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Ángel por YueAkiko

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Notas del fanfic:

HI! he vuelto luego de un laaaaargo receso con algo nuevo XD, quizás la temática está repetida (no lo se...no he leído toooodos los fic que hay :p) pero es una idea que me motiva bastante, más aún ahora que vivo mis dos últimas semanas de vacaciones u.u

es mi primer fic romantico/egoista y de verdad me emociona saber su opinión, espero les guste

Notas del capitulo:

hummmm....HOLA!! se que estube ausente y no tengo excusas para remediar mi falta, aún así, no dejé de visitar la página....amor-yaoi se ha vuelto parte de mi vida :D

en este momento les dejo, un fic que me emociona bastante, no se por quépero tengo muuuuchas imágenes en la cabeza a cerca de lo que quiero hacer :D

aquí tambien está mi primer fic egoista y bueno....se que Hiroki está hiper mega cambiado con respecto a lo real pero...pues...siento que así me funciona mejor :D, espero no les moleste demaciado...sin más preámbulos...mi fic

 

 

 

los siguientes personajes son de la propiedad de Nakamura-sensei

Iba caminando con su mirada gacha como de costumbre; sus verdosos ojos fijos en el pavimento y sus sonrojadas mejillas surcadas por lágrimas…tenía tan sólo ocho años y sus padres acababan de ser enterrados…eso no era algo muy justo ¿o si?.

El pequeño cruzó la calle sin fijarse…lo próximo que sintió fue un duro golpe, su cuerpo siendo guiado por la fuerza del impacto y su cabeza azotando el concreto frío…luego todo se oscureció.

-hey…despierta…despierta…- la voz grave de un hombre le suplicaba abrir los ojos pero el abrazo de la inconciencia era tan cálido que el pequeño Misaki deseaba esperar la muerte antes que responder aquellas súplicas.

-Misaki…tu hermano te necesita…debes despertar- aquel fue un golpe bajo…pero era la pura verdad, sin importar cuan mayor fuese Takahiro…Misaki no podía dejar solo a su niichan, no podía causarle molestias. El pequeño abrió sus ojitos con lentitud y sus pupilas recibieron la tortuosa descarga de la luz, la oscuridad de la inconciencia había desaparecido y en su lugar un brillo blanquecino e incandescente irritaba sus orbes; pero entre todo aquel brillo un rostro desconocido se hizo presente.

-por fin abres los ojos…me tenías preocupado- el pequeño intentó reconocer al hombre frente a él…pero no podía, jamás había visto a una persona tan guapa…¿quién era él?, ¿qué hacía ahí?, ¿cómo sabía su nombre?

-¿q-quién...?- comenzó el pequeño pero fue interrumpido por un abrazo cálido y reconfortante

-por ahora eso no es importante…lo que si importa es que por fin abres los ojos muchacho…te juro que esto es un alivio- Misaki lo miró extrañado…no tenía ni la menor idea de lo que sucedía, sólo sabía que acababa de despertar y que frente a él un guapo ojivioleta lo contemplaba con dulzura; el plateado cabello de aquel desconocido brillaba tenuemente bajo aquel brillo que los rodeaba, concediéndole un aura algo mística que combinaba a la perfección con su adorable rostro.

-¿dónde estoy?- su voz se oía extraña y su garganta se sentía seca, no tenía ni la menor idea de lo que había pasado pero su cuerpo se sentía aplastado y apaleado; el pequeño intentó incorporarse puesto que estaba tendido en algo blando y suave, el peliplata decidió ayudarle y posó sus frías y grandes manos en los hombros del menor

-estás en el hospital Misaki…- susurró mientras el pequeño era acomodado por sus manos frías; las orbes del castaño lo miraron con sorpresa ¿el hospital? –te han atropellado Misaki…deberías mirar ambos lados antes de cruzar – aquel regaño sonó tan dulce que el pequeño no pudo más que esbozar una sonrisa- ha sido una suerte que estuvieran ahí….si no, no sé que habría pasado-

-¿Quiénes estaban ahí?- la presencia de aquel mayor era tan agradable que el mismo Misaki se sintió en confianza

