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Youshikibi por Katana

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Notas del fanfic:

Creo que aquì aplica lo de siempre: Lean, que lo disfruten, un mensaje siempre es bueno pero no obligatorio y ninguno de los personajes me pertecenen por que soy muy joven para ser su madre.

La habitación le disgustó desde un principio. Las luces eran demasiado brillantes, tan deslumbrantes, que por un momento se le hizo difícil pensar con claridad entre tanta blancura. Tal vez ese era el efecto deseado para con los pacientes. Enceguecerlos hasta bloquear cualquier idea fuera de sentarse quietecitos en la silla y olvidar el impulso de saltarle a la yugular a quien se le pusiera enfrente a la primera oportunidad.

No le había gustado tampoco que le hayan tenido que asegurar que el hombre que había solicitado su presencia no había mostrado ninguna reacción violenta o actitud peligrosa desde su reclusión en el hospital psiquiátrico.

No importaba si le juraban que habían vaciado anestesia suficiente en sus venas como para dormir a un elefante. Él, y por supuesto, millones más que se habían despertado una mañana con la noticia desplegada en primera plana a tres columnas, sabían de lo que era capaz. De lo que había hecho.

Y ahora el autor de tan bizarro crimen, el mismo que se había rehusado a hablar desde que le habían arrestado, había dicho que confesaría todo, sin guardarse el menor detalle, únicamente con una condición.

Quería contarle su historia únicamente a una persona.

Hyde.

 

 

A Hyde le asombró el verle tan… normal. No podía describirlo de otra manera. El músico estaba como jamás pensó llegar a verle: Sin una gota de maquillaje. Nada escondía ahora los marcados rasgos masculinos que el delineador, las pestañas postizas y las sombras de ojos habían podido ocultar tan bien durante tanto tiempo. Su cabello negro caía lacio sobre sus hombros, de manera muy distinta al estilo que había estado utilizando desde que dejará atrás sus días como uno de los artistas emblema del Visual Kei.

Ya no había vestidos Gothic Lolita. En su lugar, el sencillo y pulcro blanco de la ropa del nuevo paciente del hospital parecía confundirse con el resto de la cada vez más opresiva habitación. A Hyde también le hubiera gustado fundirse en esa blancura onírica para albergar la esperanza de poder despertar lejos de esos ojos profundamente oscuros que le miraban desde el otro lado de la mesa, tal vez midiendo la distancia entre la mano que ahora acariciaba distraídamente la mesa y su cuello.

- Gracias por haber venido. –La voz profunda del guitarrista vibró en las paredes desnudas de la habitación, haciendo que Hyde se estremeciera ante lo extraño que era el escuchar su voz por primera vez. – En verdad te lo agradezco. Sé que no tenía derecho en llamarte pero… - La voz del músico se quebró ligeramente mientras bajaba el rostro, permitiendo que algunos mechones de cabello negro cubrieran sus ojos apesadumbrados. – Si ésta es la única forma en que me dejarán en paz, prefiero hacerlo al menos bajo mis propios términos.

El solista se sintió invadido por la vergüenza que destilaba el hombre vestido de pies a cabeza de blanco, una vergüenza que no nacía del atroz acto que había cometido y le mantenía recluido en esas siniestras instalaciones, sino del hecho de que tendría que hacer partícipes a extraños de una parte tan íntima y personal , haciéndole sentir profundamente ofendido.  

Por un momento, el visitante pensó que debía decir algo, pero la rápida recompostura del otro le tomó desprevenido. Su orgullo estaba intacto ahora y una mueca de resignación se dibujó en sus labios antes de añadir lo que sería el inicio de unas palabras que jamás podría olvidar en su vida.

-¿Comenzamos?

- Sí. – Replicó el artista, apenas desprendiéndose de las palabras que trabajosamente se formaban en sus labios repentinamente resecos. – Estoy listo para escucharte… Mana.

 

 

- Fue un acto de amor. – Afirmó Mana con firmeza, antes de ponerse de pie e ir hacia la ventana enrejada y tapiada, dirigiendo su mirada pensativa hacia un paisaje exterior que solamente podía adivinar. – Todo entre nosotros ha sido un acto de amor.

Hyde quiso gritar pero no pudo, enmudecido de pronto por el miedo a cómo tomaría el guitarrista su reacción y la intensidad de su propio coraje. ¿Amor? ¿Qué tenía que ver el amor en el crimen horrendo que había cometido? ¿Cómo justificaba el amor el deseo de destrucción de un ser humano? ¿Cómo explicaba el amor que se hubiera convertido en un monstruo?

