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Libertad por Niara_82

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Notas del fanfic:

 

Este fic ha surgido gracias a Omore y a Hisue, que me han convencido para pasarme al lado oscuro, así que se lo dedico a ellas.

 

Omore tiene doble mención porque ha sido mi beta, gracias.

LIBERTAD

 

 

   <<—Dino, necesito que me hagas un favor. Quiero que seas el tutor del último guardián.

 

   —Reborn, me gustaría, pero… tengo trabajo que hacer.

 

   —Límitate a estar mañana a la escuela Namimori y convencerle para que sea el guardián de la Nube. Vongola es más importante que todo eso —había dicho su tutor antes de colgar>>.

 

            Dino Cavallone estaba asqueado. Aburrido de tener que fingir las sonrisas, las miradas y hasta la forma de actuar para que todos creyesen que era digno de confianza, que era el perfecto jefe de la mafia.

 

            Estaba encerrado. Su alma, su yo estaba atrapado bajo de capas y capas de perfección y buenas maneras que le asfixiaban y lo ahogaban, que le impedían ser él.

 

            Porque Dino Cavallone no era realmente Dino Cavallone. No a menos que estuviese lejos de todos, sentado en su despacho y planeando cómo seguir siendo el jefe ideal mediante manipulaciones y asesinatos. Lo era cuando mataba.

 

            Y no conocía la libertad. Nunca se la habían presentado. Cuando era pequeño creyó entreverla, pero tras la muerte de su padre se dio cuando de que sólo había sido una ilusión.

 

 

                                                  -------------------------------------

 

 

            Una mañana como otra cualquiera, en la que estaba tan asqueado como siempre, la conoció.

 

            La libertad se encontraba sentada en el sofá de su despacho, sin ninguna preocupación aparente, mostrando una imagen de tranquilidad que Dino envidió de una manera insana. Pero esa aparente calma sólo duró hasta que abrió la boca y presumió, rebelde, de sus fauces.

 

            Quiso destrozarla. Si él no la había tenido nunca, ¿por qué razón iba a dejar que existiese?

            No obstante, el perfecto jefe de la mafia no podía hacer eso, así que se guardó las ganas de estrangularle con el látigo en un bolsillo y se limitó a ser jovial. Como siempre.

 

            Mas la libertad se descubrió salvaje y absoluta, destructiva e indestructible al mismo tiempo y contra eso no había perfección que valiera. Le destrozaba el castillo de naipes que tan prolijamente había construido, golpeándolo tan rápido y tan fuerte que a Dino no le daba tiempo de sacar el siguiente as que tenía bajo la manga.

 

            La detestaba, porque con ella no le servían las defensas que guardaban los pilares que sustentaban su identidad. Le obligaba a ser él dejando una única capa, la más oscura, brutalmente agrietada. Y es que no podía luchar contra la libertad; contra esa fuerza de la naturaleza que le absorbía y desmadejaba y le obligaba a sacar lo peor de sí mismo para enfrentarla.

 

            Y ni eso evitó que terminase deseando sus encuentros, que concentrase su vida en ese único punto y se moviera alrededor de esa libertad que le habían negado durante tanto tiempo.

 

            Dependía de ella y no le importaba.

 

            Pero Dino Cavallone, el verdadero, el que se escondía tras la amabilidad y las sonrisas, era absorbente y egoísta y por ello no quería que esa libertad que le había sido negada durante tanto tiempo fuese de nadie más. Quería tenerlo todo de ella y por eso un día (uno sin nada de especial), tras destrozarla en una de sus habituales peleas, le devoró en el suelo de la azotea de Namimori esperando devolverle aunque fuese una mínima parte de lo que le había dado a él.

 

            Quiso engullir su alma y sus pensamientos. Quiso que todo lo que hubiese a su alrededor le recordase a él, al Dino Cavallone que había sacado a relucir con su placentera simplicidad y su ausencia de reglas.

 

            Sin embargo, además de maravillosa, la libertad era mezquina y no tenía dueño. Por eso tuvo que destrozarla poco a poco, disminuirla hasta que fuese sólo suya y se centrase sólo en él.

 

            No lo hizo por amor, al menos no del todo. O quizás sí. Por un amor absorbente y dañino; uno extraordinario, que sacaba su lado más oscuro y terminó convirtiéndose en la razón de su existencia.

 

            En realidad nunca llegaría a tener claro nada relacionado con esa libertad. Lo único que sabía era que nunca, jamás, permitiría que le quitasen a Hibari Kyoya. No permitiría que le arrebatasen su libertad.

Notas finales:

 

Espero que os guste, y que comentéis.

 

 

Saludos!!!


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