Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Nadie me echaría de menos por Ixland

[Reviews - 16]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Parte segunda y última del reto.

Laaaargo, lo que no quiere decir que haya mucha acción. 

 

–Es cíclico, no te preocupes –Kari miró sorprendido a Reita, sentado a su lado en el sofá de la casa del bajista.


–¿Cómo que es cíclico? ¿Cómo que no me preocupe?


–Sí, cíclico. Le da de vez en cuando. Kouyo es algo depresivo, eso lo sabemos todos.


–Bueno, un poco. De vez en cuando asusta, pero nunca había dicho nada como eso.


–Nunca te había dicho nada como eso a ti. Pero a mi me ha dicho varias veces que quería dejar las bandas, The GazettE y las de antes –dijo el bajista disfrutando de la cara de sorpresa del moreno–. Cuando tiene una crisis creativa y ha pasado algo que lo descoloca, no sé, no sabe cómo luchar contra ello o algo y se deja, y cuando se deja..., es como si se rindiera, ¿entiendes? Pero bueno, tampoco te preocupes –le dijo dándole una palmadita en la espalda–, siempre encuentra algo nuevo por lo que luchar. Alguna gira o algún noviete o una buena juerga con los amigos que le alegre el mes y entonces levanta cabeza y vuelta a empezar.


Una chica tan alta como ellos, castaña y de gran sonrisa asomó al salón desde la cocina.


–Chicos, ¿queréis unas cervezas mientras termino la comida?  


–Sí, gracias, cariño –contestó Reita–. Yo sí. ¿Yuta-kun?


–¿Eh? Ah, sí gracias, perdona Mariko-san –dijo Kai regresando por un momento al mundo real.  


–No hay problema –contestó la chica mientras volvía a la cocina tarareando una canción.


–¿Qué tal la vida de casado? –Preguntó Kai tratando de apartar al castaño de su mente por un rato.


–Estupenda, ¿no me ves?


–¿Qué tal con ella?


–Discutimos un poco, pero nos conocemos hace muchos años, así que solucionamos las cosas rápido. Ha vuelto del trabajo un rato antes de que llegaras, se ha sorprendido mucho de verme aquí.


–Sí, lo supongo. No es normal estar un miércoles de descanso.


–No debiste anular el ensayo, no por Kouyo. Ya te digo que le suele pasar –Reita lo miraba tan seriamente que a Kai le costó asimilar sus palabras.


–¿Eh? No, no fue sólo por eso. El manager me dijo hace una semana que eligiera un día de este mes para que lo tuviéramos libre, porque íbamos a trabajar mucho el mes que viene. Sólo lo llamé anoche y le dije que hoy íbamos a tomarnos ese día. Total, íbamos a tener que hacerlo. Seguro que a Shima le viene bien.


–Piensas demasiado en él. Ya te digo que siempre se recupera –Kai lo miró casi asustado. No se podía creer que Reita no estuviera nada preocupado por su amigo. La chica entró en el salón con una bandeja con dos latas de cerveza que dejó en la mesa rápidamente –. Gracias.


–Gracias –dijo Kai también mientras la chica volvía a la cocina. Se sintió incapaz de levantar la mirada de su lata–. No dirías eso si lo hubieras visto ayer.


–Yuta, levanta la cabeza. Mírame, ¡mírame! –Kai lo miró mientras abría la lata– ¿Te das cuenta de que estás a punto de llorar?


–No digas idioteces –dijo mientras daba un largo trago a su lata.


–Te digo lo que veo, Yuta. Estás a punto de llorar; de llorar por Shima –Kai volvió a mirar su lata y a darle un largo trago después. Reita sólo bebía y sonreía esperando que su compañero reaccionase.


–¿Tú no llorarías si se va? –Dijo el batería por fin.


–No se va a ir. Y si se fuera, ¿sabes lo que haría?


–¿Qué?


–Iría a buscarlo –dijo después de darle otro trago largo a la cerveza–, hasta el fin del mundo si hiciera falta. Porque es mi mejor amigo, mi compañero de banda, mi confidente, mi hermano. No dejaría que abandonara su sueño y a sus amigos por nada del mundo. Así que no me quiero ni imaginar lo que podrías hacer tú que estás enamorado de él –dio un último trago a la cerveza y arrugó la lata esperando la reacción del otro.


–... ¿Eh? ¡¿EH?!


–Oh, no pongas cara como de "me acabo de enterar". Se te nota a la legua. Desde que has entrado en mi casa ya sabía de qué ibas a hablarme antes de que abrieras la boca.


    Kai lo miró por un momento, antes de volver a su cerveza. Es cierto que todo el tema de Shima le estaba afectando un poco más de lo que le hubiera afectado de ser alguno de los otros tres, pero era porque Uruha siempre era bueno con él, lo cuidaba mucho, y Kai le devolvía el favor cuando podía. Aunque el muy idiota de Uruha no parecía darse cuenta todos en ese grupo le cuidaban mucho.


    Reita se levantó y entró en la cocina, dejando sólo a Kai con sus pensamientos. Desde el sofá, Kai pudo oír reír a la pareja, parecían felices. Reita siempre parecía el más tranquilo y confiado de ellos, quizás era porque llevaba con Mariko mucho tiempo y ella era su apoyo. ¿A quién tenía Uruha? De  hecho, ¿a quién tenía el mismo Kai? A Uruha. El guitarrista siempre estaba cuando necesitaba a alguien. Aunque no hablasen, muchas veces Uruha había ido a su piso con la escusa de componer tranquilo, y Kai ni si quiera le había preguntado por qué su piso no era tranquilo para componer. Simplemente se sentaba en el sofá mientras Uruha lo hacía en el suelo, apoyado en sus piernas a veces, cada uno metido en su música, sin molestar al otro, pero encontrando algo de felicidad en esa silenciosa compañía.


    Reita y Mariko salieron de nuevo al salón con un par de bandejas de comida y de té verde. Se sentaron en el suelo, alrededor de la pequeña mesa, Kai los siguió. Colocaron todo entre comentarios y risas que Kai parecía no captar. El batería seguía sumergido en su mundo, como si la felicidad que extrapolaban esos dos fuera totalmente ajena a él; entendió a Uruha entonces, él tampoco se sentía bien estando entre esos dos con ese estado de ánimo.


–Uke-kun, por favor, espero que te guste la comida –dijo la chica amablemente. Kai la miró, miró el plato de los otros dos y el suyo propio. Él aún no había comido nada y ya había platos casi vacíos.


-Yuta-kun –dijo Reita mientras le robaba el cuenco de arroz a Kai, después de vaciar el suyo–, ¿sabes dónde está Kouyo?


–Sí, dijo que iba a aprovechar el día libre para hablar con Yuu-kun de algo de las guitarras… –dijo sin centrar para nada la atención.


–Entonces lo que no entiendo –decía Reita entre bocado y bocado–, es porqué no has salido corriendo aún a buscarlo.


    Kai lo miró curioso por un momento, tratando de aclarar su saturada mente. Parpadeó varias veces y trató de pensar. ¿Por qué estaba perdiendo el tiempo consigo mismo cuando Uruha lo podía necesitar? ¿Cómo había sido tan estúpido de dejarlo ir el día anterior? Después de que Uruha le dijera que quería dejar la banda, ninguno de los dos había vuelto a hablar, Kai tenía muchas preguntas, pero el guitarrista no parecía dispuesto a contestar ninguna, enchufando los cascos a la guitarra, dejando a Kai sin la oportunidad de ser escuchado; los otros tres volvieron y el ensayo continuó como si nada. Justo cuando acabaron, Uruha había salido corriendo, evitando a los demás. Kai sólo habló unos momentos con él por teléfono para decirle que el día siguiente estarían libres, Uruha le había dicho que iría a ver a Aoi, pero no le había dado la oportunidad a Kai de hablar de nada más y había colgado rápidamente el teléfono. Ahora veía que debería haber insistido más con él. La banda no se podía dar el lujo de perderlo; él no se podía ser tan imbécil de perderlo.


    Ya con las ideas más claras en su mente, Kai se levantó y se inclinó dando las gracias al mismo tiempo a Mariko por la comida; le faltó tiempo para llegar a la entrada, ponerse los zapatos y salir corriendo de la casa.     


–Al final el pobre se va sin comer nada –dijo la chica mirando aún a la puerta preocupada.


–No iba a comer de todas formas, tiene mal de amores.


–¿Shima-kun?


–¿Uh? ¿Tú también lo has notado? –Preguntó Reita sorprendido.



