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Notas del fanfic:

Esta historia pequeña se basa en los capítulos 12/13, después del partido contra Nagoya. Dejaré la expresión de “Si” por “Hai” para que no se vea raro, creo que estamos acostumbrados a ese tipo de respuesta.

El título, nada tiene que ver.

(°A°)  (g4;Ag5;)

El partido había sido cardiaco para todos. El más sorprendido era Tsubaki, pues había logrado anotar un gol y bloquear varios ataques. Tatsumi estaba orgulloso de todos. El partido finalizó con la victoria de ETU. Regresaron a los vestidores para descansar y el equipo se dispersó.

 Al final del día, Tsubaki regresaba a casa, estaría vacía seguramente. Su felicidad no sería compartida más allá de la gente que presenció el partido, pero no le importaba. Justo al salir del edificio, alguien esperaba en silencio y con paciencia.

--¡Murakoshi-san!—Dijo sorprendido—Etto… ¡Otsukare-sama!—Hizo una leve reverencia.

--¿Vas a casa?

--¿Eh? Ah…  ¡Hai!—Su mirada seguí baja, no sabía cómo enfrentar ese duro semblante.

--¿Te revisó el médico?

--¿Ah? ¡Ah,  hai! Me dijo que tomara té para el dolor de cabeza y que me pusiera relajante muscular en la espalda… Tengo un moretón por el golpe.

--¿Puedo acompañarte a casa?—El semblante de Murakoshi era inamovible. Sus facciones no cambiaron en lo absoluto, contrario a Tsubaki que estaba evidentemente nervioso.

--Ehm… Sería un gran honor Murakoshi-san pero no quisiera molestarle.

--No me hables tan formal, somos compañeros de Equipo y no es molestia ¿Vamos?

--¡Ah, hai!

Emprendieron el camino hacia la cercana residencia del menor. Platicando del partido y cosas triviales. Más bien dicho, Murakoshi preguntaba cosas y Tsubaki respondía con nerviosos monosílabos.

Al llegar a casa del número 7, su compañero se puso cómodo en la pequeña sala de la estancia.

--¿Vives solo?

--¡Ah! Uhm… Mis padres nunca están en casa, así que algo por el estilo… Creo… ¡Ehm! ¿Q-quiere…Digo, quieres algo de tomar?

--No, estoy bien. Quítate la ropa.

--¡¿Eh?!—La cara de Tsubaki era un poema. Esas palabras lo habían asustado.

--Debes untar el medicamento antes que tu cuerpo se enfríe, así que apúrate y date un baño caliente para que cuando salgas te ayude a poner medicamento en tu espalda.

--A-ah… ¡Hai! –Suspiró aliviado, aunque por alguna razón no se sentía cómodo.

Se dirigió al baño para desvestirse y tomar una ducha. Iba inmerso en sus pensamientos. Murakoshi era como un ídolo para él, su temple en la cancha, ese liderazgo y su rostro calmado aún en la tempestad, la forma casi tan heroica de moverse en el campo… Su corazón casi salía de su pecho al verlo… Pero ¿Era eso normal para un chico?

Sabía que Murakoshi era popular, muy popular, sobre todo con las mujeres. Estaba en pleno apogeo de la edad y su habilidad en el soccer era un punto a favor. En cambio él, novato, temeroso… Un desastre andante, se podría decir.

La tibia ducha era un poco reconfortante, sin embargo la sentía demasiado helada.

Su cabeza comenzó a volverse un caos y recordó que Murakoshi lo esperaba en la sala. De prisa se levantó y secó su cuerpo y se colocó una cómoda bata.

El capitán de ETU esperaba impaciente. Estaba mal lo que hacía, era cierto, estaba consciente, pero no iba a retractarse. Tomaría ese cuerpo por las buenas o por las no tan buenas… no sabía cómo había llegado a ese punto en su vida. Ese crío era desesperante, inseguro, temeroso. Casi lo imaginaba como un cachorro mojado a punto de mearse del miedo. Pero lo deseaba hasta un punto casi enfermo. Quería arrancarle la ropa durante el partido y hacerlo gritar de placer hasta que se desmayara.

¡Maldición! ¡Ahí iban sus pensamientos cochinos de nuevo!

