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Geist por Shun4Ever

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Se quedó estático en la misma posición. No entendía nada de lo que estaba pasando. Había escuchado todo lo dicho por ese hombre. Había reconocido la voz de su hermano confirmando recuerdos. La cara del rey Shaka, en todo momento sonriente. Buscaba con los ojos a Hyoga, intentando buscar en ellos una respuesta, respuesta que no llegaba. Buscó entonces encontrarse con la del rey Shaka pero éste se encontraba sonriendo.

- Hyoga, Esmeralda – Llamó a sus hijos y ese comportamiento comenzó a asustarlo. No quería estar a solas con ese desconocido, por más que Ikki pareciera conocerlo – Hades, mi gente te mostrará tus aposentos cuando lo creas conveniente. Hablaremos mañana. – El hombre que aún le abrazaba entre lágrimas sonrió al rey y vio como estos se marchaban.

Como pudo se libró del incómodo agarre y se dirigió a la puerta para salir de esa pesadilla. Antes de llegar a tocarla, su hermano mayor le paró el paso sujetándolo del brazo.

- Shun quédate. Esto nos incumbe a ambos. Padre está vivo.

Miro a su hermano como si fuera la primera vez. Su porte ahora de adulto, su forma de imponerse, su actitud disciplinada… Ese no era Ikki, no era su Ikki. Notó cómo las lágrimas comenzaban a inundar sus ojos y sintió que no quería estar ahí, no en ese momento ni con esas personas.

- Por favor pequeño, quédate para que podamos hablar.

- ¡No me llame pequeño! – Grito de forma inesperada - ¡No soy pequeño! ¡Y menos de un desconocido! – Sin siquiera voltear a mirar salió de la estancia para ir a la habitación que compartía con su hermano. Cerró la puerta tras de sí y salió por el ventanal para quedar en el balcón.

Bajo, de nuevo en el salón, Hades había indicado con la cabeza a Ikki que no fuera tras Shun, que le diera tiempo. Suspiró al notar que la puerta se había cerrado y se levantó de su posición para buscar a su primogénito.

- No se lo tengas en cuenta Ikki. Era aún un bebé cuando todo pasó. Es complicado para él asimilar algo así.

- ¿Y madre? – Casi interrumpió al mayor con la desesperación en la voz - ¿Dónde está? ¿Está bien? ¿Cuándo podremos verla?

Hades bajó la mirada y tras suspirar se acomodó en una de las sillas en donde apenas minutos antes su hijo se acomodaba sonriente.

- Ven. Siéntate. – Sacó otra de las sillas y espero a que su hijo se acercara hasta él para acariciar su hombro levemente – Madre está en casa – No había mentido pero debía decirle todo, al menos para conseguir que ellos se alejaran de todo eso – Padre va a ir a buscarla, es por eso que estoy aquí hoy. Quería pedir ayuda a Shaka.

- ¿Al rey Shaka? – Los ojos azules del joven adulto se mostraron extrañados – Pero padre… No podemos pedirle ayuda a un rey. ¿Cómo podríamos devolverle el favor?

Hades suspiró. Al parecer la noche sería más larga de lo que había pensado.

Seiya era seguido de cerca por Shiryu, que intentaba parar su avance a toda costa.

- ¡Seiya! ¡Estás loco! ¡No debemos ir si no nos llaman! ¡Nos vas a meter en un lío! – Cualquier ruego por parte del moreno de pelo largo era inútil. Seiya ya tenía bien decidido que no se iba a quedar sin saber el estado de su amigo tras lo escuchado. - ¡Seiya! – Fue un grito desesperado que quedó en el aire pues su compañero ya había llamado a la puerta y comenzaba a abrirla.

Resignado negó con la cabeza y entró tras su amigo.

- ¿Shun? ¿Estás ahí? – Preguntó desde la puerta al tiempo que buscaba por la habitación. - ¿Conejo?

- ¡Burro! – Contestaron tímida y tristemente desde el balcón.