–Siempre lo está observando como si fuera una cosa preciosa, algo que se pudiera romper.



–Pues el muy idiota no se había dado cuenta hasta ahora, parece ser –dijo mientras se llevaba otro pedazo de pescado a la boca–. Oye, esto está muy rico.


–Sí, ya lo sé –dijo sacándole la lengua–. Lo he hecho yo.


–Oh, perdóneme, señora perfección.



–¿Eh? ¿A que te quedas sin cenar? –Dijo ella haciéndose la enfadada, él sonrió y corrió a abrazarla por la espalda.

 

–No harías eso.



–¡Aprende a cocinar!



–Mnnn, no te enfades... –decía él meloso mientras le daba pequeños besos en la mejilla.

–Todo lo solucionas con besitos.

 

–Y con sexo, pero eso para después de comer tu rica comida.

 

Ambos sonrieron y Reita se volvió a sentar, atacando de nuevo el pescado.


–Espero que le vaya bien a Yutaka –reflexionó Reita entre bocados.


–Seguro que sí, Shima lo mira a él con la misma mirada.

 


––––  

 


    Kai no paraba de moverse, pasando el peso de una pierna a la otra de manera obsesiva, hasta que la puerta del pequeño piso finalmente se abrió.

 


–¡Lider-sama! –dijo un sorprendido Aoi con ojos que claramente luchaba por mantener abiertos.

 


–Lo siento, ¿te desperté? –Preguntó Kai mientras se quitaba los zapatos sin agacharse siquiera.

 


–No, …, bueno, sí. Encontré un sitio blandito para apoyarme y de pronto me dormí.

 


–¡Oye! ¡¿Cómo que “blandito”?! –Se oyó una voz femenina que Kai conocía bien desde el salón. Miró a su amigo sorprendido y pidiendo perdón con una sola mirada. Aoi le quitó importancia al asunto con un gesto y trató de poner su voz más dulce para contestar.

 


–Era una forma de hablar, no que estuvieras gorda o algo así. Sólo que eres cómoda –terminó la frase al llegar a la sala seguido por Kai para ver la mirada suspicaz que le enviaba su novia desde el sofá que lo ignoró cuando vio que Kai entraba tras él.

 


–¡Uke-kun! –Casi gritó mientras se levantaba a hacer una reverencia decente, Kai la imitó en el acto– ¿Cómo estás?

 


–Lo siento, siento interrumpir.

 


–Oh, no, no interrumpes nada. Sólo un madero pesado que se me quedó dormido encima mientras veía una película.


–Un bodrio de película –añadió Aoi bajito, aunque la ceja levantada de Omi, le dijo a los dos chicos que ella también lo había oído.


–Lo lamento, creía que Shima-san estaría aquí. Me dijo ayer que pasaría por aquí para algo de las guitarras.


    Aoi lo palmeó en el hombro y le señaló la cocina con la cabeza. Omi entendió la indirecta, se sentó de nuevo en el sofá y puso la película de nuevo en play subiendo el volumen, mientras Aoi y Kai cerraban la puerta de la cocina.


–¿Qué pasa con Shima, Yutaka?


–¿Tú también has notado algo raro?


–Claro, está más depresivo que de costumbre –dijo más tranquilamente mientras sacaba un par de latas de cerveza y le tiraba una a Kai, que la atrapó con dificultad.


    Aoi abrió la suya y le dio un largo trago, mientras Kai tan sólo miraba meditabundo la lata.


–Vengo de hablar con Akira. Dice que no es extraño, que Shima se suele poner así muchas veces, que es cíclico, que ha hablado muchas veces de dejar la banda…


–No me jodas, Uke…


–Dice que cuando tiene crisis creativas y pasa algo más se viene abajo. Akira lo ha visto muchas veces, no cree que sea importante…


–¿Ha dicho alguna vez que se quería ir de la banda?


–Parece ser que sí –Kai miró por un segundo a Aoi y volvió la mirada de nuevo a la lata–. Yo nunca se lo he oído… Pero, además…, resultaba tan creíble, Yuu…, no sé a quién creer.


    Kai miró de nuevo al mayor y lo vio esquivando su mirada y mordiéndose el labio inferior. Eso significaba que Aoi estaba nervioso y sabía algo que no podía o no quería contar.


–Se te va a calentar la cerveza –dijo el mayor mientras miraba las manos del otro, abrazadas a la lata.


–¡No me jodas ahora con la lata! –Casi gritando el batería dejó la lata en la encimera con un golpe y dio un paso hacia el guitarrista que lo obligó a pegarse a la puerta–. ¿Qué sabes?


–… nada.


–¡Una mierda! Te conozco, Shiroyama.


    Kai lo dejó reflexionar durante unos segundos, casi podía ver el humo salir por sus orejas de tanto pensar. Finalmente, miró su lata, le dio otro largo trago y miró a Kai directamente a los ojos.


–Shima ha estado aquí antes de comer. Me ha dado un par de pilas de cds con maquetas nuestras, aquellas que desechamos y él guarda.


–¿Su colección?


–Sí. Toda la colección. Y más canciones que tenía él a medio hacer. Y alguna cosa más. Me ha dicho que lo guardara bien, que ahora era mío.


–Joder… –Kai se apoyó contra el frigorífico y se llevó las manos a la cara.


–Me ha dicho que la semana que viene vendría a dejarme alguna cosa más, que ahora se tenía que ir. Le he preguntado qué pasaba, porqué era todo aquello; pero el muy imbécil no ha querido decirme nada, sólo me ha sonreído con esa sonrisa estúpida que pone cuando está deprimido…


–No es estúpida –interrumpió Kai sin poder contenerse. Aoi lo miró por dos segundos, sonrió y siguió su relato.


–Lo que sea. No me ha querido decir nada, sólo que a mí me harían más falta. Pensé que como hace tiempo que no compone nada me estaba pasando la pelota a mí. Pero… –Aoi miró su lata y volvió a dar un largo trago.


–¡¿Pero qué?! –Gritó Kai, mirando con premura a Aoi–. ¡Joder, Yuu! ¡Me estás desesperando!


–Al despedirse, me dijo que tratara bien lo que me dejaba, que había tesoros allí. Y que os cuidara.


–¿A nosotros?


–Sí, a la banda.


–… joder…


–Y a ti en especial porque estabas muy solo y no eras tan fuerte como haces creer, me dijo. Me pareció todo muy raro, pero la verdad, estaba esperando de viniera Omi y tenía la cabeza en la comida que estaba haciendo y por ahí, y no le di mucha importancia. Pensé en hablarlo contigo mañana antes del ensayo –Kai afirmó con la cabeza, cuando Yuu lo miró–. ¿Estás bien? –De pronto, comenzó a resbalarse por el frigorífico hasta llegar al suelo –¡Yutaka! –Aoi trató de agarrarlo, pero Kai golpeó la mano del otro para que lo soltara.


–¡¿CÓMO COÑO VOY A ESTAR BIEN?!


–Qui… quizás sea como dijo Akira –Aoi trataba de razonar con el menor que parecía al borde del colapso en ese momento–. Quizás sólo sea una de sus depresiones; y ya se le pasará, ya verás, en poco tiempo.


–¡ESO NO TE LO CREES NI TÚ! ¿¡O es que acaso alguna otra vez te había dado los cds!? Joder –dijo golpeando la puerta del frigorífico, para subir de nuevo las manos a su rostro–. Se va a ir, se va a ir…


–Yutaka, ey, Yutaka –decía el otro tratando de que el menor lo mirara. Cuando lo consiguió pudo ver las lágrimas saliendo libremente de sus ojos–. No se va a ir, ya verás, no puede. Ama la música, las guitarras, la banda; no va a ir a ningún lado, no sin nosotros –Kai comenzaba a hipar y eso asustó mucho a Aoi, que no recordaba haber visto llorar a un hombre adulto, y menos a su amigo–. ¡OMI! ¡OMI!


    La chica apareció en pocos segundos, asustada por los gritos.


–¿Qué ha pasado? –Preguntó mientras se agachaba con su pareja, que trataba de calmar a Kai que cada vez estaba más y más nervioso e inconsolable.



–¡No para! ¡¿Qué hago?!


    La guitarrista miró a su novio, sabía que los hombres no reaccionaban bien en situaciones de este tipo, pero su novio parecía totalmente bloqueado y a punto de llorar él también. Pensó por un segundo…, algo que hiciera reaccionar al otro, que parecía empezar a tener problemas para respirar.


