La empresa Gundam tenia a un heredero, a su único heredero en realidad. Heero Yui era el nieto de Misaki Yui : el actual propietario de setenta años de la empresa que estaba ubicada a nivel mundial y que cumplía ciento treinta años en las manos de esa familia. Pero esta seria la primera vez que el heredero fuera un Doncel. En pleno siglo aquello no era un inconveniente. Pero siendo realistas, no existían muchas personas dispuestas a hacer tratos con alguien tan talentoso como Heero sin menospreciarlo por ser Doncel (claro, apabullados por la magnifica presencia del adolescente)
Heero apenas tenia diecisiete años. A punto de heredar la empresa y soltero, siendo su única familia su abuelo; Mizaki no se sentía muy cómodo con esa idea. Por lo que aferrándose a las antiguas costumbres, inicio a buscar un buen partido para su nieto. Heero fue educado de tal manera que aceptaría lo que fuera mejor e impuesto. Cosa que Mizaki agradecía a la fallecida nuera que le toco. Eso facilitaba las cosas aun mas para su fatigado corazón, que ya necesitaba un descanso mas prolongado en las tardes.
Su búsqueda lo llevo hasta Estados Unidos. Los Maxwell eran una familia con logros militares sorprendentes. Sin duda una buena conexión para la venta del armamento que Gundam serializaba como la marca de galletas de chocolate mas famosa por la mañana.
Arreglando un encuentro con la señora Maxwell, mando a traer a Heero para asistir a una fiesta que celebraba la graduación del heredero de esa adinerada familia.
Duo terminaba su educación militar con la edad de veintitrés. Eso debido a que el muchacho era un genio. Habiendo adelantado varios grados en primaria y secundaria, a Mizaki le parecía de lo mas normal que medicina militar fuera fácil para su yerno. Y no se arrepintió en cuánto el joven puso un pie sobre la fiesta.
Duo bajo de esa limusina como lo que era: el amo y señor del universo diminuto en el que se movía. A Mizaki no le importo el largo cabello que trenzado se movía con ese vaivén de caravanas hacia su madre y amigas, muy bonitas mujeres que sin duda tuvieran sus querelles con Duo. Realmente no perdió tiempo. Agarro a su nieto por el brazo y se lo impuso a Duo.
-Heero - saludo alegre y tomándolo de la mano, beso el dorso de esta. Tratando de ser lo mas galante posible. Ya era costumbre más que otra cosa. - no esperaba que el nieto del señor Yui estuviera presente en mi graduación. Me honras con tu vista
-¿y se supone que tu serás mi marido? - soltó a quemarropa. Duo y la mitad de los invitados que ignoraban la razón oculta de tan fastuosa fiesta, que era el crear un ambiente mágico, (según la señora Maxwell. A ella le iban todas esas cosas románticas.) Se quedaron de piedra - no eres la gran cosa
-¿perdón?
-¿qué parte no entiendes, tonto? - le reto aun con su seriedad - desde hoy estamos comprometidos. Esta es nuestra fiesta de compromiso, Duo - recalco el nombre dándole dramatismo al asunto. Solo por el gusto de torturar al hombre - que mal novio eres Duo. - le reclamo con tal suavidad que cualquiera pensaría que estaba ablando del clima para ir a pescar (claro, menos su abuelo) - tengo sed. Y tu les has estado ofreciendo a todas estas damas una copa de champage y a mi nada - Mizaki sabia reconocer los celos de su nieto
-¡¡¡¡MADRE!!!! - grito Duo escandalizado
-te dije que mi nieto estaría feliz con tu hijo - río Mizaki
-y yo te dije que el habiente hace milagros. - acepto la señora
Duo golpeteaba con uno de sus dedos su pierna y esta zapateaba el suelo, su mano aguantaba el peso de su cabeza. La imagen de por si era graciosa para Heero. El hombre estaba tan ofuscado que sus modales terminaron en el suelo. Las piernas abiertas mas de lo normal y una cara tan fastidiada que a cualquiera hubiera ofendido. Pero Heero no era un cualquiera: él seria el esposo de ese hombre que parecía no tener repentinamente lengua.
La actitud infantil de Duo divertía a Heero. Este ultimo tomando de su té aligerado por unas gotitas de un buen Güisqui , ocultaba la enorme sonrisa que quería salírsele en una mascara de indiferencia. Después de todo, Heero se acostumbró a nunca demostrar lo que le pasaba abiertamente. Cosa que sabía agradecer. En mas de una ocasión quiso reventarle la cara a varios tipos que se creían que era poca cosa y supo disimularlo con una conveniente invitación a cenar para cerrar un buen negocio.
