Quizá se debía a la estación, los pétalos de cerezos flotaban en el cielo cuando eran acarreados por el viento y un aroma dulzón y empalagoso impregnaba el aire que se respiraba aquella cálida mañana. No se hallaba enteramente seguro, pero lo que sí sabía con certeza era que la primavera no le gustaba demasiado. Excesiva cursilería por donde fuera, evidentemente la naturaleza y él no podían estar de acuerdo en su definición de lo que eran las cosas hermosas.
Y encima, estaba eso que parecía un gruñido de los orcos de Mordor para atraer presas a las cuales devorar vivas.
— ¿Asdasdasd?—preguntó como si lo que acababa de escuchar no fuera sino una estupidez dicha por su interlocutor.
— ¿Qué?
Tal vez era élfico, o el nuevo idioma con el que se comunicaban los tontos, pero de ser así, probablemente lo tendría que agregar a su vocabulario por cultura general y lo habría escuchado incontables veces entre los pasillos de la escuela. Pero no, ahí estaba, ese conjunto de estupideces ininteligibles, provenientes de alguien cuyo coeficiente intelectual apenas alcanzaba el promedio.
— ¿Qué carajos acabas de decir?
Pero no obtuvo respuesta.
Entrecerró los ojos y pensó que algo en todo aquello no era normal. No tenía nada que ver el hecho de encontrarse ahí, sentado en medio de la hierba, estudiando bajo la fresca sombra de un cerezo, mientras Naruto balbuceaba tonterías y fingía también estudiar. Sus gestos acartonados se minimizaron hasta que de sus expresiones tan indiferentes no hubo nada. El rubio fingía no estarle escuchando, pero sus mejillas avergonzadas lo delataban de que, entre pensamiento inconexo y otro, había escuchado un “asdasdasd” que ahora intentaba descifrar con sus conocimientos de pársel y la lengua de los dragones.
No obstante, ninguno de sus intentos daba frutos aún.
Insistir mucho no estaba dentro de su naturaleza. Por lo general la vida y existencia de todo al su alrededor le era tan indiferente que el mundo podría acabarse, el de ojos azules podría estar agonizando a su lado y él, probablemente, se habría preocupado por no dejar que su perfecto cabello no se alborotara lo suficiente como para quitarle peso a esa apariencia tan pulcra y minuciosamente cuidada.
Sin embargo, Naruto y sus balbuceos habían acaparado su atención de tal manera que ya ni siquiera miraba el libro abierto que tenía en su regazo; repentinamente no pensaba en nada más que no fuera Naruto, quizá con la mera intención de sabotearse a sí mismo para no estudiar y poder procrastinar como su amigo mismo hacía a la perfección.
Cerró los ojos cuando una ráfaga de viento los acarició con sutileza y volvió a insistir en el significado de semejantes habladurías en un dialecto que desconocía completamente, muy a su pesar de tener que admitir que había algo entre todas las cosas inútiles que había por saber, que se le escapaba del conocimiento como agua entre los dedos.
—Dime de una buena vez que quisiste decir con eso de “asdasdasd”. ¿Es que ahora hablas en clave porque te avergüenza que lo sepa?
Y Naruto sólo desviaba la mirada, como si observar a las mariposas que pululaban alrededor fuese mucho más interesante que sostener una vana conversación sobre palabras inventadas en sabría Dios dónde.
—Nada—respondió el de ojos azules sin otra respuesta mucho mejor y más convincente.
La realidad era que sí significaba algo. Naruto era demasiado orgulloso para decirlo abiertamente a Sasuke sin que su ego se hinchara de por medio, pero también se sentía lo suficientemente ridículo como para decirle a Sasuke lo que para él significaban esas palabras ordenadas de forma aleatoria sin ninguna presencia en un diccionario oficial.
—Es que…—comenzó Naruto, pero se interrumpió y decidió callar, centrando su vista en un cuaderno de apuntes entre sus piernas.
Se hizo el silencio. Sasuke no volvió a preguntar al estar casi aburrido con un tema tan intrascendente; mientras, Naruto siguió pensándolo una y otra vez, cada vez más, sin poderse quitar las ganas de decirlo, pero sin sentirse capaz de gritarlo sólo así, como si estuviera hablando de ramen. Hasta que, finalmente y después de pensarlo demasiado, se atrevió a susurrarlo cuando creyó que el de cabello oscuro no sería capaz de escucharle.
—Cuando estoy contigo lo único coherente que puedo pensar es “asdasdasd”.
— ¿Qué clase de cursilería tonta es esa?—preguntó Sasuke, visiblemente extrañado por semejante verdad—¿Sigues drogándote? Vaya tontería. Si eso es lo más coherente que puedes pensar, no sé que futuro te espera.
Sus mejillas marcadas se colorearon violentamente de un color carmín tan pronto Sasuke respondió al comentario que esperaba con todas sus fuerzas que no escuchara. Bufó también y se llevó una mano a la nuca cuando sintió una piedra golpearlo. Se volvió y le dedicó su amigo una mirada de profunda molestia, sentido ante la poca seriedad con la que se tomaba sus momentos en los que la honestidad parecía sólo una idea tonta.
— ¡Cállate!—le espetó avergonzado.
Ojalá la tierra se lo tragara.
Los pétalos del cerezo murmuraron cuando el viento volvió a soplar con una intensidad suave, amable. Sintió algo moviéndose juguetonamente en sus dedos y decidió echarse para atrás como Sasuke, acostándose de tal manera que los trozos de cielo que tenía por ojos miraban los rosados pétalos que flotaban en el cielo antes de caer lentamente. Se volvió hacia Sasuke y descubrió esos ojos oscuros que lo miraban en silencio, detenidamente, recorriendo cuidadosamente cada fibra de su ser. Naruto sonrió y dejó que el meñique de su mano izquierda se enredara junto con el de la mano derecha de Sasuke, que en ningún momento le había sonreído, pero que tampoco había dejado de mirarlo.
Se dejó acariciar por la suave y blanca mano de Sasuke y terminó cerrando los ojos, murmurando un “asdasdasd” mientras Sasuke cerraba también sus orbes tras darle un cariñoso y casto beso en los labios, dejándose llevar por la tranquilidad casi onírica del momento.
Quizá, después de todo, “asdasdasd” era un “Te quiero” en el idioma tan excéntrico de Naruto.