    Se levantó rápidamente y cogió un vaso de la pila. Lo llenó del agua fría, helada, que salía de un pequeño grifo que tenía el frigorífico, justo encima de la cabeza de Kai. Cuando estuvo lleno, apartó a Aoi con un gesto de la mano y se lo tiró a Kai directamente a la cara.


    Esto pareció detener el llanto del batería por unos segundos, que la miraba sin entender. Omi se agachó a su altura y le dio un sonoro tortazo. Kai notó por fin el dolor y se agarró la mejilla mirando a la pareja con sorpresa por unos segundos y con vergüenza después. Fue consciente entonces de que necesitaba respirar con normalidad o se ahogaría.


    Aoi sujetó la muñeca de Omi, con miedo de que Kai le devolviera el golpe. Pero el menor parecía estar mejor, y Aoi sonrió a la chica.


–Gracias –susurró. Ella sonrió de vuelta y se dejó caer al suelo justo enfrente de Kai, mientras que Aoi hizo lo propio junto a los dos apoyándose en la puerta.



–Lo… lo siento… –dijo Kai en un tono apenas audible.


–Tranquilo –comentó Omi quitándole importancia al asunto con su tono de voz y su mano. Luego miró alternativamente a los dos–. ¿Mal de amores?



–Sí –contestó Aoi sonriendo.



    Kai levantó la cabeza con los ojos demasiado abiertos, lo que hizo reír a Aoi.


–¿Cómo que de amores?



–Oh, vamos, Yutaka. Ni Akira se pondría así si se entera de que Shima se va –Kai bajó la mirada avergonzado de nuevo.


–¿Uruha se va? –Preguntó asustada Omi–. ¿Cuándo? ¿Por qué? ¿Se separan? No, ni de coña… No puede ser.



    Aoi acarició el brazo de su novia que aún tenía en su mano. A veces se le olvidaba que Omi era, aparte de una música visual, fan de la banda; y en ese momento era una fan tensa. Por eso no había querido contarle nada de la visita de Uruha y por eso se había metido con Kai en la cocina para hablar.



–No sabemos, cariño… Es… complicado…



–Pero, joder, ¿se pelearon? –Dijo mirando a los otros dos como si fueran los responsables.


–No, no es eso. Shima siempre ha sido un poco… depresivo. Y… parece que se quiere ir.



–Pues no le dejéis –sentenció la chica como si fuera la cosa más fácil del mundo.


    Aoi miró a Kai, que miraba a Omi todo concentrado.



–Omi-san –dijo sin atisbo ya de llanto en su voz–. ¿Puedo preguntarte algo personal? –La chica miró por un momento a su novio, claramente sorprendida, y volvió a mirar a Kai, afirmando segura–. ¿Y puedes contestarme con absoluta sinceridad?



–Sí, claro –su tono era firme. Y tanto Kai como Aoi sonrieron al tiempo, pensando lo segura que parecía aquella chica siempre.



–¿Qué harías si Aoi se fuera? Sin pelearse contigo, sin odios. Simplemente si un día…, desapareciera, con una nota tan sólo diciéndote que se va a hacer otra cosa para siempre. ¿Qué harías?



    La chica cruzó las piernas y los brazos y meditó la respuesta por casi medio minuto.

–Lloraría; y después iría a buscarlo –dijo lentamente la chica–. Si no se ha peleado conmigo ¿por qué se alejaría de mí? Eso no podría entenderlo, querría una explicación. Y, ¿dejar todo? ¿La música? –Kai asintió–. No, él no lo haría. Lo traería de vuelta de las orejas. Vosotros habéis luchado mucho por conseguir vuestro sueño, no podría permitir que lo echase por la borda sin razón.



–Omi –llamó Aoi haciendo que los otros dos lo mirasen–. ¿Y si sólo fuéramos amigos? ¿Irías por mí?



    La chica volvió a concentrarse por un momento. Aoi se volvió hacia Kai que lo miraba seriamente. Los dos se mantuvieron la mirada hasta que la chica empezó a hablar de nuevo.



–¿Sabes? Creo que no lo haría. Si pienso en ti pienso que quizás sí. Pero la verdad, si pienso en las chicas, en Miko o Mally(2)…, son mis amigas, las quiero con locura, pero creo que si se fueran sería porque lo necesitan o lo han pensado mucho, creo que no me metería en la decisión, aunque las echara de menos.


    Aoi se volvió de nuevo a Kai y le sacó la lengua. Acto seguido se levantó esquivando un posible empujón del batería. Ayudó a su novia a levantarse y buscó un trapo de cocina para pasárselo a Kai que aún chorreaba.



    El menor se secaba la ropa y la cara sin prestar atención a nada realmente. Aoi sabía que estaba concentrado en las palabras de Omi. Después de unos minutos, se levantó aún pensativo. Le devolvió el trapo a Aoi y habló con voz calmada.



–¿Dónde puede estar?



–¿En su casa? ¿En la compañía? –Dudó Aoi–. Si quiere irse querrá recoger todo: lo que esté en su casa y lo que tenga en la sala, siempre deja algo allí.



    Kai le devolvió el trapo a Kai, aún sin levantar la vista y salió de la cocina. Lo oyeron despedirse desde la puerta, con un seco “gracias” y cerrar la puerta.


–Sabias palabras, Omi. Te has ganado ¡una cerveza! –dijo Aoi lanzándole la lata que había dejado Kai sobre la encimera hacía ya rato y sentándose él en el lugar que ocupaba la lata.



–¿Uh? ¿Te las has creído?



–Eh… ¿No? –Preguntó tratando de no parecer estúpido.



–Cariño, no sé qué haría yo en realidad, pero sé qué es lo que Kai necesitaba oír.



–Me llevé a la novia más lista –sonrió Aoi mientras la chica abría la lata de cerveza.



–¡Aysh! –El líquido había salido disparado de la lata hacia la cara de la guitarrista. Aoi no podía parar de reír–. Y además está caliente, ¡qué asco!


–Jajajaja, perdona. Kai la dejó con un golpe sobre la encimera hace un rato, me olvidé por completo  –y para colmo él se la había lanzado.



    La mirada que le dirigía su novia le dijo a Aoi que lo mejor era dejar de reírse de ella y buscar un trapo para que se secara si no quería estar sin sexo por una larga temporada.


------  


    Kai fue directo a la casa de Uruha, podía ser que aún estuviera recogiendo sus cosas o que incluso pasara la noche allí. Subió corriendo los cuatro pisos por no esperar al ascensor tan siquiera, estaba demasiado nervioso.



    Llegó al final del largo pasillo exterior y llamó al timbre. Esperó. Nada. Volvió a llamar. Nada de nuevo. Las lágrimas volvieron a juntarse en su garganta. Golpeó la puerta con fuerza. Gritó el nombre de su compañero, pero nada. Apoyó la frente en la puerta, derrotado. Oyó una puerta cercana que se abría.


–¿Qué pasa? ¿Quién es usted? –Preguntó en tono nervioso una señora mayor. Kai levantó la cabeza para verla, era la vecina de Uruha, en bata, que había salido asustada por el ruido, pero ahora simplemente le miraba curiosa–. ¿Tú no eres el de los tambores del grupo de Takashima-san?



    Kai se irguió tan sorprendido porque una mujer mayor lo conociera como porque nombrara a Uruha.



–Sí. ¿No sabe dónde está? –Preguntó inquieto. La mujer lo miró recelosa.



–Buenos días lo primero –Kai se inclinó para pedir perdón, no era un momento en el que le apeteciera ser educado.



–Disculpe, pero es muy importante que lo encuentre.



–La casa donde vive el rockero es mía también –dijo la señora señalando la puerta del apartamento de Uruha–, esta mañana ha venido y me ha dicho que dejaba el apartamento en unos días, ahora se iba con su familia, creo, por Yokohama, me parece; me dijo que volvía esta semana a buscar el resto de sus cosas y vaciaba el apartamento. Es un chico muy raro. Iba cargado con varias bolsas, pero decía que aún tenía que coger cosas de su guitarra de no sé dónde; yo no sé cómo pensaba llevar todo eso él sólo.



–Gracias, señora –dijo Kai mientras corría ya escaleras abajo.



–¡Suerte!


––––  



    Uruha siempre dejaba cosas en la compañía, cosas de sus guitarras, cuando no las guitarras en sí. Era muy confiado con la gente que trabajaba allí y su casa muy pequeña para guardar todo.


