Cierto día, en cierto mes, de cierto año: Treize decidió tomar las riendas de la situación. Por la mañana ya pasado el anterior incidente con los señores Barton, Treize recibió de parte de Heero una hermosa cajita musical que al abrirla tenia la llave de un carro. Se había quedado viéndola como si esa llave fuera la que abriera alguna puerta del infierno y que en cualquier momento esta cediera su paso y lo arrastrara a los confines del mundo para sufrir los horrores de la humanidad, pero no, solo era la llave de su auto.
-y entonces Dante escucho de su guía : no llegaras a ninguna parte sin mi. - cito Heero, Treize supo que eso no era precisamente lo que ese mago dijo pero lo dejo pasar - imagina que este carro será el que te ayude a cruzar, o piensa que el Estigia esta sobre el asfalto
-yo soy el romántico, pá - se quejo y le dio un beso en la frente, como cuando tuvo la altura suficiente para ser él quien asombrara y cargara a su Ada - ¿qué fue ahora?
-Trowa me ayudo. Le pagare de a poco - Treize perdió el color. Ya lo sabía. Su Ada ni en sueños podía costearse un auto de esos en la actualidad, pero escucharlo de la boca de el: era una cosa muy diferente. Ya sabia cual era ese abono pequeño que daría cada que lo viera
-¿tus heridas como están? - se separo de su Ada y lo miro directo a los ojos siendo solo la mesa lo que los separaba. Heero quería mantener la máxima distancia entre ellos sin verse inhumano - espero que te estés poniendo la pomada como te indique, Pá, de lo contrario esas costras de dejaran marcada la piel
-no te preocupes y vete a la escuela. Es un buen momento para que vuelvas a asombrar a los Johannes con tu intelecto. Si es posible ve que te consigan algún contacto para tu primer trabajo.
Sin más que decir, Treize se fue. Heero suspiro aliviado. Momentáneamente sentía la vergüenza y el asco mas grande que alguna vez pudiera albergar.....ni siquiera el ser violado por Trowa en frente del cadáver de Duo lo superaba.
Después de que la droga le fuera suministrada y que Trowa se fuera. Su hijo lo atendió con el mismo esmero que cualquiera podría tenerle a su progenitor herido y le hubiera correspondido con suaves palabras de agradecimiento, pero nublado por el dolor de la droga en su cuerpo, de la pasión y la lascivia que exudaba en cada poro ardiente y doliente de su piel: se atrevió a profanar los labios de su hijo.
Treize lloro por querer ayudarlo, pero solo vio como tras detenerse por unos instantes Heero agarro autocontrol y se tendió en el suelo, asiéndose mas daño de ser posible. Se arañó hasta surcarse la piel en tiras sangrantes y gimió raspándose las cuerdas vocales. Lo vio negándose a sucumbir en los carnales deseos que le exigía su cuerpo.
Heero por ningún motivo tocaría a su amado hijo de esa enfermiza manera. Prefería matarse antes que volver a intentar curarse con esa macabra danza. Sabia que Treize lo permitiría, que incluso lo amaría para que él pudiera por primera vez tras la muerte de su Padre conocer el placer nuevamente, pero eso seria igual a violar a su hijo, por muy sexo consentido fuera. La cordura de Treize seria comprometida y su moral deshilachada. No. Mejor masturbarse en el frio piso que laceraba la carne y las suplicas de Treize porque parase.
Fue la noche mas dura que Treize o Heero tuvieran que soportar. Desde entonces, Heero no se perdonaba el haber tocado a su hijo de esa forma y no se molestaba por ocultarlo. Se castigaba al mantenerse lejos de lo que amaba. Pero así era él.
Treize por su parte ya en la escuela, esperaba en su asiento leyendo un libro muy curioso: “noches de la antigüedad” un viejo y roído libro, casi despastado y de hojas amarillentas que tenia el escudo de la biblioteca escolar. No se le hacia raro. Lo extraño fue dar con ese texto de mas de quinientas paginas tirado en el pasto bajo la sombra de un árbol. Agradecía al despistado que se le olvido. Podría terminar de leerlo y después restaurarlo un poco para darle una vida mas tranquila y digna a ese libro. Se lo merecía.
