Capitulo 16: PROMESA CUMPLIDA.
Trowa Barton observaba cada dicha en el brillo encantado en los ojos de Wu Fei. En los miles de gestos que hacia frente a los detalles que Treize le mandaba y Wu Fei recibía, más enamorado a cada instante.
Trowa caminaba entre los presentes que las familias le mandaban como condolencia ante la muerte de Relena y los muchos otros presentes que Treize, empecinado en llenarle la casa: le enviaba a Wu Fei.
Las rosas, lirios, tulipanes y gira soles, adornaban los pisos, las mesas, los reposabrasos, las repisas, escritorios y los alfeizares de las ventanas...¡De todas en la casa!.
Luego estaban las chocolatinas, blancas o negras; Las rueditas, cuadrados, figuras de animales, triángulos; rellenos de mermelada, chocolate extra, vainilla, coco, cajeta, café, vino, cereza, mango, piña y menta; confitados de colores, coco, amaranto, hojuelas, nuez e incluso un confitado picante, muy excéntrico al gusto de Trowa.
Los mensajes, aquello también había ocasionado un ataque cardiaco a Trowa. Una mañana Wu Fei había gritado. Trowa, cómo buen padre que era, inmediatamente fue a ver lo que traía vuelto loco a su hijo... Hallándose una enorme manta, al estilo pueril, colgada de esquina a esquina del jardín de la casa vecina, con el mensaje más cursi que Trowa leyera en la vida.; La correspondencia se llenaba de cartas, tarjetas, dibujos, dedicatorias.... Trowa aún intentaba averiguar de donde Treize sacaba tanto tiempo libre para hacer las cosas, si es que él personalmente las hacia.... Francamente tenía sus dudas. No era sensato dedicar tanto tiempo a una persona, a enamorarla pues la jugada, podría salir mal con un poco de pasión extra.
Los mensajes de texto y las llamadas eran otra cosa. Wu Fei ya no vivía sin su celular. Todo el tiempo se mensajeaban con Treize... Trowa se preguntaba de que hablaban cuando se veían. Pues también, se llamaban cada cuatro horas, para diez minutos de charla.
Las salidas: Trowa al principio tubo demasiado miedo. Treize sacaba a su hijo y bien podía no devolvérselo. Nada impedía a Treize contratar personas, hacer que los interceptaran y fingir un secuestro para asesinar a Wu Fei y él salir impune. Después de todo, Treize al ser el ministro de la paz de Rome Feller, tenía inmunidad política y no podría vincularlo directamente cómo el autor del crimen. ¿Con cuales hechos en todo caso?... ¿Se sentaría en el tribunal y diría que Treize armo su venganza, porque había violado a Heero y adueñándose de Gondam?.... No sonaba bueno.
Treize regresaba con Wu Fei antes de la una, le dejaba en la puerta... Frente a ojos de Trowa que observaba inquieto desde la ventana. Y Treize se burlaba, sabiendo que Trowa se mordía las uñas, sufriendo la incertidumbre misma que conoció cuando su Ada desaparecía horas enteras, cuando tenía que salir con Trowa sin oportunidad de negarse.... Y Trowa lo sabia, Treize se reía en su cara a espaldas de Wu Fei y besaba a su hijo, dejándolo jadeante y rojo.
Trowa sufría.
Treize disfrutaba.... Porque no se lo haría fácil.
Treize quería que Trowa estuviera pendiente de Wu Fei, que su conciencia le hiciera olvidarse de hasta respirar por no tener noticias de su hijo.
-Ya regreso, Treize. Voy a marcarle a padre para que sepa que llegaré tarde.- Le aviso Wu Fei con el celular en la mano, apunto de pararse para ir al balcón del restaurante, pues después de allí, Treize le llevaría a la función de teatro que presentaban “Un hombre pájaro” bajo la dirección de Light Kuzhrrenada y una nueva protagonista, que relevaba a Valeska Kadajh.
-No lo hagas Wu Fei. Seguramente tu padre este muy ocupado, aún es temprano y si mal no recuerdo, el acuerdo que las naciones le a propuesto le traerán ocupadísimo. Ya más tarde habrá tiempo, amor.- Soltó Treize, dándole un fino toque en el hombro y un empujoncito para que se sentara, tan inofensivo que nadie podría estar diciendo que convencía a Wu Fei de algún modo.- Comamos primero, al salir: le marcas. Aunque se me hace increíble que vayas a hacerlo, después de todo, me presumiste lo independiente que te habías vuelto.