    Camino de la compañía, Kai pensó en lo ágil que era Uruha para escapársele entre las manos todo el tiempo. No creía que lo pudiera encontrar en la compañía ya, igual que en su apartamento, pero tenía que intentarlo. Si no lo encontraba… ¿iría a buscarlo al pueblo donde viven sus padres? Kai no quería llegar al momento en que se tuviera que plantear esa pregunta. Era consciente de que el instinto lo había guiado durante todo el día.



    El taxi paró, Kai pagó y corrió hasta la compañía. La puerta automática parecía ir especialmente despacio. Una vez entró fue directo a la recepcionista.


–Hola, ¿has visto a Uruha? Alto, castaño, Gazetto –la chica de la recepción era un desastre para los nombres y Kai no quería ninguna inseguridad en ese momento.



–Buenas tardes, Kai-sama. Sí, su compañero vino al medio día –dijo la chica muy segura. Kai se deshinchó, si Uruha había estado ahí a medio día, ya le habría dado tiempo a llegar hasta a Yokohama–. Aunque no sé a qué hora se fue, no lo vi irse –o podía ser que algo le saliera bien en ese día y el más alto aún estuviera dentro.



–Gracias –Kai corrió hacia el ascensor, piso sexto, el último, donde estaba su sala de ensayos y la de Kra. No pudo parar quieto en el ascensor y en cuanto se abrieron las puertas, él ya tenía un pie fuera.



    Entró en la oscura sala. Vacía. Encendió las luces, para ver que era cierto y Uruha se le había vuelto a escapar de las manos. Buscó por la sala cualquier cosa que pudiera ser de Uruha, que demostrara que no se había ido; pero no encontró nada, se había llevado la guitarra, la base de la guitarra, su cuadernos de notas, la caja de las cuerdas, la de sus púas…, todo, incluso un bolígrafo que le había traído su hermana de algún lugar y que él siempre utilizaba en el trabajo. Todo.



    No pudo más y se dejó caer al suelo, ocultando su rostro en sus manos y sus rodillas.


–¡Uke! ¿Qué haces aquí? –Kai oyó la voz de Ruki, pero no tenía mayor interés en asimilarla– ¿Qué te pasa? ¡Uke! ¡UKE! –Por fin Kai se volvió a mirarlo y Ruki suspiró aliviado– Ya pensé que te habías quedado sordo o algo. ¿Qué te pasa?



–Ruki –dijo por un momento descolocado al ver a su cantante en la sala un día libre–. ¿De dónde vienes?


–Del… tejado… eh… –El vocalista de pronto tenía una sonrisa pervertida y Kai prefirió no indagar más.



–¿Puedo preguntarte algo? –Kai se planteó por un momento explicarle toda la historia, pero prefirió plantear la historia desde otro lado, Ruki se metía mucho con él, pero siempre daba buenos consejos.



–Claro, dime.


–¿Qué harías si Shima se va?


–¿Qué pasa? ¿Te has peleado con Shima? ¿Habéis roto?



–¡¿Eh?! ¿Cómo que si…? Pero yo no…., ¿de dónde has sacado que Shima y yo estamos juntos?



–¿No estáis saliendo? Oh, yo pensaba que sí. Por eso me metía tanto con vosotros –Ruki se sentó en el suelo también, cerca de Kai.



–No, nunca hemos salido ni nada.


–Vaya, qué fallo más tonto. En serio pensaba que los dos teníais una relación desde hace tiempo. De verdad, siempre os andáis mirando, y a veces con unas miradas de esas de “te como aquí mismo”. Y siempre eres amable con él, no como con los demás, aunque él te haga bromas siempre le perdonas rápido. Y cuando él está en esos silencios interminables que a mí me ponen de los nervios tú sólo te sientas a su lado y esperas, como las viejas parejas. Y hace tiempo le comenté a Reita y él me dijo que parecía que sí. Y luego, lo que me dijo Shima hace años…



–¿Qué te dijo Shima hace años? –Interrumpió Kai sin poder evitarlo.


–Cuando entraste a Gazette, él me dijo que eras su tipo de hombre, y que no iba a poder concentrarse en la música por tu culpa.



–¿Eso… eso te dijo?



–Sí –comenzó a morderse una uña meditabundo–. Yo pensaba que estabais saliendo.



–¿Por qué no preguntaste?



–Porque él es muy callado y tú eres muy discreto con tu vida personal. ¡Pensé que erais unos sosos! Tardaste un año en presentarnos al chico bajito aquel, y luego no volvimos a verlo en el siguiente año más que una vez. No sabes lo mal que lo pasó Shima con aquello, por cierto.



–¿Por Shiro?


–Sí, en esa época pasábamos mucho tiempo juntos…, me llegó a decir que se quería ir de la banda.



–¡¿Te dijo que se quería ir de la banda?!



–Sí. Por suerte, por unas cosas y otras se fue quedando y al poco apareció el chico ese a tirarte las cosas que habías dejado en su casa por la cabeza. ¡Eso fue realmente gracioso, Uke! A los pocos días, me fijé que Shima estaba más feliz, supuse que era por ti y le pregunté si aún quería irse; me dijo que no dijera tonterías, que aún tenía cosas que arreglar aquí.


–Aquella vez…, él pasó mucho tiempo conmigo.



–Sí. Te llevaba a beber, te acompañaba a comer, a casa. No creas que no nos fijamos, yo pensaba que por esa época habíais empezado algo. No sé. Siento meterme donde no me llaman.



–No, no, gracias, te agradezco todo lo que me dices, Taka.



–Pareces a punto de llorar. Puedo preguntar, si no te has peleado con Shima, ¿qué te pasa?



–Él…, se va de la banda…



–¿Shima? –Kai afirmó sin levantar la mirada– ¿Seguro? Será como aquella vez, ya lo verás, no te preocupes demasiado.



–Ha dejado sus cds con las maquetas y sus canciones a Yuu, ha avisado en su piso que deja el alquiler la semana que viene, parece que vuelve con sus padres…



–Joder.



–… No sé qué hacer…



–No podemos dejar que se vaya –Ruki acarició la cabeza del batería con delicadeza–. ¿Es por ti?



–No lo sé; después de lo que me acabas de contar ya no estoy seguro de nada.


–Uke, ¿qué sientes por Shima?



Eso era lo que se llevaba él preguntando desde hacía más de una semana ¿por qué tenía que hacerlo ahora Ruki? Seguía sin tener clara la respuesta en su cabeza, y todavía no se atrevía a buscarla más adentro…


–No lo sé…


–Mira, te voy a contar un secreto. Estaba en la compañía a estas horas porque había quedado con alguien –Kai lo miró expectante–. Hace unos meses que no ando con nadie, ¿te has dado cuenta? –El otro asintió, a diferencia de él, cuando Ruki tenía pareja enseguida lo publicitaba, aunque no solían pasar de una noche o dos–. No me llamaba nadie la atención, nadie me parecía que mereciera el esfuerzo de conquistarlo o conquistarla. Nadie salvo uno. No sé cómo pasó, ni cuando exactamente, pero algo en Hiroto me impedía pensar en nadie más –Kai abrió los ojos desmesuradamente, ni siquiera podía hablar, ¿Hiroto? ¿El Hiroto de la compañía?– No me mires así. Sí, el Hiroto guitarrista de Alice Nine. Hace unos meses que hablamos mucho, mucho, lo conocí en unos meses más que en todos los años que hace que nos conocemos y de pronto pensaba que él era la única persona que merecía el esfuerzo de tratar de conquistarlo, era el único con el que me sentía bien, sin forzarme a mi mismo, sin tratar de aparentar. Era como un amigo, pero con un factor atracción tremendo. ¡Y es que es condenadamente sexy el maldito! –Kai asintió aún tratando de asimilar la historia de Ruki– ¡Oye! No lo digas tan convencido, él es mío.


–No, no –Kai negó con las manos y Ruki sonrió.

 


–El caso es que he estado detrás de él durante meses, con nuestros más y nuestros menos, hasta que antes de ayer por fin me dio una oportunidad.



–Por eso estabas tan feliz en el ensayo de ayer.



–Sí. ¿No es genial? Y he venido a buscarlo ahora. Hacía mucho que no estaba tan ilusionado con nadie. Normalmente cuando me acuesto con alguien voy perdiendo la ilusión, pero con Hiroto ya he estado varias veces y cada vez es mejor, no quiero separarme de él. ¡Ja! Ves hasta idiota me volví con estas cursiladas.


–Taka, me alegro por ti. Ojalá que os vaya bien, sois dos buenas personas.



–Gracias.



–Pero no termino de entender en qué va a ayudarme tu historia a dilucidar qué siento por Shima.