Con una sonrisa se dirigió hasta el lugar de donde provenía la voz. Shiryu quedó en la puerta del mismo pero Seiya se lanzó a abrazarlo al ver que estaba llorando en el suelo.

- ¡Ya Shun! – Intentó animarlo - ¡Mira el lado bueno! ¡Ahora eres de la realeza! – Shiryu se llevó la mano a la frente dando un sonoro golpe. De nuevo, Seiya había hablado más de la cuenta.

- ¿De la realeza? – Preguntó el pequeño castaño tras alzar la vista para enfrentarse a su amigo.- ¿Por qué dices eso?

- Yo mejor voy a vigilar. – Dicho esto, Shiryu salió por completo de la habitación para quedar en la entrada de la misma, ojeando de vez en cuando por si Ikki decía de regresar.

- ¿Qué has dicho? – Repitió el pequeño al tiempo que se limpiaba las lágrimas. - ¡Seiya! – Llamó al ver que su amigo se levantaba para mirar el paisaje.

Se levantó y se apoyó en la barandilla junto a Seiya para tocarle el brazo y llamar así su atención.

- ¿Por qué has dicho eso Seiya? – Su amigo suspiró y entró de nuevo en la habitación para sentarse en la cama. Acto que Shun repitió.

- Lo siento conejo pero no debería ser yo quien te lo dijera. De nuevo mi maldita boca pudo a mi sensatez.

- Si fueras sensato dejarías de ser tú – Resopló el moreno desde su posición en la puerta, cosa que provocó una leve risa en el castaño menor que calló al ver la cara del nombrado. Seiya suspiró antes de comenzar con la explicación.

- Hasta dónde sabemos… – Shiryu rodó los ojos y retomó su cometido de controlar la puerta – El hombre invitado esta noche es el rey de Herno. Le dieron por muerto hace unos 7 años pero al parecer sólo estaba escondido o algo así. Lo que sí me sorprendió fue que sus hijos desaparecidos, aquellos príncipes de los cuales siempre hablan en la aldea fuerais vosotros. La duda se despejó cuando se lanzó hacia vosotros. – Shun no podía creer lo que escuchaba.

- ¡Espera! ¿Dices que ese hombre que cree ser mi padre es en verdad un rey y que yo como su hijo soy un príncipe? – Seiya asintió con la cabeza y Shun abrió los ojos sin poder creerlo.

- ¡Pasos! – Exclamó Shiryu con prisas, llevándose a Seiya del brazo – ¡Nos vemos Shun! – Saliendo por el balcón. Ya lo habían hecho otras veces, por lo que sabían exactamente por que rama bajar.

Shun se apresuró a meterse en su cama y taparse con las cobijas. Se suponía debía estar llorando por lo que ubicó el vaso de la mesita y bebió el contenido de un sorbo para atrapar las últimas gotitas y colocarlas en sus mejillas a modo de lágrimas. Se acomodó en la cama y espero a que su hermano entrara.

Por la puerta no solo apareció Ikki sino que ese hombre había osado entrar a su habitación, de seguro con el permiso de su hermano mayor. Cerró los ojos y se hizo el dormido para no tener que escucharle.

- Shun

Ikki llamó a su hermano menor cuando entró en la habitación pero al ver que no contestaba, su padre detuvo su caminar y le indicó con la cabeza que los dejara solos. Asintió a lo dicho por su padre y salió de la habitación. Shun al escuchar unos pasos marcharse, se incorporó en la cama de golpe con la intención de recriminarle a su hermano lo ocurrido pero quedó pálido al ver ante él al hombre que decía ser su padre.

- Sé que es difícil de creer pero… - Suspiró para sentarse en una esquina de la cama – Shun… Tú eras muy pequeño cuando todo pasó.

