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Otra estúpida historia de instituto por warumonochan

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Notas del capitulo:

El final es un poco... "brusco". Lo siento hohoho~

    Estaba sentado delante de la tele, viendo Doraemon, su anime favorito. Mamá se acercó por detrás y le rodeó con los brazos.
— Pórtate bien, por favor, Tooru. Hazle caso a Mamita, sabes que ella es más severa que yo. Ay… - hizo un puchero - ¡Voy a echarte tanto de menos!
Empezó a achucharle y a besuquearle mientras Kyo trataba de zafarse de ella. Siempre hacía lo mismo antes de irse, y lo odiaba.
— Sayuri, date prisa. Vamos a llegar tarde.
Papá estaba en la puerta. No iba a acercarse para despedirse, jamás lo hacía. Ante la mirada furiosa de papa, mamá cedió.
— ¡Te llamaré todos los días! – gritó, mientras papá la empujaba fuera de casa.
Suspiró. Apenas hacía un mes que habían llegado a Tokyo, porque se supone que, si vivían aquí todo resultaría más sencillo y tendrían que viajar menos, y ya volvían a irse.
Miró por la ventana. El cielo tenía un color extraño, como marrón –Seguro que es por la asquerosa contaminación de esta ciudad…-. Además, llevaba lloviendo prácticamente todo el día.
Suspiró. Se aburría y si no hubiera llovido habría salido con ellos, como siempre.
Siguió viendo la tele, sin ver nada en realidad. De vez en cuando volvía a mirar por la ventana y todas las veces que lo hacía veía la lluvia.
Después de un rato, Chiyo-Neesan –no era su hermana, pero prácticamente le había criado. Podría decirse que era parte del “servicio”- llegó.
— Ru-Chan, en la puerta preguntan por ti. ¿Qué les digo?
Kyo enarcó una ceja, se levantó y fue al recibidor. Ahí estaban, los cuatro.
— ¡Estáis empapados! ¿Cómo se os ocurre salir con esta lluvia?
Kyo mandó traer toallas y ropa seca. Primero ropa suya y después ropa de papá, pues la suya les quedaba ridículamente corta y, al sentirse humillado, Kyo mandó traer camisas de papá y algunos de sus shorts, ya que al ser shorts, no se veía tanta diferencia de altura.
— Estábamos aburridos y pensamos que tú también lo estarías, así que decidimos hacerte una visita. – explicó Kaoru mientras se secaba el pelo, el que húmedo se veía de color berenjena oscuro.
— Además, teníamos curiosidad por ver tu casa. Tiene justo el aspecto que imaginábamos, - Die se giró hacia los demás – es muy japonesa, muy… De Kyoto.
Kyo asintió con gesto de satisfacción, él estaba muy orgulloso de eso.
En seguida entró Mamita, que era algo así como la mamá de todos los de la casa, con bebidas y pastel. El pastel tenía unas fresas enormes y aromáticas y parecía tan delicioso que hasta Kyo, al que no le gustaba demasiado el dulce, tenía ganas de comer.
Todos dieron buena cuenta de él, mientras hablaban y reían. En este último mes, Kyo había hecho más amigos que en toda su vida. Solo eran cuatro, pero ellos le aceptaron rápidamente, con su carácter “fuerte” y sus manías. Y él les aceptó con sus bromitas y sus pequeñas tonterías.
Cuando Mamita volvió para retirar los platos del pastel, les miró y sonrió. Kyo siempre había sido un chico solitario en Kyoto, no tenía demasiados amigos. Y mírale ahora. Después de pensar esto miró por la misma ventana por la cual Kyo había mirado toda la tarde y vio la misma lluvia que él había visto. Miró al reloj y después otra vez por la ventana.
— Creo que sería mejor que os quedarais a dormir, ¿No creéis, chicos?
Todos se miraron y empezaron a gritar que sería divertidísimo. Le dieron sus números a Mamita, la cual se encargó de llamar a sus casas para preguntar y tratar de convencer a las madres de algunos.
Cuando acabó llegó otra vez al salón.
— Bueno, ¿Qué queréis para cenar?
Volvieron a gritar al tomar eso como una afirmación.
Se bañaron –uno por uno, aunque alguno quería un baño compartido- y cenaron.
— ¿Dónde vamos a dormir?
Kyo les indicó con la mano que les siguieran. Después de atravesar un jardín interior subieron por unas escaleras y entraron por una puerta a su enorme habitación.
— ¡Tienes una mansión! ¡¿Por qué no has dicho que tienes una mansión?! – gritó Die.
En la habitación había una enorme cama, una enorme tele y muchos mangas. Después de que registraran y se lamentaran por ser más altos que él y por no poder cogerle prestada la ropa se echaron en los cinco –también grandes- futones que les habían preparado que formaban una cama gigantesca. 
— ¿Jugamos a algo? – preguntó Shinya.
— ¿A qué?...
Silencio. Miraron a su alrededor.
— A la botella. – propuso Kaoru. Se puso de pie y cogió el mando a distancia de la tele. – Al mando a distancia, mejor dicho.
— ¿Cómo vamos a jugar a eso? – contestó Kyo. - ¿Y las chicas?
Todos rieron menos él.
— Sin chicas.
Kyo miró a Die y enarcó una ceja.
— Yo nunca he besado a un hombre.
— ¡¿NUNCA?! – se sorprendió Toshiya. - ¡¿JAMÁS EN TU VIDA?!
Esa reacción en Toshiya sorprendió a Kyo.
— No, ¡a mí no me gustan los chicos!
Silencio.
— ¿Cómo puedes decir eso, si ni siquiera lo has probado?
Se giró rápidamente hacia Shinya, ¡¿Él también?! Aunque lo que acababa de decir era cierto…
— Pruébalo. Tienes cuatro opciones, ¿A quién quieres besar?
Die lo dijo serio, clavando seductoramente sus ojos en él. Kyo se dio cuenta de que eso le había hecho sentir una punzada de… Algo agradable y desagradable –por la sorpresa- a la vez.
Les miró a todos, uno por uno. Estaban expectantes. ¿Realmente esperaban que fuera a besar a alguno de ellos? No. La pregunta es… ¿Realmente él iba a besar a alguno de ellos?
Vaciló un momento, incluso pensó en a quién besar. Pero se sorprendió a si mismo con esos pensamientos.
— No. Prefiero no jugar. Jugad vosotros, si queréis.
No insistieron más, aunque le llamaron cobarde y le acusaron de que no lo hacía por miedo a que le gustase. Kyo les ignoraba y se limitaba a tocarse su rubio y decolorado pelo.
Aun así jugaron horas a juegos “inofensivos” hasta que cayeron rendidos.