-tus padres…-

-¿qué?...n-no…no tu no entiendes…mis...mis padres- sus ojitos esmeralda se cristalizaron de dolor, para él era aún tan difícil decirlo

-muertos…lo se Misaki, pero ¿qué te crees que aun así dejarían a su pequeño solo? Ni de chiste, se  interpusieron entre tú y el camionzote ese   que te golpeó, luego alivianaron la caída y por eso no tienes más que un par de rasguños y unas costillas rotas…¿a que no es bueno que hayan estado ahí?-

-m…mis padres- la carita del pequeño se iluminó con una sonrisa y lágrimas de alegría recorrieron sus mejillas, sus padres no lo habían abandonado….que alegría

-ven aquí enano…no llores que ellos están bien…- el peliplata abrazó al pequeñín con infinita dulzura, esa calidez no la sentía todos los días

-¿puedes decirme tu nombre?- esa vocecita tierna e inocente fue como encender una llama en el pecho del ojivioleta; sus manos apretaron un poco más al pequeño para luego alejarlo lentamente

-por ahora sólo recuerda mi rostro ¿si?, ya debo irme, tu hermano ya viene-

-e-espera…¿nos volveremos a ver?- el peliplata sonrió

-si, si así lo deseas- el mayor se volteó y comenzó a caminar a toda prisa, Misaki se alarmó, aun así quería saber su nombre

-¡¡¡eh…espera…oye!!!-

-Misaki despertaste….gracias a Dios… ¿a quien llamas?- niichan había aparecido tras la puerta que el peliplata acababa de traspasar

-a…al chico de cabello plateado que acaba de salir… ¿no lo has visto?-Misaki se extrañó, Takahiro tenía problemas de vista pero no era para tanto, ¿cómo no notar al peliplata?

-uh…Misaki, creo que el golpe te ha afectado, no ha entrado nadie a esta habitación….es media noche Misaki, tu y yo somos los únicos en esta parte del pabellón-

~no puede ser…él me abrazó…pude sentir sus manos frías y su cálido abrazo…él era real….~

-Misaki ¿por qué no mejor intentas dormir?...te salvaste de milagro- Misaki abrió sus ojos de forma exagerada…era cierto, él había dicho que sus padres…su padres –descansa hermanito, mañana habrá tiempo de conversar- Takahiro acarició brevemente la mejilla de su hermano y salió de la pequeña habitación, el suave brillo a su alrededor se desvaneció y sus ojitos esmeralda hicieron lo posible por cerrarse…

De la nada, un tibio cuerpo se recostó junto a él y un agradable aroma lo invadió; Misaki forzó la vista y por entre la oscuridad logró vislumbrar el plateado cabello de la persona que había estado con él hace un rato.

-tu…¿cómo…cómo es que niichan no te vio?- el peliplata pareció sonreír y acurrucó en su pecho la cabeza del pequeño

-sólo descansa Misaki, yo me quedaré aquí para cuidarte…- el pequeño no supo por qué, pero el calor de aquel abrazo, el agradable aroma de aquel cuerpo y los relajados latidos del corazón de este lo hicieron cerrar los ojos y caer una vez más en la inconciencia.

-----------------------------------------------------ALGUNOS DÍAS DESPUÉS---------------------------------------------

Media noche en casa de Misaki

-¿U-Usagi-san?- hacía unos días había dejado el hospital y con el alta había obtenido también el nombre del peliplata que lo visitaba siempre; a pesar de saber que Usagi-san no era su nombre, Misaki había decidido llamarlo así sólo por que le parecía una forma más amigable de llamar a aquel ángel guardián que lo visitaba a diario y que sólo él podía ver

-¿si?- Misaki aún se sentía inseguro, luego de dejar el hospital creía que no volvería a ver a aquel adorable ojivioleta, pero en su casa aquella misma noche se había dado cuenta de que su ángel no lo iba a dejar solo –recuerda que estaré aquí siempre…no tienes por qué tener miedo- la grave y reconfortante voz de aquel hombre lo tranquilizaban, tanta era la dicha de tenerlo cerca que hasta sus heridas sanaban con mayor rapidez

-Usagi-san, ¿te quedarías una vez más conmigo?- ambos sabían que el que Misaki durmiese en el pecho del mayor era sólo una opción; aun así, el ojilila se sentía tan enternecido por aquel par de orbes esmeraldas que no podía negarse a nada de lo que él le pidiera.

