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Unidos por mucho más que un chocolate (especial Pascua) por Lucyan Black

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Notas del fanfic:

Capítulo único dedicado para todos los visitantes de Amor-Yaoi. Original escrito por Lucyan Black.

Espero que todos disfruten de él. 

 

Notas del capitulo:

Capítulo único hecho en conmemoración por la pascua. Lean, disfruten y comenten. 

Era otoño. Recuerdo que siempre había soñado con poder regalarle algo a Paolo, ¿porque no lo había hecho antes? Bueno, mis padres se habían puesto algo difíciles de tratar desde que supieron que salía con él, así que se habían puesto de acuerdo para quitarme mi mesada y ni siquiera mis artimañas sobre "materiales para artes" habían conseguido que me dieran un poco de dinero. Se que es tonta mi forma de pensar, pero a veces deseaba tanto poder de alguna forma responder al cariño que él me daba que no me importaba mentir para tratar de obtener aunque fuera unas cuantas monedas. Paolo me miraba divertido, acababa de llegar a su casa luego de un largo día de escuela, me había abierto la puerta de su departamento con la misma sonrisa de siempre, no deseaba nada más que aquello, las mariposas se agitaban bruscas en mi estómago, haciendo que el sonrojo se evidenciara lentamente sobre mis mejillas. Tampoco ayudaba el observar al hombre desde mi lugar, podía verlo completo, describirlo sin ningún problema.

 

Paolo tenía veintidós años, estaba estudiando economía en la facultad de ciencias económicas de la universidad pública de la ciudad, cualquiera que lo viera diría que era un joven como cualquier otro, no tenía nada de especial, al menos para el resto se veía así, para mí, era mucho más que especial. Frente a él incluso en aquél momento podía sentirme pequeño, yo no llegaba a medir el metro con cuarenta y cinco centímetros, en cambio, Paolo tenía la altura de un jugador de Basket, le había escuchado decir en una ocasión que estaba orgulloso de su metro noventa. El cabello de "Pao" era como el petróleo, lo llevaba corto y desordenado, con un pequeño flequillo cubriendo apenas su ojo izquierdo, en cuanto a sus orbes eran de un bonito color mostaza aunque a veces con el sol a Emilio le parecía verlos dorados, la piel del mayor era de un tono coqueto, un tostado demasiado tenue pero que hacía juego tanto con su cabello como con sus ojos. Respecto a su complexión física, Paolo era más bien normal, no tenía músculos y tampoco era un esqueleto, el se mantenía en un equilibrio, como un joven de su edad, trataba de evitar la comida chatarra aunque vaya que le gustaba la pizza. Los labios de Paolo se curvaron en una sonrisa más extensa, esta vez dejando ver parte de su dentadura. En aquel momento él iba vestido con un pantalón de buzo negro a la cadera y una remera encendida de un bonito tono carmín, llevaba los pies descalzos...era la suerte de tener un piso alfombrado.

 

— ¿Te vas a quedar ahí mirándome por mucho rato más? Me congelo. — Dijo mientras reía con su voz madura y armoniosa. Esto provocó que Emilio se sonrojara completamente, se había quedado como un niñato observando al ente de su adoración, hizo un pequeño puchero antes de volver a avanzar y detenerse solo a unos centímetros del cuerpo de Paolo, miró hacia arriba en busca del contacto visual con su novio, el azabache respondió a la mirada con algo de curiosidad, el pequeño muchachito de escuela parecía algo extraño hoy, ¿Le habría sucedido algo en la escuela?

 

El hombre de ojos dorados no dejó pasar más tiempo para entrelazar sus manos por la espalda del menor, atrayéndolo junto a el al tiempo que cerraba la puerta empujándola con uno de sus pies. Una vez dentro del departamento, Apolo no se movió del recibidor y mucho menos dejó escapar a su querido chiquillo. Le había extrañado, a veces las clases en la universidad y el trabajo en la fotocopiadora le impedían juntarse con Emi, además de el hecho de que los padres de su pareja no le tenían nada de estima, principalmente porque él era un hombre. Más a Paolo esto lo tenía sin cuidado, mientras él quisiera a Emi y aquello fuera recíproco, entonces seguirían juntos.