-Cierto, estoy preocupándome de más. Papá esta bien, estará bien.- Se convenció Wu Fei, sorbiendo el vino que Treize mando a traer.- La muerte de madre no le a afectado como quiero creer puede hacerlo. Es sólo que tengo miedo de que este siendo fuerte. En alguna parte de mi, Treize: siento que papá no es de gondamio y que el soplo correcto puede quebrarlo.
-Wu Fei....
-Tonterías. Hemos venido para pasar un buen rato y no para que te lo arruine, últimamente estas también tan ocupado como papá, para no ver que te has esforzado por hacerme un tiempo... Gracias, Treize. - Y le sonrió, tan hermoso como era. Treize se sintió feliz. Sin tener que fingir ninguna emoción con Wu Fei - Le marcaré cuando salgamos, para asegurarme que no esperará despierto. Tengo la sospecha de que lo hace en su cuarto. Aunque no me diga nada.
-Eres su único hijo, su valioso y querido hijo, Wu Fei. Es lo menos que puede hacer cuando te suelta fuera de su control a un mundo con sombras aterradoras, tanto que pueden engullirte sin darte cuenta. No lo culpo por ser precavido aunque no pueda hacer nada con la incertidumbre que padece y que le aprieta las viseras. - Le recitó sin poder soportar lo feliz que le hacia sentirse poderoso. Saberse que Trowa estaba en sus manos. Sabiendo que Trowa no podía pedirle a Wu Fei alejarse de él, el tener un noviazgo ni nada por el estilo, Treize se engrandecía.
-No hablemos de viseras cuando vamos a comer, Trize, se me revolverá el estomago.- Dijo Wu Fei, con la mano en la boca, soportando las nauseas.
-Lo que tu digas, amor mío, lo que me digas haré hasta entonces. Disfruta de los moluscos, Wu Fei.
-¿Afrodisíacos?- Pregunto con picardía - Treize... ¿Qué pretendes para esta noche?
-Abrirme paso a la gloria, bajando estrellas y galaxias, para ponértelas en la mano y me veas en lo basto del universo.
-No tienes remedio, Treize. - Y Wu Fei volvió a reír suavemente - Eres un conquistador nato.
-De miles de cosas, países, tratos, vidas...- Le concedió. No tenia que ocultarle a Wu fei la persona que tenia enfrente.. Y Wu Fei lo sabia, conocía su parte de emperador y desconocía a la vez, los alcances que estaba por tomar- Lo que me convierte en un conquistador, es tu amor. Hasta que me amés, entonces seré un conquistador, antes no. Sino conquisto tu amor, el titulo no significa nada, Wu Fei.
-Pues vas por buen camino para hacerme amarte.
Treize lo sabia: Wu Fei era de las pocas personas que lograban diferenciar sentimientos y empujones bestiales: para Wu Fei las pasiones no eran sinónimos de amor.
Pero saber que Wu Fei estaba receptivo a sus atenciones, le bastaba. Wu Fei conocía cómo era, su forma atenta de llenar de halagos a los Donceles, de tratarlos y cuidarles... Pero, jamás supo de alguien a quien trató como lo estaba haciendo con él, lo que le daría la pauta a Wu Fei a pensar lo especial que era... Y claro que era especial.
Especial en medio de esa tormenta que se avecinaba, especial en medio del caos que causaban sus padres, especial porque hasta Heero le tenia aprecio o compasión, lo que fuera que hacia que Wu Fei fuera especial, a Treize no le importaba... Bastaba con hacérselo saber a Wu Fei.
La manía de Wu Fei por comer chatarra se reflejaba. Wu Fei perdía la capacidad de distinguir algunos sabores y le pedía discretamente que no volviera a pedirle lo que fuera que en el momento no le gustara y cual nombre impronunciable se le escapaba de la lengua.
