El hilo rojo de la vida
—¡Vamos!—dijo jalando el brazo de su acompañante.
—¡No! —respondió el otro agarrándose con fuerza del marco de la puerta de su habitación.
—¡Por favor! ¡No seas nena Sasuke-teme!—el azabache volteo a mirarlo furibundo, esta vez realmente se había pasado—¿Sasuke?—cuestionó Naruto un tanto tembloroso al ver la cara del otro.
—¿A quién llamaste nena? Usuratokanchi—dijo el pelinegro.
—Yo, este…—comenzó a rascarse la cabeza nervioso.
El Uchiha estaba a punto de aventársele encima y golpearlo, esta vez sus palabras había ido muy lejos, pero justo en el momento en que su puño se dirigía a la cara del rubio, una voz los interrumpió.
—Ya veo que se están divirtiendo, eso me alegra chicos, que se lleven tan bien—habló una voz femenina.
—Vamos Tsunade-sama que esto de bien no tiene nada—inquirió su acompañante.
—¿Shizune acaso no te das cuenta? Hacen falta amistades de estas, donde se muestra quien manda—comenzó a reír la rubia.
—Sí, sí como sea abuela Tsunade, ¿A qué ha venido?—preguntó el rubio.
La rubia lo miro enojada, fue acercándose a él hasta tenerlo lo suficiente cerca como para propinarle un buen golpe, en cuanto la distancia fue bastante estrecha, la mano de la mujer fue a dar contra la mejilla del joven propinando un buen golpe, dejando así al rubio con una marca roja en aquella parte de su rostro.
—¡Tsunade-sama!—dijo Shizune a manera de regaño.
—¡¿Qué?!—preguntó alterada la recién nombrada.
—No está bien que trate así al joven Uzumaki—respondió la pelinegra.
Por otro lado se encontraba Naruto sobándose la parte afectada mientras susurraba cosas para sí mismo, a su vez Sasuke se encontraba de nueva cuenta en su cama sentado leyendo y dejando fuera esa tonta situación.
—Está bien, está bien ya entendí—la mujer se dio la media vuelta dejando sólo en la habitación a la pareja de azabaches y al rubio.
—Uchiha-kun—habló la chica para llamar la atención del pelinegro, el cual giró su cabeza para encontrarse con los ojos azabaches de ella—Hoy será el último día de una exposición de arte en el centro, ¿No quisieras ir?—el chico volvió la cara al libro—Bueno si llegas a cambiar de decisión, aquí te dejo la dirección—dejo un pequeño papel al lado de él y salió del lugar sin antes dan una reverencia.
—Hmp—bufó.
—Deberías ir Sasuke-teme, es más si quieres te acompaño—sonrió el Uzumaki mientras se acercaba y tomaba el papel.
—Si no pensaba ir, ahora con tu compañía menos voy.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
El lugar estaba lleno de gente, había muchos colores por doquier, formas extravagantes, pero finas, formas hermosas, formas que llamaban a ser contempladas, formas únicas, formas que capturaban una sonrisa, la naturaleza, el amor, en fin todas aquellas pinturas expuestas en aquella explanada daban mucho que hablar, era un espectáculo único.
—¡Wow! Esto realmente es genial, ves, y tú no querías venir Sasuke-teme—dijo el rubio mientras sonreía.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
—¡Déjame tranquilo!—se quejaba el azabache mientras el rubio lo apresaba contra la cama, posicionándose encima de él.
—No hasta que aceptes ir—respondió el rubio comenzando a hacerle cosquillas a Sasuke.
El moreno se retorcía debajo del cuerpo del otro, ya que aquello era demasiado para él, no sólo tenía que contener la risa, si no también que tenía que intentar zafarse del agarre al que lo tenía condenado el mayor.
—¡Vamos Sasuke!—mientras seguía haciéndole cosquillas al otro.
—¡Pa…Para!—habló con dificultad.
