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Geist por Shun4Ever

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De vuelta al castillo de Virgia, Shaka se encontraba en la sala del trono pensando en cual sería la mejor estrategia ante el ataque de Radamantis, cuando la puerta se abrió para dejar pasar al mensajero. Este entró y tras una reverencia le entregó un pergamino.

- Mi señor. Es del rey de Konra pero el mensaje proviene del reino de Herno.

Shaka sorprendido por la procedencia del mensaje desató las cuerdas y desplegó el pergamino para comenzar con la lectura.

Querido Shaka de Virgia,

Me he instalado en mi nuevo hogar, el palacio de Herno, esperando la llegada de la próxima luna llena, pues es cuando tendrá lugar mi tan esperado enlace con Pandora de Herno, uniendo así ambos reinos en uno más grande y poderoso.

Como comprenderá su alteza, su presencia es esperada pues la ausencia de la misma supondría un deshonor hacía mi persona y podría ser muy mal interpretado por mis súbditos siempre hambrientos de sangre.

Mis más sinceras condolencias por lo ocurrido a la reina Natassa. Se las habría enviado con anterioridad pero recién si he sido informado. Aunque mis más profundos deseos es que no les pase nada a los pequeños príncipes, pues su reino quedaría en el olvido y cualquiera podría apoderarse del mismo.

Sin más se despide el próximo rey de Herno.

                                                                                              Radamantis de Konra

Con rabia contenida por ambas amenazas existentes, cerró el pergamino y lo arrojó sobre el trono, acercándose a una mesa en donde sacó un nuevo pergamino. Escribió en el trozo de tela y cuando lo tuvo acabado lo sello y se lo entregó nuevamente al mensajero.

- Házselo llegar al rey de Konra. Llévalo al castillo de Herno.

- Si, mi señor.

Se quedo estático, viendo marchar al mensajero pero su cabeza se encontraba pensando en sus pequeños hijos. Sin duda alguna los necesitaría a lo largo de su vida, pero por una vez agradeció al cielo y a su estimada esposa por haberle hecho tomar aquella drástica decisión. Ahora solo le quedaba esperar noticias de su más fiel caballero comunicándole el estado del príncipe y la princesa.

Los días pasaron y con ellos aumentaba su preocupación, hasta que un día mientras hacía su recorrido habitual por las calles del pueblo, se le acercó un granjero con un mensaje en la mano. El granjero se coló por entre la gente que le hacía corralillo al rey y se apresuró a hacer una reverencia mientras alargaba la mano con el pergamino en ella.

- Mi señor, me han entregado este mensaje para usted.

- ¿Quién se lo ha entregado?

- Me dijo que era de parte del caballero de los hielos.

Shaka se apresuró a agarrar el mensaje y sin importarle lo más mínimo la presencia de su pueblo, abrió el mismo de inmediato.

Mi señor,

Como comprenderá no puedo informarle del paradero exacto pues desconfío de los mensajes por si son interceptados, pero nos encontramos en lugar seguro. La vida de todos está en perfecto estado.

Le mantendré informado ante cualquier altercado.

                                                                                              El caballero de los hielos

Cerró el mensaje y atrayéndolo hacia su pecho, cerró los ojos para suspirar con tranquilidad. Ahora sabia que sus hijos estaban bien y en un lugar seguro. No es que dudara del empeño y buen saber hacer de su caballero, pero eran tantas las cosas que podían pasar y sus hijos solo eran unos niños que no se valían por si solos. Abrió los ojos cuando una de las aldeanas le sacó de sus pensamientos.

- ¿Está bien mi señor? ¿Desea un poco de agua?

Shaka sonrió y acarició el rostro de la preocupada aldeana.

- Muchas gracias por el ofrecimiento pero no es necesario. Ahora me encuentro en perfecto estado.

Se giro hasta el aldeano que le había entregado el pergamino y se acercó al hombre, que se apresuró a hacer una nueva reverencia. Shaka sin dejar de sonreír apoyó su mano en el hombro del aldeano y le instó a levantarse.