–¿Eh? Ah, no sé; sólo quería contártelo, es que aún no se lo había dicho a nadie y me moría por contarlo –Ruki sonrió travieso, pero Kai lo miró como si fuera estúpido y el vocalista trató de ponerse serio y ayudar–. Ejem. No sé, ¿en que encuentras el amor donde menos te lo esperas? ¿En que no te puedes rendir? ¿En que no deberías pensar sino sólo sentir? –El mayor lo miró alucinado, esa frase había sido lo más inteligente que había oído al vocalista en su vida–. De cualquier modo, Uke, yo creo que ya sabes lo que sientes por él, sino no te lo estarías ni planteando tan siquiera, ¿no?



    Kai pareció dudar por un momento, pero entonces entendió la gran razón que era esa. Ciertamente, si no sintiera nada por Uruha, para empezar no se hubiera preocupado ni la mitad de lo que lo estaba haciendo, hubiera hecho como los otros tres; nunca se había echado a llorar por nadie, y mucho menos en presencia de otro hombre; si no sintiera nada por él, el nudo que atenazaba su garganta desde la tarde del día anterior hubiera sido tragado en algún momento, pero sabía que se quedaría allí hasta que encontrase a Uruha.



–Gracias, Taka –dijo mientras se levantaba.



–Yutaka, yo lo que no entiendo es porqué has venido aquí si sabes que él está en casa de sus padres –dijo mientras se levantaba él también.



–Sí –Kai sonrió–, voy para allá. ¿Sabes la dirección?



–No, pero se la pregunto a Akira y te la mando en un mensaje, no te preocupes. Vete ya.


    Kai caminó hacia la puerta justo para encontrarse a Hiroto entrando por ella.



–¡Hola, Kai! ¿Cómo estás? ¡Uy! ¿Y esas caras? ¿Qué ha pasado?



–No te preocupes, Hiro-chan. Son cosas de la banda –Ruki atrajo hacia sí a Hiroto y le dio un pequeño roce en los labios.



–¡Taka! No me beses si hay alguien delante.



–No seas tímido, es mi amigo.



–No te preocupes por mi, Hiroto-san. Ya me voy. Les deseo lo mejor, ojalá sean muy felices –dijo Kai formalmente mientras se inclinaba.



–Gracias –contestó Hiroto inclinándose también.



–¡Eh, Uke! –El aludido se incorporó y miró a un Ruki muy sonriente mientras sujetaba a Hiroto por la cintura–. Encuentra a Shima y tráelo de vuelta. Sólo a ti va a hacer caso.



    El moreno afirmó y salió disparado hacia el ascensor.



–¿Uruha se ha ido? –Preguntó el más joven, Ruki afirmó–. ¿De la banda? ¿Para siempre?


–No sé, no creo. Es complicado. Pero Kai lo traerá de vuelta, no te preocupes, ellos se entienden para sus cosas. O eso espero.


–Harían una linda pareja, pero Uruha es tan especial que quien esté con él tiene que tener un carácter extraño también.



–Sí, ése es Uke seguro –ambos sonrieron por un momento–. Hiro, ¿puedo abrazarte durante un rato?



    El pequeño asintió y Ruki lo rodeó con fuerza y cariño, hundiendo su rostro en el cuello del otro.


–¿Estás un poco asustado, no? –Sintió que el otro asentía– Es normal, son tus amigos y es tu banda. Pero tranquilo, esos dos seguro que vuelven antes de que los eches de menos –Ruki sonrió, besó la mejilla de su pareja y sacó su móvil del bolsillo, sin soltar del abrazo a Hiroto con el otro brazo.


–Akira, soy yo. Oye, necesito que me mandes un mensaje con la dirección de los padres de Shima… Sí, ¿cómo lo sabes?... Pues el imbécil ya se ha decidido a ir a buscarlo… OK, gracias. Nos vemos mañana.

 


––––



    Era el tercer tren que tomaba en menos de tres horas y parecía que no iba a llegar nunca a la parada. Llegar a Yokohama había sido fácil, pero el pueblo de Reita y Uruha estaba un poco mal comunicado con la ciudad. A pesar de la cercanía con Tokyo, aquello parecía un mundo totalmente rural.



    Kai encendió el GPS de su móvil en cuanto salió del tren. El aparato no tardó en encontrar la dirección que le había mandado Ruki. No estaba lejos de la estación, podría ir andando. Así que siguiendo el mapa, llegó a la puerta de una casa tostada con una pequeña valla que Kai atravesó sin problemas. Llegó a la escalinata de la puerta de entrada, donde se paró un momento a tomar aire, necesitaba tranquilizarse de nuevo.


    Llamó a la puerta y esperó. Unos pasos rápidos bajaban alguna escalera en el interior haciendo mucho ruido. En ese momento se dio cuenta de que si era Uruha el que abría la puerta ni si quiera sabría qué decirle. ¿Estaría bien saludarlo o gritarle? ¿O quizás abofetearlo o abrazarlo? ¿O besarlo?



    Kai empezaba a entrar en pánico cuando una versión más morena y bajita de Uruha, pero en femenino abrió la puerta.



–¡Hola! –Dijo la chica mirando a Kai de los pies a la cabeza–. ¿Uke, no? –Él afirmó– ¿Buscas a mi hermano?


–Sí. ¿Está aquí? –Kai conocía a la familia de Uruha de los conciertos, pero era incapaz de recordar cuál de las hermanas era con la que estaba hablando en ese momento, e igualmente no tenía tiempo para ser amable.


–Obviamente, sino no te preguntaría –contestó ella mirándolo de los pies a la cabeza de nuevo– ¡KOU-CHAN! –Gritó ella hacia la escalera que tenía detrás– ¡TU NOVIO HA VENIDO A BUSCARTE!



–¡¿EH?! –Kai trató de negar o protestar o algo, pero de pronto más gente empezó a aparecer: la madre de Uruha vino acelerada desde la cocina limpiándose las manos con un trapo y con un niño pegado a su pierna que miraba a Kai asustado, otra niña bajó corriendo las escaleras hasta quedarse delante de su madre mirando a Kai sonriente, el padre de Uruha apareció desde lo que debía ser el baño. Y todos trataron de hablar a la vez.



–¡¿QUÉ NARICES DICES DE UN NOVIO?! ¡IDIOTA! –Uruha bajaba las escaleras con un bebé de más o menos un año entre sus brazos. Aún sin terminar de bajarlas, pudo ver a Kai y se detuvo. Entonces todo el mundo guardó silencio– Yuta…



–Ho… hola, Shima.



–¿Qué haces aquí?



–¿Podemos hablar? –Shima afirmó, bajó el tramo de escalera que le quedaba y entregó el bebé a su hermana, aunque éste se agarraba al cuello del jersey de su tío con fuerza y costó un poco convencerle de que fuera con su madre.


–Vamos fuera –dijo Uruha invitando a salir al otro. Antes de salir él se volvió un momento a su familia antes de cerrar la puerta–. ¡Volved a vuestras cosas!



    Kai lo esperaba abajo de la escalera de entrada, apoyado en ella, mirando al cielo, tratando por no sabía cuanta vez ese día de calmar su respiración y los latidos de su corazón. Uruha se colocó a su lado, mirando al cielo también.



–Ya es casi de noche, cada día atardece más temprano –Uruha volvió su mirada hacia Kai–. Perdona a mi familia, son un poco ruidosos.



–¿Vas a pasar aquí la noche?

 


–Sí –contestó mientras encendía un cigarrillo.



–Mañana hay ensayo.



–No voy a ir, Yuta.



–¿Por qué te fuiste? –preguntó Kai mirando por fin al otro a los ojos.



–Ya te lo expliqué, no quiero estar más allí. Me hace mal.



–Nunca has sido un cobarde.



–Te equivocas, he intentado irme muchas veces.



–Sí, ¡pero nunca te has ido!



–Siempre hay un momento perfecto para cada cosa, ¿no? Ahora era el momento de irme.


–No lo entiendo. ¿Sabes que decepcionarás a mucha gente? ¿A las fans? ¿A los chicos? ¿A Reita? Joder, Reita piensa que vas a estar mañana en el ensayo. Y todo sin contar con que rompes el contrato con la compañía, eso va a salir mal seguro.



–No te preocupes, ya se solucionará –dijo con un amago de sonrisa que Kai conocía bien.



–No puedes dejarnos tirados, Shima.



–Podéis sustituirme fácilmente, no es como si fuera el vocalista o algo así, ¿no?