Cada vez que estaba con alguien imaginaba que era el número 7 el que gemía bajo su cuerpo,  lo visualizaba llorando de placer y gimiendo descontrolado. Por eso los amantes no le faltaban.

Justo en eso, cuando su uniforme le comenzaba a apretar, apareció la visión que hizo morir a toda su cordura y liberó la salvaje lujuria contenida del moreno: Tsubaki recién bañado, con una toalla pequeña sobre sus hombros para secar su cabello y una bata de baño puesta que lo cubría demasiado, su rostro algo sonrojado y su mirada avergonzada.

Una punzada llegó hasta la entrepierna de Murakoshi. Quizás podría venirse si el menor se le acercaba.

Tsubaki se sentía muy nervioso. La mirada dura de su compañero lo asustaba; el capitán parecía querer matarlo con la mirada, y no saber la razón era el peor miedo. Lo que Tsubaki no sabía es que el otro estaba igual de nervioso, porque SÍ quería matarlo… Pero de una forma muy distinta.

--Etto… Murakoshi-san… Ya estoy limpio… Perdón por hacerlo esperar.

--Que no me hables así. Estaba pensando que lo hagamos en tu cama, es mejor.

--¡¿EH?! ¡¿Q-q-qué estás diciendo?!—Eso era algo que se veía en doble sentido… Y lo era. Quien lo dijo también lo supo.

--Debes descansar boca abajo, para que el medicamento se absorba.

--…Ah… ¡Lo siento!

-- Vamos.

--¡Ah! ¡Hai! Yo… etto… Medicina, medicina…

Tomó el medicamento de su mochila y dirigió al otro hacia su habitación. Contrario a lo pensado, el lugar era bastante iluminado, gracias a los ventanales; había una cama grande ubicada en una esquina, cubierta de sábanas azules. Del otro lado un pequeño armario donde seguramente el chico guardaba su ropa.

Tsubaki estaba nervioso. Jamás había tenido amigos que entraran a su habitación.

--Recuéstate y deja libre tu espalda.

El menor obedeció temeroso, deslizó la bata hasta el borde de su trasero y…

¡Su ropa interior! ¡La había olvidado! ¡Qué vergüenza!

Casi grita cuando sintió las grandes manos del capitán sobre su espalda. El ungüento fue previamente esparcido en su espalda y ahora Murakoshi ayudaba a que ese moretón se desvaneciera.

--Seré un poco rudo pero es necesario. Me dices si te duele.

En otro contexto eso sería provocador, y ahí también.  Se dejó hacer a la voluntad del mayor y realmente su cuerpo se calentó. Los movimientos firmes, primero circulares y luego hacia arriba y abajo se sentían genial. Casi se dormía ahí, pero una parte de su cuerpo, contrario a lo que pensaba, se estaba despertando y más cuando Murakoshi llevó una de sus manos a uno de sus glúteos, solamente rozando. Esa parte del cuerpo del menor era sensible y no lo sabía, hasta ahora.

Murakoshi no estaba del todo tranquilo. Se estaba dejando llevar ante el tacto suave de esa piel joven. El cuerpo de Tsubaki no era tan marcado, parecía adolescente y su piel… Como tocar pétalos de cerezo… De espaldas y acostado, podría hasta parecer chica. Trataba de pensar en algo desagradable para evitar que “cierto amigo” permaneciera dormido, pero el calor producido de la piel del menor. Desde que lo conoció le había llamado la atención y ahora lo tenía tan vulnerable y a su disposición que no estaba resistiendo.

El masaje se transformó rápidamente en algo más, Murakoshi seguía frotando y Tsubaki se quedó dormido. Estaba mareado.

Cuando al fin la tortura terminó, el mayor cubrió con una pequeña toalla la zona del moretón.  Puso el ungüento a un lado del cuerpo.

--Listo, Tsubaki…

No hubo respuesta. Sólo una leve respiración se escuchaba. Observó detenidamente ese rostro. Tan ingenuamente se quedó a merced de una bestia en celo y sin la menor preocupación.

Decidió moverlo un poco, regresaría a casa.

--Tsubaki… Oye, despierta… --Nada, el menor seguía sin responder— ¡Hey!

El que estaba sobre la cama al sentir la mano, inconscientemente se dio la vuelta, dejando al descubierto su delgado pecho. Unos músculos apenas se marcaban, pero ese marco infantil no desaparecía.