 

Una de las manos del azabache se movió de la espalda de Emi con suavidad y avanzó por su costado, tomando finalmente el mentón del muchacho, haciendo que este tuviera que mirarlo. Que lindo le parecía Emi, tan pequeño, tan frágil...no, frágil no, ya había tenido oportunidad de encontrarse al castaño enroscado en unas cuantas peleas y vaya que sabía defenderse. Al castaño le molestaba que Paolo le dijera que se le veía bien con su traje de estudiante, eso lo sabía el azabache, pero no podía evitar darle una nueva repasada con sus ojos, antes de que el menor se cambiara su ropa. Emi era bajito, su rostro era singularmente pálido, como si nunca se hubiera detenido al sol por algunos momentos, oh pero sabía la razón de aquello y era que al menor no le gustaban los días de sol en lo absoluto, desde que habían comenzado esa relación lo había escuchado decir que prefería los días nublados e incluso que sentía cierta afinidad por las tormentas. Paolo se pudo ver reflejado en aquellos orbes castaños del muchacho, sus pestañas eran largas y cada vez que Emi abría y cerraba los ojos, Pao podía ver la forma ondulada que tenían. Le gustaban esos ojos, pero también le gustaba su nariz chiquita y delgada y sus labios rosados y finos. El cabello castaño de Emi caía lacio hasta la altura de su cuello, sus patillas estaban casi a la misma altura y el flequillo desordenado hacia la derecha era la señal inequívoca de que tendría que ir por un corte.

 

Paolo sonrió, esta vez bajó la mano que mantenía en el mentón del castaño hasta su cuello, lo rozó con suavidad, sintiendo la agitación del corazón del menor, ¿Emi estaba nervioso? Que dulce. Aún sabiendo que a Emi le molestaba que le dijera lo bien que se le veía el conjunto de la escuela, Emi insistía en aparecerse vestido así en su hogar, así que tendría que aguantarse las miradas de Paolo. El traje que llevaba Emi ahora era el de otoño-invierno, consistía en una camisa blanca adornada con una corbata azul y sobre esto un pulóver gris, de ese mismo tono hacia abajo llevaba un pantalón de tela y finalmente unos zapatos negros algo terrosos, seguro se había enfrascado en alguna disputa nuevamente. Sabía de la mala conducta de Emi en la escuela, aunque no se comportaba mal porque quisiera, en parte era culpa del azabache y él lo sabía, ser Gay no era bien visto por todos y entre esos todos se encontraban algunos de los compañeros de curso de su amado niño.

 

El castaño dejó caer su morral sobre el piso, se había quedado ahí, quieto mientras intercambiaba miradas con Paolo, ninguno de los dos decía nada, pero Emilio se sentía bien así, en silencio, cuando se trataba de Paolo, podía estar horas así con él, simplemente viéndose, acariciándose, era por eso justamente que había soltado su morral, para poder extender sus brazos y colgarlos del cuello del mayor, apenas quedando de puntitas sobre el suelo. Paolo le ayudó y con sus brazos apoyados en la cintura del menor lo mantuvo apegado contra su cuerpo, los diecisiete años de Emi se podían ver reflejados en aquellas mejillas sonrosadas, en la suavidad de su piel, en sus labios inexpertos que chocaban contra los suyos dulcemente.

 

Se besaron por unos segundos, con cariño, con amor, pero la falta de aire les hizo frenar por unos instantes, momento que Paolo aprovecho para comentar, — ¿Te quedarás un rato? Hice algo para ti. — Los ojos del mayor se entrecerraron mientras sonreía, sabía que a Emi le incomodaba que le comprara cosas porque él no podía regalarle nada al mayor. Por supuesto a Paolo no le importaba recibir nada a cambio, pero Emi era testarudo. Así que esta vez había decidido hacerle algo a mano, mañana sería pascua y como no podría tener a Emi para él puesto que ambos tenían clases, se lo daría hoy. Aunque luego de disfrutar de la tarde a su lado.

 

Esa tarde Paolo pidió comida china, al él le gustaba el chop suey con carne, más Emi no sentía mucho agrado por las verduras, así que había pedido para el un arroz con carne.