Duo no podía creerse que su madre le aya concertado un matrimonio y ¡con un Doncel! Si hubiera sido mujer seria estupendo. Aunque Heero no estaba nada mal. Sin duda un partido joven. Con esa magnificencia que resplandecía de alguna manera detrás de su espalda. Podría jurar por momentos que la imagen de Heero brillaba contra la luz. Dejo a su imaginación volar un poco. ¿Cómo serian sus hijos? Si, Heero tenia unas caderas anchas y bien proporcionadas, perfectas para parir sin tantas complicaciones ¿qué como lo sabia? Su madre solía fijarse en todas las caderas de sus citas, de hay a que aprendiera que mujer pasaría el primer examen de su madre. “júntate con una zorra que al menos de un buen heredero y no solo se beba la fortuna Maxwell”
Heero pasaba el primer examen con facilidad.
Luego detallo las largas falanges de esas manos delicadas. De seguro tocaba algún instrumento. Eran tan suavecitas al tacto y a la vista. De seguro que se dedicaba al violín o al piano. Las uñas estaba tan bien cuidadas que serian la envidia de cualquier mujer. Con eso Heero pasaba el segundo examen de su exigente madre “tiene que lucirse en las fiestas que de conmigo. Duo, ella tiene que tener un oído cultivado. Mis nietos no pueden no tocar un instrumento. Además que me relajaría tenerla tocando para mi” seguro - pensó Duo - si la quería para que le sirviera de concertista personal.
Y Heero le confirmo que era el piano el que tocaba. Volvía a pasar.
Y los ojos de color. “hijo, a mi me escogió tu padre por tener las orbes violetas. No permitiré que te juntes con alguien que tenga los ojos muertos. Esa tipa debe de tener un par de joyas brillándole incluso en un funeral” y si, Heero pese a esa afilada y seria mirada que pretendía y de seguro lograba congelar el infierno: eran dos zafiros que robarían suspiros a donde fuera. Su hijo saldría bien ganón sin dudas. - suspiro Duo - ya fueran violetas o cobalto, ya que estaba seguro de que su hijo seria castaño - imposible que fuera de otro color - seria una belleza.
Heero a ojos de su madre: era el consorte ideal.
Y viéndolo genéticamente, así era. Pero en cuanto a la personalidad tan......arisca, Duo tenia fuertes dudas sobre la convivencia.
-¿terminaste de revisarme? - Duo agito con violencia la cabeza afirmándole. Sintió vergüenza por ser atrapado babeando - que grosero. Si quieres abro la boca para que cheques mi dentadura.
-no es necesario - se apresuró a afirmar - no quería que te sintieras incomodo. Es solo que en la fiesta no pude verte bien. Estaba tan sorprendido por la noticia que salí corriendo prácticamente de allí. - y arrastraste a tu señora madre, pensó Heero - no todos los días te enteras que te casas. No me advirtieron nada. Perdona si te hice sentir mal. No quería que pensaras algo que no es. Eres guapo, divino. Si es que fuéramos en la calle y te encontrara paseando te diría: ¿te dolió la caída? - Heero arqueo una ceja. Definitivamente su esposo era un tonto - perdona otra vez. Claro que no andaría por allí como si nada. No te ofendas. Trataba de hacerte un halago - y un parlanchín, anotó Heero. - mira no se desde cuando sabes que ... bueno, nuestros padres estuvieran maquinando esto
-Duo
-¿si?
-cállate - le exigió y Duo se callo por reflejo - ¿siempre hablas sin pararte a respirar?
-cosa de familia - rió de buena gana. Ya estaba mas relajado. Bien, Heero tenia un ácido sentido del humor, pero podía bromear a medias. - mi padre era quien podía hablar por cinco minutos seguidos. Madre siempre traía cerca de ella unas aspirinas. Siempre se quejaba que no podía estar con padre por mas de dos horas sin necesitar cuatro pastillas. Cosa graciosa, ya que madre es muy posesiva y nunca soltaba a padre por mas que se mareara con su perorata
-Duo
-¿si?
-¿no tienes unas aspirinas?
Duo supo que debía de confiar mas seguido en su madre. Heero enserio que era agradable y trataba de no exigirle nada. Solo dejaba pasar las cosas. Contestaba con sinceridad y pese a que se podían tomar sus comentarios de mala forma: personalmente los encontraba divinos.
Estaban en el hospital. Lastimosamente Duo no había podido asistir al parto. Heero aguanto todo lo que pudo, con el argumento - gritándolo al aire - “ningún hijo nace dos veces. Mi esposo debe de estar presente” pero los doctores se lo negaron. Él bebé venia de mala forma, ya que se estaba enredando con el cordón umbilical. El sufrimiento fetal seria peligroso aunque fuera por unos minutos o un par de horas.