 

    Kyo abrió los ojos y trató de ubicarse. Era su habitación vista desde otro ángulo –lo descubrió por su póster de X-Japan-. Cuando fue a moverse se dio cuenta de que un brazo le aprisionaba. Era Shinya, que al parecer era de esas personas que cuando duerme acaba abrazado a la gente de su alrededor. Lo agarró delicadamente por la muñeca y lo colocó cobre el futón. Miró al techo, que tenía un dibujo extraño a causa de las cortinas que se reflejaban en él con la luz de la ciudad.
— Kyo… - susurró una voz, muy flojo. - ¿Estás despierto?
Levantó la cabeza para ver quién le hablaba. A su izquierda estaba Toshiya, con esa piel pálida que hacía que pudiera verle bien la cara en la oscuridad.
— Sí, no puedo dormir.
— Yo tampoco…
Se miraron en silencio. Kyo esperaba a que Toshiya bajase la mirada, como solía hacer, pero eso no llegaba nunca y él decidió no ser el que apartase la vista.
Estuvieron largo rato mirándose, hasta que la mirada de Toshiya, que ya había analizado el pelo, la nariz y los ojos de Kyo bajó fugazmente a sus labios.
Los ojos de éste hicieron lo mismo instintivamente y vio como justo después de mirar su boca se humedeció ligeramente los labios.
Eso provocó una reacción en Kyo, el que se acercó rápidamente a Toshiya, encontrándose con él por el camino y se besaron. Al principio el beso era tímido hasta que Toshiya entreabrió su boca, haciendo que Kyo le imitara y metió lentamente su lengua. Empezó a jugar con la de Kyo, mientras el rubio se dejaba llevar. Cuando Kyo también metió su lengua en la boca de Toshiya, éste se separó y, con los labios ligeramente enrojecidos y húmedos le miró a los ojos y le preguntó:
— Bueno, ¿Te ha gustado?

Notas finales:

¿Algún review? Los revs me hacen feliiiiiz y me ayudan a escribir los fics nuevos que tengo empezados... *n*


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