 

Emi se sentía muy feliz cada vez que estaba con Paolo, ambos se la pasaban de maravilla, conversaban de la escuela y de la universidad, del día en que quizá podrían vivir juntos, de que Emi quería tener un gato, del futuro. — Yo quiero que sigas estudiando...debes prometerme que seguiras adelante. — Dijo Paolo en el momento que dejaba la caja de comida china vacía sobre la mesita de centro, ambos se hallaban sentados sobre unos cojines frente a un pequeño televisor. Emilio miró desde el otro extremo de la mesa a Paolo, tenía los palillos dentro de la boca pues recién se había llevado un trozo de carne, quitó los palillos y luego de masticar y tragar murmuró con voz apagada — Tengo mis planes Pao, sabes bien que me encanta la psicología, y tenía pensado seguir estudiando aquello...pero no creo que mis padres lo avalen...ellos tienen...otros planes...— suspiró tras decir aquello último, de hecho, sabía porque había venido ese día, porque desesperadamente había querido ver a Paolo, porque ni siquiera se le había pasado por la cabeza volver. Y las palabras salieron de su boca como si quemaran su garganta — Me enviaran por intercambio a Inglaterra...mañana — sus ojos se cubrieron de lágrimas, parecía que en cualquier momento estas caerían por sus mejillas. — No habían dicho nada, porque sabían que intentaría hacerlos cambiar de opinión, ¿Que haré? ¡Yo no quiero dejarte! — su tono de voz se elevó un poco mientras se daba vuelta para poder observar a Paolo.

 

El azabache se había quedado estupefacto, al principio pensó que había escuchado mal, pero tras las siguientes palabras de Emi, supo que aquello que había dicho en verdad ocurriría, no en un mes, no en unas semanas, no en unos días...sino mañana. Pareció que el cielo donde estaba se le caía a pedazos, todo lo que había planeado, todo lo que quería mostrarle a Emi y vivir con él se volvía nada. Observó el rostro de Emi conteniendo la rabia que sentía por dentro, el menor temblaba mientras por sus mejillas caían algunas lágrimas, mantenía sus ojos cerrados, apretados con fuerza, aquello le dolía a ambos con tal potencia...

 

Paolo se movió de su lugar y tomó a Emi de una de sus manos, lo arrastró hasta el sofá y lo acostó ahí con decisión. Nunca habían tenido sexo, Paolo quería respetar la minoría de edad de Emi, lo esperaría hasta que fuera mayor y eso no le suponía ninguna molestia porque...lo amaba, lo sentía así desde que lo vio por primera vez. El mayor se acomodó sobre el joven, dejando sus piernas una a cada lado de las del joven y sus manos estaban apoyadas a ambos costados del cuello de Emi. Desde arriba lo observaba con una mirada compleja, pero de entre todos los sentimientos que podía sentir, el que más golpeaba su pecho era la tristeza.

 

El azabache levantó su mano derecha y con ella, limpió las lágrimas que manchaban el hermoso rostro de su niño. Entreabrió los labios, como si fuera a decir algo, más volvió a cerrarlos pensando bien lo que fuera que planeaba decir, más no pudo retenerlo más, solo una, una lágrima se dejó caer por el ojo izquierdo del azabache, cayendo en una de las mejillas de Emi, entonces dijo — Emi...esto es mi culpa...si no hubiera hablado con tus padres, tu...— y nuevamente cayó, se mordió el labio inferior. Se sentía devastado, separarían de él a lo que más amaba, a aquél a quien deseaba tener a su lado para siempre. Incluso si planeaba retener al muchacho, la justicia lo acusaría por retención de menores y posiblemente iría a la cárcel.

 

Un sonido quejumbroso de parte de Emi llamó la atención del azabache, el menor lo observaba con miedo, no quería irse, Inglaterra quedaba ¡tan lejos! pero también...podía ver la confusión presente en el rostro de Paolo, no quería ser un problema y sabía que su edad le podía traer serios altercados al mayor. — No quiero...ir —, un hipido entrecortó sus palabras. — Pero tampoco quiero causarte problemas Pao...es solo que...— negó con la cabeza mientras su voz se escuchaba como un susurro — No quiero perderte.

 

El mayor enroscó sus brazos en la cintura del joven, dejando su cabeza apoyada sobre el suave pecho del menor. Los brazos de Emi acariciaron la cabeza de Paolo, podría volverse loco si el decidía que era momento de terminarlo todo, y aún debía darle su regalo, aquellos chocolates en los que había estado trabajando toda la noche anterior.