El capitán no supo cómo, ni en qué momento sus manos se deslizaron sobre la bata y dejaron al descubierto el frente del cuerpo de su compañero. Comenzó a lamer con hambre su cuello y jugueteó con los pezones… Eso habría sido bueno si Tsubaki no hubiera despertado, pero lo hizo y se levantó asustado al ver al otro como una sanguijuela en su pecho.

Se resguardó recargado en la cabecera de su cama. Tenía un poco de contradicción. Si, Murakoshi le gustaba pero el que lo agarrara de sorpresa… Jamás lo pensó.

Ambos se quedaron en silencio por unos momentos, pero Murakoshi estaba excitado y Tsubaki no parecía reaccionar negativamente… O eso creía él.

Su mente se cerró por completo y solamente alcanzó a arrinconar al menor contra la cabecera y comenzó a besarlo con desesperación mientras le terminó de quitar la bata y dejarlo desnudo a su merced. Tsubaki no pudo más que corresponder como pudo el beso, sin poder forcejear debido al cuerpo de su compañero… Y que también lo deseaba. Dejó que el mayor tocara donde quisiera, pero la posición era por demás incómoda así que lo empujó levemente para caer sobre las suaves sábanas.

Murakoshi se dejó llevar y cuando cayó con el otro encima de él, tomó sus glúteos y comenzó a masajearlos mientras frotaba ambas caderas, simulando la penetración y dejando que el otro sintiera la dureza de su miembro contra el suyo. Tsubaki se vio completamente abrumado, las sensaciones eran demasiado fuertes y aunque su racionalidad le decía que no lo hiciera, su cuerpo no dejaba de moverse. Su respiración comenzaba a fallar, sus manos sólo podían apretar con desesperación la playera de su compañero.

En algún momento, Murakoshi decidió avanzar puesto que entre tanto roce, acabaría sin estar dentro del otro y ese era uno de sus propósitos. Regresó su mano derecha a la boca de Tsubaki e hizo que chupara tres de sus dedos; el menor ya no pensaba por sí mismo y esa boca chupando su cuello no le ayudaba, así que servicialmente los lamió hasta que estuvieron bien húmedos, entonces el mayor los dirigió a la pequeña entrada. Vio fijamente al otro, que no comprendía esa mirada tan seria, pero lo que sintió en su trasero lo descolocó. Un dedo entró rápidamente, provocando una punzada de dolor… Se aferró al cuerpo del otro, presionando su abdomen y enterrando su cara en el cuello del mayor. Segundos después, ese dedo salió y ahora fueron dos lo que entraron, haciendo que Tsubaki diera un grito. No estaba sintiendo placer alguno, y el capitán de ETU lo notó. Así que sacó ambos dedos y acomodó al otro en una posición donde su trasero estaba levantado y expuesto sin reparos.

--¿Murako… aaaaahhhhh!! –Una  ávida lengua comenzó a lubricar su entrada de manera hambrienta mientras una mano jugaba con su hombría. Sus gemidos se hicieron escuchar por la habitación y no pudo más que agarrar con fuerza la sábana. Murakoshi aún tenía la ropa puesta, y eso le incomodaba mucho, así que se detuvo por completo y en menos de medio minuto de desvistió por completo ante un Tsubaki frustrado, temblando y excitado. Siguió lamiendo un poco más hasta que sintió como las caderas del menor comenzaban a moverse al ritmo de su boca, por lo que decidió pasar a la acción, pero fue sorprendido cuando el otro se levantó, se dio la vuelta y como si fuera un imán, Tsubaki se pegó al miembro de Murakoshi, saboreándolo desesperadamente. El moreno sólo lo observaba mientras sentía un placer inmenso, no sabía si por la calidez de esa boca o el saber que era tan inexperto, aunque no pareciera y tuvo que preguntar porque le surgió la duda.

--¿Tsubaki? ¿Por qué?

--No lo fhé… --Contestó sin mucha importancia mientras degustaba ese manjar en su boca.