-aguantaste tan bien estos veintitrés años - susurro acariciando el lomo - te forrare y dormirás en el estante que esta en mi casa
-es un halagó el que me haces Treize - le susurro por atrás Mia. La profesora asombro a todos con su presencia. Nadie la esperaba - pero la vida difícil empezó en mi, hace aproximadamente unos diez años. Aun me falta mucho camino
-hablaba de este libro señorita Johannes - la elogio con su usual tono halagador y seductor, al que a Mía por cierto no le hacia mucha gracia - podemos quedar para una copa. Hay que celebrar su reintegración a los labores
-ahórrese los protocolos antiguos. Me encantan pero en mi amante - aclaro - y ese libro si mal no recuerdo se lo vi a Wu Fei en una ocasión. - esa información asombro a Treize. Jamás imaginó que el asiático fuera tan descuidado con las cosas que ni de su propiedad eran - veo que me han extrañado
-si - corearon todos al unísono tomando ya sus respetivos lugares - el maestro Mío es diabólico
-es un demonio con cara de ángel - le siguió una alumna
-ése es mi hermano. Por eso es un gran padre - todos jadearon asombrados - ¿no se los dijo? Pensé que lo sabían - alzo los hombros - como me dijo que el primer día lo acosaron a preguntas, di por sentado que ya sabían que esta casado y tiene un hijo
-¿ese Doncel casado? - dijo de sopetón Treize sin importarle lo grosero que sonó. Se sentía timado. ¡Mio los engallo a todos!
-pues si. Yoshian se llama su hijo. Mi sobrino es una monada. Ya luego les traigo fotografías de él
-¿hay alguien que lo soporte? - volvió a incordiar Treize
-ese hombre se llama Armand - le soluciono - y no crean que se me escapa todo lo que hicieron y tampoco lo que sus padres orquestaron. - los alumnos no pudieron mas que gemir en agonía. Despertando con eso la vena maldosa de la gemela - tendré junta con ellos - aviso - díganles que los espero en la galería Salamander
-mis padres y ni la escuela tienen como pagar una noche en esa galería - exploto un alumno, seguro que con eso los planes de la maestra se arruinaban. Todos trabajaban a mil su hamster en la cabeza para encontrar la mejor manera de librarse de la maestra - no se ara. Ya será para la próxima
-¿nunca se los dije? O mejor dicho ¿Mío nunca les comento cual era su carrera?
-dijo algo de ser un critico de arte - recordó Treize sospechando para donde iba el asunto
-exacto y la galería Salamander, es suya - termino muy contenta por poder ver esos rostros temerosos y frustrados de sus incompetentes pupilos - será entonces el miércoles a las nueve. Que sean puntuales, por favor. Será una velada muy informativa. Estoy segura que la encontraran productiva. No solo les cebare con aperitivos
Todos supieron que a Mía Johannes nadie le ganaba. Mía vio a Treize con detenimiento, según Mío: su alumno estaba en un estado de concentración de por demás raro en un joven normal y común. A Mío le había llamado la atención el ingenio de Treize y comunicándoselo a su hermana, esta le confirmo sus temores o sus altas expectativas; de todas formas Mía nunca supo cual de las dos eran.
Treize era un psicópata asesino en potencia. Un criminal. El típico despojo humano lleno de carencias y defectos que se hacia pasar por el príncipe azul. A Mío le encanto confirmarlo. La cuidad se estaba plagando con los de su estirpe.
-Treize - llamo cuando ya todos en el salón se fueron a la siguiente clase o al receso - ¿paso algo interesante en mi ausencia? ¿Algo como el cortejar a mi hermano? - tanteo
-ahora se por qué no me hacia caso
-quizás - volvió a tantear - el que estés de mal humor - Treize tuvo que volcar toda su atención a su maestra. Era exactamente igual a Mío, a excepción de los ojos y eso lo noto Mía - pupilentes. Es que, quería cambiar su parecido con nuestro padre. A Mío ya no le gusta ser aquello que Ada alguna vez elogio. Cosas de familia - Treize no quiso preguntar mas. Él conocía esos conflictos y secretos que se tenían que guardar - y ¿bien? Voy a seguir adivinando hasta que me cuentes algo creíble.
-mi Ada esta enfermo
-¿Heero esta bien? - a Treize no le incomodo tampoco que Mía fuera tan familiar con sus tratos. En muchos aspectos le encantaría que su padre estuviera de novio con su profesora. Estaba seguro que se llevarían muy bien. Era una lastima que Barton no los dejara tener una amistad - en cualquier cosa que te pueda ayudar Treize
-es por mi culpa - tenia que desahogarse con alguien y ella era perfecta - mi pá no quiere ni tocarme. Y no es su culpa, es mía.