- Quizá es mucho el favor que le voy a pedir pero ¿Podría llevar una respuesta al hombre que le envió el mensaje?

- Claro mi señor, pero lo encontré en el bosque – agachó la cabeza – No sé si aún estará allí. - Shaka sonrió más si cabía.

- Conozco bien al caballero de los hielos. Estará ahí esperando mi respuesta.

- Será un placer, mi señor.

- Acompáñeme a palacio entonces.

Los dos hombres se dirigieron a palacio, en donde el rey aprovechó para agradecerle los servicios con un saquito de monedas. El granjero feliz por poder ayudar a su rey y agradecido por la paga, salió de palacio con el pergamino en dirección al bosque.

Mientras, en Shilk el pueblecito más cercano a la casa en la que se encontraban los príncipes de Herno, el caballero intocable, que así era conocido Mu, se encontraba comprando enseres para toda la semana y herramientas para comenzar con el cultivo del jardín. Mientras se aseguro de que el herrero le dejaba en buenas condiciones la azada, escucho a unas vecinas hablar y no pudo evitar el escuchar la conversación.

- … Y al final se van a desposar la próxima luna.

- Me parece indignante el comportamiento que está teniendo la reina.

- …y lo peor es que no le va a guardar luto al rey ni una semana.

Eso sí asombro al caballero, que no pudo más que inmiscuirse entre las señoras.

- Disculpen señoras, pero ¿Que es lo que han dicho?

- ¿No lo sabe, joven caballero? – Mu negó intrigado - Entraron en la ciudadela y mataron a todos los que se encontraban en su camino.

- Incluso entraron en el palacio – Irrumpió la otra señora – y se llevaron al rey malherido.

La mujeres no parecían darse cuenta de la presencia del caballero y siguieron con la conversación entre ellas.

- Y lo más indignante es que ahora la reina se va a volver a casar. Y nada menos que con el desalmado que llevó a cabo la masacre.

- Seguro a la fuerza, dicen quienes los han visto que ella le procesaba mucho amor al rey.

- ¿Y los niños? ¿Qué les habrá pasado a las pobres criaturas?

- Pues esperemos que no corran la misma suerte que sus padres – Decía indignada la mujer – Uno muerto y la otra de esclava sexual…

- Uuuuuyyy!!! – Exclamó la otra mujer mientras se santiguaba – Que nuestro Dios proteja a esas pobres criaturas!

El caballero quedó mudo ante todo lo escuchado. ¿Su rey muerto? ¿Su reina obligada a desposarse con otro hombre? Nada tenía sentido ¿Quién había sido el desalmado que había provocado tal desfachatez? Aunque le quemaban las ganas por ir a arrancarle los ojos a ese desgraciado, ahora debía proteger a los príncipes, pues esa era su principal y única misión.

- Señoras

Hizo una leve reverencia que puso coloradas a las dos mujeres y partió nuevamente a la casa del herrero. Recogió todas las herramientas y los enseres y tras cargarlos en el caballo, salió a galope hasta la casa. Si todo lo escuchado era cierto, bien debía asegurarse de que no pudiera entrar nadie a la casa, que no fueran ellos.

Cuando llegó, bajo del caballo y tras dejar al animal bien reguardado y alimentado en la cuadra, entró en la casa con los enseres.

Saori se encontraba dando el alimento a los pequeños, pues ya era bien entrada la tarde y el menor de los hermanos ya estaba pidiendo alimento. Hizo lo mejor que pudo unas gachas y se sentó con el pequeño ángel en brazos. Ikki se encontraba en la mesa sentado frente a Saori y mirando como su pequeño hermanito comía aquello que había cocinado la muchacha.  

Mu entró apurado, sin poder contenerse, pero cuando vio a los pequeños a salvo, se paró y respiró profundamente para calmar los nervios. Dejó las bolsas en la cocina, mientras era ayudado por el mayor de los hermanos.

- Gracias Ikki – Le agradeció al pequeño mientras revolvía su cabello rebelde.

