Se podía ver un chico e cabellos oscuros y reflejos blancos, ojos rojos muy oscuro, piel muy pálida, delgado y debilucho de nombre Asura Kishin siendo acosado por unos muchachos mayores que no le dejaban en paz y se metían con él, lo acorralaron en el pasillo en los casilleros que habían allí.
-Jaja mirad como tiembla chicos, jajajaja- se burlaba el más alto y al parecer el jefe de la banda esa.
-Jajaja si, que patético se ve jajajaja- se burló un segundo del muchacho que estaba un poco aterrado.
-Pero solo hay que mirarle esta cagado de miedo jajaja jajajaja- dijo un tercero burlándose también de forma muy ruidosa.
-Dejadme en paz- dijo el chico cohibido y asustado porque los matones lo miraban raro y eso le incomodaba.
-Oh, mirad hemos asustado al bebe Jajajajaja- se rio el más alto del menor mientras lo arrastraba a los baños.
-S-suéltenme, m-me hacen d-daño- dijo el muchacho intentado zafarse del agarre pero sin lograrlo.
Entre los tres lo cogieron cada uno por una parte del cuerpo y comenzaron a meterle la cabeza en el váter haciendo que el joven se empezara a ahogar y los otros solo se rieran más y más mientras se lo hacían más rápidamente y sin detenerse ni un solo instante.
-Eso es para que aprendas imbécil, los nerds solo obedecéis a vuestros superiores jajaja- y mientras se burlaban de él y salían de allí, el chico intentaba recuperar la respiración ya que lo que le hicieron casi lo mata, estuvo allí un buen rato temblando en el suelo y llorando de impotencia, hasta que salió del baño y fue a la clase para recoger sus cosas y volver a casa. De camino pensaba en una buena escusa que inventarse para que su hermana no se preocupara y lo regañara. Llego y decidió entrar.
-Ya estoy aquí Onee-chan- dijo el joven Asura cerrando la puerta detrás suya y caminando hacia la cocina.
-Bienvenido Asu… ¡¿Pero que te ha pasado?!- grito de pronto una joven que se encontraba sentada. La chica era de cabello oscuro largo y ojos azules, una piel menos pálida que la de su hermano, esbelta y con buen cuerpo ya que se le notaba el mucho ejercicio que hacia su nombre era Umiko Kishin
-Nada, solo que cuando paso un coche delante mía le dio a un charco y me mojo entero, nada grave- dijo este intentado ocultar la verdad de lo acontecido.
-¿Cómo te puso pasar eso? Bueno no importa ve ahora mismo a cambiarte de ropa y baja a comer- dijo esta un poco más relajada, el chico solo asintió y fue a cambiarse de ropa.
Después de darse un baño, cambiarse de ropa y los gritos de su hermana para que bajara a comer, Asura decidió salir a dar un paseo para relajarse un poco de las cosas que le atormentaban.
-Asu-chan no vuelvas muy tarde- dijo Umiko mientras se despedía de su hermano con un beso en la frente, este solo hizo un movimiento afirmativo y salió fuera.
Las calles estaban desoladas aunque el sol aun estaba fuera, parecía como si fueran una ciudad fantasma, fue caminando por un largo rato hasta que se paró en un parque dónde de pequeño solía jugar con su hermana, se sentó en uno de los banco y los recuerdos de su niñez vinieron a la mente algunos muy felices y otros no tanto, recordó el accidente que tuvo sus padres y como murieron en el acto dejando a los jóvenes solo y él bajo la custodia de la mayor. Cuando no quiso recordar más decidió volver a casa ya que se hizo de noche y él ni cuenta que se dio, mientras volvía a su hogar alguien lo cogió y lo metió dentro de un oscuro callejón acorralándolo y sin dejarle escapatoria.
-A dónde va un niño a estas horas solo por la calle- le dijo una voz desconocida, no respondió solo se limito a estar en silencio.
-Con que no quieres responder, ¿eh? Pues ya veremos cuanto hablaras después de esto- y así el desconocido, comenzó a tocar por todas partes el cuerpo del menor, este intentaba resistirse pero era muy débil como para hacer algo lo único que pudo hacer es llorar y gritar pidiendo ayuda mientras el otro le lamia el cuello, solo espero a que todo acabara pronto.
Dejo de sentir las manos de aquel asqueroso tocando su cuerpo, así que decidió abrir los ojos para ver que había pasado y no pudo dar crédito a sus ojos por las dos personas que menos esperaba ver allí.
Continuara