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¿Insensible? por Lawliet_Girl

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Notas del capitulo:

A ver, antes de nada, quería decir que en una página del fb al parecer colgaron el primer capítulo del fic. Lo hablé con el/la administrador/a, y dice que era "para hacer publicidad". Esta vez lo paso, porque bueno, porque soy tonta o no se xDD

pero este sitio tiene derechos de copyright, y puedo reclamar muy fácil esos derechos. No seré tan "liberal" ni me creeré excusas la próxima vez que vea algo mío que no tenga su correspondiende atribución. Y lo digo desde el buen rollo, que conste todo esto en acta xDD

 

Y ahora dejo el capítulo aquí, espero que lo disfruteis... lo he escrito con mucho cariño, espero que les guste ^^

 

Esa noche, Mello durmió abrazado a Matt en la cama del pelirrojo. Ya por la mañana, cuando se despertaron, se fueron a desayunar mientras hablaban de cualquier tema trivial, como si nada hubiese pasado.

En el desayuno, como todos los días, se iban solos a la mesa del fondo del comedor. De vez en cuando, Near se alejaba de su mesa, donde muchas chicas lo asaltaban, para ir con ellos, aunque las únicas veces que hablaban eran para discutir sobre cualquier cosa, sobretodo Mello discutía, y Near pasaba de él, lo que incrementaba su cólera.

Ese día se acercó Near con su bandeja en una mano y un robot de juguete colgando en la otra. Se sentó frente a ambos y les miro un segundo para después ponerse a jugar con su robot, sin probar bocado de su desayuno, como siempre. Mello soltó un suspiro de fastidio y comenzó a comerse una tableta de chocolate mientras miraba a Matt jugar con su videoconsola, con sus gafas puestas. Pero ese día, alguien más se acercó a la mesa. Ninguno levantó la vista de sus actividades hasta que el visitante habló.

 

-Hola... ¿Puedo sentarme? – Era una voz de un chico. – El resto de sitios están ocupados.

 

Los tres se giraron para ver a aquel chaval. Era alto, con una melena rubia recogida en una coletilla baja que le llegaba hasta la base del cuello, una camiseta negra de manga corta y unos vaqueros algo gastados y con algunos rotos. Lo que más les llamó la atención fueron sus ojos, lilas y brillantes, que parecían haber llorado hacía poco. Los tres se quedaron mirando sus ojos con gran interés.

 

-Esto... ¿Qué pasa con mis ojos?

-Bueno – empezó Near –, es que nunca habíamos visto unos ojos así... de ese color.

-Lilas – aclaró Mello.

-Ah, gracias. No sabía de qué color eran mis ojos. Ya puedo dormir tranquilo esta noche. – dijo con un tono burlón y condescendiente.

Near uso todo su autocontrol para contener una carcajada, pero Matt no pudo evitar partirse de risa. Ante esto, Mello le propinó un puñetazo en el hombro que acabó por tirarlo, pero no por callarle. Cuando se levantó ya había parado de reírse.

-Muy bien, siéntate. Ese comentario desafiante me ha encantado. Nadie se atreve a hablarle así a Mello excepto Near, que siempre consigue evadirse. – Matt cerró los ojos para recibir el empujón de Mello.

-Por lo que veo tú – dijo mirando a Mello mientras se sentaba. – eres el matón que tiene a los del orfanato asustados; Tú eres el pacífico, el único capaz de aguantar sus golpes y su humor. Y supongo que tú – dijo mirando al peliblanco – eres Near.

-Un gran poder deductivo – puntualizó Near -. Eres nuevo, si no me equivoco.

-Así es. Me llaman Lee, aunque en verdad me llamo Jas...

-Te recomiendo que no lo digas. – dijo Near.

-Yo soy Matt – dijo sonriente.

-Y tú debes de ser Mello. – dijo mientras comenzaba a morder una de las manzanas que llenaban su plato.

