Una vez más la tormenta azotaba la ciudad de Konoha, nuevamente las calles anchas estaban llenas de agua, los automóviles salpicaban a las personas que pasaban por el lugar, el cielo se veía totalmente gris, los locales estaban cerrados, las personas corrían desesperadas por las calles y él, él solo los miraba pasar, sin importarle que su propia ropa estaba más mojada que todos, sin importarle que sus ojos estuvieran tan rojos de puro llanto, sus pasos ya no eran firmes, sus manos estaban aferradas a su pantalón, apretándolo fuerte, con rabia.
Sintió unos brazos rodeando su cuerpo, sin embargo no paró ni un instante de llorar, el chico de cabellos negros cubrió al menor con el paraguas que llevaba, al parecer las gotas que se colaban por debajo de este mojaban su azabache cabello, manteniéndolo húmedo, más no mojado, sus ojos los mantenía cerrados, puesto que con su abrazo apoyo su cuerpo al de su amigo…
—Naruto, hace mucho frio y tu enfermarás si seguimos aquí, vamos te llevaré a casa— Le susurró cerca del oído para que pudiera escucharlo, puesto que debido a las torrentes gotas no se escuchaban más que los autos pasar y claro, el agua caer.
—Sí…— Susurró abrazándose a su azabache compañero sin querer soltarlo, el azabache le sonrió débilmente abriendo las puertas de automóvil negro, luego de depositar al rubio de ojos azules en el asiento del copiloto el mismo se subió al auto y arropo al rubio con el abrigo que aún llevaba sobre su atlético cuerpo, lo único que quería en ese instante era el que dejara de tiritar y sonriera un poco.
—No puedo… Sigue en mi mente… Su olor… Sus sonrisas… Sus ojos amenazantes… Su mirada tan profunda… Sai, Sai… ¡¡Quiero morir con ella!! — Lloraba desconsolado el rubio, alterándose de sobremanera apresando su rostro entre ambas manos y dejando escapar quejidos lastimeros de sus labios, el moreno de ojos negros no sabía qué hacer para que su acompañante rubio dejará de llorar de esa forma, de alguna manera eso lo hacía sentir miserable…
El tiempo que duró el llegar hasta la mansión Uzumaki fue apenas media hora, quizá un poco menos, pero eso no importo mucho, la lluvia arremetía contra todo, mojando a cada ser viviente de la ciudad de Konoha, el rubio había quedado dormido después de llorar tanto, Sai, el azabache lo tomo entre sus brazos con ayuda de su mayordomo, lo llevo a la mansión, todos estaban preocupados puesto que el rubio había salido desde hace horas.
—¡¡Sai!!- —Una chica de ojos verdes y tez blanca se levantó de su cómodo sofá para mirar al pálido rubio que estaba en los brazos del antes mencionado. — ¿Q-qué pasó? ¿Está bien? —su rostro mostraba desconcierto, estaba asustada y preocupada. — ¿Quieres que llame a Tsunade? — Estaba a punto de correr por la matriarca de la familia cuando Sai la detuvo.
—Está bien, solo cansado…— Susurra recostando a Naruto en el sofá más largo de la elegante sale, la casa, es decir, la mansión Uzumaki era enorme, con rosas en el jardín, paredes blancas y grandes, habitaciones demasiado espaciosas, pasillos largos.
—Ah… Ya han pasado un par de meses Sai… Naruto no se puede recuperar… La extraña más que a todo…— Susurra la chica de ojos verdes, esta es la mejor amiga de Naruto desde la infancia, miraba las marquitas en sus mejillas, desde el accidente con Hinata las había adquirido, hace dos meses atrás, parecía que quedarían de por vida, además a su parecer, le hacían ver muy tierno.
—Sakura, esto es muy difícil para él, pero se repondrá es muy fuerte- Susurra con una media sonrisa el azabache —Lo llevaré a su habitación, debe cambiarse- Y sin más se lo lleva, para él mismo cambiarlo de ropa.
Mientras la arremetedora lluvia azotaba a la ciudad, el corazón de un chico de cabellos rojizos estaba en calma, miraba la lluvia correr por el vidrio de la enorme ventana de su apartamento, soltó un suspiro y una sonrisa de dibujó en su rostro.