- ¿Sabes tío Mu? – Le decía el pequeño inmortal al mejor caballero de su padre – Hoy he ayudado a tía Saori con la huerta y mira – Se apresuró a ir hasta la despensa y volvió con una pequeña calabaza entre las manos – Lo he cogido yo solo.

- Oh! Eso está muy bien – Le decía Mu al pequeño al tiempo que contemplaba la calabaza que le había ofrecido el niño. - ¿Quieres ayudarme con la cena?

Ikki miró a su pequeño hermano y sonrió a su tío Mu al tiempo que se iba corriendo a por un taburete para ayudar en la cocina. Mu se prestó enseguida a llevar él el taburete, pero el hermano mayor se negó en redondo haciendo un mohín.

- Ya soy mayor. Yo puedo.

La cena trascurrió tranquila mientras el pequeño contaba las azañas de todas las cosas que había acontecido durante el día. El momento de dormir llegó y Saori se encargo de que los pequeños estuvieran descansando en sus habitaciones. Cuando bajó a la cocina Mu ya tenía preparadas dos tazas de té. Se sentaron cerca de la chimenea y dejaron que el agradable calor les envolviera. Tras un momento de silencio, Mu lo rompió para comentar lo acontecido en el pueblo.

- Hoy en el pueblo he escuchado ciertos rumores.– llevó la vista a la escalera con la esperanza de que los niños no bajaran en ese momento.

Saori miró a su compañero un tanto preocupada pues el semblante de este era completamente serio.

- ¿Qué rumores? – Se atrevió por fin a preguntar.

- Dicen que llegaron a palacio y que… - Respiró profundamente antes de continuar, pues tenía un nudo en la garganta solo de pensar que lo escuchado fuera cierto – mataron al rey.

Saori quedó muda en ese momento. Negaba con la cabeza como tratando de encajar lo que acababa de escuchar.

- Pero… - No podía ser. Tenían muchos y valerosos guerreros en el reino. – Eso…

- Lo sé. Yo mismo no lo creía. – Respiró nuevamente Mu, que ahora tenía la vista perdida en la bebida caliente – Fue a comprobar lo que había escuchado.

- ¿Qué? ¿Qué fuiste al reino? – Su corazón casi se para. Mu había entrado a la boca del lobo, sin siquiera pensar en que podría haber dejado sin protección a los pequeños príncipes.

- Tranquila. – Le hizo una señal a Saori para que se calmara – No entré. Solo fui a ver a Shion. Él me lo confirmó.

- ¿Te lo confirmó? – Saori habló casi en susurro. Conocía muy bien a Shion, el guarda de la ciudadela. Jamás mentiría con algo así. Si lo había confirmado es que así ocurrió.

- En realidad – Mu ladeo un poco la cabeza, pues él mismo tenía sus conjeturas y esperanzas – Lo que me confirmó es que se llevaron al rey y que estaba mal herido, pero no muerto.

Saori se levantó de golpe y es que, aunque se encargaba de la protección de los pequeños, siempre había sido una guerrera y bien sabía defenderse sola.

- Debemos ir en su busca, entonces. Puede que nos necesite.

Mu se levantó tras ella y la sujetó del brazo. Ahora que sabía por la boca de Shion quien era el que había llevado a cabo esa masacre, no podían actuar ellos solos.

- Saori – La muchacha le miró al tiempo que se quedó parada – Fue el rey de Konra.

Al escuchar aquel nombre se quedó más blanca de lo que ya estaba y al notarse libre del agarre de su compañero, se desplomó en el suelo quedando sentada sobre sus piernas.

- ¿Y la reina? – Fue todo lo que consiguió preguntar

- Ella… - Tragó duro por lo que iba a decir, pues prefirió omitir la mayor parte de la información que Shion le había proporcionado – está viva – La muchacha le miró con un atisbo de esperanza – pero es rehén del mismo rey.

- No

Saori no podía creer que aquello les hubiera pasado a sus queridos gobernantes. Con el rey desaparecido y la reina en poder del malvado y déspota rey de Konra, los pequeños no podrían volver a palacio y ellos deberían de encargarse de su crianza hasta que aquella pesadilla acabara.

