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:Hospital psiquiátrico Vongola: por DionSan_95

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Notas del capitulo:

LAMENTO MUCH LA TARDANZA!!!! T.T

en realidad estube tan inmersa en otras cosas que deje botado el fic sin querer. asi que ahora lo continuare por que tengo exceso de tiempo libre... espero que la continuacion le haga justicia.

para el segundo capitulo vemos que tsuna no es un total inutil y que ayuda en ocaciones peligrosas. 

la junta directiva que mantiene el hospital esta conformada por los arcobalenos, como en mi otro fis no hable de ellos, pe parece nuevo esto XD. y finalmente un poco de historia sobre algunos de los pacientes del hospital. 

Hospital psiquiátrico Vongola

Capítulo 2: prueba inesperada y el boxeador con Belonefobia

 

En la junta directiva del hospital.

 

- ¡Ya cállense! – exploto la mujer, desparramando unos libros y notas que traía consigo en la mesa redonda donde todo el personal directivo la veía. – primero soy la encargada de los recién llegados y ahora ustedes me joden la paciencia… -

Los hombres y mujeres se sentaron en silencio sepulcral, contadas veces las personas sobrevivían a un ataque de rabia de la mujer, no fuera porque antes de meterse a doctora, fuera militar, los rumores cuentan que le dieron de baja por apuñalar a uno de sus superiores. El por qué no importaba ya, ahora se encontraba dándoles órdenes a los doctores del área de psiquiatría del hospital. Lo que daba mucho miedo.

- jejeje, no te alteres Lal-chan… te saldrán arrugas – comento uno de los pocos que no le intimidaba la actitud de la mujer, comenzando por que él era aún más sínico.

- cállate Verde, ¿Qué carajos haces aquí, esta área no te pertenece? – no entendía por que el neurólogo seguía allí como pero por su casa. Recibir a los especialistas de otras áreas también le molestaba.

- escucho que recibieron este año una gran cantidad de pasantes en psiquiatría y yo solo tengo a tres inútiles que no sirven para nada, por eso quería pedirte prestado algunos…- comento como si nada, como si fuera muy obvio sus motivos - ¿Qué tal el tal Gokudera? su familia lleva años trabajando en hospitales, me caerá bien una mano con un poco de experiencia – el hombre de la bata y de la ligera barba descuidada tenía entre sus manos los papeles que hasta esos momentos la del cabello azul oscuro no había notado.

- TU BASTARDO… ¿Qué te dije sobre agarrar archivos ajenos sin permiso? – le grito furia. Este simplemente se llevó un dedo a su oído para sacudirlo, así se quitaba el timbre que le quedo después de la alharaca formada.

- y como pensabas que escogiera al que me prestarías – le contesto altanero, ignorando olímpicamente el reclamo.

- ¿¡y que te hace pensar que te daré alguno de los nuevos!? El área de psiquiatría le toca este año aumentar su personal y no te daría a ninguno por mas inútil que sea, los traumarías como la última ves y no querrían volver a relacionarse con la gente –

- ves, es por ese egoísmo que ningún hombre te soporta, bruja – un golpe retumbo, y la mujer agarro al hombre por el cuello amenazando con lanzarle, no una cacheta, sino un golpe. Duro y certero que le desfigure el rostro.

- hola, ya tan temprano discutiendo, pero que animados son ustedes dos – la risa altero a los dos que discutían y alivio a los demás que estaban fuera del problema. Se sentó en unas de las sillas a tomar su te de oolong, sin importar que la mujer lo vea de manera poco buena.

- y tú también ¿Fon? – bien a él si podía soportarlo, pero detestaba que se metieran así como si nada miembros de otras áreas médicas a la reunión.

- ups, al parecer llegue un poco tarde a la reunión – el rubio que pasaba como si lo que cometiera fuera una pequeña imprudencia, se sentaba en su silla correspondiente mientras soportaba el regaño matutino de la mujer.

- tú gran imbécil, eres el único que tiene que venir aquí y siempre llegas tarde –

- Lal, te saldrá una ulcera si sigues así, sabes que cuando llegan nuevos es casi imposible que no nos reunamos todos – una figura de extrañas apariencia entra, arrastrando a lo que parecía un chico molesto, que se restregaba, porque el encapuchado lo agarraba de la camisa, que se estiraba y aferraba a su cuello, prohibiéndole respirar correctamente – cállate ya, es molesto tu lloriqueo, Reborn me debe dinero por ir a buscar a este inútil –

- no pienso pagarte un centavo Viper, eres muy avaricioso – para cuando el altivo hombre llega todos se callan, excepto el chico del piso, a quien el mayor ignora por completo, pisándolo en el proceso de ir a su silla. – qué bueno verlos a todos aquí, tengo algo que decirles del mismo Timoteo –

- ¿el jefe? – preguntaron esta ves llamando la atención de todos en la sala.