- ¿Realmente entiendes lo que es el amor verdadero? – Los ojos oscuros del hombre en pie estaban demasiado concentrado en sus propios pensamientos como para preocuparse por las miradas de odio que le lanzaba su acompañante. - No lo creo. Yo sí, y por eso estoy aquí.

- Estás aquí porque se te atrofiaron las neuronas de la cordura y la sanidad.

- En eso te equivocas. Creo que jamás tuve tanta claridad de pensamiento en toda mi vida como ese día.

- ¿Te enorgullece lo que le hiciste?

- Por supuesto. Nunca he hecho nada de lo que no me enorgullezca y él fue mi mayor logro y mi mayor fracaso. Él era el perfecto príncipe vampiro, hijo virtuoso de la noche silenciosa y la melancolía de la luna. Cuando cantaba, su alma lloraba las palabras que formaban nuestro encantado mundo de cuento de hadas. Un mundo mejor que este, tan vulgar y corriente, donde la belleza de mi príncipe podía ser verdaderamente eterna.

- La belleza nunca es eterna. Tú lo has demostrado.

- Tienes razón. ¿Sabes lo torturante que fue ver morir a mi príncipe maldito en cada sonrisa cada vez más frecuente, cada risa descarada, con cada palabra que le revelaba cada vez más como un simple ser humano? Perdió su magia y su misterio, su brillo, su mirada ausente e inalcanzable, todo aquello que le hacía ser especial. Todo lo que habíamos creado juntos para él. Para ser Gackt. Y ahora lo había perdido regalando su voz para soundtracks de películas, juegos de video, animes y otras tonterías sin sentido. Desperdiciando su belleza etérea en comerciales vergonzosos y programas de televisión donde tenía que responder preguntas tontas e involucrarse en juegos infantiles. Yo no iba a tomar nada que él no hubiera perdido por su cuenta.

- Intentaste tomar su vida.

- ¿Es vida convertirse en un bosquejo inconcluso de lo que pudiste haber sido? ¿Es vida convertirse en un simple mortal después de haber sido un ángel? ¿Le llamas vida a ser el esclavo de los caprichos de un amante inconsecuente?

- ¿Lo sabías? – La voz del vocalista tembló, como tembló su mundo desde los cimientos ante la idea de que el recluso utilizara su secreta relación con el cantante más joven para dañarlo también a él, sin darse cuenta que había roto por primera vez su máxima regla desde que se convirtieran en amantes a espaldas del mundo: Niégalo todo. - ¿Qué fue lo que te dijo?

- Puedes preguntarle la próxima vez que le visites. Por cierto, ¿Cómo está?

- ¿Te estás burlando?

- No, te estoy preguntando. – Replicó con cierto fastidio el hombre de blanco, esperando que finalmente su visitante respondiera una pregunta de lo más simple. O no tan simple.  – No has ido a verle ¿verdad?, ahora que ya no tiene lo que buscabas, él ya no te sirve para nada, ¿no es así?

- ¿Eso es lo que crees? ¿Que estuve con él tantos años por su físico, por su… belleza? - Hyde apenas pudo hablar cuando las lágrimas y la ira le cerraron la garganta ante los recuerdos de lo que había visto en la prístina y alba habitación de hospital donde yacía el hombre cuya condición y circunstancias eran ahora noticia nacional. – Entonces eres tú el que no entiende lo que es el amor verdadero.

- ¿De verdad?  – No hizo falta más que el exlíder de Moi dix mois alzara irónico la ceja para que el vocalista de Vamps se tensara como un hierro y se replegara temeroso al respaldo de su silla. – No has respondido a mi pregunta. ¿Cómo está?

- Unos de tus cortes le perforó la yugular y la gran pérdida de sangre que sufrió lo dejó en estado de coma. Los doctores no saben cuándo despertará, pero cuando lo haga, al que encontrará a su lado sosteniéndole la mano será a mí, mientras tú te pudres dentro de este agujero del infierno en el olvido.  

- Pero él me recordará por siempre… y cada vez que se mire en el espejo verá de frente el rostro de su creador.

 

 

Abriste la puerta sin siquiera mirar de quién se trataba. Solamente una persona te visitaba sin avisar después de la medianoche. Tampoco me miraste demasiado mientras me invitabas a pasar, me ofrecías algo de beber, vino, vodka, sake, ¿de qué tienes antojo hoy Mana-chan?, y caminabas delante de mí directamente a la mesa de la cocina, donde esperabas que nos sentáramos a beber en silencio hasta que amaneciera y me despidieras en la puerta, donde todo empezaba siempre, con un: Fue un gusto verte Mana-chan y un ligerísimo beso en los labios que duraría hasta la siguiente vez que volviera a aparecer en el umbral de tu puerta después de la medianoche.

