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:Hospital psiquiátrico Vongola: por DionSan_95

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Notas del capitulo:

esta actualizacion llego mucho mas pronto, el viernes no pude actualizar por asuntos personales, pero aqui les vengo con el tercer capitulo, agradesco a las personas que se tomaron la molestia de comentar, muchas gracias y espero que tambien les guste este capitulo.

 

hibari y mukuro haciendo tratos 

cual es el verdadero problema de gokudera

un tono alarmante de celular

suficientes pistas ahora a leer XD

Hospital psiquiátrico Vongola

Capítulo 3: un fármaco dependiente y el tono en los pasillos

 

Era la peor área de todas, el hospital como tal se mantenía en buen estado, salvo el edificio de tres pisos y un sótano, en donde se mantenían en confinamiento a los pacientes más peligrosos… los que Reborn tenía encargado cuidar. Caminaba por los pasillos del edificio que estaba retirado de la parte central del hospital, no saludo a los guardias que aguardaban en la entrada, paso como perro por su casa. Sonrió cuando dejo atrás la puerta de hierro que se cerró tras de sí, el sonido de las oxidadas bisagras le hacían recordar que ese no era un lugar para cualquiera. Las grietas de las paredes y el titilar de las luces no daban un mejor aspecto, no era un sitio para débiles llorones y por eso a Hibari le gustaba, esa sonrisa casi diabólica que ponía al entrar a lugares peligroso como si fuera el territorio al que pertenecía. Por eso era uno de los mejores psiquiatras tratando con pacientes difíciles, por no decirles enfermos desquiciados, que muchos hospitales estarían dispuestos a sacrificar, pero que Vongola mantenía a raya con facilidad… aunque ninguno había salido de allí renovado, como la mayoría de los pacientes, eran prácticamente uno de los mayores retos en el área de psiquiatría.

A diferencia de los desolados pasillos, las habitaciones eran bastante decentes, pasó por la última puerta que no era una fortaleza y observo como muchos de los que estaban allí lo reconocieron, no era con caras de miedo como la mayoría de los del hospital. Ellos eran lo suficientemente estúpidos para no intimidarse.

- shi,shi,shi… pero mira quien se apareció por aquí… - la risa burlona de uno de ellos era lo primero en escuchar – el amargado le toco hoy –

Su tarea con ellos no era diferente que con otros pacientes, revisar su estado analizando su comportamiento, asegurarse que se tomaran sus medicamentos y anotar cualquier avance o retroceso detectado en los pacientes, sin embargo el estado de estos hacia esa simple tarea un martirio.

- … - decidió ignorar por completo al más molesto de ellos, que fuera el primero en saludarlo no lo hacia el más cuerdo de allí, además que no era el paciente que le habían mandado a tratar en ese momento.

Pasó por varias puertas, que tenían números y letras que identificaban a cada paciente, ninguno tenía orden, al parecer los pacientes habían pasado tanto tiempo en esos lugares que sus habitaciones- celdas, eran personalizadas. Camino, ignorando ene cantidad de ruidos extraños y poco agradables, fanáticos de cultos, gemidos obscenos, música de ambiente, todo eso para el no existía. Fue hasta que llego a la última celda, de simple decorativo, casi como nueva…

- oya… al parecer hoy me toca con ave-kun – Hibari arrugo su entrecejo tan solo con escuchar la voz tintineante del paciente de la habitación 69. Dejo los papeles de un lado, tirando al piso sin consideración, no abrió la puerta, el no venía hacerle la terapia y francamente no llevaban una buena relación de paciente-doctor…

- es molesto tener que caminar hasta aquí, para tener que alimentar tu escuálida cordura – comento con desdén mientras remplazaba un sobre por la bandeja que tenia las ultimas pastillas que le habían dado al heterocromo, intactas…