-por supuesto Misaki…me quedaré todo lo que tu desees- el menor sonrió agradecido y se acurrucó en el pecho de su ángel, cerrando sus ojitos y relajándose en el calor de aquel refugio

-algún día voy a llamarte por tu nombre- susurró el menor mientras sus bracitos se aferraban aún más al cuerpo del peliplata

-a mi no me molesta que me digas Usagi-san…- los ojos del mayor estaban cerrados y a pesar de que sabía que no era normal disfrutar tanto de la compañía de un menor, era imposible evitarlo, Misaki era su prioridad, Misaki se había transformado en su propio corazón

-aun así algún día tendré el valor de llamarte por tu nombre….y cuando lo haga…significará que seré yo quien cuide de ti…¿te parece?- Usagi sonrió

-¿y si cuidamos uno del otro?-

-¿podemos hacer eso?....por que sería genial tenerte conmigo y yo poder cuidar de ti así como tu lo haces conmigo-

-claro que podemos Misaki, tu y yo podemos hacer todo lo que tu desees- Misaki sonrió, tener un ángel guardián dispuesto a todo por ti, una persona a la que sólo tú puedes ver, alguien que sabes que tendrás siempre era algo que lo alegraba muchísimo

-ahora descansa Misaki…duerme bien que mañana despertarás conmigo a tu lado- el menor volvió a esbozar una sonrisa y acató las órdenes del mayor respirando hondo.

-siempre estaré contigo…- susurró el mayor acariciando con delicadeza los cabellos del pequeño; ese calorcito que el castaño emanaba lo calaba cada vez más hondo, las salidas se cerraban y a él no le importaba, él estaría con su pequeño toda la vida, sería su mejor amigo, su compañero, su guardián, no habría momento en el que se sintiera sólo por que él estaría a su lado…jamás se alejaría de su lado pues ya no se sentía capaz de eso.

-¿Usagi-san?....¿me escuchas Usagi-san? – Misaki llevaba hablando más o menos diez minutos pero el peliplateado sólo se había concentrado en las primera palabras “mi hermano me dijo que eres imaginario y yo me sentí muy mal,  pero después decidí que no me importa por que  yo te quiero mucho y………”

-Usagi-san…Usagi-san te estoy hablando- la suave voz del pequeño lo estaba sacando de su ensueño; jamás en su vida le habían dicho que lo querían…nunca había recibido esa muestra de afecto de parte de nadie y de la nada, luego de meses de haber conocido a aquel enano, recibía esas palabras que tanto aceleraban su angelical corazón

-uh?....si, si lo siento….humm Misaki, es normal que tu hermano piense que yo soy imaginario, después de todo, sólo tú puedes verme- los ojitos del castaño se llenaron de lágrimas y se aferraron con fuerza a la blanca camisa que el ojilila llevaba

-p-pero…pero tu eres real ¿no es así?....tu si existes ¿verdad Usagi-san?- aquellos ojitos lo miraban con tanta pena que el corazón del mayor latió aún más fuerte provocándole un dolor indescriptible

-claro que soy real Misaki, si no, no podrías abrazarme como lo está haciendo- el menor se aferró aún más fuerte y sus lágrimas dejaron de brotar poco a poco

-te quiero mucho Usagi-san…te quiero mucho…quiero estar siempre contigo- susurraba el menor con una dulzura infinita, inundando  con dulzura el corazón de su guardián -¿estaremos siempre juntos verdad?- el peliplata sonrió

-siempre juntos- susurró el mayor con infinito cariño

-cuando sea grande, yo seré quien se case contigo…así nunca vamos a separarnos- aquella inocencia, esa dulce y grata inocencia….Misaki no conocía aún la magnitud de esas palabras y aun así las pronunciaba con total seguridad, en sus ojos se veía ese anhelo de cumplir su promesa…en sus ojitos se reflejaba el sorprendido y enternecido rostro de aquel hombre de ojos violáceos

