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Geist por Shun4Ever

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- Será mejor que nos separemos – Casi ordenó el rubio de menor edad – Tengo que confirmar con cuantos aliados cuento para poner a mi hermano en su lugar.

- Bien. – Contestó el moreno – En cuanto aliste a mi gente iremos al reino de Konra. No esperará un ataque desde ahí.

- Alistaré a mi gente – Respondió el rey Shaka al tiempo que tomaba de mejor manera las riendas para salir adelante – Nos vemos mañana en Konra.

- Os estaré esperando.

Dicho esto los dos reyes y el príncipe marcharon cada uno a su destino. Aún les quedaba mucho por hacer. Hades marchó a la pequeña mansión que un día perteneció a su esposa. Bajó del caballo y entró sin avisar. Se dirigió con prisas hasta la cocina y retiró la mesa y la alfombra bajo esta. Tiró de la trampilla y bajó tras tomar una pequeña lámpara de sobre el banco. Bajó apresuradamente los escalones, asegurándose de haber cerrado la puerta. Un largo pasillo de pura piedra yacía bajo la casa. Unos minutos después abrió la única puerta existente en ese lugar. Frente a él y tal y cómo recordaba, una enorme sala llena de luz artificial aparecía ante sus ojos. Rodeó la estancia por dentro hasta que llegó a una especie de pila de oro macizo. Delineó el contorno de la superficie, centrándose en cada una de las líneas grabadas en esta. Suspiró y rebuscó con la mano por la parte trasera. Sonrió al encontrar lo que buscaba. Sacó la mano con un objeto en ella, dejó la lámpara a un costado y apretó el objeto hasta llevarlo a su pecho. Los recuerdos de su infancia le invadieron. Suspiró tras un momento y con una amplia sonrisa, colocó el amuleto emblema de la familia sobre la pila dorada. Media hora más tarde, los caballeros que una vez le fueron fieles, aquellos conocidos como “Los guardianes” aparecieron en la sala por diferentes puertas secretas.

Al ver a su señor, se arrodillaron frente a Hades y quedaron a la expectativa de su orden.

- Hypnos acércate.

El nombrado se incorporó de su posición y se acercó hasta dónde su señor estaba.

- Atacaremos desde Konra. El príncipe Afrodita estará ayudando pues está cansado de las maldades que está haciendo su hermano. Ya sabes lo que tienes que hacer.

- Si, mi señor. – Salió del lugar en cuanto respondió. Él ya tenía una misión que llevar a cabo.

- Thanatos – Un hombre gemelo al anterior pero de cabellos ya plateados avanzó su posición para enfrentar a su rey.

- Encárgate de los que aún me sean fieles. Les necesitaré a todos bien informados y  preparados para mañana…. Será cuando comience la batalla.

- Mi señor – Tras una leve reverencia, salió por una de las puertas de la derecha.

- El resto vendréis conmigo. Marchamos al reino de Virgia.

Unas horas más tarde en la entrada del reino de Konra, el muchacho rubio y su compañero de color gris plata, avanzaban a galope de carrera en dirección a la casa guía. Era una casona en apariencia abandonada que sirvió en tiempos del rey Albafica, como centro de reunión para los caballeros más fieles. Ataron los caballos con cuidado al poste de la entrada y marcharon con paso decidido tapándose el rostro con la capucha de las capas de marrón claro que llevaban colocadas. Didrik miró a ambos lados comprobando que no hubiera nadie antes de presionar el picaporte tres veces sobre la puerta de madera.

Tras él y rozando levemente su mano izquierda, su más fiel caballero observaba los alrededores esperando algún tipo de señal. Estaban por dar la casa por perdida cuando de entre la maleza unos hombres les acorralaron apuntándoles con arcos de robusta madera.

- ¿Quién va? ¿Qué hacen en nuestros dominios?

