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Déjà vu por metallikita666

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Notas del capitulo:

Saludos, hermosas. ¡Hora de continuar con esta historia!

       Me quedé afuera unos minutos más; aún después de que mi amante desapareciera por entre los vericuetos del burdel. Pensaba insistentemente en sus últimas palabras y en su preocupación; cosa extraña en él. A Sugizo la opinión de su jefe era siempre lo último que le importaba en la vida. A pesar de todo, no obstante, decidí confiar en la experiencia que tendría el chico a la hora de tratar al mayor y no inquietarme más. Tenía ya bastantes asuntos en la cabeza como para sumarles otro.

       Habían pasado dos días desde que volviera de América, y aunque me encontraba más tranquilo por estar en casa, esa calma no se extendía a la generalidad de las cosas. Precisamente lo ocurrido al otro lado del Pacífico era lo que había ocasionado un vuelco en mi forma de actuar y de verlo todo. Yo diría que de forma definitiva.

 

Al día siguiente de haber arribado, un lujoso auto llegó por nosotros al hotel. El chofer condujo durante un tiempo considerable, internándose en la parte más alejada de la zona comercial. Nuestro destino era un enorme pero algo viejo edificio, el cual estaba por ser demolido. La propiedad en que se ubicaba –sin embargo- era perfecta para nuestros fines.

-¿Zilch and Company?- inquirí en mi macarrónico inglés, visiblemente entretenido con el nombre de aquella empresa. -¡Qué gracioso suena!-

Yoshiki sonrió de lado, volteando hacia mí.

-Es un favor lo que les vamos a hacer comprándoles este lugar. ¡Mira no más qué horrible arquitectura! Pero no vayas a decir nada. Los yanquis son las personas más pretenciosas de todo el mundo.-

-Tranquilízate- repuse, disponiéndome a fumar y devolviendo el gesto. –Todo está en tus manos. Además sabes que no pienso impresionarlos con mi fluidez... Por cierto, ¿dónde está Kazuhiko?-

-Hablé con él antes de salir del hotel. No tarda en llegar.-

Al poco tiempo emergieron dos hombres del antiguo interior, quienes se presentaron y nos tendieron la mano cortésmente. De lo poco que entendí, recuerdo perfectamente sus nombres: Paul Raven y Joey Castillo[1]. Justo cuando la cosa se ponía algo engorrosa a falta de palabras qué decir más allá de lo convencional, arribó Inada, aliviándonos el momento. Los occidentales nos invitaron a ingresar en el lugar para poder tratar el asunto con mayor comodidad.

Todo iba transcurriendo como yo lo esperaba: una prototípica junta de negocios. Repasaba mis notas y papeles, extendiéndole a mi jefe los que iba necesitando conforme exponía a través del intérprete las condiciones del trato. Daba la impresión de que ambos tipos querían asegurarse del uso que se le daría a la propiedad, pues Hayashi mencionó las fechas que habíamos previsto para la construcción del casino y su posible apertura. De pronto, un silencio extraño imperó en la reunión –curiosamente justo cuando íbamos a hablar de dinero- y el rubio tomó la palabra.

-Señores, existen dos opciones posibles para este trato: la que se supone haremos y la otra, la que nos beneficiará a ambas partes- acompañó su parlamento con una sonrisa convencida y despreocupada. Para mi asombro, el inglés y el norteamericano no mostraron ningún gesto de sorpresa al escuchar la traducción de labios de INA, sino que siguieron a la expectativa como si Hayashi estuviera hablando de cualquier otro punto.  –Este edificio se construyó hace ya tiempo, por lo que es muy probable que presente defectos estructurales, como por ejemplo, hundimientos… Eso afectaría el planeamiento del nuevo casino aunque se vaya a demoler toda la edificación. Y por lo que entiendo, en ningún país del mundo se aprecia que el suelo comience a desnivelarse y a dañar con ello la estabilidad del terreno, ¿no es así?- Inada y mi jefe intercambiaron miradas cómplices ante las sonrisas de sus interlocutores. Mi rostro, empero, permanecía invariable, pues sentía que no estaba comprendiendo del todo la situación. Era como si todo el mundo estuviera al tanto, pero yo no. Aún así, no podía mostrarme sorprendido, pues ello no convendría en modo alguno. La tónica de la conversación no lo permitía.

Kazuhiko interpretó las palabras de Raven.

-¿Entonces qué nos sugiere hacer, Mr. Hayashi? Hasta ahora ninguna de las partes ha contratado un avalúo exhaustivo, ya que el precio que les dimos cuando nos contactaron correspondía a un estudio un tanto viejo, y era sólo para que se dieran una idea…-

Yoshiki me miró por primera vez en todo el rato. El gesto en sus ojos era inequívoco: me estaba conminando a seguir el juego, pues hasta ahora, yo no había dicho una sola palabra. No era apropiado que los socios pensaran que alguna persona no enterada de la treta se había infiltrado en el círculo. Asentí con la cabeza aún viéndolo, para luego voltearme hacia Inada.

-Diles que los bolsillos de Ryuichi Kawamura-sama son profundos pero que están ciegos, y que no tenemos prisa. Volveremos a Japón con la noticia y en espera del avalúo, y como prenda adelantaremos el costo de la demolición, el cual, por supuesto, será reembolsado cuando se fije el precio final.-

Tragué grueso una vez que hube dicho aquello, aunque conocía perfectamente que era lo que todos en la sala deseaban oír. Cuando los negocios debían ser tratados solamente entre Ryuichi, Yoshiki y yo, mis temores y preocupaciones se reducían mucho, pero estamos hablando de que eran tres individuos más fuera de mi jefe y mi persona. Intenté disimular mis inquietudes y convencerme de que todo iría bien, como en efecto sucedió, al menos en ese viaje. Cuando todos nos dimos las manos e intercambiamos los papeles pertinentes, no pude evitar reconocer para mí mismo la  gran habilidad y maña que tenía Yoshiki para su oficio; su aplomo y tranquilidad a la hora de proponer que nos acompañaran en nuestra escandalosa traición.

 

       Aún se me retorcían los intestinos al sopesar la clase de represalia que podría tomar el yazuka contra mi jefe y contra mí, si llegaba a descubrir lo que habíamos hecho. Por ello –más que nada- es que había contactado al pelirrojo con gran prisa luego de arribar a Hadano. Nada me aseguraba que aquellos días tranquilos no iban a acabarse pronto, o que la suerte permanecería siempre de mi lado. Como en las películas de mafiosos, el fin podría haber estado muy cerca, y con eso en mente, no estaba dispuesto a renunciar incluso a la más mísera de las felicidades. La sensación en mi pecho ya tenía nombre, y a pesar de todas las advertencias de mi rubio superior, estaba dispuesto a declararlo al mundo. Así mis palabras hicieran eco o, por el contrario, se perdieran en el vacío.

 


[1] Junto con Hide, I.N.A. y Ray McVeigh, formaron Zilch desde 1996 y hasta la muerte del guitarrista pelirrosa, en 1998.

Notas finales:

"Yoshiki" y "negocios (sucios)" son definitivamente dos conceptos inseparables XDDD

 

Que tengan una bonita semana nwn


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