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Shikyü por BeMyDoll

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Notas del fanfic:

No puedo creer que Toshiya haya cumplido 35 años (?).

Notas del capitulo:

1/3 -w-

Resaltaba en aquel modesto balcón la figura delgada del cumpleañero que, por encima de la barandilla, echaba las cenizas del cigarrillo hacia el vacío, observando cómo se desvanecían con el más mínimo soplido del viento.
Era un hombre alto de treinta y cinco años ahora, con cabello moreno permanentado, piel blanca, boca pequeña y nariz perfilada, bastante atractivo también por el tipo de cuerpo que poseía: fornido, de espalda ancha pero cintura más bien estrecha, piernas esbeltas cubiertas con informales pantalones vaqueros... No aparentaba, en absoluto, la edad que acababa de alcanzar. Tampoco daba una impresión de "tipo duro" cuando uno lo miraba; era más bien de aspecto frágil, a pesar de su robustez. Incluso ahora parecía estar a punto de llorar, principal motivo por el que se había aislado del resto, simulando que solamente precisaba fumar. Y si bien lo habían dejado tranquilo, trataba de contenerse de todos modos, porque simplemente no era el momento adecuado para expresar tan negativa emoción.
Había estado planeando hasta el más minúsculo detalle. No era de por sí una persona perfeccionista, pero con esto de la fiesta de cumpleaños se había entusiasmado, por lo menos en cuanto se había percatado de que lo mantenía lo suficientemente distraído como para no pensar en cosas que lo abrumaban o en recuerdos que lo habían llevado a una suerte de abrasiva depresión.
Pero entonces había reaparecido aquella dolorosa parte del pasado, como de la nada, para derrumbar la ilusión con su presencia. La herida aún estaba abierta.