El mayor de los encapuchados iba a contestar cuando el rubio paro cualquier movimiento colocando la mano derecha sobre el pecho de su compañero. Negó con la cabeza sin apartar la vista de sus ojos y regresó la mirada al hombre que acababa de hablar.

- Nuestros nombres carecen de importancia. – Comenzó a hablar de manera pausada y tranquila, con la intención de que no los tomaran por enemigos – Buscamos a los caballeros que se hacen llamar rosas negras.

- Esos caballeros perecieron hace muchos años. – Respondió el hombre que parecía el cabecilla de ellos – Ahora sólo quedan espectros – Didrik escuchó atentamente al hombre. Por el tono un tanto triste empleado no pudo más que sonreír levemente.

- Es una pena que ya no existan pues necesito de su colaboración.

Donnato miró a su pareja sorprendido…. ¿Acaso iba a delatarse? ¿Tan loco estaba como para entregarse a los esbirros de Radamantis? Tomó a Didrik del hombro como queriendo parar sus planes pero éste le ignoró al escuchar la voz del verdadero líder de los presentes. Uno de los caballeros ocultos tras la maleza avanzó su paso hasta quedar a unos metros de los dos acorralados.

- De seguir existiendo la orden de las rosas ¿Quién osa pensar que colaborarían?

El rubio agachó levemente la cabeza para que no pudieran ver la enorme sonrisa de su rostro. Calmó su euforia por saber al más fiel de los guerreros con vida y levanto de nuevo la cabeza quitándose la capucha con la mano derecha, dejando ver así su rostro, al tiempo que hablaba en voz alta y clara.

- Afrodita de Piscis.

Los hombres quedaron paralizados al ver a su locutor por un instante. De pronto, como un baile sincronizado, todos los presentes bajaron los arcos e hincaron su rodilla derecha en el suelo. Tan solo el líder quedó en pie, sorprendido, sin poder apartar la vista del hombre rubio frente a él.

- ¿Eres tú de verdad?

Se acercó despacio, con los ojos humedecidos al tiempo que Donnato se quitaba la capucha y aferraba con firmeza los brazos de su pareja con la intención de protegerle de ser necesario.

- Caballero de El Cid.

Afrodita soltó el agarre de su pareja con cariño y se dirigió hasta el líder de esos caballeros. Quedaron uno frente al otro a escasos centímetros tan solo mirándose, exencionándose, comprobando si era real o no. El Cid cerró los ojos evitando las lágrimas y se agachó para hincar la rodilla en el suelo al tiempo que llevaba su mano derecha a la altura del corazón y bajaba la cabeza.

- Será un honor colaborar con nuestro rey. Hasta la muerte, de ser necesario.

Afrodita sonrió alagado y tomó los hombros de ese caballero. Sentía un gran aprecio por él pues siempre había sido como un tío para él. Le obligo a incorporarse y le abrazo con firmeza al tiempo que cerraba los ojos para controlar la emoción que sentía.

- Temí que Radamantis te hubiera dado muerte. – Separó el agarre e indicó a los demás caballeros para que se alzaran – Necesito vuestra ayuda. Voy a tomar el lugar que me pertenece.

En el castillo de Virgia, más concretamente en el jardín trasero, dos muchachos se encontraban sentados acompañados de sus compañeros. La pequeña Ronda correteaba por el pasto mientras Esmeralda intentaba concentrarse en ella para establecer el vínculo. Al parecer no le estaba resultando sencillo. Cerca de éstas, el mayor de los dragones observaba cada movimiento de su hermana con la intención de que no se le volviera a escapar. Entre sus patas delanteras y bajo la enorme cabeza negra, Ikki estaba recostado sin perder detalle de Esmeralda. Suspiró al ver que no avanzaban y se levantó para acomodarse a su lado.

- No lo haces bien ¿En qué piensas?- La muchacha miró sorprendida a Ikki y pestañeó un par de veces antes de preguntar.

- En comunicarme con Ronda.

- ¿En qué piensas? – Preguntó de nuevo Ikki.

