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Mysteries in Nobody's city por DestinyOdyssey

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Notas del capitulo:

Perdon por la demora!! >.<

Os dejo con el segundo capítulo de este fanfic.

Igual algo enrevesado, pero espero que sea de su agrado ^.^ 

El sol fundía el paisaje con aquel potente calor, las cigarras volvían a resonar después de un momento de silencio.

Escuchaba aquel sonido algo distorsionado, denso. Notó el ardor del sol en la piel bañada en sudor.

Abrió los ojos. Sus pupilas disminuyeron a su mínimo tamaño. Sin darse cuenta, había dejado caer su maleta al suelo al intentar protegerse con los brazos.

Al mismo tiempo, Roxas se había dejado caer de rodillas al suelo. Sus pulsaciones aceleradas aún se notaban palpitantes en el cuello.

Sora no dijo nada, completamente perplejo.

¿Estaba vivo?

Miraba su horizonte; al final de aquella carretera, se divisaba un pequeño accidente entre dos coches. Pero del camión, ni rastro.

Ni un golpe, ni un arañazo. Parecía no haber ocurrido absolutamente nada.

Nadie había estado presente para presenciar lo que aparentemente había ocurrido. Nadie, salvo dos.

Sora empalideció: No sabía exactamente como reaccionar.

¿Qué acababa de ocurrir?

Roxas decidió ser el primero en reaccionar y acudir a socorrer a su compañero, ayudándole a recomponerse.

El castaño no soltó palabra. Todavía seguía mirando aquel accidente lejano, aunque, más bien, con la mirada perdida.

-   Vayámonos de aquí, Sora.... - Hizo recostar su brazo en el cuello y juntos comenzaron a dirigirse a la acera. Roxas había cogido la maleta del otro anteriormente. No se fijó en que el móvil del castaño había salido de este y se encontraba en el suelo.

 

Se adentraron por uno de los callejones y desaparecieron en la penumbra.

En esos instantes, entrando en la ciudad, la música del casete aislaba sonoramente la cabina del camión.

En conductor, al intentar cambiar la cinta, dejo caer una de ellas.

-  Joder...

Agachándose para intentar encontrarla, no vio las paradas indicadores de un accidente próximo. El vehículo comenzó a augmentar su velocidad al entrar en una cuesta empinada.

Sin que los policías lo lograsen detener, el camión chocó contra los coches estrellados y volcó precipitándose hacia delante.

Rodó algunos instantes por el aire hasta que finalmente chocó nuevamente contra el pavimento y rodó unos cuantos metros más. El vehículo quedó completamente destruido, dejando un camino completamente arrasado.

Los bomberos llegaron demasiado tarde como para poder salvar al desgraciado conductor. Por suerte, no hubo ninguna víctima más.

Entre los escombros producidos por la caída de la cuba, había un aparato telefónico apenas reconocible incrustado en el asfalto....

 

*************************************** 

 Repicaba los dedos sobre la barra de manera impaciente.

-  Le dije que fuera puntual... - Suspiró. De todas formas, con ese calor, no vendría nadie.

La cafetería había quedado solitária incluso en aquellas horas de la mañana. La luz cálida traspasaba el ventanal y contrastaba con la madera oscura y el rojizo terciopelo de los muebles.

Cerró el grifo y miró de nuevo el reloj de la pared. Ya eran las 11...

El tintineo de la entrada hizo desviar su atención.

-  ¡Buenos días! - La chica cogió un trapo de cocina y se apresuró a acercarse a los recientes clientes - ¿Sora?...

El castaño tardó en dirigirle la mirada. Conociendo el carácter infantil y despreocupado, ahora estaba callado y blanco.

Aerith dejó el trapo recostado en una de las sillas y se agachó para quedar a la altura del pequeño.

Paso su mano por la frente de Sora. Estaba húmeda y extremadamente fría.

Roxas no decía nada.

-  ¿Qué os ha pasado? - Finalmente dijo mientras acompañaba a Sora a sentarse.

-  ….

-  Aunque no sepa muy bien explicarlo... casi a ocurrido una desgracia.

Aerith quedó confundida y boquiabierta, poco antes de comenzar a inspeccionar tanto a Sora como a Roxas por posibles heridas

-  ¿Puedo dormir un rato? Estoy algo cansado – dijo de pronto el castaño.

-  Claro que sí – le ofreció una reconfortante sonrisa al joven para luego dirigirse hacia las escaleras del segundo piso - ¡Tifa! ¡Ven un momento!

