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Claro de Luna por nyu-nichan

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Notas del fanfic:

Hola! Ustedes dirán que haber qué día dejo de publicar historias y me pongo a actulizar las que tengo pendientes. Pero resulta que justo hoy me ha entrado una grata curiosidad por los vampiros y he decidio hacer un Fic sobre esta temática. Nunca lo he echo y suena prometedor jojo. No es con ánimos ni lucros de ofender a las autoras que publican historias con estos temas, pero quiero hacer una historia diferente, nueva, apantallante. Donde Sasuke no sea un pervertido chupasangre que trate a Naruto de la peor manera, y éste no sea una damicela en apuros. Quiero demostrar la valentía de Naruto y que Sasuke también puede ser un caballero.

Notas del capitulo:

Hola! Antes que nada, si has leido alguna de mis historias y estás a punto de leer ésta, quiero decir que actualizaré las otras tres (Algo como el destino, Almas perdidas y recientemente El cielo en tu mirada) porque ya estoy de vacaciones, libre de escuela, de estrés y puedo dedicarme a actualizar mis historias aunque se me quemen los sesos. Así que esperen las actualizaciones ;) Muchas gracias por leer y espero sea de su agrado esta breve introducción. El fic no contará con muchos capítulos, pero espero que les gusten.

 

 

 

 

 

 

-Se rumora que por las noches ellos caminan entre las solitarias calles. Que en esa mansión llena de rosas negras se escuchan gritos de dolor cada noche… y que si caminas por ese sendero que va hacia la colina nunca podrás volver. ¿Será cierto? –

 

- Mentira – murmuró por última vez – Eres un paranoico Kiba, los vampiros no existen. Además, ¿Qué no se dice que los supuestos vampiros no pueden andar de día? Y ellos visitan el pueblo cada semana –

 

-Pero recuerda que ellos son pálidos, visten de negro y siempre son callados y fríos – tomó el tarro de cerveza y se lo llevó nuevamente a los labios, antes de proseguir – además, no se les conoce ninguna pareja hasta el momento. –

 

-¿Y eso qué?  - fastidiado imitó el gesto de su amigo, saboreando la cerveza en el paladar, para después limpiarse las comisuras de los labios con el antebrazo – puede que a ellos no les interese envolverse con alguna mujer del pueblo y ya. Y el que sean fríos y vistan de negro no quiere decir que beban sangre o practiquen alguna clase de brujería. –

 

- Comienzo a creer que te han lavado el cerebro. ¿Seguro que jamás has conversado con esos hermanos? – con una mano le frotó la frente en clara señal de preocupación.

 

-¡Baah! Son tonterías que la gente se inventa cuando tiene esos momento de ocio. No llevan mucho tiempo viviendo aquí y ya se les está acusando de ser seres inmortales y no sé qué tantas cosas más. Deberían hacer algo de provecho. –

 

-Vamos Naruto. No me digas que escuchar estas historias y chismorreos no es interesante – comentó con una sonrisa ladeada mirándole divertido.

 

-Ciertamente no. Estamos aquí para beber y charlar un rato; para dejar la rutina atrás. Y tú con lo único que sales es con vampiros. He escuchado tus mismas palabras en boca de otras personas y a ninguna le he creído. Y no hace falta hacerlo: Los vampiros no existen ‘ttebayo! – Naruto, enojado, bebió el último trago de cerveza antes de levantarse, y dejando el dinero de lo que había consumido esa noche, salió malhumorado de la taberna.

 

Diablos, ni si quiera una buena noche había podido tener. Fin de semana y con lo único que le atosigaban era con esas blasfemias inventadas.

 

Hubo un punto, en que llegó a dudar sobre la entereza de los hermanos “vampiros”. Hace tres años, cuando ellos llegaron a Konoha, él pensaba que eran seres subnormales. ¿Por qué? Pues por el simple hecho de que nadie del pueblo había mantenido una conversación  con ellos por más de cinco minutos y jamás los había visto pasear de día. Las mujeres los admiraban por su gran porte y buen físico, que novedad.