 

La tarde transcurrió lenta, se habían quedado conversando sobre los preparativos del viaje, el lugar donde se hospedaría Emi y sobre el acceso que tendría al teléfono e incluso la internet.

 

— Se que no es mucho y no es lo mismo que vernos de cerca, pero al menos podremos vernos y charlar...solo será hasta que cumplas tus dieciocho...entonces prometo que de una u otra forma te iré a buscar. — Las palabras de Paolo se notaban seguras, más calmadas, debía pensar con claridad, por su bien, por el de Emi y por el amor que ambos compartían.

 

El azabache se puso de pie, dejando solo por algunos minutos al castaño, este se encontraba sentado en uno de los extremos del sofá, sus brazos mantenían sus piernas pegadas a su pecho y su cabeza se mantenía apoyada sobre sus rodillas, Paolo le había explicado el porque debía esperar hasta los dieciocho para poderlo ir a buscar. No sentía menos tristeza, estaría por un año completo separado de su novio, pero ver la decisión en los ojos de Paolo podía hacerlo sentir, al menos un poco más seguro de que todo estaría bien a la larga.

 

Entonces recordó lo que traía en su morral. Se puso de pie aprovechando que no se encontraba Paolo y se dirigió hasta donde se hallaba su bolso, con silencio lo abrió y extrajo de allí una pequeña cajita marrón de forma cuadrada, la ocultó tras su espalda justo en el momento en que Pao volvía de la cocina. Ambos se quedaron mirando de pie algo extrañados por la actitud del otro, sin embargo el primero en hablar fue el menor, su rostro un poco más tranquilo observó al mayor al tiempo que avanzaba hacia el y al llegar junto a él murmuró con una leve sonrisita — Siempre quise regalarte algo, pero nunca tuve la suficiente imaginación para hacerte algo con mis propias manos...hasta ahora. — Entonces movió la caja dejándola delante de su pecho y a la vista de Paolo. El mayor observó la caja marrón con sorpresa, más esa sorpresa de a poco se fue convirtiendo en una sonrisa y finalmente en una carcajada.

 

Emi lo miró con cierta curiosidad, aunque...le molestaba que se riera de su arduo trabajo. — ¡No te rías!¡pase toda la noche trabajando en esto! — Se quejó el menor más, volvió a quedarse sorprendido en el momento en el que se dio cuenta que había un paquete dorado delante de sus ojos. Ya no oía la carcajada, en su lugar, sus ojos observaron al azabache mirándolo seriamente. Aquello le provocó un leve sonrojo, — No fuiste el único que trabajo intensamente, Emi —. Sin darle tiempo a responder al castaño, el mayor deposito un suave beso en sus labios, tomó el paquete de las manos del menor y en su lugar deposito el de él. — Mmmh...ya quiero probar tu mano en la cocina — dijo Paolo olisqueando el paquete cuadrado que le había quitado a Emi. El menor se sintió tan avergonzado y a la vez tan feliz, le hubiera encantado que aquellos momentos fueran eternos, para nunca tener que irse, para poder disfrutar de su novio por siempre.

 

Sus huevos de chocolate le supieron a cielo, cuando volvieran a verse le diría a Emi que los repitiese para él.

 

...

 

La ventana del msn había vuelto a sonar en la computadora del azabache, esta justo estaba volviendo luego de una buena ducha, el sonido le había alertado por lo que se movió rápido hasta la pc, tomó asiento sobre el suelo del living y abrió la ventana que titilaba en un color anaranjado en la zona baja de la pantalla. Ahí estaba, su querido muchacho esperando que aceptara una video llamada. Paolo tuvo una idea maliciosa, se preguntó como reaccionaría Emi al verlo sin remera y con el cabello perlado, seguramente se avergonzaría, pero hasta lo verlo, no le daría gracia, así que acepto tras acomodar un poco su cabello.

 

La primavera había llegado, ya no faltaría mucho para ir por el, todo iba bien, solo deberían ser pacientes, nadie podría separarlos.

 

Ambos seguían tan enamorados como siempre.

Notas finales:

Espero que les haya gustado :D!!!

Sería realmente genial si me dejaran un review con su opinión. 

Muchas gracias por haber leído y será hasta la próxima.

Nos vemos.

Lucy-chan~


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