-Así es, detective en potencia. – dijo el oji-azul con sorna.

-Gracias, psicópata infantiloide – y tras esto, todos, incluido Mello, se echaron a reír.

 

Pasaron los meses y la situación se repetía de formas diversas, pero en realidad Matt, Mello y Lee se llevaban muy bien, y al cabo de unas semanas, ya eran inseparables.

Aunque Lee prefería la compañía de Matt a la de Mello. Lo encontraba increíble, y además bastante atractivo, con un gran encanto. Y Mello se dio cuenta de esto.

Una noche, después de ir a los cuartos, Mello se puso a hablar con Matt de Lee.

 

-No se por qué tienes que pasar tanto tiempo con él a solas. – Mello no paraba de andar de un lado a otro de la habitación.

-A ver, es nuestro amigo – Matt se sentó en su cama -. No entiendo por qué te pones así.

-Si, vale, él es tu amigo, lo entiendo... – Mello se detuvo frente al pelirrojo. - ¿Pero yo qué soy?

-Ah, vale. Ya se por donde va esto. – Matt se levantó y abrazó al rubio, que se puso rojísimo al instante. – ¿Estás celoso?

-¡Perro idiota! No estoy celoso... -Intentó zafarse pero Matt le obligó a mirarle.

-Mello, idiota – dijo cariñosamente. -. Tú eres el único para mí. Los demás no me importan.

 

Dicho esto, ambos se fundieron en un cálido beso.

Pero ninguno de ellos sabía que la puerta se encontraba entreabierta, y que alguien había escuchado y visto todo. En ese momento, esa persona se alejaba corriendo, mientras lloraba desconsoladamente.

 

Al día siguiente, Mello, Matt y Near llegaron al comedor, y se fueron a la mesa del fondo, donde ya solía estar Lee esperándoles para desayunar, con bandejas llenas de sus desayunos favoritos. Pero ese día solo estaban las bandejas, excepto la de Lee. Él tampoco estaba, y eso extrañó a Matt y a Mello, pero Near no le dio importancia, como si ya supiera el por qué. Los tres se sentaron y comenzaron a desayunar y a hacer sus actividades.

Cuando Matt se levantó para dejar su bandeja, se dio cuenta de que debajo había una nota para él. Se volvió a sentar para leerla. Era de Lee:

 

 

Matt:

 

Espero que ese come-chocolates rubio te haga feliz de veras.

De seguro él lo es contigo. ¿Quién no lo sería al estar con alguien como tú?

No logro entender por qué, pero aún así, yo no puedo cambiar nada.

Si le amas, espero que él haga lo mismo.

Te mereces una persona que te quiera, y a la que tú también ames, y yo no soy el que puede hacerlo.

Por eso, necesito un tiempo sin hablar con vosotros dos, no quiero meterme donde no me llaman.

 

A pesar de haber escuchado vuestra conversación ayer, yo aún siento lo mismo...

 

Te amo

 

Lee

 

 

 

Mello, que también leyó la carta, se la quitó a Matt de las manos para después plantársela en la cara y suspirar de impaciencia. Parecía que Matt nunca se enteraba de nada.

 

-¿Ves? Te quiere.

-Ya veo...

 

Near no pudo evitar reír por lo bajo, pero lo suficientemente alto como para que ambos le oyeran hablar.

 

-¿Y a ti qué te pica, abuelo?

-Hay que ser muy inútil para no darse cuenta de que te quiere, Matt. A mi me aprecia bastante y me cuenta sus cosas, ya que me gané su confianza, y con Mello tiene una relación amistad-odio muy interesante. ¿Nunca habías pensado qué clase de relación tiene contigo?

-Pues... la que tienen los hermanos, diría yo...

-Error. – Near sacó de pronto cuatro muñecos, idénticos a ellos tres y a Lee, apartó la bandeja y los puso sobre la mesa. Parecía que llamó su atención y sacó el tema solo para estrenar sus muñecos nuevos.