-M-Misaki…- se sentía un completo imbécil pensando de esa forma…sabía que su corazón había reaccionado ante aquellas palabras, también sabía que aquel sentimiento protector era más que la simple conexión natural entre un ángel y su protegido, sabía que lo que sentía por Misaki no era otra cosa que amor, sabía que su corazón latía de esa forma por Misaki y nadie más ~soy un idiota al enamorarme de un enano de ocho años pero simplemente no puedo evitarlo…ya no hay forma de volver atrás, ya no hay forma de dejar de amar a este chiquillo…así que estaré con él, seré su compañero, su confidente, su amigo…lo acompañaré durante su adolescencia hasta que, siendo un hombre, sólo pueda encontrar en mí lo que necesita para ser feliz….lo amaré siempre….por que al parecer él también me ama a mi~

-yo también te quiero Misaki….- susurró el peliplataeado haciendo que el menor esbozara la más hermosa de las sonrisas…nada más lo hacía más feliz, que querer y ser querido por su ángel guardián.

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En un orfanato a las afueras de Tokio un pequeño niño de ojos azules se hallaba sentado en un rincón apartado del resto de sus compañeritos

-¿por qué lloras Nowaki? – los ojos del pequeño, enrojecidos por las lágrimas se encontraban cerrados y se negaban a brindar a alguien la maravilla de su dulce mirada

-por que no hay nadie que quiera jugar conmigo- su voz sonaba tan bajita y apenada que al castaño frente a él se le rompió el corazón… ver a semejante pequeñín llorando solito en un rincón era sin duda la peor de las torturas

-pues…si tu quieres, yo puedo jugar contigo ¿qué te parece?- el castaño se empeñaba en ver los ojitos del menor frente a él, y lo logró al pronunciar aquellas palabras. Los ojitos de Nowaki se abrieron lentamente y su mirada se fijó en el apuesto hombre frente a él, la mirada avellana que lo observaba detenidamente lo dejó anonadado ~¿un adulto quiere jugar conmigo? ~

-ha-hai….- los ojitos de Nowaki, cristalizados por las lágrimas, ahora lucían agradecidos y llenos de un cariño infundado aún y pero poderoso, ¿sería este hombre su primer amigo?

-hola…me llamo Hiroki- susurró el mayor acariciando las mejillas del pequeño para así secar sus lagrimas; un leve sonrojo invadió su carita, pero una sonrisa amigable se apodero rápidamente de sus labios

-Hiro-san…- susurró el peli azul

-Hiroki…- murmuró el mayor con sus ojos fijos en los del pequeño

-Hiro-san- repitió el pequeño con la sonrisa aún en sus labios

-no, no…Hi-ro-ki- el castaño se empeñaba en hablar claramente…eso de Hiro-san no era de su completo agrado y el niño parecía no entenderlo

-Hi-ro-san….- la sonrisa de Nowaki se hizo aún más grande y Hiroki se limitó a respirar hondo ~ ¿por qué? ¿Por qué? ¿Por qué a mi?, de todos los pequeños  a los que podía haber cuidado tenía que tocarme el único que no me llamará por mi nombre….demonios~

-gracias Hiro-san….serás mi mejor amigo-

~¿eh?...¿q-qué…qué ha dicho?…esa voz, esas palabras….este niño….es una ternura~

-uh…humm….está bien…Nowaki, seré tu mejor amigo- susurró el mayor sintiendo como su corazón se derretía de ternura ante aquella sonrisa sincera, los ojos de ese pequeño lo estaban viendo con tanta dulzura que era difícil apartarse de ellos; Nowaki aprovechó que su nuevo amigo no se movía y de un salto se colgó de su cuello en un abrazo de agradecimiento

-Arigatou Hiro-san….ureshii desu- esas palabras tan sinceras; ese abrazo tan cálido y dulce…no importaba como lo llamara, Nowaki era el niño que él cuidaría…aunque perdiera la vida en ello. Hiroki respondió ese abrazo y se sintió feliz de serle útil a un niño tan dulce ~¿Cómo demonios no tienes amigos?....con lo tierno que eres nadie debería alejarse de ti~ pensó el mayor sin soltar el pequeño cuerpecito del ojiazul … serían los mejores amigos.