La muchacha agachó la mirada y se sonrojo. Ikki sonrío abiertamente al ser conocedor de la respuesta. Se levantó y extendió su mano a la princesa para que se levantara. Ésta la tomo y siguió a Ikki hasta quedar cerca de Droy. La presencia de ese dragón le hacía sentir un poco cohibida.

- No temas. Ven. – Ikki tomó a Esmeralda entre sus brazos y se acomodó de nuevo entre las patas de Droy que solo gruño un poco. Esmeralda se sonrojo un poco al notarse rodeada por los brazos de Ikki, pero se acomodó de mejor manera en su pecho con una enorme sonrisa. – Piensa que estás en tu cama, tranquila, sin nadie que te moleste… Sólo… Céntrate en Ronda.

- Ronda ven y siéntate. Esto también te incumbe – Gruño el dragón negro a su hermana que acató la orden sin rechistar.

Unas horas después ambos dragones desplegaban sus alas para dar un vuelo conjunto. No muy lejos de estos del castillo, Zarin aterrizaba con cuidado entre la maleza de un terreno abandonado. Hyoga bajó de golpe y camino enfadado en dirección desconocida.

- ¡No lo comprendo! ¿Qué estamos haciendo aquí? ¿Cómo puede  estar tan tranquilo sabiendo que Shun está en manos de ese loco?

- ¡Cálmate Hyoga! – Interrumpió la dragona colocándose a su lado - ¡Sabías que iba a suceder! .No podemos hacer nada hasta que los reyes muevan ficha.

- Nunca estuve de acuerdo en ese… estúpido plan.

- ¡Hyoga! Es cómo debe ser. Necesitábamos que Shun se quedara allí. ¡Lo sabes! Era clave para que de una vez todo sea lo que debería ser. No creas que es solo por el bienestar de nuestra especie, sino también por el vuestro propio.

- ¿Y Geist? ¿Dónde se supone que está? ¡Debería estar buscando la manera de sacar a Shun de allí!

- ¡Hyoga! – Rugió ahora la dragona, consiguiendo que Hyoga quedara quieto - ¿Crees que esto nos gusta? ¿Crees que no habíamos pensado en mil y una manera? ¿Qué nos gusta arriesgar vuestras vidas? – Rugió de nuevo y aleteo nerviosa.

-  ¿Porqué no reaccionaron al veros?  - Preguntó ahora Hyoga mirando al suelo con los puños apretados - ¿Por qué no hicieron algo? ¿Acaso no les importamos?

- Hyoga – Zarin movió levemente la cola y ronroneo acomodándose en la tierra brindando así apoyo físico y moral para su portador.- Sabes que no le pasará nada. No lo permitiremos, de eso debes estar seguro. – La dragona atrajo a su portador hasta su regazo para que se acomodara en la sombra que producía antes de continuar. – Tuvimos que hacerles creer que llegasteis en caballo. No podíamos arriesgarnos a que nos descubrieran. La conexión de Ronda y Esmeralda no estaba establecida.

- ¿Hacerles creer? ¿Cómo… - No pudo terminar la frase pues Zarin continuo por él

- Para nosotros es sencillo alterar la memoria a corto plazo de los humanos. Debíamos hacerlo para no arriesgar a nuestra hermana. – Miró al cielo y soltó un poco de aire – A mi también me preocupa esta situación Hyoga, pero sólo podemos esperar. Ahora les toca a vuestros padres mover ficha.

Para ese momento, el rey Shaka entraba por las puertas de palacio, siendo seguido por unos cuantos caballeros que escuchaban atentamente sus órdenes.

- Que las tropas se dividan. Una de ellas se quedará en palacio. Debemos asegurarnos que no llegarán a entrar si nos invaden por la retaguardia. La otra, la más fuerte, vendrá conmigo hasta el reino de Konra. Atacaremos desde ahí.