Apenas dejaron el restaurante, Wu Fei saco el celular y Treize le besó el cuello, jalándolo en un abrazo sofocante, obligándole a bajar a Wu Fei los brazos para poder respirar y poder responderle en medio de un gemido. Con rapidez Wu Fei brincó y se enlazo a la cadera de Treize para que le cargara y lo llevara hasta su asiento en el auto, que ya el ballet parking les traía.
La adulación era parte de la seducción.
Wu Fei tenía que sentir que su belleza, su persona volvían loco a Treize, y Treize inteligente y amo de las sensaciones como era, amo del plan que sujetaba con nudo corredizo el frágil cogote del doncel: le ponía su persona a la disposición.
¡Que el mundo viera que entre sus brazos Wu Fei reía!
¡Que la humanidad contemplara que besaba apasionadamente a Wu Fei!
¡Que el universo fuera testigo de su relación!
Que sus ojos, sólo veían la realidad.
Atrás quedó entonces la tranquilidad de Trowa Barton.
Wu Fei se olvido de llamar.
Las perlas resplandecientes de Treize salpicaban a Wu Fei. La sombra de Wu Fei, lamida por las sombras y el libido, se mojaba a labios húmedos y palabras calientes. La lujuria seducía los oídos y las promesas desasían las puertas. Los cerrojos cedían y la lengua de Treize, probó el bocado que el genio guardaba en su puerta secreta.
Los secretos de la vida florecían, calientes, desbordantes, encendiendo fuego en las palmas con la fricción. Las caderas bailaban, escapando y entregándose, intentando ser cazadas con gracia y esfuerzo, mientras que roncamente pedían piedad justo en el lengüeteo pasado que hacia a su deseo palpitar con dolor.
Las cadenas de la decencia y las reglas sociales, se perdieron entre las sabanas de seda, las más caras para los huéspedes, las más vulgares para los amantes.
Wu Fei estiro ambas piernas, ayudándose con los brazos, separándolas cuanto podía para no interrumpir a Treize... Para dejarle en claro, con su exposición lo mucho que confiaba en él. Treize lo sabia y pese a lo que quería hacer, su venganza no podía esperar.
El placer fue suficiente para Wu Fei. Él cumplió. Le dijo que le haría ver las estrellas....y para poder verlas mejor, se tenía que ir a lo oscuro: Tenia que llevarse a Wu Fei al negro universo.
-Te prometo... Lo juro y no miento, lo sabes Wu Fei.
El susurro aterrador, tensó la espalda a Wu Fei. Le obligo a enterrarse las uñas y pedirle con un grito mudo que se detuviera.... Cosa incompleta, a medio camino, a la desesperación que le embargaba, Wu Fei respiro hondamente, calmándose al notar el rostro sufrido de Treize.
Treize parecía un mártir.
-Perdóname.
El placer... Convertido en dolor.
El amor y el resentimiento... Wu Fei supo que Treize tenia que decirle algo.
El vaivén que le movía los hombros a Wu Fei, temblándole los labios de paso... Fue soportado, Wu Fei se encontraba ensimismado en descifrar a Treize, en verle el alma para comprenderle, para saber a quien tenía en frente.
Esa rapidez, esa firmeza... Los besos y amores que Treize le daba, hicieron a Wu Fei amarle... El placer regreso, la incertidumbre se borró.
Los estallidos de los astros le dilataban las pupilas y abrían su garganta.
-Cumpliste.- Le dijo Wu Fei, afectado por el orgasmo derramado en los vientres. Treize continuaba limpiándolo, pasándole la lengua por el ombligo, dándole una atención extra para el sonrojo y diversión de Wu Fei. - Mi caballero, jamás faltas a tu palabra.
-Duerme, Wu Fei. Sueña con paramos alegres - Le pidió. Treize trajo la sabana sobre sus cuerpos, acomodando a Wu Fei sobre si, para acunarle, besarle, sentirle dormir... Wu Fei y sus largas pestañas negras. Wu Fei y sus bostezos. Wu Fei y sus múltiples esfuerzos por no rendirse al sueño ante los mimos del que era victima, no ablandaban la decisión de Treize, ni le hacían sentir más monstruoso de lo que su especie ya era - Sueña con tiempos mejores. Sueña con las raíces machadas y el fruto impecable. Sueña y sábete inocente.