-una enfermedad no es nunca culpa de nadie - se apresuró a abrazarlo. El joven encontraba demasiado maternales los brazos de Mía y no lo asusto. Justo era eso lo que necesitaba. Ocupaba a su Ada y este le había negado su consuelo - ho Treize me haces querer besarte el rostro en pequeños piquitos hasta hacerte reír cuando mis manos traviesas se vuelquen a tu estomago para hacerte cosquillas
-¿me cree que soy un niño pequeño? - hipo afectado por el sentimentalismo que le hacia demostrar - no puede contentarme con dulces y abrazos. Ya no se me puede sobornar de esa manera. Ya no pueden vendarme los ojos cuando observo el destrozo de la guerra y pretender pintármelo de colores brillantes y bonitos - eso preocupo mucho a Mía ¿qué podría estar pasando Treize para que se negara tan rotundamente a escapar antes de marchitarse.? A lo mejor creía que eso era de cobardes o simplemente no podía huir. -quiero tener a mi pá conmigo. Quiero que me vea a la cara sin vergüenza
-tú me dices que no eres un niño al cual soborne, pero dime algo Treize: ¿no quieres del pastel que hice? - ofreció yendo hacia el escritorio y sacar del cajoncillo de este: un toper con un sencillo moñito de regalo color violeta - lo prepare ayer. Cuando supe que me darían de alta, me puse a hornear como loca. Quería darle esto
-no puedo - negó rápido - es un regalo para alguien que ya lo espera - dijo apenado sintiendo la premura de Mia por dárselo.
-Tom no espera nunca nada de mi. Es hasta triste que me crea tan desalmada. - para el castaño no le paso desapercibido el añoro que su profesora ponía en su oración - no sabe que horneo. Llévatelo por favor Treize. Las penas con carbohidratos son mejores
-solo por esta vez seré su conejillo de indias Profesora - le dijo ya levantándose. Era mas alto que Mía. Y pese a eso, ella imponía mucho mas que él. Era como si no fuera una simple persona. Era una mujer - gracias por no preguntar nada importante
-no sé de que me esta ablando Treize. Yo solo le he visto sentado ahí sin hacer nada. Solo gastando aire. - Treize sonrió por ese gesto que pretendía ser frío y molesto - y lárguese ya de mi salón.
-le aseguro que el profesor Sparda se pondrá muy contento con cualquier detalle que le de. El la aprecia. Yo lo sé. Instinto de hombre.
Wu Fei buscaba desesperada mente su libro. Como estaba tan a gusto leyendo se quedo dormido por las constantes peleas que Relena estaba teniendo con su padre. Se quedaba escuchando tras la puerta la discusión que pretendía ser silenciosa. Ya llevaba en ese estado una semana. Por lo que cuando se dio cuenta de la hora y de que tenia examen, examen que ya había iniciado : solo salió corriendo como alma que lleva el diablo. Esta seguro de que tomo el libro, pero se le tuvo que caer del bolsillo.
No encontraba otra respuesta.
Amaba ese libro. Cuando se topo con el, ni idea de quien era el autor. Era tan viejo que era obvio el porque lo tenían arrumbado entre un montón de polvo en la biblioteca. Difícilmente los alumnos leían algo que no fueran los libros reglamentarios. Seria precisamente por eso, que se enamoro de la anticuada portada. Lo saco, lo leyó, era maravilloso. Le describían el antiguo Egipto, a sus dioses o las costumbres......todo era tan glorioso. Tanto que lo compro a la escuela.
Le habían dicho que lo podría encontrar en otro lado. Nuevo y que podía adornarlo como quisiera, pero no: así no funcionarían las cosas. No se había enamorado solamente del libro...sino de ese libro. Cuando accedieron a sus caprichos, lo tomo entre sus manos y aspiro el olor antiguo y se sintió con un compañero.
Cuando Trowa se cansaba de discutir con Relena, salía de la habitación, agarraba sus llaves del coche y se iba. No sabia a donde, pero su madre reanudaba su enojo en un llanto convulso y horrible que lo obligaba a aferrarse al libro en el capitulo ocho; donde Bola de Miel se negaba a los encantos del Faraón por despecho a quien cuidaba de las muchachas en el Harén sin ser un eunuco.
En muchos momentos ese libro estuvo con él. Sus páginas eran su vida. Tenia que encontrarlo.
