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Lo mejor de ti por Hotarubi_iga

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Gravitation no me pertecene. Es propiedad de Murakami Maki.

— 5 —

 

¡Estoy muy indignado! ¡Esto ya es el colmo! ¡No entiendo por qué todos están en su contra! ¡¿Qué les ha hecho para que hablen así de él?! Si es tan dulce, gentil, sensible y encantador... Bue...Bueno... dulce y gentil ni tanto, pero si es sensible y encantador.

El por qué estoy molesto es por culpa de Hiro. Hoy discutí muy feo con él, y todo porque se atrevió a hablar mal de Yuki delante mío. Dijo que es un hijo de la real ####.
¿Cómo podía contenerme después de semejante insulto? Sólo puedo decir que, lo siguiente que Hiro vio tras su bonita prosa, fue mi puño estampado contra su ojo derecho —creo que quedará con un hermoso y doloroso tinte morado por un par de días—.

Es que no pude contenerme. No puedo hacerlo cuando se trata de Yuki. ¡Simplemente no puedo! Todo el cojonudo mundo piensa que es un reverendo hijo de su madre; un miserable bastardo que se los coge a todos por simple gusto. Pero Yuki no es así. Es una persona muy sensible. Es cierto que a veces es un bastardo insensible que me lastima con su frialdad, pero así es él; así lo conocí y así me enamoré de él. No puedo pedirle que cambie, así como él no lo hace conmigo. Nos aceptamos tal cual somos. Y prueba de ello es que me dejó entrar en su vida y permanecer a su lado hasta el día de hoy.

No es que tenga mi autoestima bajo la planta de mis tenis, pero vamos... Yuki es sexy así tal cual es. Cualquiera que lo ve a simple vista piensa que es un ser de otro mundo, que es experto en la cama; el amante ideal. Y no se equivocan. El problema es quienes «lo creen» conocer mejor que yo, porque lo juzgan sin discriminación. Piensan que juega conmigo, que no me quiere y bla bla bla... —¡Bastardos ignorantes!—.

¡Nadie! sabe los pormenores de nuestra intimidad. Nadie sabe que él me hace el amor tan maravillosamente, y que me dice te amo cuando estamos a punto de...

Todos piensan que Yuki me engaña con cuanta falda —o par de pantalones— se le cruce por delante, pero él es muy fiel, muy leal; demasiado. Cuando sale, es para ir a comprar, para sus reuniones con la editorial, para conversar tranquilo con Seguchi en algún bar o para su cita semanal con su psiquiatra. Yuki es demasiado hogareño —por no decir, ermitaño— como para pasársela fuera de casa. Soy yo el boludo que se va de juerga algunas veces porque soy joven aún.

Definitivamente es Yuki quien me tolera, me aguanta y me quiere. ¿Habrá alguien mejor como él; que me quiera tal como soy? No, no hay nadie. Yuki es irremplazable. Y el día en que él se muera, me moriré con él; ya lo tengo decidido.

Una vez le dije que si uno de los dos tenía que partir primero, debía ser él, porque juré no dejarlo nunca. Y aunque me retuerza de dolor el día de su partida, sé que estaría tranquilo porque habría podido cumplir con mi palabra de permanecer con él hasta el final. Y aunque no sé qué nos espera en la otra vida, no me importa, mientras esté a su lado.

No tienen ni idea las locuras de amor que ha hecho por mí —¡Está tan chiflado como yo!—: como cuando se disfrazó para ir conmigo al parque de diversiones, o cuando fue sin chistar a buscarme a Estados Unidos para que volviera con él. Soporta a Riku en casa porque sabe que me gusta compartir con el mini-mocoso. Soporta mi hiperactividad, mis gritos, mi mal sexo. Todo eso y más... Pero claro, personas como Hiro, creen que él es un mal hombre, que me menosprecia y subestima. Definitivamente, quienes creen conocerlo... están jodidamente mal.

