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Laurie despertó tirado en el puente, le escocían los ojos por la luz y su cuerpo estaba adormecido. Confundido, se incorporó e intento recordar el porqué de su desmayo. O el porqué de estar ahí, tirado.
Poco a poco los recuerdos fueron volviendo a él, la discusión con su padre... la repentina aparición del misterioso hombre… ¡Era un vampiro!
Se tocó el cuello queriendo encontrar las marcas… pero nada. No había nada allí. Más confusión.
*
Volvió a su casa, con la cabeza dando vueltas y con muchas preguntas. Anoche había visto un vampiro y lo había mordido pero no quedo marca… ¿Qué clase de vampiro era ese? ¿O… había imaginado todo?
-¡Hijo! –exclamo con grito su padre, Leonard. – ¡no sabes cuan preocupado estaba! ¿Dónde estabas?
-Yo…
-Siento mucho lo que dije, estaba en shock y… fui un idiota. Si tú eres gay, lo aceptare no soy quien para decirle a alguien como vivir. Eres mi hijo y te acepto como eres. –hablo y Laurie no podía creer lo que había oído.
-Gracias. –susurro y abrazo a su padre. Olvidándose por el momento de lo de anoche.
El día dio paso a la noche y con ello, las dudas de la noche pasada volvieron a aquejarlo. Suspiro mientras veía la noche, las estrellas brillaban como nunca. Él y su padre estaban bien, su padre había aceptado su decisión… no le había dicho nada de su frustrado intento de suicidio. Prefirió no decírselo, él ya se sentía bastante culpable por haberlo hecho llorar y etc.
Mientras veía el techo de su cuarto, recordaba el rostro del “vampiro” aunque dudaba que haya pasado… empezaba a pensar que se lo había imaginado.
-¡Estoy tan mal! –dijo en voz alta. Miró el reloj de su mesa de noche y eran las 12:32. –No fue real, no fue real…
-¿Qué no fue real? –pregunto una voz y vio con terror como en la ventana de su cuarto aparecía el mismo tipo de ayer.
Asustado y con el corazón a mil, se cayó de su cama por la impresión. Cerró los ojos y espero que cuando los abriera… él ya no estuviera allí.
Lamentablemente, cuando el volvió a abrir los ojos… seguía ahí, mirándolo curioso y con una gran sonrisa en su rostro. Se arrastró como pudo hacia la pared más cercana y se apoyó ahí. La fría pared lo golpeo, con los ojos muy abiertos miró las orbes oscuras del hombre.
-Se supone que no eres real… -titubeo y en un parpadeo estaba a su lado.
-Si lo soy, si quieres tócame… -Laurie chillo y su padre toco la puerta preguntando si estaba bien, el “intruso” enarco una ceja.
-Me caí de la cama, no te preocupes. –contesto. El desconocido toco su mano y entrelazo sus dedos. ¿Quién era aquella… cosa? ¡Prácticamente, estaba violando su espacio personal!
-¿Quién eres? –susurro intentado controlar el volumen de su voz para que no notara que estaba muerto de miedo. Y a punto de salir corriendo, dicho sea también.
-Llámame Erick. –murmuro en su oído. –mi nombre es muy largo.
-¿”Qué” eres? –cuestiono el joven con el miedo en sus ojos. Remarcando el “Qué” de la pregunta.
-Estuviste a punto de morir, yo te salve. De no ser por mí, estarías muerto y… no sé tú pero un “gracias” me gustaría mucho. –respondió sonriendo y evadiendo olímpicamente su pregunta, se apoyó en su hombro sin soltar su mano. –y que soy… es algo complicado, podría decirte que soy algo que no es humano. –contesto al fin.
-No entiendo porque lo hiciste. –los ojos de “Erick” habían cambiado de color. Ahora eran celestes, profundamente celestes.
-Dime algo, ¿te arrepientes de no haberlo hecho? –el joven suspiro y bajo la vista. Laurie callo y vio el piso, como si fuera lo más interesante del mundo.
-Sí, pero ese no es caso… además, anoche tú… ¿tú me mordiste, cierto? –el otro mostro la brillante dentadura y se limitó a asentir. – ¿Por qué no hay marca?
-Cuando muerdo no hay marcas, los de mi raza no dejamos marcas. –explico y soltó su mano. Se incorporó y se rasco la nuca. –tengo hambre. –instintivamente Laurie se cubrió su cuello. –Ey, no seas malpensado. Te salve la vida, lo mínimo que puedes hacer es alimentarme.
-¿Por qué lo haría? –desafió. Erick se acercó y acarició su mejilla.
-Me debes un favor, porque... –Te debo la vida. –interrumpió y se paró. -¿Qué quieres de comer?
-Lo que sea… ¿tienes hamburguesa? –Laurie rodo los ojos y sintió como apresaba su estrecha cintura con sus brazos. –Aunque contigo me conformaría.
-Voy a ver que hay. –simplemente se rió y el chico se preguntó: ¿Qué era lo que quería en verdad aquel ser?
Cuando volvió, con lo primero que vio comestible en la heladera. Al abrir la puerta, Erick estaba recostado en su cama y con su teléfono en su mano.
-¿Qué crees que haces?
-Solo veo. –respondió simplemente y lo dejo en la mesa.
-¿Qué es lo que quieres de mí? –El vampiro sonrió mientras comía lo que le había traído.
-Hace tiempo que no encuentro nada interesante que hacer… así que… solo quiero estar junto a ti. Es eso o acosarte… yo prefiero llamarle sana diversión. Tú decides… acoso o… voluntaria convivencia.