Quería ser él ahora el que desapareciera de la habitación pero ese hombre le tomó por la mejilla. Notó el tacto de su mano, cálido aunque extraño. Algo se removió en su interior, cómo si realmente hubiera estado necesitado de dicho calor. Cerró los ojos para sentir de mejor manera a ese hombre pero los abrió de golpe al sentir cómo éste besaba su frente. Su corazón se aceleró. Ese beso no era como los que su padre Mu le daba. Sin saber cuando ocurrió, acabó abrazando al hombre frente a él, llorando en su hombro mientras notaba cómo éste le abraza con fuerza y besaba su cabeza.

- Mi ángel – Lo mecía entre sus brazos. Tanto tiempo sin sus pequeños y ahora podía al fin tenerlos con él. Eso era felicidad. Sólo le faltaba recuperar a su Pandora – Mi pequeño ángel. ¡Lo siento! ¡Lo siento tanto!

Lo mantuvo en sus brazos hasta que el pequeño se durmió. Con una sonrisa lo acomodó entre las sábanas y le colocó las cálidas mantas para que no pasara frio. Despacio salió de la habitación y abrazó a su otro hijo.

- Se durmió. Creo que entenderá en breve. – Suspiró tomando las mejillas de su hijo mayor y besando su frente – Quizás mañana puedas hablar con él. A ti te escuchará.

- Buenas noches… - Dijo Ikki tras asentir a la petición de Hades y sonrió antes de desaparecer por la puerta – Padre.

Hades sintió cómo la presión del pecho desparecía casi por completo. Ahora sólo faltaba una cosa por hacer.

Daba vueltas en la cama con la respiración entrecortada. Escuchaba a su dragón sin siquiera lograr entender lo que le decía. Abrió los ojos cuando una frase llegó clara a su cerebro.

- Nos vamos.

Se incorporó en su cama y se sorprendió de ver a su hermano menor con los ojos abiertos mirando en su dirección.

- ¿Qué ocurre Shun? ¿No puedes dormir?

Shun negó con la cabeza antes de incorporarse en la cama y mirar a su hermano. ¿Cómo decirle lo que le había ocurrido? ¿Cómo decirle que su amigo necesitaba de su ayuda? Suspiró y se levantó del lecho para buscar su ropa. Recordó lo que había hablado con Geist. Si era cierto, su hermano reaccionaría al escucharlo.

- Tenemos que irnos.

- ¿Cómo qué... tenemos? ¿A dónde? El viaje a Lora se aplazó.

- Ikki. – Se acercó a su hermano y saltó sobre su cama – Con Droy y Geist. Ellos nos necesitan. – Le entregó la ropa que había buscado y le sonrió – No podemos dejarlos en la estacada. ¡Vamos!- Tiró de su mano para que se incorporara.

¿Geist? ¿Quién o qué era Geist? ¿Cómo conocía Shun la existencia de Droy? ¿Droy? ¿Acaso no fue un sueño lo de aquella vez?

- ¿Qué? ¿Quién es Droy? – Preguntó ya más extrañado.

- ¡Ikki! – Suspiró para dejar de vestirse y regresar con su hermano – Droy es tu dragón. Tú eres su portador. Geist es su hermano menor y yo soy su portador. – Paró de golpe lo que estaba haciendo y miró a su hermano con un poco de preocupación - ¿Porqué despertaste Ikki?

- Pues porqué… - ¿Qué iba a decirle? ¿Me llamaron? ¿Sentí que el bicho con el que soñé era real y ahora necesita mi ayuda? Suspiró para acatar las ordenes de su hermano menor – Está bien. Total, no podía dormir.

Shun sonrió y acabó de acomodar sus ropas. Entre gruñidos Ikki se vistió y se sentó en la cama al tiempo que bostezaba. Observaba a Shun corretear por la habitación, tomando la fruta del canasto y empacándola en dos sacos. Aún no comprendía que pasaba por lo que abrió la puerta del balcón para observar la noche.

Quedó paralizado y palideció ante la visión que estaba presenciando. Dos enormes cabezas apoyadas sobre la baranda del balcón. Uno de ellos, el que desconocía, le observaba expectante con emoción como si hubiera esperado ese momento desde hacía mucho.