 

Pero ahora todo era distinto. Durante su estadía allí, jamás se supieron de muertes, o apariciones de gente muerta sin sangre en las venas. ¿Eso no era suficiente hecho? Si fuesen vampiros – cosa que no eran – al menos una persona del pueblo ya habría desaparecido. Pero no había ocurrido nada.

 

Según su abuelo, los vampiros eran seres que no podían andar a la luz del día, que se alimentaban de animales en el bosque y de personas; que cometían bajezas y abusaban de doncellas. Y eso, en su memoria, no había pasado nunca.

 

Nada de esas mentiras las creía. Y nada lo haría cambiar de opinión.

 

Llegó a su choza ubicada en la avenida principal del pueblo y cerró con candado. Hacia un frio descomunal a pesar de estar a mediados de Junio. ¿Qué no eran tiempos de calor? Aunque bueno, en Konoha poco se podía hablar del calor.

 

Un pueblo sencillo, sin muchos habitantes, sin niños correr por las calles. Las mañanas eran frías y sin sol, las tardes estaban adornadas con nubarrones y las noches con heladas. Los campesinos trabajaban hasta tarde en los sembradíos, los niños iban a la escuela por las mañanas y después de las 4:00 de la tarde no salían de sus casas; por otro lado, las mujeres eran costureras y hacían deberes en casas ajenas.

 

Con los ánimos por los suelos, y ya siendo algo tarde para estar despierto, Naruto se encaminó a su alcoba. El trabajo era verdaderamente agotador durante la semana, pues entraba muy temprano y su horario de salida rayaba lo descomunal. Era una explotación, pero a nadie le importaba; porque después de todo era el único trabajo que existía en los alrededores y pueblos vecinos. ¿Quién, sino era él, le daría de comer? Era mejor ser explotado, pero llevarse un pan a la boca.

 

Acostado ya en su pequeña cama, Naruto supo que en sus planes no estaba casarse. Simple monotonía y el confort de su propia vida soltera, lo habían llevado a permanecer arraigado de las relaciones amorosas por un tiempo. Es cierto que en el pasado habíase gustado de una bella mujer, de incondicionales virtudes que mostrar a todos, pero se había marchado prontamente del pueblo. Se había derrumbado ante la breve noticia, y aunque había algunas chicas del pueblo que no le eran indiferentes, prefería seguir así un tiempo más.

 

Además, a sus cortos 21 años, se podía permitir disfrutar la vida que llevaba. Claro, si a vida se le podía llamar trabajar 15 horas seguidas cada día y sin descanso. Y el problema no era eso, porque prefería mil veces el trabajar tantas horas seguidas a quedarse en casa sábados y Domingos. Porque su casa estaba sola, porque vivía con su soledad y nadie más. Porque no había quien le diera un beso en la frente cuando durmiera, o quien preparara su almuerzo, o quien le diera la bienvenida después del trabajo. No había nada.

 

Siempre, en su infancia, pensó y soñó que así seria su vida. Llegar del trabajo cansado, pero feliz al saber que alguien lo recibiría. Y acompañado de sus padres cenar y reír, contándose anécdotas inventadas y otras ciertas. Porque no había nada más doloroso que jamás haber cumplido sus sueños. Sus padres, fallecidos hace 15 años, siempre le dieron todas esas esperanzas y sembraron en él aquellas ilusiones de crecer en un seno familiar cálido y feliz. Porque ellos eran unidos. Eran felices.

 

Pero un día se los arrebató la vida, porque todas las personas somos prestadas por la naturaleza. Porque en el día menos pensado te vas, dejando proyectos, dejando amigos, familia… y nada de eso interesa cuando mueres. Porque ni si quiera tú lo sabes. Ni si quiera sientes la muerte. Solo es la ausencia de la mente.

 

Sucumbieron ante él aquellos recuerdos que le eran gratos y atormentadores. Y cuando menos lo sintió, Naruto viajó al lugar de los sueños… y las pesadillas.

 

 

 

 

 

 

 

 

-¿Alguna vez me llevarás al bosque contigo, papi? – pequeño e inocente, Naruto estaba montado sobre los hombros de su figura paterna. De su ejemplo a seguir.