- es mi castigo por pasarme de listo – comento como si nada, mientras pasaba la pagino de su libro, le habían quitado muchas cosas además de su antigua habitación, y una de ellas era su preciado dispositivo de música, lo tenía de hace tiempo y era vieja, pero no le servía de nada tener los casete sin su aparato para escucharlo – aun que me alegra que ave-kun no fuera el encargado de darme mi lección, aun me debes un ojo –

- yo no le debo nada a personas como tú – comento esquivo, observando con su experta mirada que tan mal estaba el chico, no tenía que hacer anotaciones, no era esa clase de doctor, el solo analizaba el problema y rápido le daba una solución – más te vale tomarte las pastillas si quieres recuperar el aparato –

Mukuro sonrió, negando con la cabeza gacha…

- estas aburriéndome, ya no intentaras entrar para tirarme los dientes para obligarme a tomar esos analgésicos – una de las razones que más le gustaba era pelear con el susodicho doctor, que debía tener su misma edad.

- no tengo tiempo hoy para eso – admitió, la jefa le había especificado que no quería más alborotos y no es que se dedicara a hacerle caso, pero debía ver más pacientes y amedrentar algunos herbívoros nuevos. – solo, necesito saber sobre alguien –

- kufufufu… ave-kun pidiendo ayuda – hablo emocionado, ahora si interesado por la propuesta, se levantó de su mullido sofá blanco, así como toda la habitación, dejo que el moreno pasara el sobre por la rendija, este lo abrió y sonrió, guardando el nuevo libro que le había regalado la persona más desagradable que pudiera conocer – que bueno que sabes que la información no es gratis –

- Tsunayoshi Sawada ¿Qué sabes de él? – hablo serio, Hibari no era idiota, sabía que Reborn ocultaba algo con su interés por el nuevo chico, y en cuanto vio la sonrisa siniestra del peli azul lo confirmo.

- ¿qué quieres saber? –

Estaba en lo correcto, porque no había casi nada que pudiera escapar de la aguda intuición del maniaco, no sabía como ni por qué, y en realidad ese aspecto le molestaba, porque el tipo jamás salía de allí a menos en sus múltiples intentos de escape, así que no se imagina como es que el hombre podía tener tanta información guardada en su cabeza, mucho menos pensó que llegaría el día en que llegara a precisar de ese talento.

 

-.-                                                                                                                             -.-

 

Estaba rojo de la impotencia, una cosa era que no le permitieran fumar en horas laborales, y eso que se buscó un buen problema con la jefa del personal, pero tuvo que dejarlos, y otro era que el mundo estuviera en su contra para que no pudiera hacer su hobby con tranquilidad, maldito sea el día en que la nicotina se volvió su salvación. Porque era una actividad que lo hacía escapar de algo mucho peor, y como estaba tan arraigado a esa conducta llego una vez que se vacío tres cajas en un día.

Gruño, aun con la cara roja, dirigiéndose a recepción, con los papeles de su paciente de turno. Era el primero en su clase, en parte porque era bueno en lo que hacía y también porque tenía algo de experiencia por su familia. Por eso cuando tuvo que decidir que quería hacer con su futuro no fue muy difícil y tampoco le importo, tenía dinero por su familia y era bueno casi en todo… por eso de alguna manera admiraba al décimo, no era tonto, ni decía admirar a todo el que se le pasara por al frente, ese mes descubrió quien era Sawada Tsunayoshi en realidad. Y no cambio su convicción, porque justamente lo inútil y bueno para nada que era, fue lo que termino por convencerle que era alguien a quien podía admirar, porque a pesar de todo eso aun así intentaba algo tan difícil como lo era la psiquiatría… eso debía ser lo que se llamaba pasión, cuando hacías algo porque sencillamente te gustaba, Gokudera no conocía eso…

- hahi, Gokudera-kun ya termino… - dijo sorprendida Haru quien acomodaba los casos que le llevaban, esta aprovecho y le extendió la mano a Gokudera para recibir sus papeles.