Las escaleras comunicaban con la vivienda de las chicas. Realmente encontraron una buena ganga a la hora de elegir la ubicación del bar, aunque en esos momentos no fuese muy bien el negocio.

Al poco rato, la morena de ojos rojizos apareció en escena:

-  ¿Qué pasa? - miró a su alrededor - ¡ah! ¡buenos días, chicos!

Al menos, hoy estaba de buen humor.

-  Sora no se encuentra muy bien, acompáñale a la habitación de Cloud.

Aerith hizo avanzar a Sora delicadamente hacia Tifa.

-  ¡Venga! ¡Seguro que no es nada! - Dijo alegre mientras le pegó una palmada enérgica a la espalda del pobre chico, haciéndole avanzar un metro y medio de golpe.

Roxas se tranquilizó mientras miraba la escena, divertido. Realmente esa mujer daba miedo.

Tifa acompañó al castaño hacia el piso de arriba, mientras Aerith se dirigía de nuevo a la barra.

El rubio se sentó en uno de los taburetes y apoyó la cabeza en la barra. Aún no estado en la calle, el calor era insoportable. Y aquella sensación desagradable en el estómago le dejaba intranquilo y con ganas de vomitar.

Música ambiental inundó de manera tímida la estancia. Tifa debió haber encendido el mecanismo desde arriba.

Un gran vaso de zumo refrescante y espumoso se mostró delante de él.

-  A este invita la casa – la alegre camarera le sonrió.

Roxas devolvió la amabilidad de la chica con un asentimiento y bebió el contenido del vaso bastante deprisa.

Tardó unos segundos en deleitarlo.

De las comisuras de la boca salieron varios chorros. Parecía haber empalidecido aún más.

-  E-esteee... Aerith ¿ Q-qué le has puesto?

Aerith dejó sus faenas i le miró, ingenua:

-  Le he echado algo de vainilla y leche– se sorprendió ante la cara de disgusto de Roxas – Me dijeron que quedarían mejor los batidos ¿No te gusta?

-  Dios mio.... - rezaba para qué aquello no fuera tan tóxico como aparentaba.

La chica miró con cierta melancolía hacia la ventana. La calle había permanecido desierta desde entonces.

-  Hace ya días que no entra nadie...

-  No me extraña – Aerith le miró molesta –¡ Me refiero por la calor!

Soltó una risa nerviosa antes de producirse un silencio incómodo.

El rostro de la camarera volvió a su sonrisa habitual, aunque, por parte de Roxas, no pudo evitar verle algo de maléfica:

-  Te prepararé otro vaso

-  ¡N-no, de verdad! ¡no hace falta!!....

 

 **********************************************

Sora no sabía cuanto tiempo hacía que estaba tumbado en la cama.

No se sentía con fuerzas como para levantarse, pero tenía demasiada pereza para abrir la cama y meterse.

De todas maneras no era cuestión que fuese una habitación ajena.

No... el tenía la facilidad de dormir en casi cualquier sitio.

Algo le perturbaba el sueño.

¿ Había sido real? ¿ O sólo un espejismo producto del calor?

No... había sido demasiado real como para ser imaginación.

El viento en la cara, las chispas del metal quemando su piel, el ruido funesto...

Pero no encontraba explicación alguna.

-En fin... - puso sus brazos por detrás de la nuca – Solo ha sido un susto.

Aunque su cara tenía un gesto molesto. Aún no estaba muy convencido.

Puede que si llamase a alguien, pudiesen ofrecerle un consuelo.

¿ A Kairi? Sora negó inmediatamente con la cabeza. Kairi se pondría histérica y le acribillaría a preguntas.

Lo más sensato sería llamar a Riku. Sus manos se pasearon por el pantalón, buscando su móvil.

No lograba encontrarlo y se comenzaba a poner nervioso. Como su madre se enterase que había perdido el móvil.

Se levantó de un salto y rebuscó de nuevo entre sus ropas, sin conseguir nada.

-  ¡La maleta! - miró por la habitación, pero parecía ser qué todavía la tendría Roxas.

En la mesa había otro móvil. Su curiosidad pudo con su conciencia y, con sonrisa pícara, toqueteó aquel teléfono.

Inspeccionándolo bien, se trataba de uno de aquellos teléfonos con tapa. Se notaba que Cloud no quería aquellos móviles modernos táctiles.