- Soy Geist. – Se presentó con un leve ronroneo y cerró sus ojos para acercar el hocico.

- No te emociones tanto o no llegaremos al destino – Gruñó el bicho que tenía una cicatriz en la cara. ¡Lo conocía! ¡Era él! Iba a dar marcha atrás para regresar a la habitación cuando sintió cómo lo empujaban en su dirección.

- Ya Ikki. Tenemos prisa.

Shun se le adelantó y quedó frente a Droy con cara ilusionada.

- Soy Shun. – Le entregó un saco a su hermano con la fruta - Encantado de conocerte Droy – Hizo además de acariciar su hocico pero este se apartó gruñendo – Perdón. – Se separó entonces para ir con Geist. Ambos se dedicaron unas pequeñas carantoñas y subió en su compañero esperando que Ikki hiciera lo propio – ¡Ikki! ¡Vamos!

- ¡Estás loco Shun! ¿Pretendes que me suba a este bicho?

Como respuesta, Geist alzó el vuelo dejándolos ahí parados en el balcón de la habitación.

- No hay tiempo que perder. – Respondió el otro dragón al tiempo que trataba de alcanzar al humano con la garra.

- ¡Espera! – Dio un salto esquivando que lo tomara con la pezuña. – Dime cómo. No quiero que me trates como la última vez.  – Un gruñido se escuchó por parte del dragón, siendo respondido de igual manera por el mayor de los hermanos - ¿Qué?

- Sube por la garra y colócate en la parte posterior del cuello – Respondió casi sin gana pero cambiando la posición para que Ikki pudiera subir sin problema alguno. Una vez lo hubo notado en el lugar prosiguió – Agárrate a las púas pero cuidado con las puntas, podrías dañarte.

Unos minutos más tarde, ambos pares de hermanos sobrevolaban la zona esperando por el acompañante.

- ¡Ahí está! – Grito eufórico el menor de los dragones haciendo el llamado audible a ambos humanos presentes. – Zarín llegó. Ya podemos marchar.

- ¿Zarín? – Shun centró su vista en el bulto creciente que se les acercaba. Le era familiar ese color rosado. Abrió los ojos al recordar a la dragona con la que una vez coincidió. - ¿Es ella? – Le preguntó a Geist y cómo respuesta este ronroneo y se lanzó en picado para ir con ella.

Lo que no esperaba el pequeño Shun era saber que esa dragona tenía un portador. Su curiosidad creció y debido a ello aumentaron el vuelo hasta quedar a la par de la dragona. Buscaba con curiosidad, comprobando cada rasgo en la oscuridad, adivinando cómo sería. Sonrió pícaramente y usó la vista de Geist para ver de mejor manera al portador de su compañera.

- Hyoga – Dijo emocionado al tiempo que ladeaba el cuerpo para intentar acercarse. Fue tal su brusco movimiento que casi cae de la grupa de su dragón.

- ¡Shun! – Geist gruño tras atraparlo con una de sus garras - ¡No te muevas!

Como guiado por ese grito, Droy e Ikki aparecieron en un instante junto a ellos.

- No deberíamos separarnos. El viaje es largo. Seguidme. – Indicó con autoridad Droy.  – Con suerte llegaremos antes del amanecer.

Los otros dos dragones acomodaron su vuelo tras la cola de su hermano mayor y aceleraron los aleteos. El viaje sería largo hasta llegar al destino.

Mientras, en las mazmorras del palacio, una pequeña dragona luchaba contra los hombres que intentaban dañarla… Tras mucho esfuerzo, había conseguido dominar el fuego. 

Notas finales:

Uff! Uff!! Este capitulo es de estos de la paz que precede a la tormenta. 

Tenedme paciencia que voy a intentar que sea movido. Voy a dar lo mejor de mí para que así sea. 

Gracias como siempre por estar aquí y seguir la historia.

Cuídense mucho, mucho y nos leemos. ^^


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