—No lo haré hasta que aceptes—siguió con su trabajo haciéndolo más rápido y por mayores partes.
—Es…Esta B…i…en—Naruto al oír eso sonrió triunfante y dejo al ojinegro tranquilo, dejando que este recuperara el aire, por su parte el se acostó a su lado.
—Sasuke-teme—el aludido volteo mientras seguía tratando de normalizar su respiración—¿Puedo pedirte algo?
—¿Qué?—dijo en un soplido.
—¿Podrías ponerte esto?—saco de la bolsa de su bata un hilo rojo, el Uchiha miro sin comprender—Tan sólo póntelo y te lo explicaré—le extendió el hilo y el otro lo tomo.
—¿Qué gano yo con esto?—preguntó observando aquel objeto.
—Tu vida—contestó sonriendo.
—¿Mi vida?—preguntó con sarcasmo—Mi vida se va a acabar, esta cosa no me sirve para nada, así que quédatelo, no quiero esta porquería—dejo el hilo sobre el pecho del ojiazul.
—Así es tu vida Sasuke-teme—los ojos azabaches miraron a los azules—Es corta, delgada y frágil, pero a la vez gruesa y fuerte, quiero que ates esto a tu muñeca y durante todo el tiempo que lo tengas lo vamos a ir quemando poco a poco, y cuando ya no quede nada de la parte sobrante, tu vida habrá acabado, pero la acabaremos bien.
—¿Acabarla bien?—el rubio se sentó en la cama y tomó la muñeca derecha del otro y amarró el hilo.
—Sí, porque cada día haremos algo especial, algo que quieras hacer, no vas a acabar tus días encerrado en una habitación de hospital, vamos a aprovechar todo lo que nos quede de tiempo, este será tu hilo rojo de la vida.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
Fue así que Naruto había terminado por convencer a Sasuke de ir a la galería de arte.
—Sí, realmente es sorprendente—agregó Sasuke.
Ambos jóvenes comenzaron a caminar por la plaza viendo todos y cada uno de los cuadros, peleando de vez en cuando porque encontraban apreciaciones distintas de las imágenes, desesperándose por la idiotez de uno, y por la terquedad del otro, las personas a su alrededor reían por las escenas que llegaban a armar por una simple expresión de arte como aquella, al terminar de ver todas aquellas pinturas decidieron ir a un pequeño establecimiento que se encontraba enfrente de la plaza para comer algo.
—Bienvenidos a Hebi, pueden tomar asiento y en seguida uno de nuestros meseros irá a tomarles la orden—dijo un joven de estatura mediana, ojos verdes y cabello castaño, piel morena clara, llevaba una camisa azul marino y un pantalón negro de mezclilla, junto con unos zapatos negros, por su parte el azabache y el rubio siguieron las instrucciones y fueron a sentarse a una mesa cerca de un gran ventanal por donde podía verse la exposición.
—Buenas tardes, yo seré su mesera, mi nombre es Niki y cuando quieran puedo tomar su orden—habló una joven de cabello rubio largo hasta la cintura ondulado, su tupé acomodado hacía la derecha, de hermosos ojos azules rey y de piel blanca, llevaba puesta una blusa roja de manga mediana, unos jeans y unas balerinas rojas.
—¡Yo quiero un ramen y una soda por favor!—dijo el rubio sin siquiera ver el menú.
—Claro como guste—la joven sonrió mientras anotaba en su libretita—¿Y usted?—preguntó mirando al azabache.
—Yo quiero un omelette con champiñones y jugo—contestó.
—Muy bien, en un momento traigo sus ordenes—la joven dio media vuelta y se perdió en la cocina.
La comida paso en calma mientras los chicos conversaban, peleaban, uno bromeaba, el otro se enojaba, se vengaban uno del otro, al final de esta, el ojiazul fue al baño por lo que dejo al Uchiha solo en la mesa, la chica que los atendía llegó y recogió los platos y los vasos.