-Hiro-san….¿serás solamente mi amigo? Porque yo no quiero que los demás niños jueguen contigo- aquel adorable puchero que formaban sus labios hizo que Hiroki mostrara una enorme sonrisa…era muy difícil verlo sonreír de verdad pero al parecer, aquel pequeñín era total y completamente especial.

-no te preocupes Nowaki, sólo tú puedes verme así que sólo estaré contigo- los ojos del pequeño se abrieron sobre manera y Hiroki volvió a sonreír…más le valía acostumbrarse, con lo adorable que era aquel pequeñito, la sonrisa se apoderaría de su rostro por un largo tiempo.

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-Hiro-san!-

~varios meses han pasado ya desde que llegué a la vida de este pequeño, y a pesar de que aún me irrita que me llame Hiro-san, no puedo hacer otra cosa que quererlo día a día….es un adorable pequeño monstruo que me patea cada noche mientras duerme, y se aferra a mi pecho cada vez que sueña…por más estúpido que sea su sueño, Nowaki se aferra a mi como si se tratase de la salvación y yo….con el corazón acelerado, no puedo más que rodear su pequeño cuerpo y susurrarle al oído que yo estoy con él~

-Hiro-san….encontré una oruga!- Nowaki se veía tan completamente feliz, por fin, luego de vivir ocho años como el relegado del orfanato, comenzaba a vivir una infancia bastante normal gracias al castaño que siempre lo acompañaba

-me alegro….sólo no me la acerques- Hiroki se esforzaba por tener siempre una sonrisa en su rostro y brindarle cada que podía una palabra agradable, pero su genio también tenía sus límites y más de una vez había gritado un poco al pequeño ojiazul.

-¿a Hiro-san le dan miedo las orugas? – la venita de la irritación comenzó a palpitar en la frente del castaño y Nowaki sonrió ampliamente al ver que su ángel estaba a pocos minutos de dejar salir una de sus divertidas rabietas

-no…no le temo a las orugas, sólo no me gusta tenerlas cerca- Nowaki rio

-¡mientes!- dijo en una carcajada –le temes a las orugas, le temes a las orugas….- cantaba en tono burlón mientras se movía a su alrededor imitando el movimiento de aquellos pequeños insectos

-¡que no pequeño monstruo!…¡te he dicho que no les temo!- su paciencia comenzaba a agotarse y el pequeño danzaba cada vez más rápido a su alrededor, cantando aquella irritante frasecilla

-Nowaki…..- la voz del castaño sonó repentinamente sombría y el pequeño se detuvo mientras una gotita corría por su frente; Hiro-san cerró sus manos en puños y una de las cejas del más pequeño comenzó a temblar un poco - ¿qué fue lo que te dije de las orugas?- Nowaki se volteó hacia su ángel y lo miró cabizbajo

-q-que….que no les tienes miedo….- una sonrisa maliciosa apareció en el rostro del mayor y el pequeño retrocedió sólo un paso

-entonces dime…. ¿POR QUÉ DEMONIOS SIGUES CON ESA CANCIONCITA ENANO? – el mayor aprisionaba al ojiazul y pellizcaba sus mejillas en un arrebato de molestia; sus pellizcos más que castigos parecían juegos por lo que el menor no tardó en adornar el silencio con su risa de infante

-ya suéltame Hiro-san….no hagas eso- su risa adornaba el solitario lugar en el que usualmente Nowaki y él conversaban y el castaño volvía a sonreír a pesar de haberse molestado de verdad hace sólo un par de segundos

-ni de chiste te suelto….mereces un castigo… por fastidiar…a tu mejor amigo….pequeño infante-  Hiroki luchaba por pellizcar esas pequeñas mejillas mientras que el pequeño luchaba por zafarse de esas enormes manos que lo apresaban

-¿de verdad eres mi mejor amigo?- preguntó Nowaki ya resignado a tener su cara estirada por los dedos del mayor por unos minutos más

-si….por supuesto que lo soy- susurró Hiroki bajando la guardia; sus manos ahora se dedicaron a acariciar las coloradas mejillas del pequeño mientras sus ojos lo veían con dulzura ~¿cómo es que haces que me enfade y vuelva a sonreírte en tan poco tiempo?~  Nowaki sonrió

-¿y siempre serás mío verdad?, ¿sólo mío?- Hiroki lo miró con los ojos completamente abiertos

-¿uh?-

-pues….si, yo quiero que tu seas por siempre mío y de nadie más….sólo yo seré quien pueda quererme y tu….tu no podrás querer a nadie más que a mi….- el ojiazul dijo esto con una seria expresión en sus ojos, aun así, su labio inferior temblaba ligeramente, concediéndole nuevamente ese aire adorable e inocente.