- si ya, al paciente habrá que disminuirle la dosis, está comenzando a depender de ella demasiado, tal vez se podría aumentar sus horas de tratamiento con uno de los doctores – comenta muy tranquilo, y Haru lo anota como observación.

- verdad, No queremos que se vuelva adictivo a su medicamento – decía de forma muy alegre, como un simple comentario. Cosa que provoco un rotundo fruncido de ceño por parte de Gokudera.

- hablar con mujeres estúpidas como tu es pérdida de tiempo –

- hahi… ninguna mujer estaría dispuesta a estar con un amargado como tú – acuso bastante ofendida por el comentario, y como si fuera cosa de todos los días ambos comenzaron a discutir como niños pequeños.

- pues tú careces de interés para cualquier hombre –

- ya cállate, te crees que eres el mejor porque sabes hacer bien las cosas, no eres como Tsuna-kun un hombre de sentimientos, Baka – le grito sin importar que ya medio mundo les estuviera mirando. Harta de discutir agarro las cosas que tenía que entregar en una habitación, que eran un vaso pequeño de agua y un par de pastillas ignorando olímpicamente la mirada de haber chupado un limón que le dejo a Gokudera.

- mujer estúpida – mascullo mientras que se quedaba a arreglar lo que la enfermera le había dejado, mirando a matar a cualquier imprudente que se atreviera acercársele.

En eso se dio cuenta que la mujer había dejado abierta y sin seguro el estante donde se guardaban la mayoría de las medicinas, de repente se sintió nervioso y sus manos comenzaron a temblar mientras aparecían rastro de sudor frio por su frente. Habían tantas, tantas y estaban allí a su disposición. 

- pero que interesante – El peli blanco de un susto dejo caer el pote de pastillas que había sacado sin permiso, se giró rápidamente solo para ver la sonrisa de un alto doctor, de mirada filosa tras lentes redondos y finos.

- las descuidadas enfermeras dejando esto sin supervisión – regreso lentamente el frasco, fingiendo muy bien indiferencia ante el acto anterior, como si no hubiese ocurrido.

- deberían tener más cuidado, ya que pueden meterse en problemas – el sarcasmo era obvio para ambos, Gokudera sabía que el hombre lo había visto, y de paso adivino sus intenciones, y Verde sabía que el chico estaba consiente que lo pillo. En realidad no solo un psiquiatra tenía la habilidad de ver y analizar comportamientos extraños.

- y para  que sepas bakadera… hahi, doctor Verde – y Gokudera agradeció de que la chica fuera una entrometida. La castaña callo en seco al ver al imponente y siniestro hombre, algo nerviosa vio como señalaba el estantes de las medicinas, captando rápidamente se apresuró a cerrarlo con llaves.

- eso les pasa a las mujeres estúpidas – termino por decir el oji verde, saliendo de escena antes de que a la mujer se le ocurriera contestarle, era peligroso quedarse allí a esperar a que el tipo se le ocurriera chantajearlo, y aun que lo acusara con la enfermera, prefirió huir a tener que lidiar con un problema más… dios como quería sus cigarrillos.

Escucho a la chica quejarse como lora mientras contaba las pastillas y sedantes y cerraba el estante de vidrio con mucho recelo, aun quejándose del susodicho joven. Verde en ningún momento despego su vista de la espalda del chico sino hasta que se perdió por los pasillos, sonrió macabramente…

- hahi, falta una caja… ¿habré contado mal? – el descuidado comentario le dio la afirmación que necesitaba Verde.

La ironía lleno la mente del doctor, ya que el chico perfecto para él y su división tenía un serio problema, ya su experiencia en el área de medicina no valía de nada, ni tampoco sus buenas referencias, aunque para el doctor era otro reto interesante que le encantaría enfrentar, poner un dañino y grave problema y voltearlo a una ventaja ya que era un chico con fármaco adicción.

