Era un día tormentoso, corría un viento helado y tanta agua que parecía se caería el cielo, enormes nubes negras cubrían todo el firmamento iluminado solamente por relámpagos atroces envueltos en ruidosos truenos. Los habitantes se refugiaban en sus casas dejando los caminos desiertos dando un aire gris a la aldea.
Una figura solitaria deambulaba por las calles empapadas, su gris vestimenta fácilmente lo difuminaba con su entorno; caminaba con el rostro bajo y sus manos en las bolsas del pantalón, parecía no importarle nada a su alrededor. Levanto su rostro al cielo al escuchar un trueno con especial fuerza dejando que la lluvia golpease su rostro sin inmutar su único ojo visible, después de unos segundos bajo la vista.
-Se parece... a aquél día...-Dijo para sí mismo antes de seguir andando. Se dirigía a su casa pero decidió tomar otro camino desviándose de su rumbo original, necesitaba verle, hablar con él, necesitaba de su compañía.
Siguió caminando hasta llegar a una loma desde la cual se podía ver la aldea completa, en la cima de esta se encontraba un frondoso árbol que, a pesar de la tormenta se mantenía firme. Lentamente posó su mano derecha mientras recordaba momentos de su juventud en los cuales aparecía una hermosa sonrisa, sonrisa que le llenaba completamente... Anhelaba volver a verle, escucharlo y ¿por qué no? Molestarlo también, como le gustaba verle hacer esos gestos, sin duda una de las cosas que más amaba de el... Pero eso no era posible, se había marchado hace tiempo y ahora no es más que un recuerdo.
Un relámpago cruzó el cielo haciéndolo voltear hacia la aldea, sin duda los relámpagos son como él, sabes que vendrán pero no cuando y cuando lo hacen sueltan un gran poder. Se quedo parado allí, en medio de la tormenta contemplando la aparentemente vacía aldea y, sin proponérselo un suspiro abandono sus labios llamando su nombre "Obito..." Se sorprendió así mismo ya que se había propuesto olvidarlo, ya no quería sufrir, ya se había cansado de soñar que regresaba, solo se rompía más su corazón... Pero no podía...
Quería volverle a sentir junto él, sentir su piel, sus besos, sentir el amor atreves de su cuerpo, quería que alejara la soledad que lo azotaba, quería, en pocas palabras volver a amarlo. De repente un lugar vino a su mente, un lugar especial, sin pensarlo dos veces salió hacia él.
Y allí se estaba, tan fría, tan gris, tan triste... Sin poder evitarlo una lágrima solitaria resbalo por su rostro fundiéndose con las gotas de lluvia... con las lágrimas del cielo... Tenía tiempo que no iba a ese lugar pues a pesar de ser especial era doloroso por que al estar allí aceptaba la realidad de que él jamás regresaría, de que jamás volvería a escuchar su voz llamando su nombre...
La tormenta azotaba fuertemente pero no más que el dolor en su corazón... Sabía que tenía que superar ese dolor... Ahora había una persona que le amaba... una persona que le brindaba su corazón tan lleno de amor que se proponía ayudarle a olvidarlo... Quizás... Quizás era ya el momento, tal vez él se lo había enviado con la esperanza de que pudiera seguir.
Un enorme relámpago partió el cielo en dos, ¿era eso una respuesta? No lo sabía pero había ya tomado una decisión, saldría adelante con esta persona, si... Definitivamente Iruka era la persona ideal para curar su dolor...
"Sabes que eres especial para mí, pero creo k es momento de salir adelante... Perdona si esto te hace daño pero más daño me hace el esperar un regreso que jamás ocurrirá..."
Tomo una enorme bocanada de aire expulsándola en un suspiro, la tormenta lentamente disminuía hasta llegar a una lluvia normal de la temporada... Así como tormenta, disminuiría su dolor.