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ESPEJISMO por Mise_Hanakotoba

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El último año de colegio estaba por comenzar, era nostálgico recordar que fue en un parpadeo cuando todo le llevó hasta este día; nostálgico y triste a la vez, pues sus recuerdos no le transmitían algún tipo de calidez. Quizá lo único que podría valorar como algo significativo, serían aquellos chicos que ahora eran sus amigos, todos muy contrarios a él, pero por los cuales guardaba real afecto.

    Incluso Reita, el más cercano de los demás a su persona, él no era capaz de comprender la dimensión de su soledad, aunque siempre le mostró apoyo incondicional.

    Sus más profundos secretos siempre estuvieron resguardados en su interior, golpeando duramente contra su pecho queriendo salir a flote, pero sin lograr hacerlo. Los demás, Kai, Uruha y Aoi a penas si le conocían, pero no por esto les tenía menor afecto, quizá sólo menos confianza y no por causa de aquellos, sino de sus inseguridades propias de un chico solitario, el cual fue desde que tenía memoria. Ellos eran distintos, Kai un chico alegre, serio y responsable cuando debía serlo, hace algún tiempo mantenía una relación con Reita, una pareja discordante, pero realmente adorable cuando se lo proponían. Uruha era mezcla extraña de mil elementos, se conocían de mucho tiempo atrás, sabía del pasado desolador del chico, por eso mismo admiraba su fuerza para continuar adelante; aquella sonrisa que mantenía incluso en los peores momentos, su semblante y actitud sensual, era maravilloso.

    Y entre ellos también se encontraba Aoi, su amor imposible, el chico perfecto, aquel que podría haberlo hecho subir al cielo en incontables ocasiones, pero que no hizo más que causarle tanto dolor a lo largo de aquellos años. No le tenía resentimiento alguno, incluso ahora podía verlo como un amigo. Aquel pelinegro amigo, era ahora novio del castaño de Uruha, una relación que inició justo cuando Ruki, creía que tenía alguna oportunidad con el otro. Toda esperanza se desvaneció cuando les vio llegar al colegio con sus manos entrelazadas, a partir de ahí las cosas se volvieron tan grises como lo habían sido desde su infancia, un color que no le era desconocido, pero del cual hubiera no querido saber nada.

    Estaba fuera del colegio, nadie más le acompañaba, la mala costumbre de llegar temprano, justo este día, las arboles de cerezo que adornaban la fachada de la escuela, parecían incluso más hermosos y con mayor luz que él en toda su vida, el vacio en su interior era insoportable, pero no podía deshacerse de ello. Los primeros días siempre nos hacen pensar en nuevos comienzos, nuevas oportunidades, en su caso el primer día de clases no iba más lejos de ser la continuación de su insignificante vida.

 

    Estuvo tan concentrado mirando aquellos arboles, mientras su interior gemía dolorosamente, que cuando Reita llegó a su lado no lo notó, incluso no lo hizo cuando el mismo le llamó en repetidas ocasiones, fue hasta que este le golpeó con suavidad en la nuca que supo que ya no estaba solo. Volteó y si ahí se encontraba el otro con una expresión de molestia en el rostro.

-              Con un demonio, estás cada vez peor ¿Tengo que golpearte siempre para atraer tu atención?

-              Ni te atrevas a repetirlo, te aprecio, pero si me sigues golpeando no respondo de mis actos. – respondió con una sincera sonrisa en su rostro, hablar con aquel siempre le hacía olvidar un poco. -  Sólo estaba un poco distraído, pensando en que este será nuestro último año aquí. No sé qué haré después…

Pudo haber continuado, pero Reita un poco cansado del mismo discurso desde hace ya tres años, le detuvo.

-              Ya para con eso, ¿Podrías al menos esforzarte este año por hacer algo bueno de tu vida? Ruki, no es cosa sólo de los demás, si quieres algo bueno, comienza contigo, además olvida lo que vendrá después, vive el hoy.