Que los culpables de tu desdicha, somos todos. Pensó Treize, callándose la verdad en otro beso. Tapándole los ojos a Wu Fei, dándole el empujoncito que necesitaba para cerrarse de la conciencia y dejarle con sus tormentos en la realidad de la penumbra.
Y Wu Fei no ahondo en el tema, no quiso preguntarse la razón de palabras oscuras en medio de todo, ni atormentarse con lo desdichado que Treize se veía.
Tampoco le importo la falta de adjetivos ridículamente tiernos.
Wu Fei, hizo lo que Treize le pidió: soñó con un recuerdo... El mejor que tenía.
Esa película, se repetía una y otra vez, tratando de hacerse mejor en el sueño, sin alterar la esencia de lo que fue en la realidad; Treize y él, llegaban en medio de la noche, llenos de ramitas en el cabello y raspones en las rodillas, manchados de tierra y divertidos por las insistentes llamadas de Heero y Relena porque bajaran del árbol... Luego, fue como si la escena no fuera buena... Desapareció Relena y Heero era el único que con las manos en jarras, les ordenaba bajar. Trowa, respaldando a Heero, les esperaba adentro de la mansión Maxwell... Que ya no era la Maxwell sino la casa Barton y Wu Fei despertó.
Espantado por el sonido de su teléfono.
Prácticamente se lanzó a buscarlo antes de identificar donde era arriba y abajo, con las piernas temblorosas y los ojos medio abiertos, tanteo sus cosas.... Milagrosamente dando con el móvil.
-¿Diga?
-¡Wu Fei! ¿Porqué no me habías dicho que estabas en la ciudad? - Wu Fei se separo la bocina del oído y lo cambio de lado, momentáneamente el otro estaba inservible - La exposición fue inaugurada antes de ayer. Fue un éxito, pero hubiera sido mejor que hubieras estado presente, Muchas de las piezas son hallazgos tuyos.
- Hilda, no jodas. Es muy temprano.
-¿Cuál temprano? Pasan de las doce. - Wu Fei terminó de despertar y se percato que Treize no estaba. Treize le abandono y una nota en la mesita de al lado, era todo lo que tenía. - ¿Qué estabas haciendo, Wu Fei? ¿Por fin dormiste con alguien? Quiero detalles.
-No seas chismosa, Hilde.
-Y tú no seas malo. Cuenta... Pero antes, necesito que vengas a la exposición. Ocupamos respaldo. Sé que estás de vacaciones pero...
-Hilde, he decidido quedarme en el museo... He decidido tomar la plaza que me ofrecían. Abandono las expediciones de campo para administrar tras un escritorio.- Hilde se quedo sin palabras y por poco se va de espaldas. Wu Fei había rechazado esa oportunidad demasiadas veces, de allí la verdadera razón que ella fuera la que residiera ahora en la ciudad.- Lo siento, Hilde, volverás a los desiertos o las montañas, a saber lo que te toque.
-No tengo ningún problema. pero Wu Fei, me asustas. ¿Qué es lo que te ha echo decidirte. Mira que se te rogó muchas veces.
-Te lo contaré cuando te vea.
-Adelántame algo.
-Me enamoré.
Wu Fei colgó, sin darle importancia al grito incrédulo de Hilde. Se tumbo con rapidez a la cama, resintiendo el frío de Treize para dejarle sin despertarle, sin despedirse.
No era una persona en demasía romántica, pero, Wu Fei creía que se merecía una consideración más de su pareja. Al menos “esa” consideración.
Nadie podía pretender traer a su pareja y dormir con ella en un hotel, para dejarla sola. Era triste y lejano. La nota no curaba nada, era insignificante y pesé a eso, Wu Fei acababa de aceptar mudarse de trabajo y residencia.
-Estoy loco - Suspiro antes de entrar en su casa. Entró a la cocina inmediatamente, le urgía comer.- Me prepararé un enorme licuado con un sándwich doble.
Apenas saliera con su comida y la pusiera en la mesita de la sala, pues quería comer viendo la televisión, su padre le asalto.
Trowa le abrazo, apretándole sin consideración. Evitando llorar al sentir a su hijo contra suyo.