 

-.-                                                                                                                             -.-

 

Tsuna estaba feliz ese día, y era porque podía recuperar la nota si cuidaba a los niños pero esta vez no lo haría solo, mucho de los que ahora los trataban mal estaban con él. A su lado estaba la chica más dulce de todas, Kyoko, también estaba Yamamoto, pero el parecía más entretenido correteando con los niños que otra cosa, todos parecían maravillado con su trato amable y cortes, oportunidad que aprovecharía el castaño para acercarse a la pelicorto…

- ¿quieres? – sintió el frio por su mejilla y se sonrojo tanto por la cercanía de la chica como por que ella haya sido la de la iniciativa. Este asintió con una nerviosa sonrisa. Definitivamente ese era su día de buena suerte. – Yamamoto-kun es bastante enérgico, pero incluso a Lambo le agrada –

Lambo estaba lejos de ser el peor en su condición, sencillamente daba mucho de qué hablar con sus múltiples travesuras, pero sin saberlo estaba hablando del pequeño terremoto con piyama de vaca con Kyoko sin parar un segundo, nunca se dio cuenta cuanto sabia del pequeño, sino hasta que Kyoko se lo insinuó.

- te volviste muy cercano a Lambo-kun, que lindo – le sonrió amablemente, y el palideció, pues no estaba seguro si cercanía era la palabra correcta – yo ni siquiera he podido acercarme tanto a Ipin-chan, es muy callada – se sentía inútil, pues no podía congeniar con la niña – hay días que parece estar dispuesta a hablar y luego parece que pasa algo que la hace retroceder –

- ¿retroceder? – pregunta curioso.

- sí, se retrae aún más que el día anterior y luego tengo que esperar a que no se sienta tan mal ni rechace la comida –

Tsuna trago en seco, en realidad él no le había puesto tanta atención al niño, pues solo pensaba que era su niñera a tiempo completo, nunca pensó que tendría que tener tanto cuidado y detenimiento con los pacientes, hasta incluso creía que sus reportes del paciente eran irrisorios, siempre comentando y quejándose en el papel como si fuera un diario ridículamente largo. Sus castaños ojos se posaron en el más escandaloso de los niños, que ordenaba ser el soberano de todos, algunos le obedecían, sin siquiera protestar otros se iban. Sonrió, no entendía como un niño tan enérgico como Lambo podía estar allí era muy normal para ese lugar.

Pero la felicidad y la tranquilidad para Tsuna terminaría allí, de repente y como si fuera un mal presentimiento vio como los gritos del niño vaca pararon, comenzó a verse más pálido y sus pupilas iban de un lado a otro, como buscando algo. Tsuna lo vio extraño.

- ¿Lambo? –lo llamo desde su posición. Y como si fuera un detonante el pequeño comenzó a gritar histérico. El jardín estaba lleno de piedras, hierbas y matas, el pequeño comenzó a lanzar lo que le pareció más pesado y a los demás allí, sin importar que fueran mayores o menores. Estaba teniendo una crisis nerviosa…

Todos fueron a detener a Lambo, y otros a separar a los niños que estaban comenzando a alterarse. Para cuando Tsuna estaba con él ya era demasiado tarde no se dejaba agarra y mordía si era necesario, la impresión en el castaño fue grande pues nunca había visto al niño así.

- sujétenlo bien – grito una mujer mientras preparaba una solución y la inyectadora, había momentos en que lidiar con los pacientes era tan difícil que no habría otra salida que dormirlos.

- no esperen, le hacen daño – trataba de razonar.

- Tsuna… Tsuna el celular es malo, muy malo – el niño reacciono a la voz del joven, como si fuera el único que podía salvarlo de su paranoia. Como si algo lo estuviera atacando, algo que estaba seguro que los demás no veían pero el sí.

- ¿celular? Como que un celular – pregunto bastante confundido.

- tú le atiendes y no sabes siquiera que tiene, sí que eres dame-Tsuna – le regañaba una chica alta. Era Hana, la reconoció, era una de esas personas que pensaban que era un inútil. – Lambo tiene paranoia con cosas eléctricas, especialmente celulares, dios pero que inútil –

- ¡Hana! – regaño Kyoko a la mayor.

