un vecino se lo robó para escabecharlo. Hasta tuve un pollito pero terminó en la cacerola.

¡Quiero una mascota!

Según sé, por boca de Tatsuha, Yuki sólo tuvo un perro. Bueno, ni siquiera era realmente suyo, sino de la familia. El perro murió arrollado y Yuki nunca lo superó. Tal vez por eso no quiere mascotas. Lo he intentado persuadir, sobornar y hasta amenazar de todas formas, con hipnosis, haciéndole striptease, cantándole, cero sexo, con droga, incluso un día por la televisión, durante una entrevista en un canal público, pero eso fue para peor.

¡Quiero una mascota!

¡Ni siquiera acepta una pecera! Sería fabulatástico tener una a los pies de la cama y que en la noche iluminara la habitación. Yuki no entiende que mi necesidad de tener una mascota es para suplir la ausencia de Riku. Mi lazo con Riku es muy estrecho, y cuando se va me siento solo. Riku es como el hijo que nunca podré tener. De todos modos, no es lo mismo un niño que un gatito, un perrito o un hurón, pero al menos me ayudaría a enfocar mi tristeza en una criatura a la cual cuidar. Pero como Yuki es un celópata derechamente reconocido, no quiere que tenga ningún bicho en casa porque yo le prestaría demasiada atención a la pobre alimaña, y Yuki no acepta compartir mi cariño con nadie, ni siquiera con Riku. Es un verdadero infierno cuando se queda con nosotros; Yuki se vuelve jodidamente insoportable.

¡Quiero una mascota!

¡Al diablo! No tengo porqué pedirle permiso para tener una mascota; el departamento también es mío, carajo. Vivo y pago algunas cuentas de la casa; eso es más que suficiente para sentirme tan dueño del piso como él, don cojonudo.

Estoy seguro que si llego con la mascota que he comprado, no podrá rechazarla. (Risa maliciosa)

Al fin en casa con mi mascota. Es muy adorable. Está de moda. Y lo mejor es que no hace ruido y es muy tranquila. Estoy seguro que le gustará a don prepotente.

—¡Yuki~ ya llegué!

Yuki no tarda en aparecer con cigarrillo en la boca y cerveza en mano. Siempre tan sexy. ¡Me excita!

—¿Qué traes ahí?

Oh, ya se dio cuenta. Su déficit atencional va y viene. Cuando quiere ser observador es todo un vidente.

—Nuestra nueva mascota.

El rostro de Yuki se descontractura hermosamente. ¡Es tan chulo!

—¿Nues-tra mas-co-ta? ¿De qué mierda va tu broma?

Ese tono sutil tan propio de él ya no me asusta.

—Sabía que si seguía preguntándote si podía tener una mascota dirías que no, así que decidí comprar una y esperar a que te acostumbres a ella. Vamos, no será tan malo. Te encantará.

Yuki me fulmina con la mirada. Creo que mi idea no fue tan buena después de todo.

—Date la vuelta, sale por esa puerta y devuelve lo que sea que hayas comprado. ¡No quiero ningún parásito en la casa! ¡Suficiente tengo contigo como para más encima tener otro!

Ignoro su peyorativo comentario hacia mi persona y le respondo:

—No es ningún parásito. Es una pitón muy hermosa.

Su cara vuelve a formar un rictus extraño. Creo que olvidé preguntarle si su listado de fobias incluye a reptiles.

—¿Compraste... una pitón?

—Sí, una Pitón Real. Tiene cinco meses. ¿Sabías que pueden llegar a medir, en muy pocos casos, un metro noventa y pueden vivir hasta treinta años? Es muy tranquila, no te molestará cuando yo esté trabajando.

Bien, lo admito, tener una serpiente en casa no es algo común. Lo tradicional es un perro, un gato; por último un hámster. Yuki de seguro me echará a volar por la ventana con todo y víbora. Pero es que a penas la vi me enamoré de su carita. ¡Es muy cute!

—Yuki, ¿no quieres verla? Es muy inofensiva.

Yuki no dice nada.

—Si quieres tú le pones el nombre. ¿Qué te parece?

No hay respuesta.

Cariño... di algo.

—¡Lárgate tú y ese maldito bicho! ¡No quiero verte hasta que te deshagas de eso, asno!

En un parpadeo escucho la puerta de su oficina cerrarse de golpe. Definitivamente las pitones se suman a la anchurosa lista de fobias que padece Yuki.

Ah... mi macho... cómo lo amo...

 

Notas finales:

Éste fue un pequeño homenaje a la piraña de Dulce_Pena_Hime, Q.E.P.D.


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