-              Para ti es fácil decirlo… - iba a continuar, pero sabía que había cometido un error, el otro sabía a qué se refería cuando decía algo como eso. –

-              No es fácil y no sabes ¿Aún amas a Aoi? ¿Es eso lo que no te deja seguir?

-              ¡No! – gritó – ya no me gusta, y por favor ya no digas esas estupideces, alguien más podría escucharte.

    Su molestia era real, pues su tono de voz lo dejó ver con claridad, se había esforzado enormemente para que nadie notara sus sentimientos. No quería causarle daño alguno a Uruha o Aoi, sobre todo el primero, pues este no merecía saber algo así. De sólo imaginárselo le causaba horror, seguro el castaño no reclamaría, pero si estaría decepcionado al saberlo. Su conversación fue finalmente interrumpida cuando las puertas del colegio se abrieron de par en par para dejarles ingresar, pudo observar como algunos estudiantes ya lo hacía ¿Cuándo habían llegado más personas? No lo sabía y no le interesaba. Ambos chicos al igual que los otros siguieron su camino dentro del lugar.

   Intercambiaron horarios, gracias a esto supieron que tenían la misma clase ahora mismo, comenzaron a especular con respecto a quien sería su profesor, Reita sugirió uno en especial que por supuesto el otro desconocía. Sus pasos le llevaron al salón de clases y después de acomodarse sobre el cual sería su asiento por todo aquel año, se dispuso a dormir un rato, no estaba interesado en continuar cualquier conversación, el caso opuesto de Reita, quien siguió hablando con una insistencia considerable.

-              Kai y Aoi también tienen estas clase con nosotros, no tardan en llegar –

    Aquello había atraído ligeramente su atención, utilizó ambos brazos como almohada sobre la cual reposar su cabeza, mientras veía con desanimo hacia la ventana, sabía que en cualquier momento le vería pasar frente a ella, su corazón latiría fuerte y dolorosamente. El primero en llegar fue Kai, quien hizo que su otro amigo le dejara de prestar atención. Un suave suspiro salió de entre sus labios cuando la figura tan conocida de Aoi paso frente a sus ojos, su mirada brilló ligeramente por ello, una pequeña sonrisa apareció en sus labios, pero cuando vio quien seguía al otro todo aquello desapareció.

   Parecía como si observara una puesta en escena, Aoi caminó rumbo a la puerta del salón, pero Uruha le detuvo antes de que lo hiciera, le sostuvo ambas manos tirando de ellas para que sus cuerpos se juntaran. Loa brazos del primero rodearon la cintura del otro, sus frente se unieron y sólo unos cuantos segundos después eran sus labios los que se fundían en un apasionado beso. El dolor en su pecho se hizo más profundo, pero luego desapareció, una sombra que pasó detrás de aquella teatral pareja llamó su atención.

   Siguió aquella sombra hasta que esta se reveló cuando entró al aula, un hombre mayor, de cabello castaño medianamente largo, con gafas negras como el resto de su ropa, jeans ajustados, una playera y una estola también, usando botas para terminar el conjunto. Aquel hombre brillaba, tanto como su sonrisa, la cual le dejó ver a los estudiantes de inmediato. Sabiendo su posición todos tomaron asiento, mientras Ruki no podía dejar de mirarlo, era asombroso, brillaba por todas partes. Su andar felino y sensual, era inevitable concentrar su atención aquel hombre.

    Nunca había visto a alguien que iluminara alguna habitación de aquella forma, era grandioso, pensó que sería grandioso ser o estar cerca de alguien como él. Fue de nuevo un golpe contra su nuca la que le trajo de vuelta.

-       Comienzo a creer que es el único modo de traerte de vuelta. –

Una sonrisa burlona adornaba el rostro de Reita y sólo entonces fue que vio a Aoi sentado al lado de este mismo. Pero su presencia no le causó mayor problema, le dedicó una suave sonrisa a todos sus amigos y dirigió su mirada de nuevo a al que ahora sabía era su profesor, pues este le pareció sumamente cautivante.

-       Buenas tardes, chicos, este es el curso de filosofía, soy Yoshiki su profesor asignado. 


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