- apáguenlo, suena muy fuerte, apáguenlo – pese a que se sentía mal por haberse saltado ese importante detalle, se sentía peor porque por su culpa ahora tenían que amordazar al niño para que la aguja no le lastimara. Tratando de comprender por qué su actitud se detonaba tan mal, trato de poner más atención, algo que los demás pudieran pasar por alto.

Y allí estaba un ligero y poco audible tono celular, era simple y se repetía una y otra vez, comenzando a poner nervioso también al castaño. Miro tratando de detectar el origen del sonido por sobre el bullicio que había causado la crisis, el jardín era extenso y se hacía cada vez más importante encontrar la razón, tal vez así dejaran tranquilos a Lambo.

- Tsuna, ven a ayudar – le dice Yamamoto desde la distancia, pero no le presta mucha atención. Porque había encontrado la razón de los problemas, tras unos matorrales, con un teléfono celular muy viejo entre sus pequeñas manos, apenas distingue una cabellera verde muy lacia bajo un enorme sombrero de lo que parecía una rana de ojos saltones de tono morado.

- hey tu – llama de forma fuerte y torpe cuando el travieso se dio cuenta que se acercaba muy sigilosamente a él. Como corrió Tsuna no vio otra salida más lógica que seguirle, atraparía al niño…

- ese estúpido huyo –

- no solo inútil, si no también perezoso – se escuchaba la queja.

Yamamoto no le importo y fue tras su amigo, sorprendiendo que saliera disparado. Tsuna estaba seguro que si no lo atrapaba Lambo seguiría sufriendo y aun que era un dolor de cabeza no quería que el niño lloraba, además que se sentía responsable por no saber ni siquiera cual era la razón por la que se encontraba internado. El niño que salio a la carrera bastante rápido era más grande que lambo unos siete y ocho años le calculaba Tsuna, el menor asegurándose que no lo siguieran miro hacia atrás, el mayor observo sus ojos verdes, de forma neutral, sin malicia como menso que sería por hacer una travesura, se distrajo cuando este paso una esquina, como no quería perderlo acelero, haciendo que chocara de forma estrepitosa con una persona que iba en sentido contrario.

-¡ve por donde caminas! Tu… ¿decimo? – Gokudera termino de despotricar y ayudo al castaño a levantarse – lo lamento – comenzó a disculparse, una vez parado hizo varias inclinaciones, de forma que se vio demasiado arrepentido.

- yo Tsuna, cuando quieres corres rápido… ¿Qué te paso? – Yamamoto lo había alcanzado un poco después.

- esto es tu culpa por molestar al décimo – comenzó a pelear el solo.

- no esperen, había un niño con un celular, de seguro fue quien asusto a lambo, lo seguía a él – Tsuna señalo al pasillo recto, pero no había nadie, de hecho estaba muy solo, aun que trato de aclarar las cosas, termino por confundirlos más.

- yo no vi que perseguías a nadie – comento distraído el más alto.

- ¿insinúas que el décimo miente? – amenazo de mala manera el oji verde. Yamamoto solo negaba con una sonrisa de paz, cosa que hizo molestar más al peli plata.

- ¿Gokudera también lo viste? – pregunto ilusionado, pues el chico de seguro estaría de su lado. – de seguro lo viste escapar –

Gokudera parpadeo varias veces, repasando lo dicho, ya que por más que le gustaría darle la razón al castaño, mentirle seria mil veces peor que no dársela.

- decimo, al pasillo por donde venía estaba vacío, hasta que me choque con usted – aseguro muy serio.

 

Continuara…   

Notas finales:

si les gusto comenten, si no comenten, si les parecio normal, comenten tambien XD... espero poder poner los capitulos sin tanto retraso uno por semana de cada fic, entonces para la semana que viene no habra de este, pero no se preocupen. que habra de mis otros fics XD hasta luego y chaosu


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