–Eres muy bueno, nadie sería como tú.



–Muchos tocan la guitarra como yo.



–¡¿Y quién mierdas habla de la guitarra?! –Kai trató de no alterarse de nuevo– Mierda, Shima, ni si quiera entiendes lo importante que eres para nosotros.


–Nadie vino a verme cuando estuve enfermo –dijo el otro desviando la mirada de nuevo al cielo–, nadie llamó.



–Shima… –Kai no pudo sino sentirse culpable, él había querido ir pero por algún estúpido motivo se contuvo.


–Ese domingo, esperé que por alguna extraña razón aparecieras en mi puerta con alguno de tus caldos –dijo bajando la mirada, sonriendo con melancolía–, pero no lo hiciste.



–Ese día yo…



–No te culpo, Yuta. No hace falta que te justifiques. Tan sólo… eso fue lo que me hizo pensar que estaría mejor con mi familia, si en más de diez años de estar fuera de aquí ni si quiera he conseguido a alguien que me cuide cuando enfermo.


–¡Yo quería ir! Pero me pasé todo el maldito domingo recordando lo que dijiste… –dijo bajando el tono hasta casi resultar inaudible.



–¿Uh? ¿Lo que dije? ¿Qué dije?



–No… no sé –el nerviosismo del batería aumentaba, esa era justo al conversación que trataba de evitar desde ese sábado.


    Uruha sonrió y volvió a mirar al cielo y al río que se observaba entre las casas de la acera de enfrente.



–Sígueme, vamos a pasear.



–Sí –Kai lo siguió sin saber dónde iba, realmente tan siquiera levantaba la mirada de sus pies mientras seguía al otro.


–Me encantan este río –comentó Uruha mientras se detenía en el arcén del camino–. Es de lo que más echo de menos cuando estoy en Tokio –dio una larga bocanada de humo–. No debiste hacer mucho caso a lo que te dije. A veces no sé lo que digo –Kai levantó la mirada sorprendido y vio la triste sonrisa del guitarrista–. Siento haberte ofendido por aquello –el batería abrió más los ojos ¡él no se había sentido ofendido! ¡Todo lo contrario! Pero antes de protestar, Uruha comenzó a bajar la verde cuesta hacia la orilla del río–. Sígueme.



–Shima –dijo cuando llegó a su lado–. No me ofendiste con aquello. Simplemente me quedé alucinado; yo no soy nada de todo eso que dijiste.


    Uruha le dirigió la mirada sorprendido por un momento y luego se sentó sobre el césped; Kai lo imitó. Ambos miraban la orilla de enfrente, donde unos niños jugaban un improvisado partido de fútbol.



–¿Sabes? Cuando yo era pequeño…



–¿Te violaron?



–¿Cómo que me violaron? ¡Pero qué bestia!



–Perdona, pero es que en una escena como ésta, todas las frases que empiezan así es porque violaron al protagonista.



–¿Pero qué clase de películas ves tú?



–No sé… ¡No pongas esa cara de asustado!



    El más alto trató de aguantar la risa, pero no pudo hacerlo por mucho tiempo. Kai lo miró embelesado el par de minutos que tardó el otro en tranquilizarse y apagar su cigarrillo.



–Eres muy raro, Yuta.



–Me gusta cuando ríes –salió de la boca de Kai sin que hubiera tenido modo de evitarlo. Uruha dejó de sonreír en el acto y giró de nuevo su mirada a los niños de la orilla de enfrente.



–Siempre he tenido la sensación de estar triste, desde que era niño; yo no sonrío todo el tiempo como hace mucha gente, ni si quiera me sale sonreír cuando es educado, siempre me sale algo forzado.



–No es verdad. A tu familia, a nosotros, a tus amigos…, nos sonríes siempre, y es una sonrisa sincera y bonita –Uruha lo miró por un momento con los ojos bien abiertos, pero volvió rápidamente su mirada al punto anterior.



–Siempre he tenido la sensación de tener que forzar la sonrisa, de no ser feliz. Tú siempre sonríes, ¿cómo lo haces?



–No siempre es sincera, pero procuro que lo sea. De cualquier modo, ¿por qué no debería sonreír? Trabajo en lo que quiero, ganamos pasta, tengo amigos, algunos muy buenos, mi familia está bien, la gente nos quiere…, ¿por qué debería ser infeliz?



–Eres un optimista nato.



–Y tú un depresivo, por eso escribes las mejores baladas de The GazettE. No le digas a Ruki que yo he dicho eso, o me mata.



–Seguramente lo haría, es muy sensible con sus baladas.



–¿Sabes que está con Hiroto? –Uruha lo miró sorprendido– Llevan un par de días, los he visto antes en la compañía, hacen buena pareja.



–¿Qué hacías hoy en la compañía?



–Buscarte.



–Ah –el guitarrista volvió la mirada hacia los niños que ya subían la cuesta camino de sus casas–. Has gastado demasiada energía, Yuta.



–He estado con Akira, luego con Yuu, en tu casa, en la compañía y luego aquí. Si quisieras… te iría a buscar más lejos aún si me lo pidieras –hasta el propio Kai se sorprendió de lo tranquilo que podía sentirse en ese momento.



–¿Por qué te preocupas tanto por mi?



–Siempre me he preocupado por ti.



–Nadie se preocupa por mi en Tokyo –dijo el más alto dolido–, pero igual ya estoy acostumbrado, nadie se ha preocupado por mi nunca, desde niño. Y es culpa mía porque siempre he sido demasiado tímido para llamar la atención, y cuando quería dejar de serlo al final acababa siendo violento. Nunca he hecho nada bien.  



–El día que te pusiste malo, Yuu salió corriendo a por tu caldo, Reita te cogió casi al vuelo cuando parecía que te caías, Ruki voló a por tu medicina ¡no me digas que no nos importas!



–Yuu tiene a Omi, Akira a Mariko, Taka ahora a Hiroto, tú estás casado con tu trabajo de líder y no tienes ojos para nada más; todo así.



–¡Yo no estoy casado con mi trabajo!  


–Eres un adicto al trabajo total, Kai. Eso te impide fijarte en lo demás. No es malo, no me interpretes mal, es muy tuyo.



–No soy así…, no me conoces tanto…



–Te conozco. Más de lo que crees. Te observo todo el tiempo. Durante una temporada, te veía a ti más que a mi mismo. Te conozco más que tú –Kai bajó la mirada, cuando cortó con su ex, Uruha cuidó de él todo el tiempo, pero fue incapaz de verlo–. No has estado con nadie desde que cortaste con el enano aquel, ¿no?



–¿Con Shiro?



–Ése –resopló Uruha–. Luego no te he visto con nadie. Te refugiaste en el trabajo y no has vuelto a darte la oportunidad de enamorarte. Eso es triste. No quiero acabar así.



–Shima, no seas cruel… Yo…



–¿Aún lo quieres?



–No.



–¿Por qué no has salido con nadie más entonces?



    Kai recordó una frase de Ruki.



–No creí que nadie mereciese la pena el esfuerzo –dijo levantando la mirada hacia el guitarrista con más convicción de la que había demostrado desde que llegara a ese pueblo–. Tú me ayudaste mucho en aquella época, siempre me cuidabas. Eso me ayudó mucho.



–¿Por eso has venido a buscarme? ¿Para devolverme el favor?



–No. Es que… –Kai miró al cielo, ya prácticamente oscuro– ¿Cómo te lo explicaría? –Debía decir la verdad, no tenía mucho tiempo, sabía que el alto lo echaría de allí cuando se diera cuenta de que ya era de noche–. De  pronto entendí que hay alguien que sí merece el esfuerzo.



–¿El esfuerzo de qué?



–De venir a buscarlo hasta el fin del mundo si hace falta, para llevarlo de vuelta donde debería estar.



–Si sólo has venido a llevarme de vuelta a Tokyo no hacía falta el esfuerzo –dijo mientras se levantaba y comenzaba a subir la cuesta de vuelta al camino. Kai se levantó y lo observo en lo alto de la cuesta, parado justo en el borde, con una leve brisa moviéndole el  pelo; ese idiota ni si quiera se daba cuenta de lo imponente que era y Kai se enfadó más al pensar eso.



–¡No he venido para llevarte de vuelta a Tokyo! ¡He venido para llevarte CONMIGO a Tokyo!



