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PEQUEÑO EXPERIMENTO por casiinii

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Notas del capitulo: Siento que el capítulo sea tan corto, pero aquellos que ya me conocéis sabéis que esto solo es una pequeña introducción para situaros dentro de la historia.
Se me olvida...¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!! :D
Aun recuerdo aquel caluroso verano de 1999, yo contaba con unos escasos siete años. Como todos los años mis amigos dejaban Gongaga, el pueblo donde vivía, para irse a otro lugar de vacaciones. Yo sabía que ese verano sería igual a los otros, me encerraría en mi cuarto con aire acondicionado puesto y me dedicaría a jugar a la play horas y horas. Me equivoque. Mi madre había conseguido un trabajo de verano bien pagado en la gran ciudad. No es que el dinero nos hiciera mucha falta, vivíamos bastante bien y siempre nos sobraba para darnos algún que otro capricho, pero según ella empezaban tiempos malos y había que ser precavido. De todas formas el motivo no me importo, me hacía ilusión salir de Gongaga y conocer mundo. Y si ese mundo era la gran ciudad mejor que mejor. Y otra vez mis ideas eran erradas. Mi madre pensó que sería un verdadero estorbo en la gran ciudad, ella tenía que trabajar y no podría cuidarme. Si iba con ella solo significaría más gastos. Así que me toco ir a pasar mis vacaciones de verano con mi tío…el Profesor Hojo. Cosa que no despertó en mí una gran ilusión.
No penséis mal, yo quería a mi tío. Lo quería lejos de mí. Lo había visto solo un par de veces, en las reuniones familiares, era el hermano mayor de mi madre. Desde el primer momento en que nuestras miradas se cruzaron supe que no le caía bien, y por descontado él a mi tampoco. Mi padre solía apodarlo el Científico loco. Era un hombre frío y calculador, acostumbrado a mirarte con un deje de superioridad. Mi padre y él se llevaban muy mal, decir muy mal era quedarse corto. El día de su funeral él no se digno a aparecer, pese a que toda su familia estaba allí presente, mi madre, como era de esperar, salió en su defensa.
He de confesar que me resulto extraño que ese hombre aceptara cuidarme todo un verano, siempre había jurado que era inmune a las suplicas de mi madre. Sabía cómo era él e intuía que había algún motivo oculto tras esa aceptación. Pero ¿Qué podía hacer yo en aquel entonces? Era un crío de apenas siete años, al que su madre no solía tener en cuenta porque aun era muy pequeño para entender. Pese a todas mis quejas, rabietas, suplicas, lloriqueos… mi madre no cedió. Y como buen niño que era, y después de un par de tortas, acabe aceptando mi destino.
Pase todo el camino enfadado. Evitaba cualquier conversación con mi madre y hacía las cosas enfurruñado. El viaje hasta esa casa se hizo eterno. Pero quien me iba a decir que todo mi enfado se pasaría en cuanto viera aquel lugar.
Su casa era semejante a un gran castillo, según lo que me contaron después ese lugar había sido de verdad un castillo mi tío lo había comprado y luego reformado. Mi madre se paro frente al gran portón de madera y llamo repetidas. Un hombre uniformado salió a recibirnos y nos guió por el interior del castillo. Contrarió a lo que me había esperado el interior no estaba decorado como en castillo. Las paredes estaban pintadas de blanco y el suelo era de madera y mármol. Había pocos objetos en toda la casa. Mi tío ni siquiera se molesto en salir a recibirnos. El hombre que nos había abierto la puerta me condujo hasta, la que a partir de ahora, sería mi habitación. Y después de unas cuantas despedidas, por parte de mi madre, la condujo hasta la salida. Todo ocurrió verdaderamente rápido.
Los días empezaron a pasar, lentos. En ese lugar tenía que tener claras unas cuantas cosas. La primera, mi tío era un científico muy importante y bajo ningún concepto debía de ser molestado, si necesitaba algo se lo debía decir a los mayordomos. La segunda, tenía prohibido tocar o acercarme a los experimentos de mi tío. La tercera y última, debía respetar los horarios. Podría llegar a pensarse que era peor que ir al colegio, y pensáis bien porque era mucho peor. Pero todo cambio unos días después de llegar allí.
Me deje caer sobre la mullida cama. Eran apenas las siete de la tarde y todo el mundo en aquella casa dormía. No entendía esa absurda manía de su tío por acostarse pronto y levantarse más pronto aun. Cansado de no poder dormir me levante y decidí investigar un poco por la casa. Pero no había nada interesante. Cansado decidí volver a mi cuarto, pero algo me detuvo en mi camino. Una puerta. Una puerta que no parecía encajar con aquel extraño decorado. Era una puerta bastante grande, de extraño color negro. Me acerque a ella y vi que estaba cerrada con candado, aunque eso no supuso ningún problema para mí. Esa habitación era diferente a todas las demás. Las paredes eran de piedra y el suelo completamente de madera. En el centro de la sala había una pequeña mesa de madera llena de papeles. También habían dos sillones rojizos que daban hacía una chimenea. A uno de los lados, y subiendo dos peldaños, había un habitación redondeada. En el centro se hallaba una cama y detrás de esta una mesa de escritorio, también había un pequeño armario de madera. En lo que era la estancia principal habían unas escaleras de caracol que conducían a un piso superior el cual era una biblioteca. Camine por entre la hilera de estanterías. Las yemas de mis dedos se deslizaban por las tapas de aquellos libros. Y de pronto algo se movió. Pude oír una respiración agitada a mí alrededor. Asustado empecé a correr hacía la salida, pero no la encontraba. Un cuerpo se interpuso en medio de mi camino y entre gritos los dos caímos al suelo. Me encontré con unos asustados ojos azules que fueron tapados por un manto de negrura. Horrorizado me eche hacía atrás. Una enorme ala le había salido de la espalda ¡Un ala! Vi como esa cosa membranosa se apartaba y dejaba ver a un chico pequeño de cabello rubio y grandes ojos azules. Vi como las lágrimas se deslizaban por su rostro, parecía más asustado que yo. Alce una mano y la dirigí lentamente hacía él. …l chico parecía asustarse y se volvió a cubrir con su ala.
-Tranquilo. No te voy a hacer daño- dije acercándome.
Tome su ala con cuidado. Era un tacto extraño y frío. La aparte lentamente y deje el rostro del rubio a la vista.
-Hola- el chico no reacciono.- Me llamo Zack ¿Y tú?- le dije con una sonrisa.
El chico me miro detenidamente. Cansado de su silencio me levante dispuesto a marcharme, probablemente mi tío había oído los gritos y no tardaría en presentarse allí. Y de pronto hablo.
-So…soy Cloud- dijo solamente.
-Encantado de cono…
-¿Co...Como lo has hecho?
Me gire asustado. Mi tío estaba plantado detrás de mí. Mirándome asombrado.
-¿Qué?
-Ha hablado ¿Cómo has hecho que hablase? Llevo años intentándolo.

Y fue ahí como le conocí. Conocí al pequeño Cloud Strife. Quien más tarde se convirtió en mi mejor amigo. Yo era la única persona que había conseguido entablar una conversación con él, por esa razón mi tío empezó a invitarme más seguido a su casa. Quería un amigo para Cloud y a alguien que le ayudara con su extraño y pequeño experimento.
Notas finales: SIN COMENTARIOS NO HAY CONTINUACI”N

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