- quiere poner a uno los pasantes en forma –

- a que te refieres Reborn, kora –

- un test, que saque a los inútiles de aquí –

Todos sonrieron con una sonrisa escalofriante, excepto Skull que no entendió como la macabra mente de ese grupo de locos maquinaban.

 

-.-

 

- Dame-Tsuna. Cámbiame -  le grito un pequeño niño de mucho cabello, caprichoso. El castaño le cayó una gota, para darse la vuelta, ya por séptima vez, suspiro y obedeció el pedido del malcriado niño.

- voy, voy… puedes llamarme solo Tsuna, y no soy tu niñera… si te portaras mejor te haría los favores – le dijo de forma amable, así era Tsuna, demasiado amable, tal vez por eso el niño que estaba en un estado mal de la cabeza, según los doctores, solo dejaba que sea el debilucho que lo atendiera.

- Dame-Tsuna, debes jugar conmigo – insistió el pequeño antes de que Tsuna se fuera.

- lo siento Lambo, pero será para otra ocasión –

E ignorando los alaridos del niño, termino por salir. Cerrando la puerta y dando un suspiro de alivio, mientras se recostaba de la pared. Prácticamente era un acoso, por parte del menor, que lo trataba como hermano mayor o un esclavo, había pasado ya un mes desde que ingresó al hospital y sus notas bajas le dieron la responsabilidad de los pacientes más extenuantes, los niños. No tenía nada en contra de ellos, eran lindos en muchas ocasiones y en realidad no habían muchos allí, el problema caía en que le asignaron al más odioso de todos, que le gustaba llamar la atención de todas las maneras posible, incluso se atrevió a orinar una alcantarilla con tal de que jugara con él.

- si estas descansando en horas de trabajo te morderé hasta la muerte – fue un susurro fuerte e intimidante contra su oído.

- HIIEE – ante la amenazante voz, que sintió en la pata de su oreja brinco despavorido. Tsuna tembló y se tapó con una de sus manos la oreja en la que su sempai había soltado la amenaza – ¡hi… Hibari-san! Lo siento, no lo volveré hacer – grito como niña y salio volando de allí. Tratando de salvar su vida.

El tiempo que estuvo bien le permitió conocer más cosas, como a los graduados allí, como el temible Hibari Kyoya. El mismo hombre que lo había amenazado con inyectarlo era el mejor en su clase y el que trataba con los pacientes más peligrosos. Solo malos rumores llegan de él, sus técnicas no son ortodoxas a la de cualquier psiquiatra común, pero bastante efectivas.

El de cabellos carbón observo como el chico escapaba despavorido de él, y siguió de largo su camino hacia la recepción, buscando los papeles que necesitaba, detestaba la pereza en el trabajo, además de que ese herbívoro le daba solo rabia verlo, no le gustaba lo patético.

- sabes, Lambo-kun está mejorando, este último mes no ha tenido una sola recaída, no es eso bueno – las enfermeras de la recepción hablaban distraídamente entre sí.

- si lo note, está más alegre, desde la llegada de los nuevos internos y cuando cambio de practicante se ha mostrado más animado – dijo distraída una de las mujeres.

- creo que pronto estará de alta… –

- papeles – la voz gruesa y sorpresiva del serio estudiante escriban a las mujeres, nerviosas corrían de un lado para otro, buscando los papeles correspondientes para el intimidante hombre.

Hibari suspiro, tratando de tener paciencia. Eso les pasaba por chismear en los pasillos. Pensó, afinco sus brazos en la barra y espero, luego se acordó de algo interesante, conocía a todos y cada uno de los pacientes aunque no los tratara y el comentario de ambas mujeres le llamo mucha la atención, volteo a sus espalda, viendo el pasillo por donde salio volado cierto castaño.

 

-.-

 

Tsuna llego a planta baja con el corazón en la mano, le tenía intenso pavor a ese hombre, simplemente daba un miedo de horror.

- Sawada – Tsuna tembló de nueva cuenta al escuchar que lo llamaban.

- Onii-san – sorprendido de verlo.

Un chico de cabello corto y blanco fue tras el castaño, con extrema rapidez se puso tras el menor, como escudo. Tsuna no entendió hasta que vio que lo perseguía un peli plata con una jeringa, incluso Tsuna tembló de lo peligroso que parecía ser Gokudera con esa cosa en mano.

- Sawada, sálvame al extremo – exigió el mayor, empujándolo para que lo defendiera, sabiendo que el de cabeza de pulpo no se atrevería a ponerle una mano encima al pequeño e inocente castaño.

- HIII – grito nervioso, que carajo pasaba ahora.