Hurgando por sus archivos, dio a la tecla de llamada.

El móvil vibró en el bolsillo del pantalón de León. Este lo cogió molesto:

- ¡Ya estoy de camino! ¡Voy lo más rápido que puedo!

 - … - Sora, asustado, no sabía bien que hacer. No quería cabrear más de lo que estaba León.

El mayor se quitó el móvil del oído y miró en la pantalla.

"Cloud Strife ( Móvil)”

-  * Cloud? * - miró extrañado, para luego volver a ponérselo en la oreja – ¿Se puede saber que quieres?

- …

León se llevó la mano a la cara. Lidiar con el rubio podía ser muy dificil.

Si Aerith te ha dicho que me llamases, dile que estoy ya en la misma calle.

pip......pip.....pip.....”

Sora había colgado, fruto de su nerviosismo.

-  Mierda.... ahora se cabreará más

En efecto:

- ¡Será.......! ¡Me ha colgado!! - Guardó de nuevo el móvil en el bolsillo y, en cuatro zancadas, se encontró delante la cafetería.

Dio un portazo y entró en el interior, mientras se escuchaba:

-  ¡¡¡La próxima vez no mandes a ese que te haga los recados!!!

-  ¿Eh?...

 

Sora se conformó con mirar el contenido escaso de Cloud. No muy novedoso, la verdad.

Decidió por llamar a Riku.

pip.....pip....pip.....”

Seguía sin dar rastros de vida.

- En fin.... ya verá mis llamadas...

Se escuchaban pasos subiendo las escaleras mientras una voz femenina se hacía oír.

-  Te vuelvo a repetir que no he dicho nada a Cloud. Se ha ido a dar una vuelta con la moto

-  Pues ya me dirás como se ha enterado – gruñó el otro.

El castaño quedó de piedra al ver que el pomo de la puerta se agitaba.

-  ¡Sora! ¡Sal un momento!.

El susodicho abrió la puerta, al intentar abrir la boca, León le interrumpió:

-  Roxas me ha contado lo que ha pasado, al menos, parte... - intentó tranquilizar al chico – Vamos, te dejaré en casa.

El menor no dijo nada y se dejó llevar por él.

Bajando las escaleras, Sora no pudo evitar preguntarlo:

-  Squall...

El mayor giró un poco la cabeza, sorprendido por utilizar su nombre:

-  Si, ¿Qué pasa?

-  ¿Sabes si a llamado Riku a casa?

-  …. - sonrió confidente. Era asombrosa esa cualidad se Sora. Sin importarle lo que le había pasado, seguía preocupado por su amigo – antes de haber salido de casa, no.

Al bajar al bar, Roxas se levantó de su asiento y miró en dirección a ellos.

León rebuscó en su bolsillo y le tiró las llaves a Sora.

-  Pensándolo mejor, id vosotros dos a casa – Luego miró a Roxas – cuídame al renacuajo, por favor.

Sora le lanzó una mirada molesta.

El rubio se llevó a su compañero. Al menos, parecía qué se le estaba pasando el susto.

Ya en la calle, ambos caminaron hacía la casa de León.

-  ¿León vive solo?

-  No, vive con otros dos compañeros – se distraía contemplando los escaparates durante el trayecto - ¡te caerán bien, ya verás!

Sabiendo la actitud de Sora, parecía ya imaginarse como debían ser.

Algo al final de la calle hizo empalidecer a Roxas.

-  ¿Que pasa, Roxas? - Preguntó curioso el castaño, antes de ver como Roxas se intentaba esconder en algún lado.

-  ¡N-nada nada! Cosas mías... ¡Vayámonos por ese lado!

-  ¿Se puede saber qué te....? ¡¡hey Axel!!

-  ¡¿Le conoces?!

El pelirrojo se giró hacia Sora. Se había puesto un pañuelo en modo de cinta en el pelo. Roxas buscaba cualquier vía posible de escapatoria cuando ya fue demasiado tarde.

-  ¡Hola, chaval! ¿A dónde vas?

-  ¡Voy a casa a hacer los deberes con un amigo!

Roxas no movía la vista del suelo. Lo que menos quería en ese momento era encontrarse con aquel energúmeno en la calle. De nuevo.

-  ¿Con qué este es amigo tuyo, eh? - El pelirrojo perforó con la mirada al rubio.

- ¡Sí! - Sora parecía no darse cuenta de la asfixiante tensión en el ambiente.

-  ….