-Te los fabrican a partir de fotos, ¿verdad? – dijo Mello, observándolos.

-Esa no es la cuestión, Mello – colocó a los tres chicos juntos, formando una fila en orden. (Near, Matt y Mello) -. Esto es lo que siempre hemos sido. Cuando vosotros dos desarrollasteis entre vosotros otros sentimientos - puso el muñeco de Mello mirando a Matt y viceversa. -, todo parecía equilibrado, porque sabemos que yo soy algo solitario y esta unión no me importaba mucho...

-¡¿DESDE CUÁNDO LO SABES?! – preguntaron ambos al unísono.

-Desde que Matt empezó a ver a Mello como algo más, y hace ya tiempo de eso... – Sonrió. - Pero ahora no viene al caso. Aquí lo que pasa es que llegó de pronto Lee – Colocó al muñeco de Lee entre Near y Matt. – Y comenzó a desarrollar los mismos sentimientos de Mello por Matt. Mientras que a mi y a Mello nos ve como simples amigos, a Matt – colocó el muñeco de Lee mirando a Matt. – lo ve como una posible pareja.

>>Ayer por la noche, después de cenar, me dijo que iba a darte una carta diciéndote lo que sentía, y yo le advertí que tú y Mello teníais algo, pero no me creyó, por lo que fue a vuestra habitación. Tras ver la escena de vuestro cuarto, salió corriendo al baño a llorar. Yo le seguí, y él me contó lo sucedido. Ambos quemamos allí mismo la carta. Se quedó llorando hasta tarde conmigo.

-Y-yo no lo sabía... – Matt se sentía fatal. De pronto, se dio cuenta de que Near había colocado su réplica mirando hacia Lee, y a él mirando de frente. Entonces miró al peliblanco a los ojos. – Near, tú... ¡¿TÚ LE QUIERES?! – casi gritó señalando los muñecos.

Near, de una tez blanca como la nieve, se quedó más blanco si era posible, para después pasar a ruborizarse levemente. Miró a sus muñecos y se dio cuenta de que, inconscientemente, había puesto el suyo mirando a su, secretamente querido, rubio de ojos lilas. Con una rapidez pasmosa, guardó los muñecos de nuevo.

 

-Yo no siento eso por él – Intentó justificarse. -. Es mi amigo, y...

-No te  estoy diciendo qué es, te estoy diciendo qué sientes. Así que es verdad... Le deseas.

-¿Es eso cierto? – preguntó una voz susurrante.

 

Los tres se volvieron para ver a Lee allí plantado, mirando a Near.

Tenía los ojos rojos, y unas lágrimas aún corrían por sus mejillas.

Near se levantó y se acercó como el rayo.

 

-Si, es cierto. Pero ahora lo único que quiero es que no llores. Por favor, quiero seguir siendo tu amigo a pesar de esto.

-Eres un masoquista, Near... – Se limpió las lágrimas con una sonrisa. - Un masoquista además de una buena persona. – Dicho esto, Lee le abrazó, haciendo que el albino se ruborizase.

 

El “club de fans de Near”, o como Mello llamaba, el “club de fans del Viejo Peliblanco” estaban que echaban humo. Cuando los cuatro se dieron cuenta, se empezaron a desternillar de risa al ver a todas esas chicas teniendo deseos homicidas contra Lee.

Después del desayuno, se fueron todos al jardín. Lee les dijo que quería ir ver una cosa que le parecía rara en el jardín, al fondo del todo.

 

-Nadie se ha dado cuenta porque pasan de largo, pero el jardín tiene una parte en forma  de semicircunferencia que, si no te fijas nunca en la propiedad del otro lado, parece que pertenece a ese lugar. Pero en realidad, es de la Wammy’s House. Lo se porque me colé por la noche en el lugar de al lado, y ellos lo tienen como propiedad de aquí, vallado. A lo mejor no es de nadie, pero quiero verlo.