No me miraste y ese fue tu primer error.

Tu segundo error fue perder de vista tu copa de vino.

¿No notaste que tu costoso vino tinto italiano tenía un sabor raro? ¿Anormal? Creí que tu paladar se habría vuelto más refinado, pero el que volvieras a llenar tu copa y no hicieras el menor comentario me decepcionó. Un sentimiento que, cuando se relacionaba contigo, se había vuelto cada vez más recurrente. ¿Te hubieras entristecido de habértelo dicho? “Si me aceptas en Malice Mizer no voy a decepcionarte nunca Mana-chan”.

Estuvimos sentados en silencio 2 copas de vino de blanco mías y 5 copas de vino tinto tuyas, la última de las cuales estuviste a punto de tirar al servírtela, pero que torpe, por poco arruino tus pantalones Mana-chan. Nunca me gustó tu risa. Es tan ordinaria. Dejaste de reír y ser todo encanto cuando finalmente me miraste y notaste que en mi mano destellaba el brillo metálico que había ocultado en la bolsita de terciopelo negro que nunca utilizaba cuando vestía como un hombre y que hasta ahora notabas sobre mi regazo.

Demasiado tarde.

Tiraste las botellas de vino, tropezaste con las sillas, rompiste las copas de cristal cortado que quedaron hechas un río de astillas ahí por donde buscabas una salida que no encontraste. Dejaste todo un desastre a tu paso, como siempre. Klaha apenas revolvió las sábanas cuando apreté con fuerza la cuerda alrededor de su cuello hasta que cayó de nuevo sobre nuestra cama, pero él siempre fue más discreto que tú, tan callado, que incluso ahora los fans aún le buscan tras la barra de un hotel elegante, en una clínica de rehabilitación o en las estadísticas de decesos por causa de enfermedades fatales y nadie lo ha escuchado bajo los bosques al pie del Fuji-san. Eran tan distintos que nunca esperé que mi malogrado caballero gótico intentara seguir tus pasos. Siempre dejaste un desastre tras de ti, hasta que te alcanzaste a ti mismo.

El cuchillo en mi mano comenzó a desgarrar tu piel inmaculada antes de que pudieras alejarte de mi furia. Tu rostro fue mi objetivo. Los cortes en tus manos fueron producto de tu instinto. Pero no pudiste impedirme el continuar cortando y desintegrando tu belleza cuando tus manos dejaron de ser un escudo efectivo contra mi ataque.

Con el filo ensangrentado desfiguré a consciencia tu hermoso rostro que adorna portadas y enamora a quien te mira. Corte tras corte tu piel blanca quedó teñida de rojo al tiempo que los tajos se ensañaban en destruir de cualquier manera tu nobleza mancillada.

No escuché que gritaras, aunque supongo que algún ruido hiciste porque tus labios rotos estaban abiertos y tu ojo derecho me miraba muy abierto mientras el otro permanecía cerrado por la sangre acumulada en el. Antes anhelaba oír tu voz pero ahora la desprecio. No quiero oírla nunca más. Espero que la pierdas como seguramente perdiste la visión de tu ojo izquierdo.

El filo no dejó de hundirse en ti hasta que no encontró el menor espacio sin rasgar. Ningún vestigio de lo que antes fuiste quedó cuando el cuchillo finalmente se resbaló de entre mis dedos por la cantidad de sangre que empapaba mis manos y las había vuelto resbalosas.

Tu respiración era lo único que podía escuchar en el silencioso apartamento. Intentaste inútilmente desprenderte de mis brazos con dificultad, pero debido a la debilidad que comenzaba a invadirte por la rápida pérdida de sangre no pudiste. Simplemente te rendiste, cerraste los ojos en el calor de mi abrazo y no los abriste más. Vida. Muerte…Renacimiento. 

Sentí tu cuerpo deslizarse entre mis manos tal como lo había hecho el cuchillo que había destrozado tu hermosura pero, irónicamente, lo único que pude ver fue al ser más bello del universo  ser rodeado por un aura carmesí.

Ésta era la verdadera belleza.

 Tu verdadera belleza.

Ahora eras libre.

 

Tus labios sabían a sangre fresca y sueños añejos.

De no ser porque uno de mis cortes lanzados al azar alcanzó tu cuello, ahora estarías a mi lado, fuera de esa fría habitación donde permaneces en espera de que tu princesa encantada te despierte con un beso de amor verdadero.

Una princesa  vampiro.

 

Quiero que abras los ojos Gackt… y sólo me mires a mí.


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