-  Así pues.... - Roxas se temía lo peor -.... ¡Venga! ¡Os invito a un helado!

-  ¡¿QUÉ?!

Sora asintió entusiasmado mientras Roxas le miraba perplejo. Miraba al mayor completamente exhausto.

El pelirrojo reía tranquilamente:

-  ¡Vamos! - Dando un gesto con la mano, se metió la otra en el bolsillo y comenzó a caminar, seguido por Sora – A no ser que tu compañero vuelva a espachurrárselo en la cara.

Aquella última frase, con algo de rintintineo, volvió a poner en guardia a Roxas.

Frunció el ceño, pero no dijo nada. Se conformó con arrastrar los pies siguiendo a aquellos tipos.

Sora iba disminuyendo su paso para igualarse al de su joven compañero. Roxas le pegó un codazo en las costillas. Ante el quejido de este, aseguró su atención para comenta en voz baja pero enérgicamente:

-  ¿¡Se puede saber donde has conocido a este tío!?

-  ¿No te acuerdas? - Sora le miraba extrañado - … ¡Ah, espera! Creo que tú... sí, fue el día en que Hayner te retó aquella carrera de skates en el parque.

-  Para no olvidarlo... -Un rotura doble de ligamentos en la rodilla había aislado al pobre Hayner en aquel hospital durante aquella semana. Aunque la caída fue algo forzada, y el chico aseguraba no haber tropezado con nada.

-  Pues Axel estaba aquel día en el parque con unos amigos suyos y yo...

-  No me digas más. Te pusiste a hablar con ellos.... - soltó una sonrisa triunfante – Sora, eres demasiado confiado.

Sora sacó su lengua.

El rubio se limitó a reírse y, de algún modo, relajarse un poco. Sora parecía bastante tranquilo. Eso era buena señal.

El pecho de ambos chocó contra algo.. Axel se había parado repentinamente y estiró el brazo para detener su avance.

Roxas miró extrañado al pelirrojo, y no pudo evitar intimidarse. Aún de espaldas, podía verle el rostro. De un aspecto relajado y perspicaz había pasado a uno serio y, para su gusto, incluso algo tétrico.

-  ¿Se puede saber que...? …

Se escuchó un disparo. Se heló la sangre.

La bala pasó a escasos centímetros de su cara y acabó estrellándose contra la pared.

Automáticamente, Roxas se volteó hacía donde, teóricamente había surgido el disparo.

En la otra calle no había nadie. Tampoco en los balcones de los edificios.

Antes de llegar a decir algo, Axel tiró ambos chicos al suelo. Con un ágil movimiento, agarró una tapa de alcantarilla y la lanzó al aire.

La tapa fue golpeada por varias balas antes de caer al suelo, dando un estruendo ruido.

Se escucharon gritos. Algún vecino se habría dado cuenta del jaleo y habría alarmado a la policía.

Tanto Sora como Roxas seguían en el suelo, asustados.

A lo lejos se podían oír las sirenas de los coches patrulla.

Axel se acercó a los pequeños con algo de prisa. Volvió a tener aquella cara relajada.

-  Parece que hoy no podremos tomar ese helado – ayudó a alzarlos – Será otro día.

Roxas rehusó su ayuda. Le miraba temeroso.

- Sora, vayámonos a casa.

-  Encima que te he salvado la vida, renacuajo – Volvía a intentar sacar de quicio a aquel rubio – Deberías estar besándome los pies.

-  ¡Ya te diré yo lo que te voy a besar! ¡Sora!

-  S-si...

Los dos chicos corrieron lejos de aquel lugar.

Demasiadas emociones. Demasiados riesgos.

Eso era demasiado.

No dejaron de correr hasta no haberse cerciorado al 100% de su seguridad.

Pararon exhaustos. Roxas cogió una bocanada de aire.

El pecho le dolía, la mente le daba vueltas y su compañero estaba a punto de derrumbarse.

El piso de León estaba a menos de una manzana.

Agarró la mano de Sora con firmeza y caminaron hasta llegar al portal.

Al abrir la puerta, sintió un gran alivio de protección.

Dejó pasar al castaño primero, para luego cerrar tras de sí la puerta, no sin antes echar un vistazo fuera. Alguien les podía haber seguido.

*Qué demonios le pasa a esta ciudad?!*

Notas finales:

 Espero que os haya gustado! >.<

Para cualquier recomendación o duda, no olvideis comentar!!

 


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