-estás loco…- susurró Hiroki apresando al niño contra su pecho –por supuesto que no podría querer a nadie más que a ti….- susurró con dulzura

~amarlo es la estupidez más grande que puedo hacer pero la verdad es que en materia de sentimientos siempre he sido un gran estúpido, de modo que…aun cuando Nowaki es un niño de nueve años y yo pues….soy bastante mayor, no puedo evitar sentir esto que siento, es la primera y única persona que me ha dicho que me quiere y por eso, no puedo  dejarlo ir….tú también eres mío Nowaki, sólo mío~

 

DIEZ AÑOS DESPUÉS

-¡llego tarde, llego tarde!…¡oh no demonios llego tarde!- Usagi-san, peliplateado de veintiocho años corría por la calle intentando llegar a la parada de autobús en la que, la persona que más ama, esperaba para dirigirse a la universidad; se había quedado dormido y corría desesperado por las calles mientras subía un poco más el cuello de su sweater blanco

-ah! Hoy es el día y por primera vez en toda mi vida, mi despertador deja de funcionar…..vamos por favor…Misaki, no te vallas- el ojilila corría con desesperación mientras el vaho de su aliento se liberaba de su boca como volutas de humo saliendo de una chimenea, su cabello se movía por el viento y sus manos frías se enfriaban aún más por la sensación térmica del ambiente, con rapidez miraba su reloj, reprochándole al tiempo el porqué de correr tan aprisa ~llego tarde, llego tarde~ el frío, el viento, las multitudes de personas que protestaban contra su precipitada carrera …nada le importaba, ese día era importante, debía hablar con Misaki.

A lo lejos, corriendo entre medio de la presurosa gente que corría a sus trabajos logró distinguir la figura del castaño, envuelto en una gabardina oscura y con  una gruesa bufanda rodeando su delgado cuello

-Misaki…- jadeó el mayor corriendo aún más, la histeria matutina lo detenía de sus esfuerzos, pero su fuerza de voluntad era muchísimo más fuerte y no se rendiría sin antes hablar con el menor -¡Misaki!- gritó esperando a que una ancianita apresurara su lento caminar; el castaño se volteó y buscó con sus verdes orbes la voz que lo llamaba, estaba seguro de haber oído su nombre….acababan de llamarlo

-¡Misaki!- gritó el ojilila una vez más mientras se apresuraba a llegar frente al menor, el chico abrió sus ojos con desmesura y lo miró como su de un fantasma se tratase

~¿quién es este hombre tan atractivo? Y….¿por qué sabe mi nombre?~ 

-Misaki- jadeó el peliplateado rodeando al menor en un abrazo cargado de ternura, diez años sin poder hacer eso, diez años sin poder parase frente a él, diez años conteniendo su voz para no  hablarle y… y por fin, por fin podía volver a abrazar a su  Misaki….

-uh….hummm….señor, y-yo no sé qué será lo que le sucede pero…pero creo que se ha confundido de persona yo….y-yo no lo conozco-

~¿q-qué?.......¿¿¿QUÉ???~

-vamos Misaki no bromees, soy yo…Usagi-san- el menor lo miró  extrañado, Usagi-san, le sonaba, pero por alguna razón, ese nombre y esa cara parecían no ir juntas en su mente….¿quién era él?

-lo siento, debe de estar confundido- susurró el universitario asiendo con más fuerza el gran bolso rectangular que cargaba en su mano derecha   

  -has mejorado bastante- susurró el peliplata completamente desconcertado, el menor volvió a dirigir su vista hacia aquellas violáceas orbes, la extrañeza en su expresión era mucha

-¿q-qué?