El timbre de su celular sonó, advirtiéndole que tenia que irse al salón. Ya la clase empezaría. Suspiro y pensó seriamente en ir a orientación vocacional, a ver si de casualidad alguien había reportado un libro perdido o si lo habían llevado a la biblioteca. Esa era su esperanza.
El profesor Thomas vio ingresar a Wu Fei muy descompuesto, pero no le daría un trato especial solo por ser el hijo de Darlian. Pero rápidamente desecho ese pensamiento. Wu Fei no esperaba ser tratado diferente o con preferencias solo por ser hijo de la que hacia magnificas donaciones a la universidad. Dio su clase con la misma paciencia que le dedicaba a Mía en sus trastadas y vio con orgullo que esos chiquillos buscaban saber el porqué del derecho romano. Al menos llenarían sus cabezas con algo útil.
-entonces fue por eso que nació ese convenio - se lamento un hombre que estaba recargado con su grupo de amigotes en una de las ventanas - Profe, de por si ya los Donceles y las mujeres son demasiado molestos y peligrosos.
-¿Orlando temes que un Doncel envenene tu agua y no sea encontrado culpable? - cuestiono Thomas no muy de acuerdo. Orlando asintió - este Doncel, para tu intranquilidad si fue culpable - Wu Fei levanto el rostro. Para su desgracia era el único Doncel en esa clase, el resto eran mujeres. - es por eso que se creo el derecho penal de investigación e inocencia hasta que se demostrara lo contrario. Ya muchos Donceles habían muerto solo por una banal acusación sin fundamento. Inocentes que fueron muertos por manos atroces
-yo solo decía que proteger a los viudos o darles un nuevo compromiso, asegurándoles una vida protegida solo por ser asesinos no me parecía
-a ti nunca te parece nada Orlando - se quejo Wu Fei ofendido en demasía. De echo, olvido que ese caso era d e otra época y cultura.- tu puedes decir que los Donceles viudos eran puestos a resguardo con otro buen matrimonio, pero lo que hacían era ponerlos en un infierno. Podían haber creado esa ley que nos “protegía” - acentuó las comillas con sus manos para darle mayor énfasis. Thomas estaba por demás contento al notar que no se quedaría callado. A lo mejor lo que necesitaba era una buena pelea para despabilarse - pero no. Esos esposos se encargaban de azotar con castigos injustificados la espalda o las manos hasta hacerlas sangrar
En otro sitio, Heero estaba sofocado por tratar de parar sus gritos y no se elevaran mas alto que la música “Fantasía” que cubría el departamento. Intentaba por todos los medios no demostrarle a Trowa lo que la ponzoña de ese cinturón azotándole las manos, le hería.
Todo fue por haber tirado la taza de té que Trowa le había ordenado preparar. Lo que se había arruinado era la alfombra de Heero. Lo que se había roto era la taza de Heero y aun así, el que pagaba era Heero.
Trowa seguía perdido en ese brillo retador en los azules índigos ojos de su pequeña mascota. Era palpable para cualquiera que Heero deseaba morderlo, matarlo, desgarrarlo.....que quería dejarlo, que quería odiarlo.....eran tantas las cosas que Heero quería hacerle, que el que no pudiera hacer ninguna le daba gracia a Trowa. Para Trowa bastaba escucharlo gemir. Bastaba verlo sumiso a sus deseos. Bastaba con tenerlo
-para esos antiguos hombres - siguió Wu Fei - el Doncel es una mujer que solo sirve para tener hijos. Una incubadora que es sumiso ante las ordenes y deseos. No importa de que tipo. Esos viudos eran la diversión de sus hijastros que de seguro ya contaban con una buena edad - Orlando supo a lo que se refería - Orlando, esos Donceles inocentes de las muertes de sus maridos, eran marcados como la escoria de la sociedad. ¿qué les aseguraba que ellos no correrían la misma suerte que el otro tonto hombre? Su miedo era justamente el que acabas de decir - Orlando se encogió un poco en su lugar. Teniendo la decencia de esperar su turno para defenderse - y en su pobre intento por hacerse los fuertes, los que demostraban su intocabilidad lo hacían a golpes y vejaciones, arrodillando al Doncel o a la mujer a creer que ese tipo era un monstruo indestructible. Que barbárica manera de comportarse ante el miedo que genera el reconocimiento a un digno rival ¿no crees Orlando? - Thomas asintió. Estaba preocupado por los tintes machistas que estaba tomando su clase. Derecho era cortantemente la clase donde estas campiñas se hacían presentes en debates. Pero Wu Fei era su primer alumno que se paraba e intimidaba al hombre solo, sin ninguna ayuda. Las mujeres estaban alejadas del conflicto. Como si el asunto no fuera con ellas
Relena Darlían cerraba un trato con Lockon Stratos. Ella estaba enormemente feliz. Le había conseguido matrimonio a Heero con ese hombre. Hubiera querido ver a Heero suplicándole piedad. Quería tener tantas cosas de parte de ese Doncel que ya no podía mas que soñar. Pero de tenerlo, Trowa se interesaría aun más por esa zorra.