- decimo, sosténgalo, debe tomar su medicina – le informa el agresor, aunque con esas pintas, cualquiera correría.

- onii-chan déjate medicar – gritaba Kyoko, el amor platónico del joven castaño, que ahora estaba en duelo.

- ¡JAMAS! – infantilmente agarra al menor de los hombros y lo alza poniéndolo en frente de Gokudera para detenerlo, este lo hizo de insofacto, no encontrando una abertura para aplicar la medicina, si intentaba algo este le ponía en medio a su respetado decimo, así no podía hacer nada.

Gokudera bufa y Kyoko suspira resignada, su hermano era el más difícil de todos. Ryohei con una sonrisa victoriosa agita al castaño en sus manos, en forma de vitoria.

- suficiente onii-chan debes dejarte ayudarte – regaña al mayor, bastante preocupada, una de las razones de que escogiera esa carrera era justamente su querido hermano, el día en que le diagnosticaron sicosis múltiple fue uno de los peores días de su vida, pero las continuas ida al hospital la convencieron. Ayudaría a su hermano.

- no estés del lado de los malos Kyoko, ellos son lo que quieren lastimarme – le grito alterado su hermano, sin atreverse a soltar a Sawada, como si fuera su salvavidas.

- yo, Tsuna, Gokudera… ¿Sasagawa? – el alegre chico llegaba en el peor momento, puso aún más nervioso al hombre. - ¿Qué pasa? – pregunto viendo como Ryohei ahora llevaba su musculoso brazo alrededor del cuello del castaño menor.

- no quiere tomar su medicación – acusa Gokudera. Bastante preocupado del curso que estaban tomando las cosas.

El hermano mayor de Kyoko era conocido por ser uno de los pacientes más fuertes, las cosas estaban bien desde que Kyoko llego, pues los ánimos de su hermana lo ponían de mejor humor, pero una vez cada semana debía tomar su medicina y se ponía de nuevo testarudo, las última veces se habían aplacado sedándolo antes. Pero esta vez se había dado cuenta y salio huyendo. El problema de todo esto es que nadie se atrevía a detenerlo, solo Gokudera, porque el chico era practicante de boxeo y por lo que demostró en otras ocasiones, uno muy bueno.

- no te lastimare Sawada, pero debes ayudarme al extremo – dijo mientras aplicaba una llave sencilla, que para él no dolía, pero para el castaño, que jamás practico ningún deporte era bastante doloroso.

- auch – se queja bastante bajito, de lo atónito que estaba.

- suéltalo – exige Gokudera, entendiendo que lo estaba lastimando. Pero Ryohei no veía eso.

- vamos Ryohei, amigo ¿Qué dijimos de tranquilizarse con los medicamentos? Si lo haces, prometo practicar contigo un poco de boxeo – animaba Yamamoto, con una sonrisa sincera, para demostrarle que no mentía. Repitiéndose los pasos que debía seguir en una situación de ese tipo.

- en serio – pregunto, con ojos iluminados.

- claro, es solo una puya y ya –

Grave error, algo que Ryohei no decía era que detestaba las agujas, era un temor que tenía desde niño, y no lo hacía porque era vergonzoso decir que un hombre como el que había aguantado tanto dolor le tenía pavor a una agujita. Retrocedió, demostrando que ya no estaba tan convencido como demostró antes, haciendo entristecer a Yamamoto por su intento fallido y enfurecer de impaciencia a Gokudera.

- a la verga, deja de comportarte como un estúpido, sabes que te hace bien cabeza de césped, suéltalo o iré por ti y te sedare a la fuerza – amenaza, Gokudera que no era un novato cualquiera, sabía que eso ponía al paciente más nervioso, agredir verbalmente a una persona que no está bien de la cabeza es peor que si le dieras golpes, pero Gokudera se pasaba por el trasero las múltiples reglas del libro básico de psicología. Ryohei en respuesta se contrajo y comenzó a asfixiar a Tsuna sin darse cuenta, no sabía que aplicaba demasiada fuerza a su pequeño salvavidas.

Esto no estaba nada bien.

- ne, Onii-san… no tendrá miedo o si… - las palabras que salieron de los labios casi morado de Tsuna sorprendieron a todos, incluso a Ryohei, quien rápidamente soltó solo un poco el agarre – digo, un súper valiente héroe como Onii-san no tiene miedo de nada ¿o sí? –

- cl… claro que no – dice apresuradamente, con las mejillas todas rojas de la vergüenza por la repentina pregunta.

- entonces por qué tan nervioso –

- es… es que… ellos… malos, pullas y…y – Tsuna sonrió como de repente el miedo se mitigo un poco, después de todo el chico era como un niño grande.

- ¿quiere decir que Onii-san le tiene miedo a las jeringas? – dijo en forma confidencial al mayor, sabiendo que tal vez no quería que nade lo supiera.