 

-Cuando crezcas Naru. Ahora tienes que concentrarte en la escuela y sacar buenas notas – le palmeó las piernas y siguió caminando por las calles del pueblo.

 

-Pero yo quiero ir contigo a cazar liebres, como lo haces cada fin de semana con tus amigos – un puchero se formó en sus labios y sus mejillas se inflaron.

 

-Mi pequeño Naruto. Hijo mío, lo harás con tus amigos cuando seas adulto. No desesperes ahora con esas cosas. –

 

-Pero –

 

-Si quieres – le interrumpió la rabieta – puedo cazar un lindo conejo blanco para ti –

 

-¿enserio? – sus ojos brillaron emocionados y se abrazó firmemente a los cabellos dorados de Minato. – Entonces te perdono el hecho de que no pueda ir contigo.

 

La sonora carcajada que brotó de los labios del mayor lo hizo sentir la calidez de tener un padre. Un padre y un excelente profesor y amigo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Súbitamente se sentó en la cama donde descansaba al escuchar un ruido proveniente de afuera. Prendió con cautela una vela y la habitación a penas y logró iluminarse un poco. Entrecerró los ojos buscando algún objeto que hubiese podido caerse y ocasionar el golpe, pero no había nada. La ventisca azotó el vidrio de la venta contra la pared y él suspiro aliviado. Así que había sido eso.

 

Descalzo se levantó a paso adormilado dejando la vela en un pequeño mueble y cerró la ventana aplicando un poco de fuerza. Estaba atracada. Su mente se volvió confusa ¿Pero cuando…? ¡Ah, sí! Casi había olvidado que antes de salir de casa por la mañana la había abierto para que entrara el fresco. Ahora sí, sin nada que lo molestara volvió a recostarse, pero no apagó la vela esta vez. Había algo en su interior que le hizo temer. ¿Pero qué diablos era? Estaba ya grande para andarse con cosas de niños. Solo había sido la ventana, pero ahora ya estaba cerrada y nada pasaba.

 

Por otra parte, había un hecho más importante que el sonido del viento, y era su sueño. ¿Por qué justamente ese día había tenido que soñar con su padre? ¿Con su linda infancia? Ahora se sentía más solo y miserable que nunca. Hacia tanto tiempo que ese tipo de recuerdos no acudían a él en su subconsciente.

 

Con un levantamiento de hombros y una mirada despreocupada se dijo mentalmente que nada pasaba, que era un simple sueño y quería volver a dormir. Pero inevitablemente, al cerrar los ojos y perdiéndose nuevamente en el mundo de los sueños, la vela que estaba a su costado se apagó. Abrió los ojos y la miró por largo rato, pero no quiso volver a encenderla.

 

Mirando hacia el techo, se reprendió a sí mismo al saber que gracias a su inevitable miedo, ahora no podría dormir. Con un suspiro hondo, se puso a contar hasta diez, pero ni el sueño acudía, ni el temor se iba. Justo iba a levantarse de su cama e ir por un vaso de leche de cabra que le habían regalado en la mañana cuando se quedó estático y no pudo moverse.

 

Sus ojos se abrieron de la impresión y con temor miró como la oscuridad parecía más y más grande cada vez, avecinándose en su contra. Sus pies y manos no respondían y ni si quiera tenia la fuerza para estirarse y alcanzar la vela para encenderla. Estaba paralizado.

 

Una corriente eléctrica atravesó su columna de principio a fin cuando una suave pero firme melodía se escuchó en la distancia. A movimiento de piano y acompañado por el silencio brutal, las notas calaban a fuego vivo en su corazón. Tristemente tocada, sin ninguna palabra, sin ningún sonido más. Sintió que su corazón latía a mil por hora cuando los relinchidos y galopeos de un caballo se escucharon por la avenida donde él vivía. Se dijo que nada malo pasaba, algún jinete de seguridad estría rondando por las calles, supuso.

 

Poco a poco todo sonido se fue apagando, pero la presencia de la melodía seguía presente. No la escuchaba sonoramente, pero si como un suave murmullo, como un viento que mece los arboles. Su cuerpo se relajó notablemente, hasta el punto de adormilarse nuevamente. Cerró los ojos ya sin ese miedo instalado en su ser y sin moverse, la canción lo acunó entre sus estrofas.