No era nada tonta. Ya no aguantaba que su marido la hiciera a un lado por estar pensando en Heero. E incluso en la cama, Trowa parecía que estaba con Heero, varias veces la trato de esa manera. Y ella tenia que tragarse el coraje de que su esposo viera la cara de su amante en la suya, que le hiciera el amor a ese, que besara sus delicados labios susurrando el nombre del Doncel.
No estaba celosa de perder algo que jamás tuvo. Estaba celosa de que Heero había llegado y sin desearlo a donde ella tanto se esforzó en llegar por años. Trowa no la supo amar, ni por el hijo que le parió. Ni por las noches que le dio. Los días que le había obsequiado demostrándole lo mucho que en su vida significaba. Nada había sido suficiente para Trowa.
Estaba celosa de Heero por su encanto.
Lockon conocía al viudo Maxwell. Y le asombrara que continuara soltero. Que nadie lo procurara. Por eso en cuanto Relena le hablo del asunto, se mostró tan receptivo por desposar a ese Doncel. Solo tenia que terminar de firmar los últimos documentos que aprobaban su matrimonio. Después de todo, si Heero no estaba en sus plenas facultades como avalaba el medico, era lógico que esa clase de precauciones los tutores legales las tomaran en sus manos. Y Relena demostraba ser una magnánima amiga y apoderada legal.
-no esperabas que te contestaran ¿verdad Orlando? - se metió Thomas. - pues es cierto lo que Wu Fei dice. Varro enveneno a su violento esposo. Pero fue declarado inocente, mas tarde el mismo dijo como lo había echo. Los hombres de esa época no lo tomaron en serio. Era imposible que un Doncel fuera mas listo que ellos. Cuando lo hizo por segunda vez, los ancianos dudaron pero lo encontraron inocente. Cuando lo hizo por tercera vez....lo encontraron culpable. Cuando lo iban a matar, confeso ; lo hice para que vean que un inocente puede ser un culpable y a la inversa. Investiguen bien. No lo hizo por una causa admirable o loable. Para nada. Varro
-Varro solo quería asesinar a los bastardos que lo herían. Esa ley solo fue un daño colateral que sucedió - termino Wu Fei - ¿existen hombres que no nos crean ganado? - y con su puño cerrado golpeo con fuerza la madera de su lugar. - Orlando es un sujeto que no dudo que a su novia la trate como basura. Treize es el estereotipo de amor. Pero ambos nos tratan como si de una propiedad nos tratásemos. No importa, no me importa si es que uno usa la hiel para tenerme, o la miel para envenenarme: quiero que nos vean, me vean por quien soy. - Thomas jalo a Wu Fei por las axilas cuando Orlando sintiéndose insultado se levanto de su asiento y fue a arremeter en contra del Doncel sin importarle el profesor presente - no te atrevas a decir en frente mío que somos basura
-¡yo no he dicho tal cosa Wu Fei! - se defendió Orlando - solo digo que ustedes deberían ser tratados como en la a antigüedad. Ya se les da muchas libertades
-peleamos por tenerlas - Wu Fei se removía - por que aun en la actualidad ¡existen monstruos que nos asesinan! ¡Hay quien lo permite! - Thomas ya no sabia como sacar a su alumno Doncel de una sola pieza del salón. Cuando Wu Fei se le escapo y fue a confrontar a Orlando. ¿Cuándo fue que la clase se convirtió así de absurda?
Heero levanto la mano a los pedazos de vidrio que estaban esparcidos. Cogió con fuerza el mas grande y en lo que Trowa hurgaba en su interior con la violencia acostumbrada, hundió la porcelana tan profunda como sus fuerzas le permitían y jalo. Cortando tan largo podía. Ya no quería vivir. Ya no podía seguir viviendo. Se sintió un cobarde por no poder cumplirle la promesa a su hijo. Lo dejaría por un simple capricho. Solo ansiaba que Treize fuera listo y no lastimara a nadie.
