- No soy un héroe –
- Eso dices tú – contradijo Zack caminando tras él – ¡Pero lo eres! –
- Eres muy terco – comentó cansado.
Esa discusión ya iba para largo. Pareciera que el moreno no lo dejaría en paz sino hasta que admitiera algo que no se consideraba ser.
- ¡Oh! Vamos. No seas tan duro contigo mismo, Terra ¡Eres genial! ¿Acaso no oíste a la enloquecida multitud allá afuera? ¡Gritaban tu nombre! Eres su héroe –
- Yo no lo creo así –
- ¡Arg! Eres muy difícil, ¿lo sabías? Uno sólo intenta hacerte sonreír y tú que lo desprecias vilmente – bufó haciéndose el ofendido. Terra se detuvo y lo miró curioso.
- ¿Hacerme sonreír? – inquirió con una ceja alzada. ¿Qué se suponía que significaba eso?
- ¡Sí, eso digo! – se cruzó de brazos – Es que siempre tienes esa cara dura. ¡Nunca cambias de expresión! ¿Por qué no intentas sonreír un poco más seguido, eh? –
El castaño se quedó callado un momento, pensativo. En verdad deseó replicar aunque se tratase de una larga historia, sin embargo, aquello implicaba tener que contarle además de sus viajes a través de diferentes mundos. Y no podía permitirse eso.
- Sucede que no tengo razones para sonreír – resumió.
- ¿Eeeh? ¿Hablas en serio? – crispó la mirada. Eso sonaba triste... Sacudió la cabeza y continuó hablando – Entonces yo te daré tres buenas razones para hacerlo – dijo con una sonrisa pícara dibujada en el rostro – Una, quiero verte sonreír; dos, quiero verte sonreír, y tres, quiero verte sonreír... ¡Ah! Y una cuarta de pilón: Necesito verte sonreír para poder invitarte a salir –
- ¿D-disculpa...? – sorprendido.
- ¡Ya oíste! Si me regalas una sonrisa te concedo una cita conmigo – le guiñó un ojo como coqueteo.
¡Vaya! Una cita. Terra no esperaba una razón así. Y se preguntó si al menos Zack estaba conciente en que AMBOS eran hombres. Además, ¿iba en serio?
- Zack, escucha. Agradezco tu... iniciativa, pero me temo que por ahora tendré que rechazarla. Lo lamento –
- Oh, ya veo – musitó cabizbajo – Debí imaginarlo... Hay alguien más, ¿verdad? –
- ¿Alguien más? – cabeceó de manera negativa – No es eso. Lo que quiero decir es... –
- N-no importa. Ya entendí – interrumpió dándole la espalda.
- Pero, Zack... –
Intentó aclarar la situación mas fue muy tarde. El moreno, avergonzado, había salido corriendo. Terra dio un suspiró largo.
Pasaron algunas horas en las que el castaño se dedicó en acabar con los nescientes que rondaban por el lugar y pronto llegó la hora de partir. Había pasado demasiados días en ese sitio.
Cuando estuvo a punto de activar su armadura, en las afueras del coliseo, se topó con la imagen de Hércules intentando animar a un deprimido Zack con palmaditas en los hombros, ambos sentados en las escaleras del portón principal.
Suspiró de nuevo. No quería irse sin antes arreglar las cosas con él.
- Zack, ¿podríamos hablar? –
- ¡Eh!... S-sí, claro – contestó mirando hacia otro lado, evitando contacto visual con el castaño – ¿Qué pasa? –
- Umm... Chicos, creo que Phil me llama – comentó Hércules sintiéndose un poco mal tercio – Los veré luego – dijo antes de dejarlos solos.
- Zack, necesito que me digas algo – dijo Terra sentándose a su lado.
- ¿Qué cosa? – lo miró de reojo.
- Es sólo que... me preguntaba si tu oferta aún sigue en pie – dijo mostrando una pequeña pero significativa sonrisa.
- ¡P-por supuesto! – exclamó sorprendo y al mismo tiempo feliz de que el castaño se dignara por fin a sonreírle – Pero - entristeció de nuevo – no sé si tú estés interesando... –
- Lo estoy. Pero como traté de decirte antes de que corrieras, tengo asuntos pendientes que no puedo ignorar. Me refiero a que no tengo tiempo para involucrarme sentimentalmente con alguien ¿Lo entiendes? –
- Sí, eso creo – dio un suspiró desesperanzado, mas un segundo después su humor se volvió alegre de como de costumbre – Pero, si me estás diciendo esto..., ¡quiere decir que no hay nadie más! Y que yo te gusto, ¿no? – dijo en un tono más de afirmación que de pregunta – Porque tú me gustas –
- ¿Ah? – se ruborizó de repente – Bueno..., sí. Podría decirte que también me gustas... –
- ¡Eres muy tímido! Qué tierno – Terra enrojeció más.
- Zack, tengo irme – dijo lavándose de las escaleras.
- ¿Qué? ¿Irte? ¿A dónde? – hizo lo mismo, exaltado.
- No puedo decírtelo... –
- ¡¿Pero que hay de nuestra cita? –
- Será cuando regrese –
- ¿Y eso cuándo es? –
- ... No estoy seguro –
- Entonces quiero una compensación – subió un escalón y se puso frente al castaño para estar a su altura, cerró los ojos y preparó los labios.
Terra entendió enseguida lo que Zack quería. Lo tomó de los hombros y... lo besó en la frente.
- Awww ¡Eso no se vale! ¡Te lo pedí en la boca! – se quejó el menor y Terra rió.
- Lo siento. No soy muy bueno en estas cosas –
- En ese caso, déjaselo al experto – dicho esto, se le enganchó al cuello y cobró su compensación. El mayor lo rodeó de la cintura con los brazos y así compartieron un largo abrazo.
- Ya puedes soltarme – le murmuró al terminarse el beso.
- Si lo hago te irás... –
- Esa es la idea –
Zack, aunque en total desacuerdo, entendió que el castaño había tomado una decisión y que él no estaba incluido en ella. Sus destinos iban por diferentes rumbos.
- No volverás, ¿cierto? –
Aquella pregunta le provocó una punzada al corazón de Terra. ¿Cómo responderle a esos ojos tristes? Comenzó por descender los escalones y, sin atreverse a mirarlo, dijo...
- No me esperes –
Esa fue la última vez que se vieron.