Trowa había pensado lo peor al no encontrarlo en su cama, al no verlo llegar de puntillas a las dos de la mañana. Al no tener contestación alguna de Wu Fei ante sus llamadas insistentes de las cinco. Juró por momentos que Treize estaba satisfecho. Temió no volver a ver a Wu Fei, cómo Treize no volvió a ver a Duo.
Trowa temía por primera vez a un hombre.
-Papá... Me asfixias.- Wu Fei le pidió tiempo, dándole unas palmaditas a los brazos.- Por favor. Quiero vivir. - ¡¡Entonces, abandona a Treize!! Quiso gritar Trowa. Las lágrimas se le acumulaban. Tenía que proteger a su hijo... Pero no podía dejar que Wu Fei lo viera como era, como fue... No podía decirle que amaba a Heero, que llegó a tanto por tenerlo. No, Wu Fei tenía que quedarse con su imagen lo más clara que pudiera mantenerla.
-¿Dónde estabas? - Le preguntó sin parar su agitada voz, su desenfrenó que a cualquiera hubiese podido romperle las tripas de compasión.
-Salí con Treize. Hombre pájaro es bastante buena, la recomiendo papá. - Y aunque Wu Fei captaba que su padre no estaba bien, tampoco haría una pulla innecesaria. Ya se sentía lo bastante avergonzado por dormir con Treize y no tenerlo a su lado, de ser tratado por vez primera cómo un ligue ocasional, que la pena que su padre le estaba haciendo sentir no era bienvenida.
-¿Y después? - Insistió Trowa, obligándose a no verse desesperado, consiguiendo el efecto contrario.
-Creo que ya soy lo bastante grandecito, papá.- Wu Fei se le retiro. Guardando las distancias obligatorias. Wu Fei no podía decirle lo que su padre ya sabia. Era imposible que un hijo doncel le dijera a su padre varón, qué se acostó con su novio. Al menos Wu Fei no lo haría.
-Entiendo... Voy a trabajar. Gondam esta pasando por un mal rato. - Anuncio. Demasiado afectado aún. - Wu Fei, te amo, hijo.
-Y yo a ti, papá.
Treize no aguantaba la mirada inquisidora que Milliardo le arrojaba.
Era la típica llena de sentimentalismos otorgados por una moral y ética, por normas sociales que Milliardo no había podido disfrutar, al menos no en manos de Aioria.
-Sólo vimos una obra. Sólo vimos las estrellas. Fuimos comensales en una mesa bellamente arreglada y los cuadros que Capiratto tiene colgados nos vio enfilar a la cama de la cuatrocientos doce, la misma que tiene el balcón con vista a la redonda luna que se alzó, tan cercana que sentías que si estirabas los brazos podrías tocarla.... Wu Fei lo intento varias veces diciendo mi nombre, gritándolo y sollozándolo.- Milliardo inspiro hondo, conteniéndose de reclamarle algo, cualquier cosa, lo que fuera que Treize estuviera dispuesto a escuchar. - Antes de venirme, las sabanas despedían su perfume. Me acariciaron traviesamente y me sedujeron, me llevaron a la ducha helada, cuya escarcha enfrió mi corazón para no sentir remordimiento alguno por dejarlo sin despedirme.
-Decidiste que Gondam era más importante que el pequeño. - Treize asintió. La nueva reforma recién aprobada, ocupaba que fuera ejecutada esa misma tarde. Se reuniría con Trowa Barton, Lockon Stratos y Setsuna F. Seiei para el acuerdo correspondiente. - Treize, de alguna manera siento que esto va a estallarte en la cara. Siento que perderás antes de saberlo. Me preocupas... Me preocupas mucho hermano.
Treize se levanto, de golpe y furibundo. Yéndose contra Milliardo con los ojos inyectados en sangre.
Jamás Milliardo le había llamado con aquel titulo, porque hacerlo significaría aceptar que nunca le miraría por ser hermanos, Milliardo estaba dejando la esperanza, le estaba diciendo adiós.
Milliardo le abandonaba.
-¿Por qué? - Cuestiono Treize, obligando a Milliardo a verle, tomándole rudamente por los hombros. Sacudiéndole un poco.