Yo comprendo por qué Seguchi-san era —o es— tan sobreprotector con Yuki. Y hoy más que nunca le agradezco que lo haya sido, porque por muy fuerte que Yuki aparente serlo, en el fondo no lo es. Es demasiado inestable. Sus emociones siempre le juegan en contra, por eso vomita sangre cuando se estresa, porque todo se lo calla, porque todo lo piensa, lo cuestiona y lo guarda.

Amo a Yuki. Y así tenga que pelearme con todo el mundo porque lo tratan mal o lo juzgan, lo amaré hasta el día en que me muera. Así tenga también que compartir su corazón con Kitazawa, porque Yuki me dijo que nadie puede reemplazarme. Y aunque ame a Kitazawa, eso no impedirá que yo lo ame a él.

Un clara e irrefutable prueba de que Yuki me quiere; que soy alguien importante en su vida, es el anillo de oro blanco que me obsequió y que orgullosamente porto en el dedo anular de mi mano izquierda. ¿Qué no le costó comprometerse conmigo? Claro, porque es un bastardo orgulloso. Y me encanta esa parte de él. No la cambiaría por nada en este mundo.

Pienso que si Yuki fuera más dulce, o si cambiara su forma fría de ser, no sería lo mismo. No seria el hombre del cual perdidamente me enamoré.

—Shuichi.

Oh... si me llamó por mi nombre, quiere decir que se trata de algo serio.

—¿Qué pasa? —le pregunto mientras me acomodo en el sofá donde “intento” escribir una bendita letra para mañana.

Yuki me mira desde la entrada del pasillo, vestido con su adorable pijama color vino. No parece molesto, pero tampoco tranquilo.

—¿Te vas a quedar ahí hasta tarde?

—No ¿por qué? —Parece... parece... que mi cerebro a las dos treinta de la mañana no procesa bien.

—¡Sólo ven a la cama, joder!                     

Y ya se enfadó. Diantres, siempre tiene que ser tan malas pulgas.

En silencio lo sigo hasta el dormitorio. Vaya... de milagro me permite que duerma con él. Hoy daba por hecho que dormiría en mi cuarto, pero bueno... hay que saber aprovechar las oportunidades que da la vida.  (Sonrisa picarona).

Me recuesto a su lado, intentando no invadir su sagrado espacio personal porque de lo contrario es capaz de morderme y echarme a patadas. Pero... inesperadamente me rodea la cintura con los brazos y apoya su frente contra mi cuello. Su calor me invade y siento sus traviesas manos deslizarse por la tela de mi pijama hasta tocar la piel de mi abdomen.

—Yuki... ¿qué sucede?

—Silencio, no arruines el momento.

Son pocas las veces en las que Yuki busca mi calor de manera no sexual. ¿Habré olvidado alguna fecha importante? No... no es su cumpleaños... tampoco el aniversario de la muerte de su perro... ¿qué será?

—Hoy... se cumplen once años —susurra en mi nuca, erizando mi piel con su cálido aliento.

—¿Once años de qué?

—Desde que lo conocí.

Inmediatamente, entrelazo mis manos con las suyas y apego mi espalda contra su pecho para enfrascarnos en el calor de nuestros cuerpos.

Cierro los ojos y le susurro:

—Descuida... yo siempre estaré contigo. No soy él.

—Lo sé.

Sí... así es Yuki. Nadie lo conoce y entiende tanto como yo...

—Te amo.

Notas finales:

Este capítulo lo considero como un «especial» y, a su vez, como una descarga, porque a través de Shuichi —utilizando exclusivamente sus pensamientos—, manifiesto mi descontento por todas aquellas personas que no entienden a Eiri y lo juzgan. Y sé que gran parte de esa mala apreciación se debe principalmente porque se han quedado con la imagen de la serie, y no han leído el manga.
Si lo leyeran, comprenderían MUCHAS cosas y verían otras más de la personalidad de Eiri. Muchas... que desconocen y que les abriría las mentes.

Consideren esto como un tirón de orejas para quienes no quieren ver más allá de la serie.


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