De repente una conversación de tono muy bajo se formó entre los dos, en donde se decían en secretos cosas que hacían reír a ambos. Gokudera y Yamamoto se sorprendieron como de repente el ambiente cambio, no parecía estar nervioso ni apunto de atacar a alguien por lo contrario, era más tranquilo y relajado.

- está bien Sawada, me diste ánimos al extremo – dijo en pose de victoria, soltando al fin, al castaño, quien sin le sonrió nervioso ante a ese extraño cambio de ánimos. – pero me acompañaras al extremo, necesitas saber lo valiente que soy –

- ¿es necesario? – pregunto con una gota por su cien.

- ¡claro que si, al extremo! –

Y como si fuera magia Ryohei se acercó a Gokudera con una cara muy seria, diciéndole que tomaría esa inyección. Claro que fue algo cómico que solo los cuatro chicos vieron, como el gran y valiente boxeador trataba de no mirar y aguantar lágrimas dramáticamente, mientras sujetaba la mano de su hermana.

 

- ¿Cómo te diste cuenta de su terror a las inyecciones? – pregunto curioso Yamamoto, después de calmar los humos de los otros pacientes, enfermeras y doctores que vieron preocupados la escena.

- no sé, supongo que por que le temo a muchas cosas reconocí los síntomas en el -  dijo con una sonrisa mientras llevaba una de sus manos a la cabeza – en realidad fue mucha suerte –

- suerte o no, Tsuna eres genial – dijo con sinceridad el más alto – fuiste el único que no la embarro –

Tsuna lo pensó y negó con la cabeza, solo dio casualmente con la salida correcta, eso era todo.

 

-.-

 

- ¿¡que quieren!? – rugió la morena.

- Ryohei-san tubo de nuevo un ataque de pánico con la medicación – dijo tímidamente la enfermera.

- ese idiota de nuevo – suspiro, mientras se levantaba de su escritorio, dispuesta a atender la existencia.

- no, vera, ya se calmó y acepto ponérsela – corrigió rápidamente la chica antes de que se le ocurriera armar escandalo al problema ya resuelto.

- ¿entonces para que carajos molestas? – la pobre enfermera quedo tiesa del susto.

- es… es que, es la primera vez… que lo hace…sin anestesiarlo –

Reborn y Hibari que estaban en la sala también escucharon interesados en eso, hace bastante tiempo escuchar eso sería casi imposible, mucho más si veía del chico imperativo.

- ¿y quien fue el autor de esa gran hazaña? – pregunto un tanto incrédula.

- Gokudera-san era el residente en turno, pero se armó un escándalo… y apareció Sawada-kun y Yamamoto-san – la chica hablaba muy nerviosa, tratando de recordar lo sucedido.

- habla bien Haru – le grito la mujer que no tenía paciencia.

- bueno, Sawada-kun logro tranquilizar al Sasagawa-san y lo llevaron a que lo medicaran –

El silencio se extendió y la chica que pensó que no tenía más nada que hacer allí salio volando, cuando esos tres se juntaban daban mucho miedo.

- mmm, el inútil de Sawada ¿eh? – pronuncio Lal Mirch casi sin creerlo.

- sabía que el viejo tenía confianza en él, pero no creí que solo podría hacer algo bueno, es un avance para él – dijo Reborn si dejar de leer unos papeles, o fingía hacerlo. – Creo que ya paso – le dijo a la mujer, casi adivinando sus pensamientos.

Lal Mirch detestaba cuando hacia eso, y molesta se volvió hacia él.

- yo decidiré eso Reborn -

- hmm – Hibari quien no era de mucha paciencia se levantó de su asiento y salio, totalmente desinteresado en el tema, igual ya lo que tenía que tratar con ellos ya lo hizo, tenía trabajo que hacer, y no podía esperar por hacerlo. No tenía motivos que seguir allí.

Reborn sonrió, el atractivo hombre se podía jactar de muchas cosas, una de ellas era que podía leer los pensamientos de personas simples, como lo era Lal Mirch y como la conocía bien, sabía que consideraría al chico como aprobado, que era lo que quería, no por nada se encargó que Sasagawa se diera cuenta del sedante. Lo segundo es que siempre lograba lo que se proponía, por cualquier medio despertaría el potencial dormido del chico. Dejo lo que estaba leyendo y expandió su sonrisa al ver el expediente del niño vaca, dejándoselo en el escritorio a la mujer. Yéndose a hacer su trabajo…

Las cosas apenas comenzaban.

 

Continuara…      

       

Notas finales:

llegado a este punto espero que les haya gustado y comenten si quieren que continua el fic, si lo hacen prometere no tardarme demaciado XD. y tambien no atrasare el otro fanfic. eso espero XD

hasta la semana que viene 


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