La secretaria, apenas escucho al pisapapeles caer al suelo, supo que tenia que cancelar la cita que llevaba quince minutos pacientemente sentado para ver al representante de Rome Feller.
-¿Por Wu Fei? ¡Ya lo sabias! - Le dijo. Treize aun no creía que el enamorado Milliardo estuviera renunciando a él.- ¡Sabias que me vengaría! ¡Estuviste de acuerdo! ¡Aceptaste hacerlo!
-A ayudarte a hacerlo - Aclaro Milliardo - Accedí porque sabia que encontrarías paz al derramar la sangre de Trowa Barton, de Relena Darlian.... Pero a sucedido lo que temía.
-¿Convertirme en un monstruo? - Milliardo se asombro - ¿Pensaste que lo ignoraba? Siempre lo tuve presente. Supé desde un inicio que el veneno supera al veneno, al convertirse en antídoto. ¿Pero que es el suero, Milli? Es un veneno aún más peligroso, otorgado por la valentía tenida. - Treize entonces besó a Milliardo. Besó las lágrimas que resbalaban por el bonito mentón. - No llores Milliardo, un doncel nunca debe llorar por un hombre. Por ninguna razón un doncel debe de llorar a causa de un hombre. No hay motivo por el que una belleza, le lloré a la sombra de lo que fue un hombre.
-¿Qué clase de consuelo es ése? - Milliardo se acurruco entonces en el pecho de Treize. Dejándose cobijar por el abrazo que pronto terminaría.
-El que puedo darte - Le dijo Treize.- El que te ofrezco sin mentira alguna. Nadie merece tus lágrimas, nadie tiene valor tremendo para tener el lujo de entristecerte.- Milliardo asintió - Ni yo, ni Wu Fei... Ni Aioria, nadie Milliardo, nadie puede verte llorar.
-Te equivocas, Treize: Eres mi hermano - Treize volvió a resentir la palabra. Milliardo estaba tomando su dedición - Eres lo ultimo que tengo, eres mi familia, mi amor... Eres mi amor - Treize enterró su nariz en el cuello de Milliardo, sabiendo que sería lo más cerca que lo tendría. - Eres mi primer amor... Daría la vida por ti, por ello es que me preocupa lo que estas haciendo.
-Ya estoy cerca.
-Ya estamos cerca - Le corrigió Milliardo - Treize, hazme un favor: te lo pido cómo hermanos que somos.- Treize soltó a Milliardo y le dio otro pequeño beso. Uno delicado en el lunar del labio. - No toques el licor. Deja la bebida. Sabes que tienes un problema. Veló de esta forma: si estas demasiado ebrio, olvidaras lo delicioso que fue ver a Trowa Barton en el suelo.
-Lo prometo. Ni una gota.- Milliardo no estuvo muy convencido.- ¿Ahora, a donde vas Milliardo? Traes una colonia que no usabas en mucho tiempo. - Si, era el mismo frasco que le regalara por primera vez. Era su primer regalo. Se lo dio para ayudar a Milliardo a superar el recuerdo del olor de Aioria en la piel. - ¿Acaso quieres olvidarme también?
-No. Voy a salir con Alexander Silva. - Treize le recordó con desagrado - Quedamos en vernos en el orquídearío. Habrá una gran venta. Sabes lo que me encantan esas caprichosas flores. Alexander ofreció llevarme.
-Que te diviertas.- Treize dio media vuelta. El corazón de Milliardo dio otro vuelco, ambos estaban separándose. - Tengo muchas cosas por hacer, lo sabes. Tienes que estar para la asamblea. No quiero que se te pase el tiempo.
-Estaré puntual, cómo siempre.
Treize no hizo amago por correr tras su espalda.
Tampoco quiso retenerlo.
Milliardo estaba mejor fuera de lo que orquestaba.
Milliardo había tenido suficiente con los complots de Aioria.
Su único amor, merecía poder hacer una vida feliz. Merecía que alguien le viera únicamente y le convirtiera en su prioridad... Y lamentablemente, Milliardo era su protegido, su amor, su compañero... Pero nunca su objetivo.
Por vez primera repudio a Wu Fei. Le dio asco su tacto inocente y entregado.
-Jolly, has que pasé quien sea que esté afuera - Habló Treize por el comunicador.