—Parece que te gusta leer—dijo captando la atención de Sasuke—Bueno, es que, he notado que has estado leyendo la mayoría de los anuncios.
—Sí, me agrada leer—contestó con frialdad mientras volvía su mirada al ventanal.
—A mí también me gusta mucho leer, es un pasatiempo muy interesante, que te parece si hablamos un poco sobre lo que hemos leído, mi turno acaba de terminar, ustedes eran la última mesa que atendía, ¿Te parece?
—Vengo con él, y no creo que a él le interese mucho la clase de conversación, así que, creo que no se podrá—el problema realmente no era ese, si no que no quería hablar con aquella chica, le parecía bastante superficial.
Por su parte Naruto salía del baño, cuando vio la escena, aunque en un principio pensó que hablaban sobre la cuenta, luego cayó en cuentas que era algo más que eso, y en su rostro se formo una sonrisa maliciosa, llegó a la mesa y los otros dos se le quedaron viendo.
—Bueno, comprendo, quizás sea en otra ocasión—dijo la rubia dando una sonrisa un tanto forzada ante el rechazo.
—¿Qué pasa?—preguntó el rubio.
—Nada, sólo quería dar una vuelta con él para platicar sobre nuestros gustos literarios, pero parece que no podría ser un tema de conversación entre los tres.
—¡Oigan! Pero eso no es problema, ustedes vayan, yo andaré de ocioso por ahí, préstame tu celular—la chica le dio su teléfono y él comenzó a teclear—Mira este es mi número, cualquier cosa que necesites, me llamas, ya que estoy al cuidado de él, bueno Sasuke-teme nos vemos a las 6 en la galería, no llegues tarde—el ojinegro lo miro con odio, pero Naruto lo ignoro, se fue a la caja a pagar la comida y salió del lugar.
—Bueno, yo, iré a dejar esto, ahora vuelvo—dio media vuelta y fue directo a la cocina, por su parte Sasuke quería irse, pero prefirió quedarse, ya buscaría la forma de vengarse del Uzumaki por aquello.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
El rubio se encontraba en una tienda de videojuegos, buscaba entre las novedades haber si encontraba algo que llamará su atención y mereciera que su dinero fuera gastado, de pronto uno de ellos llamo su atención, lo tomó y lo llevó a la caja para que lo cobraran, mientras el tipo que atendía la caja hacía el registro de la compra y lo guardaba en la bolsa, el celular del rubio comenzó a sonar, tomo el aparato y vio el número, era desconocido, quizás era la mesera de aquel restaurant.
—Bueno—contestó mientras sacaba el dinero de su cartera para pagar.
—Naruto, yo, Sasuke, no sé—la voz de la chica se escuchaba aterrorizada y a punto de quebrarse.
—¡¿Qué pasa?!—preguntó el chico comenzando a entrar en pánico, el tono de voz de ella no era para nada conciliador.
—¡No sé! Íbamos platicando y de pronto se empezó a sentir mal, comenzó a respirar con mucha dificultad y se desmayó, Naruto estoy nerviosa, no sé qué hacer.
—¡¿Dónde están?!
—Cerca de la fuente Suna.
—No te preocupes, voy para allá—dicho esto colgó y se echo a correr lo más rápido que pudo, sin duda aquello era un ataque por culpa de la leucemia.
Llegó en poco tiempo al lugar, no era demasiado lejos de donde estaba, pudo divisar a la rubia llorando mientras trataba de hacer reaccionar al pelinegro pasando insistentemente un pedazo de papel por su nariz, se acercó a ellos.
—¡Naruto! ¡Dios no sé qué hacer! Intente despertarlo con un poco de alcohol que traía, pero no pasa nada—comenzó a llorar con más fuerza.
El rubio se agachó hasta donde estaba el azabache, tomo su muñeca y colocó su oído al corazón de este, el resultado fue desolador, no había…nada.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
El solía decir que la vida no era más que un juego cruel, donde siempre nos tocaba perder…