-el violín, has mejorado mucho….cuando comenzaste sonabas como un pájaro mal herido- Misaki lo miró ofendido

-¿quién le ha dicho eso?-

-lo escuché….yo mismo era tu público cuando practicabas, comenzaste a tocar cuando tenías nueve y todas las tardes, mientras tu hermano estudiaba, tocabas para mí tus desafinadas notas- el castaño lo miró aún más ofendido

-¿de qué está hablando usted?, ¿quién se cree para mofarse de mi?-

-yo no me estoy mofando Misaki, de hecho, yo creía que sonabas como una vaca pariendo pero tu decidiste que la comparación más adecuada era la del ave-

-mire, no tengo tiempo para escuchar estupideces, si usted se entretiene haciendo este tipo de cosas tan temprano por la mañana pues…bien por usted, pero búsquese a alguien más por que yo no estoy de ánimo-

-siempre te irritabas antes de un concierto….en la universidad todos piensas que eres un genio, no temas- Misaki lo miró sonrojado ¿cómo podía un extraño saber que su humor era un asco cada vez que tocaba en público?

-u-usted, usted está asustándome- Akihiko lo miraba de reojo, hablaba cada cosa que podía para hacerlo reaccionar, ¿cómo era posible que el mismo pequeño que le había propuesto matrimonio a los ocho años no lo recordara? ¿a él?, ¿a su propio ángel guardián?

-escuché lo que vas a tocar, Paganini te queda bien, pero disfruto más cuando interpretas a Chopin, sus nocturnos son un verdadero prodigio en tus manos- un ligero sonrojo se apareció en las mejillas del ojiverde y Akihiko sonrió un poco, como amaba ese sonrojo

-¿c-cómo sabe que tocaré a Paganini?- las manos del castaño comenzaron a temblar ligeramente y de la nada el viento dejó de soplar

-ya te dije, te oí, te he oído desde los nueve años- susurró el mayor acercando con cautela sus labios a la oreja del ojiverde, un estremecimiento recorrió su cuerpo cuando el aire caliente del aliento del peliplata rozó su fría piel.

Un autobús paró frente a ellos y Misaki se dispuso a subir, una vez acomodado en un asiento, un tibio cuerpo envuelto en blanco se sentó a su lado   

-¿piensa seguirme o qué?....¿¿es usted un acosador?....-

-si y no….respectivamente….- una sonrisa se dibujó en sus labios –bueno, más que seguirte, me dirijo al mismo  lugar que tú, después de todo, no puedes tocar el violín sin un piano que te acompañe ¿o si?-

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~¿será él?...no, no, lo dudo, nunca es él….siempre creo verlo caminar por entre la gente, siempre creo sentir su voz en la biblioteca o sus manos acariciando mis mejillas cuando me siento solo….pero nunca es él, siempre es alguien más….siempre es el viento mi imaginación….siempre es algo más que no es él….¿dónde estás Hiro-san? ~

Un ojiazul caminaba por las calles de Tokio, dejándose llevar por la histeria de la masa que, como todos los días lo aplastaba en el metro; sus pensamientos estaban absortos una vez más, enfocados en la cabellera castaña, larga y desordenada de un hombre a un par de metros de él, sólo veía su cabello y su espalda pero aun así su corazón se esperanzaba, deseaba tanto ver a Hiro-san

-oh gomen ne…- Nowaki escuchó con cierto esfuerzo el tono de voz de aquel castaño, y su corazón se aceleró aún más…esa voz….esa voz era….debía serlo….debía ser de él, si no…como era posible tanta coincidencia. Nowaki se acercó como pudo, abriéndose paso entre la multitud de pasajeros

-¿Hiro-san?- susurró una vez que estuvo tras el castaño ~¿qué?~ pensó el hombre sin voltearse a ver, llevaba años sin escuchar ese nombre y a pesar de que lo veía a diario, la emoción de tener a Nowaki tan cerca lo hacía estremecer; con un suspiro se volteó hacia el hombre que pronunciaba su nombre como tantas veces en su niñez

-Hiro –san- el corazón de Nowaki se aceleró al máximo al comprobar sus sospechas, ese cabello castaño, la piel blanca, los ojos avellana, el entrecejo fruncido….era imposible que no fuese él….Hiro-san…SU Hiro-san