Ocupaba estar concentrado.
Necesitaba una distracción.
Milliardo apenas alcanzó a llegar a la explanada. Le pago al taxista la cantidad indicada y le acepto sus coqueteos infructuosos. Era extraño que hubiera hombres que le encontraran atractivo, la mayoría pasaban de él por su altura y porte.
Alexander apenas viera a Milliardo a su costado, colgó el teléfono. Milliardo hizo una mueca incrédula ante la insistencia del timbre que era ignorado con esfuerzos.
-Alex, contesta. Tiene que ser importante si esta tan insistente.- Le intento convencer.
-Thomas Riddle esperará. No es importante - Mintió. Thomas Riddle era su jefe, el dueño de Zodiaco y por muy buenos amigos fueran, Thomas no se lo perdonaría. - De seguro se trata de saber una nueva formas de ganarle a Polaris. - Milliardo asintió, sin entenderle realmente. Polaris era una cadena de farándula. - Milliardo... ¿Estas bien?
-¿Por qué preguntas?
Milliardo no le dio oportunidad alguna a Alexander a contestarle, se giro para entrar a la venta de orquídeas.
No necesitaba que un desconocido le dijera que su semblante era tan malo que cualquiera podría notarlo.
Ambos estaban compartiendo el mismo aire por una disculpa atropellada de Alexander a media madrugada; Alexander, enojado consigo por tratarle en el hospital de aquella forma, fue al departamento del tierno Haniball que estaba recibiendo a Doriam Lancaster: ambos eran compañeros en Zodiaco y al escucharle, Doriam le jaló de la oreja hasta que Haniball encontró la dirección de Milliardo y fueron a llevar a Alexander que cayó de rodillas apenas Doriam le arrojara a los pies del doncel.
-Dile que sientes - Exigió Doriam. Haniball se escondió un poco en la espalda de Doriam y vio por un costado la cara estupefacta de Milliardo - No te irás hasta que crea has sacado lo que necesitas para vivir tranquilamente. Eso de ver tu pendejismo por no concentrarte, es un fastidio. Haces que los de editorial tengan trabajo extra, el pequeño Arashi no a dormido bien en semanas por tu culpa, el Jefe no deja de reñirle por entregar tus trabajos a media hora antes de la impresión.
Milliardo no encontraba al ser más estrafalario del trío; Doriam Lancaster, con su castaño cabello y su vaciado ojo, tapado por un parche... Actuaba cómo el padre de Haniball y el hermano mayor de Alexander, a lo mejor su enorme estatura le daba la ventaja de simular tal papel ó fuera su voz autoritaria y profunda, que dejaba a la de Alexander cómo una seda delicada.
Haniball, sin duda el pequeño entre ambos hombres... Tan alto cómo ellos, más delgado que ambos, con un tupido cabello negro y ojos azules. Tan adorable hombre que Milliardo notaba la sobreprotección y afecto que Doriam le tenía.
Y Alexander, medio ebrio, a sus pies, murmurando unas palabritas inteligibles, con la corbata desarreglada y por fuera del anillo que colgaba peligrosamente y que se perdería, si alguien no lo jalaba para guardarlo en el bolsillo del pantalón, trataba inútilmente de complacer a Doriam.
-Lo siento - Y Alexander lo repitió hasta que la lengua se le durmió. Haniball contó ciento cuarenta y cinco minutos sin detenerse. - No debí de juzgarte cómo si fueras Treize. Eres diferente, eres ingenuo.... Eres un brote, eres tan distinto del monstruo que te utiliza.
-Treize no me usa - Corrigió furioso. Alexander no era nadie para que le dijera aquello. No, porque no era real... Treize jamás le utilizo. Haniball se dio un golpe contra la espalda de Doriam, impresionado de la torpe manera en la que Alexander pretendía salir ileso - Fuera de aquí. Odio a los ebrios. Siempre dicen tonterías...
-Siempre dicen verdades.
-¿Y necesitas abrigarte en la excusa que da el vino, para decir cosas que normalmente no dirías pese a sentirlas? - Alexander se encogió de hombros, impedido de contestarle a Milliardo. Sintiendo que de hacerlo, el doncel le cogería por las solapas de la arrugada camisa y le arrojaría por una ventana.- Son iguales.- Se quejó - Tú y él, son la misma escoria. Tú y Treize, ambos cobardes, siempre con excusas.. Con pretextos para dominar.