 

Los tres jóvenes se dejaron arrastrar por el activo y aventurero Lee. No podían creer que alguien tuviera tantas ganas de vivir. Gracias a su personalidad tan extrema, le gustaban cosas muy contradictorias. Y encima él era una de las pocas personas de la Wammy’s House con un vicio saludable: Las manzanas. Sus adoradas manzanas y todo lo que llevase manzanas.

Cuando llegaron a la semicircunferencia, Lee corrió a meter los brazos en los matojos para encontrar algo. Los cuatro se quedaron sorprendidos al ver como el chico abría una puerta que parecía no estar y entraba en un semicírculo. Matt, Mello y Near le siguieron rápido, ya que Lee se cayó al suelo por usar fuerza de más.

Era un jardín lleno de rosas de muchos colores, y lleno también de mariposas que comenzaron a volar por la entrada tan brusca de los jóvenes. Se quedaron maravillados. Había también un banco de piedra en el que cabrían dos personas como mucho.

Ese lugar le gustó bastante a Lee y, por defecto, también a Near. Ambos se quedaron maravillados entre tantas flores; Lee con una gran sonrisa, y Near con su normal expresión impasible, pero con un brillo especial en los ojos.

Ambos estaban tan distraídos que no se dieron cuenta de que Mello se había llevado a rastras a Matt a su habitación. Al llegar allí, el rubio cerró el pestillo para que nadie les molestase, así como las cortinas de la ventana, mientras Matt lo miraba extrañado.

 

-Mello... ¿qué haces? – él estaba acostumbrado a los arrebatos del rubio, pero aún así le extrañaron las precauciones que tomaba.

-Yo... – Se quedó quieto un momento, mirando al pelirrojo, y volvió la cabeza de golpe. - ¡Cállate y espera sentado en la cama! 

 

Matt, obediente como era, fue a sentarse y a esperar que el rubio terminara. Mientras tanto, Mello se ocultó tras la puerta del armario y sacó de entre su ropa una pequeña caja envuelta en papel de regalo verde con un lazo azul celeste. Aún tras la puerta, tiró el paquete hacia la cama, pero fue a parar al suelo, frente al pelirrojo.

 

-Es para ti, perro…

 

Matt lo cogió del suelo, y abrió el paquetito con sumo cuidado. Esa muestra de afecto tan brusca por parte de Mello le tenía al borde de las lágrimas, y tuvo que quitarse las gafas cuando terminó con el papel y abrió la caja.

Dentro había dos cosas: un mechero en plata con una M elevada al cuadrado en el grabado, y un colgante militar con la palabra “perro” en la inscripción.

 

-Mello… ven aquí, por favor.

 

El rubio solo se asomó parcialmente, y al ver a Matt intentando contener las lágrimas, sin éxito alguno, y con una sonrisa, fue corriendo a su lado.

 

-¿Pasa algo? Sabía que no te gustaría, no sé hacer regalos, ¡Joder! – Mello se fue a dar un puñetazo en la cara, pero Matt puso la mano y le dio en la palma.

-Mello, si me encanta… Gracias. – Y antes que dijera nada, le besó mientras seguía sujetando su mano, que acabó por entrelazar los dedos.

 

Mello se dejó arrastrar, como siempre acababa haciendo, por su pelirrojo. A pesar de ser el más duro y rebelde, y el otro el más sumiso, no podía hacer nada en cuanto los labios de Matt rozaban los suyos, pues se sentía tan relajado, que no pensaba en quien era el “más hombre” de los dos…

Con Matt, Mello se sentía feliz.

Notas finales:

y... continuará en el siguiente capítulo! jaja

 

espero que les haya gustado, y próximamente seguiré subiendo más capítulos (aunque no muchos, porque este es el corto) ^^

 

pasen un buen finde, y en general una buena vida =)


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