— “Por fin pude salir de casa y venirme aquí con Sasuke…”-—El nombre de este chico de cabellos de fuego, es Gaara, Gaara no Sabaku.
—Gaara, este lugar es hermoso y la lluvia es única— Le hablo un chico de cabellos azabaches mirándolo con completa ternura. Algo demasiado extraño en él, puesto que siempre era indiferente con todos, siempre excepto con Gaara… ¿La razón? Lo amaba con locura.
—Pues, yo elegí el lugar ¿Esperabas algo malo? — Sonrió con aires de grandeza.
—Pues, no, la verdad no esperaba nada mal— Suspiró, yendo a darse un baño.
—Sasuke, quiero ver a un amigo… ¿Sabes dónde viven los Uzumaki? — Le corta el camino Gaara cuando el moreno estaba a nada de entrar al baño.
—Sí, está a dos cuadras de aquí ¿Quieres que te lleve? — Lo mira sin muchas emociones; aunque por dentro su corazón quería salir de su pecho e instalarse con el de Gaara.
—Esperaré a que estés listo y nos vamos—Murmura Gaara yendo al sofá y encendiendo el televisor.
Así era todo, eran los mejores amigos. Claro, Sasuke lo amaba más que a su propia vida. No hablaban mucho, puesto que las palabras entre ellos no necesarias, las miradas hacían todo el trabajo. Vidas perfectas, llenas de dinero; con bastantes lujos.
Sasuke terminó de ducharse, al instante salió para vestirse, vestía de una forma muy casual que igual lo hacía ver elegante; claro que debía verse así, el hijo del duque Uchiha debía vestir de una forma correcta estuviese donde estuviese.
—Gaara, estoy listo— Le comunicó el Uchiha mirándolo desde el marco de la puerta, mientras menos tiempo perdieran era mejor, supuso.
—¡¡Que te vayas te digo!!— Un rubio de ojos azules estaba lanzando todo lo que encontraba a su primo, sin importarle que este último saliera lastimado.
—Naruto, espera, detente ¡¡Naruto!!— Sai, trataba de calmarlo, había tenido una crisis nerviosa y atacó al primero que pudo, Sai.
—Déjame… Sai, suéltame… Aléjate…— El rubio comenzó a llorar lastimosamente cayendo de rodillas al suelo, Sai lo abrazó lo más fuerte que pudo, lo acunó en sus brazos, besando sus dorados cabellos.
—Tranquilo mi pequeño… Cálmate— No soportaba verlo en ese deplorable estado, la habitación estaba destrozada, los cristales de las ventanas rotos, el espejo hecho trizas, cosas en el suelo. Sai logró calmarlo y lo llevo a la sala, en donde lo abrazó e hizo dormir en sus brazos. Naruto tenía su cabeza en las piernas de Sai y este último lo acariciaba con cariño, quizás amor.
—Ah, Sai… No pensé que interrumpíamos— Una mata de cabellos rojizos se asomaba por el umbral de la puerta.
—Gaara, bienvenidos- Saludó a ambos hombres que venían entrando —Perdonen que los reciba de esta forma— Los mira con una sonrisa y toma a Naruto en sus brazos —Tomen asiento, enseguida regresaré— Y sin más se fue. Gaara y Sasuke miraban con curiosidad las acciones que tenía Sai para con ese rubio ¿Quién era? ¿Por qué Sai lo trataba tan bien? No es que les importara, pero era curioso.
—Copia barata, pensé que no te volvería a encontrar— Mencionó Sasuke mirando a Sai quien entraba a la sala.
—Los milagros existen Uchiha— Sonríe mirándolos con curiosidad.
—Gaara quería saludarte, es todo— Respondió Sasuke a la mirada extraña de Sai.
Así pasó la tarde en la mansión Uzumaki, con una charla entre viejos amigos, amores platónicos y un rubio que asustó a Sai, claro falsa alarma, puesto que solo era una de tantas pesadillas que lo azotaban desde hace ya un par de meses, desde la partida de… Hinata.
En una ciudad muy cercana una chica de tez blanca estaba abrazada a una chamarra de color naranja, llorando y suplicándole que le perdonara, pero eso era necesario.