–… Yuta…


–¡Cállate! ¡Siempre estás callado! ¡¿Por qué hoy no paras de hablar?! –Kai subió rápidamente la cuesta hasta llegar al borde del camino, pero Uruha comenzó a caminar de nuevo a  su casa y Kai se vio obligado a casi correr detrás del más alto, que no parecía ya dispuesto a escucharlo– ¡No quiero que te vayas de la banda, no quiero que te vayas de Tokyo, no quiero que te alejes de nosotros! Pero, sobre todo –dijo bajando el volumen progresivamente tratando de calmarse al llegar de nuevo a la escalinata de la entrada–, no quiero que te alejes de mi…



–Yuta, aunque ya no esté allí, puedes seguir llamándome cuando necesites un amigo… –dijo mientras se apoyaba en la barandilla.



–¡NO QUIERO PERDERTE, IDIOTA! –Gritó el otro justo delante de su cara.


–¿Eh?



–¡Joder! Si que eres lento… –la frustración de Kai se transformó en un arrebato: agarró la nuca del guitarrista con una mano y el brazo con la otra y lo atrajo hacia su boca, donde sus labios lo esperaban desesperado. Sabía que quizás esa sería su única oportunidad de besar al más alto y quería hacer de ello un buen recuerdo para ambos. Trató los labios de Uruha con cuidado pero con firmeza, no estaba dispuesto a dejarlo ir.


    Kai notó la tensión en Uruha durante unos segundos, pero al poco el mayor comenzó a responder lentamente, eso hizo que el corazón de Kai botara histérico y no dejara de hacerlo durante los dos o tres minutos que duró el beso. Se separaron lentamente, Kai no lo soltó, tenía miedo de que huyera.



–Yuta…



–Vuelve a Tokyo, por favor. Vuelve con nosotros. No me dejes sólo.



–¿Ése es el problema? Si yo me voy tú te quedas sólo mientras estos tres tienen pareja.

–¡¿Eh?! ¡No estás entendiendo nada!



–¡KOUYO! –La voz de la madre de Uruha salió del interior de la casa.


–¡YA VOY! –Gritó de vuelta hacia la puerta, aprovechando para soltarse. Los brazos de Kai cayeron a plomo– Mira, Yuta, vete, por favor.



–No quiero irme hasta que vuelvas a casa conmigo –Kai se sentía el ser más testarudo del mundo en ese momento, pero no le importó lo más mínimo.



–Ésta es mi casa. Mi casa está donde esté mi familia.


–¡Yo soy tu familia! –Eso había dolido a Kai; él sentía a Uruha como parte de su vida, no podía dejarlo así. Trató de tranquilizarse por el bien de los dos– The GazettE es tu familia también. Por favor, no lo olvides –Kai se alejó hacia la calle. Antes de girar la esquina hacia la estación, se volvió de nuevo a Uruha–. Vuelve pronto, por favor. Te voy a estar esperando. Sé que no me decepcionarás, nunca lo haces –y antes de que el otro pudiera siquiera parpadear Kai corrió hacia el tren, tratando de bajar la adrenalina y de contener las lágrimas con la carrera.  



–¿Uh? –La madre de Uruha había abierto la puerta casi a la vez que su hijo y se sorprendió de encontrar a éste solo– ¿Uke-san no se queda a cenar?



–No mamá, tenía cosas que hacer en Tokyo.



–Pues ha hecho un largo camino sólo para hablar contigo, debía ser importante.


––––––


    Casi una semana había pasado desde que se fue, cuando Uruha regresó a su piso en Tokyo. Pero se encontró un problema en la puerta.



–¿Qué haces sentado ahí?



–¡Shima! Has vuelto –Kai soltó la consola portátil con la que jugaba y se levantó de la manta que tenía en el suelo.



–Tenía que volver… a por mis cosas.



–Lo sé. Por eso te estaba esperando.



    Uruha pareció preferir obviar el extraño hecho de encontrar al otro en su puerta. Resopló y abrió el piso. Dejó entrar a Kai primero; éste recogió la manta, la consola, una mochila, una almohada… y pasó dentro con una gran sonrisa. Vio la graciosa cara de desconcierto que el guitarrista cargaba y supo lo que vendría a continuación.  



–¿Llevas todo el día esperándome ahí? Debes estar helado.



–No llevo todo el día –sonrió más ampliamente mientras dejaba sus cosas en el suelo, cerca del sillón donde Uruha había dejado su abrigo–. Llevo toda la semana.



    Uruha se quedó paralizado y Kai se supo ganador. Su confianza estaba por fin acompañándole. Había tenido una semana para pensar por fin todo lo que había pasado con detalle, y ahora estaba muy seguro de sí mismo y de lo que sentía.



–Estás loco.



–No, sólo enamorado.



–No… no digas esas cosas –Uruha se sonrojó, Kai se sintió orgulloso de si mismo por decirlo por fin, pero tenía que buscar alguna reacción del castaño que le confirmara que él podía sentir lo mismo–. Ven aquí, tienes que calentarte –el guitarrista hizo que el moreno se acercara y se sentara delante de él en el futón que acababa de extender–. Voy a poner un baño caliente, pero primero ponte debajo de esto –Uruha levantó el edredón del futón para colocárselo a Kai por los hombros, aunque le tapó también la cabeza–. Así, calentito – sonrió el castaño, Kai no podía dejar de mirarlo, cuando Uruha sonreía sinceramente, las pocas veces que lo hacía, el batería se quedaba idiotizado, y más aún en una situación como esa, él quieto mirándolo y el otro sonriendo y frotándole para hacerle entrar en calor. Kai persiguió con su mirada la de Uruha hasta que la encontró. El guitarrista dejó de frotarle los brazos pero no apartó la mirada.



–Shima, voy a besarte así que aún estás a tiempo de salir corriendo –Kai estiró el cuello mientras Uruha cerró los ojos rápidamente, haciendo sonreír al batería. Cuando los labios de ambos se tocaron la respuesta fue inmediata; Kai se aventuró a introducir su lengua en la suave boca del guitarrista, lo que hizo gemir a éste y sonreír a Kai separándose lo suficiente para poder hablar–. Después de eso, no me digas que te vas.



    Kai acercó sus manos a la cintura del más alto, que pasó las suyas por el cuello del moreno, regresando al beso, volviéndolo más intenso y desesperado; el batería fue consciente de que el beso lo controlaba Uruha, y le pareció lo más maravilloso del mundo. Se dejó caer en el futón arrastrando al otro con él. De algún modo consiguió tapar a Uruha y a él mismo con el edredón sin romper el beso, aunque los pies de ambos quedaron fuera.



    El moreno seguía enganchado a la cintura de Uruha como si este pudiera desaparecer en cualquier momento, pero las manos del castaño viajaban libres por el pecho y los brazos del batería. Sacó parte de su camiseta de los pantalones y metió su mano hacia el pecho.



–Yuta, te siento cálido –susurró ahogado.



–El frió se fue desde dentro cuando apareciste –dijo Kai mientras comenzaba a besar el cuello de Uruha.



–No entiendo esto –de pronto el castaño parecía triste de nuevo. Kai lo volteó dejándolo debajo. Le dio un corto beso en los labios y comenzó a acariciarle el pelo mientras hablaba.



–Shima, te quiero, mucho, desde hace mucho tiempo, pero soy tan imbécil que he perdido el tiempo tratando de no verlo; parece ser que era el único que no lo veía. Taka pensaba que estábamos juntos desde hace tiempo, Akira tenía claro que no te dejaría ir, hasta Yuu me hizo darme cuenta de que o eras tú o ningún otro –lo besó de nuevo tranquilamente, dejando tiempo al otro para que lo asimilara–. La banda, la música, los chicos, son lo mejor que me ha pasado en el vida, pero sin ti no puedo, tú estás por encima de todas esas cosas. Si de verdad quieres irte de la banda, de la música…, está bien, te apoyaré, pero no te vayas de Tokyo, no te alejes de mi, por favor; dame una oportunidad de enamorarte.



–Parece que lo tienes muy claro.



–Me ha costado toda una semana reunir valor.



–A mi siempre me has gustado mucho.



–Lo sé –Uruha lo miró tan sorprendido como enfadado– ¡Ahora lo sé!, antes no me di cuenta, lo siento.


–Alguno de estos te contó, ¿no? –Volvió a desviar la mirada del moreno– Bocazas.


–Yo siempre… he notado que tenía una conexión especial contigo, algo que no tenía con ellos, pero no sabía porqué.



–Siempre me has gustado, pero cuando lo tuve más claro y quise decirte algo nos presentaste al enano ese…



–¿Shiro?



–¡¿Puedes dejar de decir ese nombre?!



–El enano, ok.