Su hijo era noble, su bebe no era aun tocado por la malicia del mundo o al menos así se quería llevar su recuerdo.
Trowa no pudo terminar como ansiaba. La sangre empapándole la espalda, lo obligo a mirar hacia atrás, donde los brazos de Heero se entretejían para sostenerse y no golpearse la cabeza en el vaivén de sus caderas. Se espanto al ver que su Heero se moría.
Pero aun cuando el cuerpo de Heero se ponía frío, Trowa no lo trato con delicadeza. Lo jalo hasta el teléfono. Apretó la hemorragia con un trapo.
No le importaba si Heero se salvaba o no, esa era la mentira a la que quería aferrarse. Heero no representaba nada en su vida. Heero no era algo, sino una cosa. Una pieza de colección que se rompió. Sin embargo le fue imposible no angustiarse al llamar por la ambulancia. Le fue imposible no decir que era el esposo cuando le llenaron la ficha de ingreso al hospital. Le fue imposible el separare de la sala de espera.
Para Trowa, ya todo le era imposible. Heero era suyo.
Treize noto que algunas negras palabras impresas en el libro que traía leyendo durante todo el día, tenían borrones de agua. Pequeñas circunferencias que se agrandaban y empequeñecían, como si fueran lagrimas. Y eso le llamo la atención. ¿We Fei lloro cuando los dioses Seth y el hijo de Orus pelearon? Las hojas tenían anotaciones. Como si se tratasen de un diminuto diario.
Oyendo el escándalo que se instalaba en la clase del profesor Thomas, guardo el libro y fue a echar un vistazo. Sonaba interesante el revuelo que se levantaba. O eso fue hasta ver el escenario completo. Wu Fei en el suelo, sujetándose el rostro que sangraba por la nariz y a un hombre deteniéndose el estomago. El profesor estaba a un lado de su alumno y le tendía un pañuelo para detener la hemorragia. ¿Golpeo a Wu Fei? ¿Se atrevió a tocar a un Doncel? Era hombre muerto.
Treize era bien conocido por defender a los Donceles con armadura incluida. Por lo que cuando Orlando lo vio ir tras su cuello, tuvo la asombrosa idea de escaparse de allí por la ventana. Loco si se quedaba a enfrentarse a Treize con una costilla rota. Wu Fei sabía golpear muy bien, como penosamente descubrió.
Wu Fei se soltó bruscamente de Thomas y se fue para el baño. Debía de lavarse antes de llegar a casa. Treize vio en Wu Fei una nueva etapa. Pero recordando a su Ada en el suelo, ahogado en su culpa por haberlo besado, verlo torturado.....no ablando sus intenciones y dejándose morir aun mas lento, se obligo a recordar lo que planeaba.
Él no golpearía a Wu Fei. Lo mataría de una forma aun mas profunda. Usaría la brutalidad de Trowa en su contra. Ese hombre probaría la crueldad de un hijo al que le han despojado hasta del amor de su Ada.
-estupenda pelea - lo elogió. A Wu Fei no lo altero verlo en el baño de Donceles. Siguió limpiando la sangre que resbalaba de su nariz. Sorbió un poco pero escupió una gran cantidad de sangre. A traize le sombro esa forma tan tosca de hacer las cosas. Era increíble que Wu Fei no estuviera cuidando sus modales. - no esperaba encontrar una pelea
-ni siquiera recuerdo porque empezó - confeso
-culpable y no sabes el porqué. Vaya Wu Fei, me has sorprendido. - admitió - no me parecías de los que eran impulsivos
-aun no me conoces lo que deberías Traaize. Soy esa clase de Donceles que son un pan de dios pero revolucionario. - Treize soltó una carcajada - ¿me llevas a casa? No quiero toparme con nadie
-sus deseos son ordenes
-no hagas eso Treize. Tu no. - a Treize no le paso desapercibido ese tono de plegaria. - no
Vuelvas a tratarme así, ni de broma. No me gusta.
-como quieras. Muévete pequeño. Se hace tarde.
El juego empezaba. Y en cuanto Treize se enterara de que su Ada había tratado de quitarse la vida, Trowa ya no tendría perdón posible.