-¡No me compares! - Gritó, parándosele cara a cara: retándolo y empujándolo con la frente.
-Pues no te comportes cómo él.- Le dijo, gravemente afectado por la violencia. Treize también reacciono así bajo lo efectos de la bebida y si era cierto lo que Alexander decía: Treize le odiaba. Por un momento, Milliardo se sintió incapaz de despertar algún sentimiento en los demás, en los hombres que no fuera el de golpearlo. Aioria tenía tanta razón: nadie le amaría... Su lugar era y fue, el ser el canario de Aioria, condenado a entonar lo que su amo le exigiera... Dolor, desesperación, lujuria, ficción y afecto.- Ya déjame. No quiero escucharte.
-Milliardo... - Llamó Alexander - No me compares con quién no puede amarte. - Milliardo se alejo y trato de sacar a Silva de su departamento, sin éxito: Doriam había empujado la puerta, pasándose con Haniball a las espaldas para resguardar las salidas. Milliardo gimió desesperado.
-¡No es justo! - Gritó viendo su desventaja. - Llamaré a la policía.
-Hazlo... Hazlo Milli - Instó Alexander. Milliardo por poco imaginaba a Treize - Pero sabes que Treize no puede amarte. Y lo que me jode, es que me digas que tampoco puedo hacerlo yo.
Alexander escogió una orquídea blanca, con unas motas amarillas y tan pequeña que se veía la fragilidad con la que se tenía que tratar. Sabiamente la puso frente a Milliardo, encerrándolo de paso entre sus brazos.
Los cuchicheos no se hicieron esperar....
-¿Qué pasa? - Volvió a insistir Alexander.
-Se lo dije - Y Milliardo no contuvo más su llanto.
De espaldas, Milliardo se permitió saberse una Orquídea en las manos de Alexander Silva.
-Espero que se sientan satisfechos - Dijo Lockon, diciéndole con un ademán a Johann Trinity, que se llevara los recién firmados papeles.- Los modelos están basados en un prototipo que Gundam cuando pertenecía a Heero Maxwell y Celestial Being, hicieron pero nunca pusieron a la venta por problemas de asociación.
-Para serle sinceros, Stratos - Le dijo Fia Krues, antiguamente, Fia de Johannes y que ahora mismo estaba indeciso de tomar el apellido Raberba de su esposo. Lockon tragó duro, el doncel era un peligro. Tan rubio cómo un ángel, tan marmóreo cómo un santo y tan malévolo cómo el diablo. - Mi esposo a decidido cerrar el trato de las protecciones de los oleoductos con usted, por consideración a Quatre Raberba Winner. Y mi esposo, cómo detalle especial, a condicionado a sus compañeros a contratarle... No por caridad, no mal interprete: usted es buenísimo ofreciendo armas, entrenamientos a las empresas privadas y esas sandeces.
-De lo cual, me encuentro muy agradecido con Sair Raberba.
-Gundam está teniendo severos problemas con las reformas que Treize Kushrrenada a propuesto. De entre todas las empresas, la única confiable es Celestial Being. Gundam a tenido un pasado demasiado turbio y ahora, Trowa Barton apenas podrá defenderla. No conviene a Raberba, amistarse con tremendo castillo de naipes.- Y Fia sonrió cómo sólo él podía, dándole a sus intensiones el sabor amargo de lo que sucedía - Los elevadores satelitales están teniendo demasiadas fallas últimamente y se ocupa defenderlos de las guerrillas por los oleoductos y mi esposo, se preocupa de su deber.
Lockon acepto sin chistar lo dicho.
Heero se quejaba del inmenso calor que hacia en los rededores de los elevadores y de los enfrentamientos que eran ocultos; el gobierno de la Alianza no se daría el lujo de colar algo tan mundano.
-Salúdeme a Heero, por favor - Dijo Fia - Siempre es grato saber que los reyes viven. Que los huesos de los cadáveres hacen coronas para los amores.
-Y ablando de amores - Fia arqueó una fina ceja - Quisiera que uno no se moviera de su tumba.