Cuando sus compañeros lo habían convencido de realizar la celebración, pese a que se habían ofrecido para colaborar con la organización, Toshiya se había obstinado con la idea de ocuparse de todos los detalles, desde la consumición hasta el acondicionamiento del sitio en el que se llevaría a cabo la fiesta: en este caso, su propio apartamento, puesto que sólo planeaba invitar a los amigos más cercanos, los que realmente valían la pena para él, que no sumaban mucho más de diez cabezas.
No podía decir que incluía a Kaoru en aquel grupo, si bien hacía unos quince años que lo conocía y, por cuestiones de trabajo, lo veía casi todos los días (lo cual, dicho sea de paso, no solía ayudarlo mucho). Lo cierto era que ellos no eran amigos íntimos, lo habían sido alguna vez e incluso más, pero ya no, porque Kaoru se había casado con una muchacha para vivir una vida "normal", como en el fondo siempre había deseado.
Se había mostrado en diversas ocasiones tan obsesionado con el concepto de "normalidad" que Toshiya sabía que debió haberse esperado un giro de ese estilo, pues la vida que llevaban juntos era incluso, para muchos, aberrante. Y a Kaoru le importaban las apariencias más de lo que, justamente, aparentaba; tal vez por la manera en que había sido criado, por cómo se había acostumbrado a vivir: atado al deber.
El abandono efectuado no había sido casual ni espontáneo, sino completamente premeditado, probablemente por mucho tiempo antes de que por fin lo emprendiera. Hasta aquel momento, también había estado teniendo actitudes extrañas que más de una vez a Toshiya lo habían descolocado.
¡Cuánto lo odiaba cada vez que recordaba esa época! ¡Se había portado tan mal con él, quien tanto le había brindado! Lo había lastimado de tal manera que no podía eludir el rencor ni en especial la exasperación, por lo que culminó apretando los dientes y los puños, clavándose las uñas en la palma de la mano. Le había roto el corazón que previamente él había puesto en sus manos, y aunque hacía rato que no lloraba por tal decepción, en momentos como éste se percataba de que la bronca no se había disipado del todo, tal vez porque, ciertamente, lo había amado con locura.
—¿Estás bien, Toshiya?
Esa voz afable tan familiar que reconoció en el acto, lo obligó a virarse hacia de donde esta provenía, identificando a Shinya contra el marco del ventanal al mirarlo tan sólo por encima del hombro.
Era un hombre más joven que él, un poco más bajo, más flaco (rozando lo esquelético, de hecho), con el pelo teñido de rubio, la tez más bien oscura y la mirada dulce y gentil, reflejando la cordialidad y la mansedumbre que caracterizaban su personalidad. Efectivamente, Toshiya no recordaba haberlo visto alguna vez realmente enojado, mucho menos gritando o faltando el respeto a otra persona...
—Te estaba buscando— continuaba ahora con cierta preocupación—. ¿Qué haces acá afuera?
Era una pregunta un tanto innecesaria (el cumpleañero quería creer que era retórica), teniendo en cuenta que su amigo no sólo había sido coprotagonista de su historia, sino que incluso ahora había estado presente en el momento en que Kaoru había arribado a la fiesta. ¿Acaso había pasado por alto los efectos provocados, tanto cuando lo había visto por primera vez como cuando se le había acercado a saludarlo?
Claro que él había procurado disimular, pero daba por hecho que Shinya lo conocía en demasía como para no haber reparado en el malestar que por dentro estaba padeciendo.
—Me está perturbando la existencia, Shin— terminó él confesando con una angustia cada vez más notoria—. ¡¿Quién fue el idiota que lo informó de esta reunión?! ¡¿Por qué coño le abrieron la puerta, siquiera?!
Se tomó la cabeza con las manos, apoyando los codos en la barandilla, escondiendo la cara entre los brazos.
Shinya suspiró con levedad.
—Si prometes no enfadarte...
—¿Qué?
—Fue idea de Die.
Toshiya arremetió duramente contra el hierro frío de la valla que lo separaba del vacío, haciendo que sus nudillos crujieran dolorosamente.
—¡Hijo de puta traidor!— refunfuñó—. ¿Que no se da cuenta de que no necesito que se entrometa? ¡Me ha arruinado la noche con su inconsciencia! ¡Ahora va a ver...!
Se quiso adentrar raudamente en el departamento para buscar al mencionado responsable, dispuesto hasta a zurrarlo en cuanto lo divisara. Ni siquiera le importaba el hecho de que fuera uno de sus mejores amigos; estaba al borde del descontrol. El pasado lo afectaba mucho más de lo que hasta entonces había sospechado.
En ese instante, Shinya lo tomó por el brazo con firmeza, frenándolo antes de que siquiera llegara a atravesar el ventanal.
—¡Aguarda! ¿No ves que me meterás en problemas? ¡Se suponía que yo no tenía que contarte nada de esto!— suavizó la voz para hablar más calmadamente; era el único método que conocía para que el otro le hiciera caso—. Quédate aquí, ¿sí? Evítame el mal momento con Die, por favor.
Toshiya resopló, casi de manera cansina, optando por finalmente sentarse en el suelo, con la espalda contra el barandal, dando una enorme calada al pitillo que estaba a punto de consumirse del todo.