Heero reposaba tras la cesaría. Duo le sujetaba la mano temblorosa. Llevaban dos años de casados y a un hijo. Junto con la agridulce noticia de la incapacidad de Heero para volver a embarazarse. Lo que hacia sentir al Doncel aun mas culpable por no poder aguantar más tiempo. Le pedía silenciosamente perdón a su esposo. En cambio, Duo le llenaba de besos la mano y la frente, le decía un montón de palabras dulces y amorosas, tan empalagosas que Heero se juro no comer dulces en un año.
Su hijo estaba gorgojeando en el cunero que el hospital les dejaba al lado de la cama. Ese pequeño no tenía nombre. Ambos quisieron esperar hasta tenerlo en los brazos para saber cual era el mejor nombre. Así no se equivocarían.
De repente Duo se dio cuenta que su hijo no estaba respirando. Llamo a los médicos tan rápido que Heero capto lo que sucedía ya hasta que los matasanos estaban aglomerados en su cuarto y ellos apenas podían ver las maniobras que le hacían al diminuto cuerpecito que se movía cual trapo entre tantas manos. Duo lo apretó con tanta fuerza que mas tarde tendría marcas moradas en los hombros.
Fueron los tres minutos mas largos de toda la vida de la pareja. En cuanto el llanto de la criatura salió forzado de la lastimada garganta por las intubaciones que se la abrían; Heero no aguanto su silencioso llanto. No aguantaría perder a su bebé. Por el contrario de Duo que era tan escandaloso como el solo.
-gracias Heero, mil gracias - le decía. Las tibias lagrimas se las embarraba a su Doncel por frotar con tanta pasión su rostro en el otro mas pequeño - me has dado a mi hijo. Nos diste a Treize. ¡Heero pude ver a mi hijo nacer! ¡Pude ver su lucha para permanecer en este mundo, aquí: junto a nosotros! Gracias, gracias, gracias. Me haces el hombre más feliz Heero.
-tonto
-gracias Heero.
-tonto - Heero podía seguir diciéndolo, pero él estaba igual que su marido. Lleno de alegría y al borde de la locura por saber que eran padres. - me he equivocado
-si que lo has echo amor- le beso en la boca . Heero ya se había a acostumbrado a esa extraña compenetración que tenían. Pensaban las mismas cosas. Y podían comunicarse con gestos....sin palabras, sin muecas. Bastaba verse para saber que pasaba por esa cabeza - el gran Heero Yui se a equivocado, esto debe quedar para la posteridad. Un hijo es capaz de nacer dos veces
Cinco años después
-Heero dime que me amas - demando Duo en la oficina
-que molesto - Duo le quito los papales que tenia en la mano - ¿qué? - inquirió Heero con un mal presentimiento bulléndole en la sangre.
-dime que me amas
-dame ese contrato Duo. Debemos ver que es lo que Criatura Celestial pretende con este prototipo. Estoy seguro que podemos sacarle mayor provecho. Solo hay que...
-dime que me amas - dijo serio
-dame esos papeles - demando
-Heero
-no sé que es lo que se te ha metido en la cabeza - Heero se paro de su silla y trato de zafarse del enorme cuerpo de su esposo que le impedía la salida - anda, déjame salir
-Relena le dice a Trowa que lo ama en público
-Lena lo hace porque así es ella. Así le gusta
-no es justo Heero - y le hizo un curioso mohín. Cuando pasaba eso, Heero se sabía con dos niños en su vida. Pese a que Treize ya tenia cinco años, era igual de maduro que su padre....es decir, era mas comprensivo.....estaba mintiendo. Ambos se complotaban en su contra. Y para comprobarlo Duo le puso el celular en la cara - es tu hijo
-no se para que un niño de cinco años; que solo sale al jardín de niños: ocupe un celular - se quejo pero atendió - ¿si cariño? ¿Pasa algo con tu miss?
-dile a papá que lo quieres Ada - y hay estaban nuevamente, ambos en complot para sacarle una confesión. Esos dos deberían dedicarse a ser detectives
-se lo diré
-que yo te escuche Ada
-no Treize. Si se lo digo, será a mi forma. Ten un bonito receso hijo - y le colgó
-estoy esperando He-chan - y Heero solo se sonrojo. Frunció su boca y beso en la mejilla a Duo. El pelilargo sonrió ampliamente. Tan enorme que Heero sabia que fue una pésima idea no esperar hasta llegar a la casa - eres tan tímido
-cállate
Duo lo tomo por la cintura, apretando ese cuerpo suyo. Besando el cuello que se retorcía gustoso por la atención recibida. Era cierto, estaba celoso de Trowa, pues este siempre era el objeto del amor publico de Relena, muy por el contrario de Heero: ya que este siempre esperaba hasta llegar a casa. Y ni hay se podía liberar.
Gracias al cielo, que con los años, ya Heero se atrevía a decirle muy a su manera que lo amaba. ¿Cómo? Pues dejándole hacer a su pleno gusto.