- Pero mi señor – Habló uno de sus caballeros – El rey tiene a sus mejores hombres en el castillo de Konra. Atacar ahí siendo que él está en el reino de Herno sería, si me lo permite, una mala estrategia. Deberíamos eliminar al rey antes de poder invadir esa zona.

- No. Partiremos desde Konra. Es lo último que diré. – Paró sus pasos para entrar en una especie de biblioteca. – Traedme al caballero de los muros y al caballero de los hielos. Los quiero aquí antes de esta noche.

- Si, mi señor.- Una reverencia y tres de hombres que le seguían se perdieron en el pasillo para acatar esa última orden.

El otro hombre que iba con ellos, tras ver partir a sus compañeros, entró despacio tras el rey y cerró la puerta quedando él dentro.

. Mi señor ¿Qué planes tiene para partir desde Konra? Sabe que lo dicho por mi hermano es correcto. No podemos arriesgarnos a atacar ese reino, estando el rey con vida.

- Lo sé Aiora. Me disculparé con tu hermano cuando todo esto acabe pero no puedo revelar mis planes y lo sabes bien. No es la primera vez que tenemos infiltrados.

- Si, mi señor. Estoy al corriente de ello.

Shaka se acercó a la silla del despecho y se acomodó en ella para llevarse la mano derecha a la cabeza y masajear levemente las sienes.

- Una guerra es lo que menos me apetece. Sabes que siempre hemos sido un reino de paz pero esto no puede seguir así. Prometía a Hades que le ayudaría a retomar su lugar y mantengo la palabra. No pienso dejar a un amigo en la estacada y menos cuando es contra una…. – Habló en tono despectivo – Alimaña como Radamantis. – Suspiró levemente para centrar la mirada en su guardián – Al parecer el príncipe Afrodita de Piscis esta vivo. Nos contó que su hermano intentó matarlo y que huyó escondiéndose en nuestros dominios. Ahora ha decidido tomar el puesto que le pertenece. Es un aliado fuerte con el que no contábamos.

- Pero… ¿Contará él con aliados? Muchos de los guerreros de esas tierras temen al actual rey.

- Me consta que aún hay muchos que son leales al legado De Piscis. En cuanto se sepa que él está vivo, no dudarán en seguirle hasta la muerte. Por lo que he podido comprobar, tiene el mismo carácter que su padre y aunque no es tan bueno en la estrategia, cuenta con el caballero de la máscara siempre a su lado. - Miró fijamente a su hombre – Partiremos desde Konra con el nuevo rey ya establecido pero oculto entre los nuestros. Es por eso que necesitare de los fieles conmigo. No quiero ningún fallo en el plan o el pequeño príncipe de Herno y la reina podrían pagar las consecuencias. ¿Queda claro?

- Si, mi señor.

Ajeno a todo lo que ocurría en los reinos colindantes, Radamantis se dirigía hasta la torre en donde su reina estaba presa. Entró con una sonrisa en el rostro y cerró de golpe, provocando que los dos presos allí presentes, dieran un pequeño brinco.

- ¡Vaya! Veo que se han hecho amiguitos – Habló con ironía al encontrar al pequeño en los brazos de la que era su mujer. – Una pena que deba separaros.

Acortó con prisas toda distancia hasta llegar a donde estos estaban. Tomó de la muñeca al chico y le obligó a levantarse, ignorando las suplicas de la que era su reina. Esta se acercó y trató de separarlo del muchacho pero recibió una bofetada que la hizo caer en la cama. Shun aprovechó ese momento para propinarle una patada en la espinilla al tiempo que mordía con furia su mano, provocando un grito en ese hombre al tiempo que le soltaba. Miró su mano ensangrentada y apretó los dientes para hablar.

- No sabes lo que has hecho… pequeño.

Notas finales:

Bueno, bueno... He aquí una nueva entrega. Espero que os haya gustado, que la hayais disfrutado, que no os hayais comido mucho las uñas y que os hayais quedado con un buen sabor de boca. ^^

Cuídense mucho y nos leemos en el próximo.


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