Shinya se acuclilló a su lado para contemplar sus facciones y lo que éstas transmitían, pero prefirió esperar a que él mismo se expresara con palabras, peinándole el flequillo desordenado con los dedos.
—¿Y a mí quién me evita el mal momento? Yo no quería ni que fuera nada del otro mundo, tan sólo me conformaba con pasarla bien— dijo Toshiya lamentosamente, aludiendo a la velada que ya consideraba malograda—. ¿Cómo sucedió esto, Shin-kun? ¿Cómo fue que me lo estropearon todo?
—Kaoru lo llamó por tu cumpleaños. Quería nada más enviarte unas felicidades, porque siempre se acuerda de ti en secreto, pero entonces Die pensó que sería bueno que se vieran; así que lo invitó a venir, alegando que no habría inconvenientes, porque presuntamente lo había consultado contigo— dilucidó el rubio con cierta culpa, pues se sabía cómplice de todo aquello que ahora afligía a su compañero—. Mira, ¿por qué no intentas sacar provecho de la situación? Tampoco es tan malo, ¿piensas que de verdad no tienes nada que hablar con él?— propuso para tratar de subsanar el error.
—¿De qué podríamos hablar? Está casado— Toshiya aplastó el pitillo contra el suelo hasta destrozarlo—. Maldita sea. Debería echarlo a patadas de mi casa tanto a él como a Die. Después de todo es mi fiesta, ¡me reservo el derecho de admisión!
Insinuó que se levantaría, por lo que Shinya, intentando que la situación no se le fuera de las manos, cambió de tema rápidamente.
—Oye, ¡no seas así! ¡Ánimo! Tengo una mejor idea, ¿por qué no sacamos el pastel ahora?— ofreció, mientras el alterado cumpleañero lo miraba un tanto confundido—. ¿No tienes ganas de soplar las velas? Sé que es bastante temprano, pero conviene que sea antes de que todos estén borrachos, o los muchachos ni siquiera van a poder entonar la canción. ¿Qué te parece?
El joven denotó cierta tristeza, soltando un bufido de resignación. ¿Qué otra opción tenía? ¿Pudrirse ahí?
—Está bien. Adelante.
Shinya reaccionó enseguida. Se puso en pie, cogiéndolo de la mano para ayudarlo a incorporarse, para luego mandarlo a ocupar el asiento principal en la mesa en la que habían cenado un rato antes de que apareciera Kaoru. Subiéndose a la mesita de café, aplaudió para llamar la atención de todos. Cuando el volumen de la música descendió, profirió con claridad el anuncio.
La gente se fue reuniendo alrededor del agasajado, quien permanecía quieto en aquella silla, en silencio, esperando a que todos se acomodaran, observando una a una las caras de quienes se aproximaban.
Un minuto después, Shinya traía el pastel con las velas encendidas para posicionarlo frente al cumpleañero, mientras Die dejaba la habitación a oscuras, con tan sólo la luz de la pequeña llama brillando en los ojos del homenajeado.
—¡Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti...!
La típica canción comenzó a sonar mediante las cuerdas vocales de una docena de individuos que no mostraban más que alegría.
Toshiya, vulnerable, evitaba apartar la mirada de la crema blanca del pastel, a decir verdad, para no tener que avistar a Kaoru, a quien había advertido ubicado hacia el costado derecho de la mesa.
Con todo, sentía que podía percibir su mirada profunda concentrada en él, la energía particular que emanaba mientras, hacia el final de la melodía, lo aclamaba a la par de los demás, tal vez, por alguna razón, no tan animadamente como ellos.
Su labio inferior empezó a temblar. Inevitablemente, los ojos se le llenaron de lágrimas, el ceño se le frunció, distorsionando su delicado rostro cuando el llanto se le terminó escapando en medio de la ovación. Como todos lo atribuían a la emoción del momento, más de uno se mostró enternecido, ignorando lo que realmente sucedía en el interior del muchacho.
—¡Oh, no, no llores!— chilló más de uno.
Shinya lo abrazó, permitiendo que escondiera la faz contra su abdomen por unos instantes.
—Vamos, cariño— lo alentó un momento más tarde, palmeándole el omóplato—. ¡Pide tres deseos!
Asintiendo, Toshiya se limpió con el dorso de la mano, para luego fijar la mirada en aquel hombre al que nunca había podido dejar de extrañar.
Él se la devolvió, sonriendo débilmente, casi a hurtadillas, como si comprendiera perfectamente lo que el otro estaba tratando de decirle en aquella muda comunicación.
—Sólo tengo uno— culminó pronunciando el susodicho con la voz temblorosa antes de, sin más, cerrar los ojos para realizar la petición mentalmente.
Otra ovación siguió cuando las velas se apagaron; las luces acto seguido se prendieron e inició la verdadera fiesta: mientras los más golosos buscaban obtener una porción de pastel, la música pasó a inundar el resto del entorno con el doble de intensidad. A la vez, la nevera abasteció de tragos a todo el mundo, por lo que prácticamente no hubo invitado que no tuviera un vaso con contenido alcohólico en la mano.
—Yo no quería beber— comentó el cumpleañero a Shinya, mientras asía uno de esos sugestivos recipientes, haciendo caso omiso a su ración de pastel—, pero no lo soporto más.
Deglutiendo primero el nudo que tenía en la garganta, acabó empinando el codo, bebiendo hasta la última gota de aquel líquido que quemaba sus entrañas y que, esperaba, lo haría olvidarse de todo.

Notas finales:

Gracias por los rws.

 


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