Heero le regalaba las miraditas más apasionadas, entre los juegos de succión al que sometía a la sensible piel. La epidermis se tornaba roja por las mordidas, lamidas, y besos que le prodigaba. Heero le pedía con suaves gemidos tímidos; sin importar lo mucho que habían pasado juntos, Heero seguía tímido a sus propias reacciones; que le siguiera besando, que le tragara por completo. Técnicamente le suplicaba con esas diminutas formas que lo anhelaba. Heero no podía conciliar la idea de que su propio cuerpo sintiera tanto placer, uno obscenamente amoroso, pero que se consumiera entre gritos y gemidos, en el intercambio de fluidos.....Heero todavía, seguía considerando que hacer el amor era una situación muy sucia. Por eso Duo tuvo que aprender, que esas mínimas muestras de afecto, eran las más grandes muestras que lograría obtener.
Duo no podía volver a besar la boca que tanto amaba, si es que prefería antes lamer hasta el hartazgo el miembro de Heero, que punzante y morado, que tan ansioso por liberarse: se erguía entre los dos vientres que se frotaban en el vaivén de la danza. Pero Duo respetaba las exigencias de Heero. Del oriental que era su esposo, su compañero, no una italiana. Por lo que ateniéndose a los constantes peros, seguía amándolo.
Sin embargo, Duo supo inmediatamente que Heero realmente le iba a probar lo mucho que lo amaba. Ya que, el castaño, con toda y la pena o el orgullo, lo que fuera que impulsaba a Heero a tener el valor de acariciar el falo goteante de Duo entre sus manos pequeñas, para conducirlo a la boca y de hay iniciar el tímido lameteo: fue suficiente. La imagen de su amado a cuatro puntos, de tener esas calientes piernas, duras y finas separadas para mantener el equilibrio, con la fina curvatura de la espalda para no perder al miembro que gritoneaba ya sentir el otro interior de Heero, le saco un bronco gemido a Duo. La excitación fue creciendo. Heero no era inocente, pero esa boca si que lo era. Le decía con luces de neón, que era su primera vez abriéndola tanto para meterse el enorme miembro que en mas de una ocasión lo hizo llegar al paraíso y regresar a sus brazos echo pedazos; las comisuras de la boca que se agrietaban felices por darle algo a Duo, que bien recibido fue en el pasado, aunque fuera entre quejas y queja ; iniciaba a abrillantarse con el liquido preseminal que salía adiamantado su paso.
Heero trataba de recordar como Duo se lo hacia. Le lamió la base, los testículos. Sintió el bello cosquillearle los labios y desprendiendo un fuerte aroma. Gozo del semen bajando por su garganta, ya que la punta llegaba a su pared bucal y Duo ya no aguantando ser solo un mero observador (muy bien atendido, eso si) deslizo uno de sus dígitos en el recto de Heero, que lo succiono de inmediato.
Heero podría decir misa, podría fingir ser un bloque de hielo y el ser más frígido que existiera ; pero Duo se sabia poseedor de un cuerpo caliente y deseoso, que en la intimidad, entregaba más que cualquier criatura amante. Heero se lo demostraba siempre, y era mucho más de lo que cualquiera podría jactarse de tener en su poder.
Heero termino por ser volteado, gracias a los fuertes brazos de Duo. Duo coloco en una posición cómoda a su esposo, y le penetro sin mayor preparación; Duo se deleito con los roncos gemidos que Heero desprendía de su garganta. Casi podía saborear con la yema de sus dedos la piel excitada. Heero hacia un gesto tan erótico ¡que tuvo que apretar su propio pene un momento, cuando se salio por completo del interior de Heero, para cortarse el orgasmo. Deseaba terminar junto con Heero y no antes. ¡Cosa dificilísima! Heero apretaba delicioso, Heero ponía una carita de por demás suplicante....su Heero era insaciable, y ahora con el reto de demostrarle lo mucho que es correspondido en amor, Duo lidiaba con una maquina de sexo recién aceitada que le demandaría un tiempo mayor al acostumbrado.
De repente, ya no fue tan buena idea el pedirle a su hijo intervenir.
A las afueras de la oficina, las secretarias se sonrojaban felices por entender que sus jefes eran unos simples hombres más. Que su vida iba perfecta o al menos, si tenían problemas, el asunto no tendría nada que ver con la cama. La fidelidad a leguas se notaba.
-creo que por ahora el señor Yui no se encontrara disponible. -dijo Retel - hay que decir que ha salido a una reunión.
-me encantaría que nos pagaran por inventarnos las excusas - dijo clarissa - mira que soy muy buena
-la experiencia, amiga mía, la experiencia. -se burlo Retel - será mejor decirle al señor Barton que el jefe no podrá atenderlo. Él si se merece saber la verdad. Ya sabes, con lo buen amigos que son.
-cierto. Él sabrá comprender.