~Nowaki~

-lo siento ¿qué?- susurró el castaño ~no puedo….no puedo responderte así como así….¿y si has continuado con tu vida?, ¿y si tienes a alguien más? ¿y si intervengo en tu nueva rutina?....lo siento Nowaki, no puedo~

-H-Hiro-san….t-tu eres Hiro-san….- el mayor lo miró fingiendo extrañeza - ¿n-no me recuerdas?-la voz del ojiazul se quebró en aquella pregunta y el corazón de Hiroki se destrozó en mil pedazos

~Nowaki perdóname…perdóname pero no puedo, no debo….yo, yo te he observado y te he acompañado todo este tiempo pero….pero en realidad no he querido acercarme mucho por temor a  cambiar la normalidad que adquiriste cuando comenzaste a crecer….Nowaki….MI Nowaki….perdóname~

-lo siento, creo que te estás confundiendo-no pudo esconder el dejo de decepción en su voz y su mirada avellana se dirigió al suelo descargando su pena sin soltar una sola lágrima

-no…no estoy equivocado, tú eres Hiro-san, mi mejor amigo, mi ángel guardián…..tú eres la persona que cuidó de mi cuando era un niño, tu eres Hiro-san….de eso no tengo duda-

-muchacho, ya te dije que no soy ese tal Hiro-san, debes estar confundido, de verdad lo siento pero no soy yo a quien buscas- su corazón se rompía más y más ante cada mentira que se obligaba a decir y sus manos se aferraban a su abrigo con fuerza, intentando refrenar los deseos de saltar sobre el menor y abrazarlo durante horas.

-Hiro-san…Hiro-san- repitió el menor ahora quedamente, acercando su rostro al del mayor, sus azulinos ojos desbordaban tristeza y su labio inferior temblaba, al igual que cuando era un niño; el tren se detuvo y Hiroki en un arrebato de cobardía corrió hacia el andén, dejando al   menor dentro del tren con una mirada de desconcierto en su rostro

-lo siento Nowaki…perdóname-  el castaño caminó por el andén, hasta sentarse en una banca, sus ojos fijos en el suelo y sus manos aún aferradas a su abrigo…deseaba llorar, llorar como un loco…y lo estaba haciendo….las lágrimas recorrían su rostro y sus manos las escondían de la vista de todo mundo…lloraba por su amado Nowaki….y lloraba por no poder estar a su lado ~no puedo interferir~

-tus ojos son los mismos, tus expresiones…ese tonito de ternura en tus palabras….¿por qué? ¿Porqué justo hoy tenías que encontrarme?...me había escondido tan bien durante este último tiempo, ¿por qué justo hoy te fijaste en mí?....ni siquiera pronuncié tu nombre- Hiroki hablaba en voz baja, aprovechando la soledad de la banca en la que estaba; sus manos temblaban ligeramente y su respiración se convirtió en sollozos quedos y dolorosos ~Nowaki~

-Hiro-san….- el castaño levantó su lloroso rostro y enfocó su cristalizada mirada en la figura que había pronunciado su nombre

-¿q-qué?.... ¿cómo llegaste aquí?- un ojiazul lo miraba desde arriba, sus ojos tenían la misma cristalizada y angustiosa expresión que el mayor mostraba y sus manos se acercaron al rostro de Hiroki

~tus manos…siguen siendo igual de tibias~

El castaño cerró los ojos ante el contacto de aquella tibia piel

-Hiro-san-

-¿p-por qué sigues llamándome así?, t-te dije que yo no soy quien tu buscas- no podía decirlo….no podía

-Hiro-san- Nowaki se sentó junto al castaño con su intensa mirada fija en los ojos avellana del mayor frente a él

-ya te dije que no soy Hiro-san-

-Hiro-san-

~¿Es que acaso tu no cambias nada?~ Hiroki guardó silencio y dejó que el ojiazul se quedara junto a él en aquella banca del metro

~extrañaba esta sensación…poder estar junto a ti…bueno, jamás dejé de sentirte pero…pero ahora además de sentir u calor, también puedo verte junto a mi….Hiro-san….te extrañaba demasiado~


Notas finales:

y??? deseo leer sus opiniones...resibo críticas sin nigún problema :D gracias por leer

un abrazo cuídense mucho

matta ne!

Yue-chan


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