 

El viento le mecía suavemente los cabellos dorados y…

 

Sus ojos azules se volvieron a abrir paso entre la oscuridad. ¿Viento? ¡Pero si la ventana estaba cerrada!. Su mirada viajo hacia el lugar y pudo darse cuenta de que la luna llena resplandecía hermosa entre las nubes, completamente blanca y sin una pizca de imperfección. Asomándose entre la vereda de los árboles, ensayando el fúnebre aliento de los ríos y acunando entre sus asombros aquella canción que aún sonaba. Y pudo distinguir entre tanta oscuridad junta, que justamente debajo de la luna estaba ese castillo.

 

Una construcción de hacía siglos en la colina más alta del pueblo, donde nadie se atrevía a ir por decirse embrujada. Aquel lugar tan sombrío y catastrófico que nadie quería ver, y sin embargo, había sido de gusto primero de los hermanos “vampiro”.

 

 

 

Itachi Uchiha y Sasuke Uchiha.

 

 

 

Ambos herederos de una gran fortuna, según había escuchado en el pueblo, y desterrados de su hogar de origen había ido a parar a ese pequeño pueblo de gente inculta y bárbara.

 

Él jamás había llegado hasta ese castillo, pero estaba seguro que el camino era de todo menos lindo. A simple vista se veía como el sendero no estaba marcado y los árboles cortaban todo tipo de camino decente. ¿Cómo es que aquellos hermanos no se perdían en el bosque cuando iban de visita al centro del pueblo? Eran extraños.

 

La cortina transparente se onduló en suaves movimientos y Naruto palideció. La ventana estaba abierta nuevamente. Se dijo loco y en su mente divagó aquella inusual idea de que alguien la hubiese abierto. Pero desde afuera era imposible de abrir y él estaba solo en su alcoba ¿No? Una sonrisa nerviosa se posó en sus labios ¿Había sido un sueño y jamás había cerrado la ventana? Esa era una posibilidad más coherente que la otra. Para corroborar los hechos, encogió su cuerpo y estiró las manos hasta que se tocó los pies con ellas. Era imposible que hubiera sido un sueño porque sus pies aun permanecían fríos por haber tocado el suelo y con tan bajas temperaturas. ¿Qué había sido entonces? ¿Algo tenía que ver el caballo que había escuchado hace unos minutos? ¡No, no! Esas eran boberías de niños. Al igual que las mentiras que creía el pueblo. ¿Vampiros en Konoha? ¡Y un cuerno!

 

Dejando de lado el tema de la ventana, se dispuso a dormir, pero nuevamente su cuerpo no obedecía, y por segunda vez sintió ese escalofrió calarle hasta los huesos. El viento se detuvo y la cortina volvió a caer cubriendo la ventana.

 

Poco a poco la melodía que lo había acompañado fue desvaneciéndose en el aire, con el susurro de los árboles y el ulular de los búhos. Hasta que ya no escuchó más. Ni un sonido, ni una clara señal de vida más que la suya. Nuevamente su casa volvió a quedar en silencio. Solo podía escuchar los fuertes latidos desbocados de su corazón. Y cerró los ojos con fuerza. ¿Por qué este tipo de cosas solo le pasaban a él? Su garganta se secó y la saliva ya no pareció querer seguir circulando.

 

-No hay noche más larga que la que nunca termina, Naruto – un suave murmuro cerca de su oído fue lo que sintió. El viento frio azotó su cara, pero esta vez ya no provenía de afuera, sino de su propia alcoba. Con terror sus ojos azules ahora opacos y presas del terror, se movieron hacia un pequeño reloj que tenía y su corazón se detuvo unos instantes. Si, sería una larga penumbra para Uzumaki Naruto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La medianoche se anunciaba. 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Espero que haya sido de su agrado y puedan y gusten dejarme un Rw'! Gracias y nos leeremos pronto ya sea en esta historia o en otra ;)

 

Sayoo~


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