- Saori, creo que comprendes lo que nos toca ahora. – Ayudó a la muchacha a levantarse del suelo – No podemos flaquear pues los príncipes dependen de nosotros.

La joven muchacha asintió con la mirada perdida y volvió a sentarse cerca del fuego para tomarse el té, al tiempo que pensaba en como iban a criar a los dos pequeños príncipes. Mu, que parecía haber leído la mente de la muchacha, contestó a la inexistente pregunta.

- No te preocupes. Tenemos terreno de sobra. Me encargaré de que broten los frutos y los venderé en el pueblo cercano. No nos faltará para darles de comer y aseguraré bien la entrada, para que nadie, más que nosotros, podamos entrar.

- La señora me dio cantidad suficiente para adecuar la casa y mantenerles con bien. – Dijo Saori el plan que iba a llevar a cabo – Lo guardaremos para cuando sea necesario. De momento, puedo ir comprando las telas y haciendo yo las vestimentas – Paro un breve segundo y continuó – Mi madre me enseño a coser, pero necesito el material.

- Bien. – Mu asintió – Iremos pues al pueblo y compraremos todo lo que necesitemos.

- ¿Y los niños?

- Los podemos llevar, pues nadie los conoce. – Miró al fuego nuevamente – No pienso alejarlos de nuestra protección – Suspiró y volvió a mirar las escaleras – Ahora somos lo único que tienen.  

Unos días más tarde, los dos muchachos alistaron la pequeña carreta para ir hasta el pueblo. Tenían muchas cosas que comprar y poco tiempo, pues no querían sacar a los pequeños más de lo necesario. Mu se quedó preparando a los caballos mientras Saori alistaba a los pequeños para el viaje. No sería muy largo pues el pueblo quedaba a unas horas de distancia, pero aun así, el viaje para los pequeños sería largo.

Saori se encargó del pequeño Shun y no lo sacó de su lado en todo el trayecto mientras Mu se encargaba de que Ikki no se le fuera muy lejos. En cuanto llegaron de vuelta a la mansión, se encontraron un hombre mayor sentado en la puerta. Mu se colocó delante de Saori y de los niños en modo de protección, pero el hombre mayor se levantó y se aproximó a ellos.

- ¿El caballero intocable?

Mu se sorprendió por el apelativo, pues solo lo conocían así en Herno y sus más allegados. Aun así, asintió con un poco de inseguridad. El hombre mayor se aproximó un poco más y le extendió un pergamino.

- Shion lo envía.

Mu se hizo con el pergamino y vio como Dokho se marchaba tras hacer una reverencia. Entraron en la casa y tras dejar bien reguardados los caballos, se apresuró a leer el pergamino que su maestro le había enviado. Se sorprendió al ver la letra, pues no era la de Shion sino la letra de una mujer y no de una mujer cualquiera, pues se trataba de la mismísima reina de Herno.

Queridos Mu y Saori:

Espero que no sea mucha molestia lo que os voy a pedir. Necesito que cuidéis a mis niños como si fueran vuestros. Estoy prisionera en mi propio castillo y a penas si he conseguido escaparme para enviaros este pergamino. Sé que mis niños estarán bien en vuestras manos, pero si os algo os faltara podéis acudir al pueblo de Lora y preguntar por mi primo Aiacos. Ahora es gobernante en aquel pueblo y podrá atenderos si le entregáis esta petición.

Os deseo bienestar y salud, pues sé que mis pequeños están en buen recaudo. Ojala algún día pueda volver a encontrarme con ellos, pues de seguro serán grandes personas a vuestro cuidado.

Muchas gracias por todo.

Pandora.

Mu cerró el pergamino y se lo pasó a Saori. Sin duda, de ahora en adelante les tocaría preparar a los niños para que fueran buenos gobernantes, como lo habían sido sus padres.

Notas finales:

Se aceptan sugerencias, peticiones, dudas, ensaladas... cualquier cosa. ^_^


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