Regalo de navidad por Wina123

Me dejo caer encima de un puff que está en la sala de maquillaje. Y otra vez mal. Seguiremos el día 26, dicen. Bueno, por mí genial si no tengo que bailar una vez más, me duele todo. Ahora mismo lo unico que me apetece es llegar a casa y dormir pero no me siento con fuerzas para levantarme de este comodo, comodo asiento. Se me cierran los parpados.

Me despierto en una cama. Mí cama. No recuerdo cómo llegué aquí.Noto un peso que me oprime. Giro lentamente mí cuerpo y aparto los delgados brazos de encima mío. Y quedo frente a frente con él. No me extraña. No es la primera vez que terminamos así, y espero que no sea la ultima. Le beso en la frente y el se remueve y me suelta del todo. Le miro. Unos pocos rayos de sol le alumbran la cara y no puedo evitar pensar en lo guapo que se ve de esta forma.
Y todas las dudas me asaltan de nuevo. ¿Está esto mal? ¿No es demasiado arriesgado? ¿Me quiere? Sacudo la cabeza para quitarme esos estupidos pensamientos. Sobretodo ese ultimo, a cuya respuesta positiva quiero aferrarme para negar las otras dos.
Me levanto de un salto y me siento bastante más agil que la noche anterior. Miro el reloj y observo que ya son las doce y cuarenta del mediodía. No esucho un solo sonido, así que llego a la conclusión de que los demás estarán dormidos o habrán salido.
Bajo las escaleras de nuestro duplex y en el salón veo algo que me hace sonreir. Taemin duerme en el sofá mientras en la televisión retransmiten un programa navideño. Siempre se pone así por estas fechas.
Y eso me recuerda algo. ¡Hoy es día 24!
Tuvimos que trabajar el día 23, para un programa especial de año nuevo que se va a emitir el día 31, pero la parte del baile, no se muy bien porqué, se nos encalla.
Considero que es hora de ir despertando a los demás y zarandeo al obvillo tapado por dos mantas que tengo delante y le ordeno que suba a despertar a los demás.
Murmura algo que no consigo entender y, cúal zombie, se dirige hacía el baño de la planta inferior.
Abro la nevera y observo su contenido. Luego la vuelvo a cerrar y subo al piso de arriba. Me doy una ducha corta y al salir, con una toalla atada al rededor de la cintura, otra en el pelo y tiritando de frío pero haciendo caso al rugido de mi estomago, llamo a un puesto de comida rapida para que nos traigan algo para comer. Es demasiado tarde para tener en cuenta el desayuno.

Taemin nos ha movalizado a todos. Sin saber muy bien porqué, y vestidos con esos "trajes de camuflaje de famosos estilo diva de los 80" que siempre me han parecido una soberana chorrada, paseamos por las calles iluminadas de Seul. Ya se ha hecho de noche y no puedo evitar pensar que es un paisaje muy romantico. Key camina a mi lado. Al otro, Onew. Minho se ha parado a mirar el escaparate de una tienda y Taemin ha entrado en otra, para buscar regalos. Estamos en una plaza enorme con el tipico árbol lleno de ornamentos en el centro y de arriba del todo hacía las fachadas de los edificios van rengleros de luces rojas.
Al rededor de este hay bancos rojos y blancos. Onew termina entrando en otra tienda y Key y yo nos sentamos en uno de esos.
Me distraigo observandolo. Sus ojos brillan bajo las luces y el fondo verde de las hojas del árbol le sientan genial.
— Ellos siempre hacen las compras el ultimo día. — comenta él con una sonrisa en la cara.
— ¿Qué? — pregunto yo, saliendo del ensoñamiento — Ah, sí. Ahora que lo pienso yo... — hago ademan de levantarme pero me siento interrumpido por las palabras de mi compañero.
— Toma — Empuja hacía mi un pequeño paquete. — Se que no es algo que...bueno...que los amigos se regalen, pero...¡Qué leches, a quien quiero engañar! Se que sientes lo mismo que yo, y que un regalo no hace daño a nadie ni encucia nuestra imagen, ni tiene que llevar a algo más pero...— No puedo contenerme. Estoy a dos centimetros o menos de él. Nuestras caras se rozan.
Y le beso. Aunque estemos en medio de una plaza llena de gente y muchos de ellos nos miren sorprendidos. Aunque a Taemin, que se acercaba con seis o siete paquetes en las manos se le acaben de caer todos al suelo. Aunque se que nos han reconocido y oigo el flash de las camaras de algun telefono. No me importa nada de eso.
— Y mi regalo...¿que me dices, de mi regalo? — contesto, sonriente, poniendome la pulsera con un corazón y nuestras siglas grabadas.