Murakoshi sentía que no soportaría demasiado, así que con cuidado lo separó de su miembro. Lo recostó y levantó sus piernas para que su entrada fuera expuesta y sin más reparos, acomodó su miembro y penetró de una sola estocada  al menor que soltó un grito ahogado. Ambos cuerpos se sacudieron violentamente, la sensación era demasiada. Tsubaki sentí que se iba a romper, porque dolía como el infierno y Murakoshi también lo sentía pues ese trasero era demasiado pequeño, pero no pensaba detenerse, así que tomó las piernas del otro, las sostuvo con sus antebrazos y comenzó a moverse lentamente, luego aceleró un poco hasta que la resistencia ya no fue un problema y Tsubaki gemía fuerte y se tocaba a sí mismo. Una de sus manos pellizcaba furtivamente sus pezones y la otra masturbaba desesperadamente su miembro. El mayor de pronto alcanzó ese punto que hizo que el número 7 soltara un grito y su cuerpo casi convulsionara. Murakoshi decidió cambiar de posición y siguió sin salir de ese cuerpo pero se agachó para atrapar los desesperados labios del otro y seguir rozando ese punto que les estaba dando placer a ambos, porque Tsubaki apretaba aún más su miembro y se movía erráticamente. No duraron mucho,  el menor moviendo su cuerpo al ritmo de los embates y Murakoshi bufando como un animal salvaje chupando sus pezones, dejando marcas y masturbando hábilmente a su compañero, hasta que esos embates a la próstata de Tsubaki dieron sus frutos y éste terminó embarrando la mano del mayor mientras su espalda se separó completamente de la cama, su cuerpo entero se tensó y un último gemido desesperado salió de su boca… Murakoshi al sentir ese apretón en su miembro, dio un par de estocadas más y dejó salir su semilla en el interior del otro, mientras mordía el hombro de su compañero. Ambos cuerpos sudados quedaron inmóviles sobre la cama, sólo se escuchaban las fuertes respiraciones y el olor a sexo que inundaba el aire.

Los ojos del número 7 se fueron cerrando lentamente, prácticamente perdió la conciencia.

Despertó lentamente, todo estaba en la oscuridad. Su mente se despejó lentamente y recordó que estaba en su habitación. Desnudo. Cubierto con sus sábanas. Recordó de golpe lo que había pasado y buscó incorporarse rápidamente, pero un dolor fuerte en su espalda lo hizo  quedarse sobre la cama.

--Murakoshi-san… --Soltó en voz baja.

--Ya es de noche. —Le contestaron.

Volteó la mirada hacia donde escuchó y descubrió a su capitán de pie viendo por la ventana. Tsubaki se puso pálido. ¡¡No lo había imaginado!! ¡Estaba a punto de morirse de los nervios!

--M-mu-mu-Murakoshi-san… Yo…

--No te disculpes, fue irresponsable de mi parte. Sin embargo—Volteó a verlo—Quiero que sepas que me gusta mucho y no me arrepiento de lo que pasó.

El número 7 se quedó mudo. ¡¿Acaso era un sueño?! ¡¿Estaba en coma, quizás?!

Al ver que Tsubaki podría tener un ataque de ansiedad o algo, Murakoshi se acercó y lo besó sin oportunidad de reclamo. En ese lapso terminaron repitiendo lo de unas horas atrás y no se detuvieron hasta que amaneció. No hace falta decir que Tsubaki no pudo levantarse por obvias razones que provocaron que el moretón de su espalda siguiera doliendo y ahora sus caderas le hacían complemento. Murakoshi llegó a reportar la falta del menor sin dar demasiada explicaciones, que sólo Gino intuyó.

Nadie quiso entrometerse cuando vieron que el menor  llego días después y se comportaba de manera casi igual, pero ahora cada vez que veía al capitán, era un sonrojo el que se apoderaba de él.

 

De algún modo terminaron saliendo. Y quizás no llegarían muy lejos, quizás si. Pero eso sólo el tiempo lo decidiría.

Notas finales:

*Por si alguno se quedó con la duda: Otsukare-sama significa “Gracias por su arduo trabajo/Gracias por su duro trabajo”.

¡¡No puedo creerlo!! Consigo arruinar todo lo que veo… Los personajes siempre quedan como unos enfermos sexuales cuando los pongo… ¡Perdón! Se nota bastante el OCC en los personajes ¿O quizás no? La opinión es suya.

Háganme saber que les pareció. Gracias de antemano por leer  mis incoherencias y por comentar.


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