Cuando me desperté ya se filtraba algo de luz a través de la persiana. Con un suave gruñido, ladeé la cabeza para poder mirar el reloj: las nueve de la mañana del 25 de diciembre. Me incorporé hasta sentarme en la cama, ya me había desvelado y no tenía ganas de seguir durmiendo. Kirei se giró, dándome la espalda al sentir el movimiento pero sin llegar a despertarse.
Me quedé un tiempo observando su cabello pelirrojo, aunque sin acariciarle por si interrumpía su sueño. Decidí levantarme entonces. Me daba tanta pereza volver a ponerme mi ropa que simplemente recogí del suelo una colcha que debía de haberse caido mientras dormíamos y me la eché por encima. Me envolví bien en ella antes de salir al pasillo para ir a la cocina.
Una vez allí puse a calentar algo de café del día anterior mientras buscaba el bote de chocolate para Kirei. Ninguno de los dos teníamos por costumbre desayunar mucho, así que ni me molesté en preparar algo para comer. En cuanto estuvo listo, cogí las dos tazas y volví a la habitación. Las dejé en la mesita de noche mientras me arrodillaba frente a él para quedar a su misma altura, despertándole con suavidad. Kirei abrió lentamente los ojos, esbozando una pequeña sonrisa al tiempo que se los frotaba con las manos.
-Buenos días... -murmuró estirándose un poco- Feliz Navidad...
-Feliz Navidad a ti también -le di un rápido beso en los labios como agradecimiento, para después señalar las tazas con la cabeza- Te he hecho chocolate.
Se incorporó hasta sentarse sobre el colchón y yo me acerqué a la ventana, subiendo un poco la persiana.
-¡Eh, Kirei, está nevando! -le hice un gesto con la mano para que viniera a mirar.
Escuché que se levantaba de la cama y cómo cogía otra manta para taparse con ella igual que yo, observando también la nieve caer a través del cristal.
-¿Quieres salir, Aki-chan...?
-No, no... prefiero verla desde aquí -reí con suavidad a la vez que me sentaba en el suelo, cogiendo las dos tazas y ofreciéndole la suya a él.
Se colocó a mi lado antes de cogerla, acurrucándose con las mantas para conservar el calor. Nos quedamos en silencio mientras bebíamos, pero no era incómodo, simplemente no había nada en especial que decir.
-Aki-chan, tengo frío... -murmuró Kirei al poco de terminar su chocolate.
Le dediqué una sonrisa a la vez que abría las piernas en una invitación de que se sentara ahí.
-Deberíamos tener una chimenea para encenderla en Navidad, pero aquí no se puede poner... -contesté una vez Aki se hubo colocado entre mis piernas, con la espalda apoyada contra mi pecho.
Kirei rió con suavidad y asintió con la cabeza, pero se quedó en silencio al instante nada más sentir mis brazos rodeando su cintura y apretándole contra mi cuerpo, haciendo que se sonrojara totalmente. Por una vez decidí portarme bien e ignorar eso, así que continué con lo que estaba diciendo.
-Cuando seamos mayores no mudaremos a una casa con chimenea, ¿no te gustaría?
-S-sí..., me gustaría mucho... -Kirei volvió a relajarse, aunque sin perder su nerviosismo habitual.
-Y nuestra hija vendrá a vernos
-Qué hija...? -Aki frunció el ceño, sin entender cómo habíamos llegado a aquel tema ni de qué le estaba hablando.
-La que tendremos... y le podré poner vestidos como una princesita y peinarla también...
Kirei dejó escapar una suave risa, supuse que al imaginarse la escena.
-Y de dónde la vas a sacar...?
-De aquí -contesté posando una mano sobre el vientre de Aki, ganándome una sonrisa.
-N-no... creo que pueda quedarme embarazado...
-Pero sí podemos intentarlo... muchas veces... -rocé su cuello con mi nariz, para luego dejar un beso sobre la piel de esa zona.
Kirei se puso rojo por completo, como si quisiera rivalizar con su propio cabello, mientras asentía varias veces con la cabeza. Posé entonces una mano en su mejilla y le hice girar el rostro, cerrando los ojos según me acercaba a su boca. Hice una mueca en cuanto entreabió sus labios en respuesta a mi beso, separándome un poco.
-Q-qué... pasa...? -murmuró bastante nervioso por si había hecho algo mal.
-Sabes a chocolate -Kirei se relajó notablemente entre mis brazos nada más escuchar mi respuesta.
Nos quedamos mirando a los ojos unos instantes sin decir nada, mostrando sin necesidad de palabras todo aquello que no nos atrevíamos a decir en voz alta.
-Entonces... ya n-no me... vas a besar más...? -susurró Kirei rompiendo el silencio.
-Creo que podré acostumbrarme -le contesté antes de volver a buscar sus labios.