–Eso. Tú como idiota detrás del enano y yo llorando por los rincones, y tú ni cuenta, y entonces pensé que realmente me había enamorado. Y de pronto cortaste con ése, y yo aproveché a estar todo el tiempo contigo, no quería verte triste y menos por ése. Quería que te enamoraras de mi. Pero no pasó y te perdí de nuevo ante el trabajo.


–Deberías haber insistido, siempre he sido muy lento –dijo Kai mientras acariciaba la frente del castaño, haciendo pequeños dibujos imaginarios.



–Lo sé. Pensé que era el destino, que no nos quería juntos. Pero hace un mes…



–¿Hace un mes…?



–Pensaba que ya había superado lo tuyo, pero no era verdad; yo estaba bien porque tú no estabas con nadie. Pero te vi una noche con Takeru(3)…



–¿Takeru? ¡Ah, el bar! El día que salimos todos por lo del single.



–Sí. A él le gustas, siempre lo dice por ahí –¿Le gustaba a Takeru? ¿Por qué nunca se enteraba de nada? Kai se prometió estar más atento a la gente y menos al trabajo–. Yo creía que no le ibas a hacer caso, pero de pronto estabas siguiéndole el juego. Os fuisteis juntos a casa…



–¡Nonononono! –Kai se medio incorporó dentro del futón, no podía ser aquello, era consciente de que su cara debía parecer totalmente asustada en ese momento– Estaba borracho, lo llevé a su casa porque vive cerca de mi. Pero lo dejé en su casa y me fui a la mía, tenía que terminar una base de batería para el día siguiente…



–Jajajaja, ¿ves como eres un adicto al trabajo? –Uruha sonrió cómplice y Kai se dejó caer de nuevo al futón, bien pegado al guitarrista, acariciándole el rostro y el cuello con delicadeza–. Sea lo que sea, que te hubieras ido con él fue como un mazazo para mi. Me di cuenta de que nunca ibas a estar conmigo. Y luego todo lo demás; ya sé que la gente me quiere y se preocupan por mi, sólo que me es difícil verlo a veces. Te agradezco que me lo recordaras el otro día.



    Kai lo besó tiernamente en la mejilla y Uruha sonrió. El moreno era una persona muy cariñosa y no quería perder ni un momento con el castaño; ya había perdido suficientemente el tiempo.


–¿Ahora vas a quedarte conmigo?



–Creo… creo que podríamos intentarlo, ¿no? Aunque si sale mal no sé cómo podríamos seguir con la banda…



–¡¿Vuelves a la banda también?! –Uruha sonrió mientras afirmaba– ¡¿Cómo que si sale mal?! ¡Esto no va a salir mal! ¡Yo te quiero, tú me quieres! ¿Por qué iba a salir mal? ¡No va a salir mal, no dejaremos que salga mal! –El guitarrista rió feliz por los nervios del otro.



–No dejaremos que salga mal –Repitió el castaño aún sonriendo.



–No.



    Ambos sonrieron. Uruha puso de nuevo las manos en el cuello del otro y lo atrajo para besarlo. Kai entró en su boca enseguida. El calor que sentía expandirse por sus entrañas tenía que ver con tener al otro entre sus brazos, entre sus labios; era un calor que le hacía temblar, de los pies a la cabeza y de la cabeza a los pies. Un calor que le dirigía las manos con precisión hacia la nuca del guitarrista y le hacía bajar la boca a su cuello, lamiéndolo aplicadamente. El calor aumentaba cuando el otro gemía y le hizo arder cuando notó la mano de Uruha rebuscar entre sus ropas un acceso a su entrepierna.



    Un ruido en la puerta les hizo quedarse totalmente quietos.



–Es pequeña, pero por ejemplo la bañera es muy grande, y la cocina está tapada, con lo que gana espacio –la casera de Uruha acababa de entrar en el piso, al parecer con alguien más. La pareja se miró asustada.



–¡Señora! –Gritó el hombre que la acompañaba–. Hay alguien ahí.



–¿Eh? –La mujer se volvió hacia el futón  justo a tiempo para ver a Uruha levantarse y a Kai saludar aún con el edredón por los hombros tratando de taparse la crecida entrepierna.



–Buenas tardes –saludó Uruha.



–Oh, Takashima-kun, no sabía que estaba aquí. Oh, bueno –Kai no sabía si la dueña se veía bastante sorprendida por encontrarse a los dos hombres dentro de una casa que consideraba vacía o por encontrar a esos dos hombres debajo del mismo futón –. Éste es el nuevo huésped del apartamento, entrará la siguiente semana, por favor, no deje cosas aquí para el lunes.



–¿Eh? Ah, bueno…



–No se preocupe –dijo Kai levantándose rápidamente, aunque aún con el edredón puesto–, Shima estará fuera del piso antes del fin de semana.



–Gracias, Uke-kun. –Uruha lo miró atónito–. Si me acompaña, por favor –la señora y el tipo entraron al baño y salieron al poco–. Muchas gracias por todo. Espero verlo pronto por aquí, Takashima-kun. Uke-kun, ya veo que sí tuvo suerte, que pasen buena noche.



–¿Suerte? –Preguntó Uruha mientras cerraba, con llave, la puerta del piso.



–Llevo una semana en la puerta de tu casa, conozco a todos tus vecinos.



–¿Por qué dijiste que me iría en dos días?



–Es suficiente para recoger el piso.



–¡Pero ahora no quiero irme de Tokyo, Yuta! Iba a decirle que quería quedarme…



–Mi piso es grande, tengo la cocina separada, y cabe mi cama grande, una mesa para comer y un gran escritorio, lo único malo es que la bañera es más pequeña.



–Ya sé cómo es tú casa, ¿a cuento de qué me lo dices?



–Aysh, no sé quién es más lento de los dos –dijo mientras soltaba el edredón y se acercaba a Uruha.



–¿Eh?



–Mañana empezamos a llevar cajas a mi casa. Ya decidiremos después cosas como qué lado de la cama prefieres. Ahora, vamos a aprovechar la bañera esa tan grande que tiene este piso –dijo mientras le tomaba de la mano y lo arrastraba al baño.


––––


    Habían tirado las ropas de cualquier manera antes de meterse en la ducha y luego en la bañera, así que cuando sonó el móvil de Kai, le fue difícil llegar al pantalón para sacarlo de ahí sin salir de la bañera.

–Déjalo, ya lo cogerás luego, Yuta –dijo Uruja mientras besaba el brazo y continuaba por la rodilla que sobresalía del agua.



–Pero puede ser del trabajo, he dejado todo por una semana en manos de estos –respondió mientras lo agarraba por fin y se colocaba de nuevo en la bañera.



–Supongo que me tocará aguantar estas cosas por liarme con el líder –rió Uruha. Después aprovechó para abrazarse a su tronco y comenzar a lamer un pezón mientras el otro contestaba, más o menos alterado.



–¿Simph?



–¿Uke? –preguntó extrañada la voz de Ruki desde el otro lado de la línea.



–Sí, dime… ummm… –Kai trataba de controlarse, pero era difícil si el más alto no tenía sus manos y sus labios quietos; así que le susurró– ¡para un momento!



–¡Ah! –Kai oyó como Ruki hablaba con alguien más– ¡Ey, chicos! ¡Ya apareció! ¡Están juntos! ¡Se lo está tirando por fin!



    El teléfono de Kai casi cae al agua de la sorpresa. Uruha que lo había escuchado sólo reía apoyado en el pecho del batería.



–¿Quién a quién? –Oyeron preguntar a Aoi a lo lejos, seguido de una carcajada que debía de pertenecer a Reita.



–Ah, eso no lo sé –contestó Ruki–. ¿Cuál era el personaje femenino?



–¡El personaje femenino los cojones! –Gritaba Kai mientras Uruha le quitaba el móvil, lo colgaba y lo tiraba lejos– ¡Yo lo mato!



–Para otro momento, ahora a lo nuestro.

 

Notas finales:

(1)Omi es una de las guitarristas de Existtrance, ya lo advertí en el anterior capítulo que me encanta esta chica (también puse una foto en el capítulo anterior).

(2)Guitarrista y batería de Exis+trance respectivamente.

(3)Takeru es el cantante de Sug, también dentro de la PSC.

 

  Es lo primero a lo que pongo acabado en esta página ^^, estoy orgullosa por eso, aunque el fic no quedó como yo quería, pero no tengo humor ya para seguir perfeccionandolo, además de que queda menos de una hora para que acabe el día 10 en España >.<

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).