Capítulo VII: Sorpresas.
Suspiró hondo antes de colgar el auricular, hace días que no recibía llamadas de Deidara de verdad que estaba preocupado, tenía que darle una noticia realmente buena; al menos lo era para él. Sonreía muy feliz, era muy hermosa esa noticia, Deidara debía saberla antes que todos los demás, pero… ¿Dónde estaba? ¿Dónde se había metido ese ángel rubio? ¿Dónde estaba ese Uzumaki?
—Sasori-san…— Un chico rubio lo miraba con curiosidad, era extraño ver a su futuro cuñado por la mañana, lo más normal era que Deidara lo llevase a la casa.
—Naruto… ¿Dónde está Deidara?— Susurró mirándolo con calma.
—Pasa, ven, estoy solo, podemos hablar tranquilos— Le sonrió e invitó a pasar.
La sala estaba recién acomodada, las flores recién cortadas, Naruto estaba solo por varios motivos, sus familiares debían ir a la empresa para arreglar asuntos, los empleados estaban de compras y algunos otros estaban arreglando el jardín, Naruto se encargaba de arreglar las rosas. Olían muy bien, perfume natural y Sasori divagando.
—Siéntate, Sasori-san— Sasori obedeció al instante, y sonrió, una sonrisa cargada de muchas emociones.
—Naruto… Deidara será padre— Soltó sin más. Naruto se quedó con la boca abierta, sin habla.
—Pero… ¿Cómo?— No sabía cómo formular una buena pregunta, no sabía cómo reaccionar ante esa noticia
Sasori estaba con el rostro rojo, no sentía vergüenza al hablar sobre su estado con el pequeño Uzumaki, estaba feliz de decirle eso; siempre lo estaría. Pero no entendía porque Naruto tenía el rostro desencajado mirando hacía la entrada, su rostro se movió por inercia hacia donde miraba el rubio menor, su sonrisa desapareció al instante. Eso no podía estar pasando ¿No? Deidara estaba abrazado al hijo mayor de los Uchiha, sonreía muy feliz, la sonrisa de Deidara desapareció el mirar a Sasori con una lágrima rodando por su mejilla.
—Sasori…— Susurró Deidara soltando de golpe a Itachi —Creo que ya los había presentado, él es mi mejor amigo, Itachi— Le miraba nervioso, temía que se hubiese dado cuenta de algo más.
—Yo…— Su voz se cortó e Itachi se sintió el ser más miserable de todo el universo. —Solo venía a saludarte…— Forzó una sonrisa, en ese momento Sai apareció y supuso lo peor.
—Eeeh… Sasori ¿te quedas a comer con nosotros?— Le sonrió Naruto, una sonrisa sincera a lo cual Sasori asintió nervioso.
—Te extrañe mucho, Dei-chan…— Sasori se acercó a abrazar a Deidara, quería quitarse la imagen de Itachi abrazando a su novio. Itachi los miraba con los celos a flor de piel, Deidara lo abrazó lo más fuerte que pudo, odiaba lastimarlo, peor más odiaba mentirse a sí mismo.
— ¿Vamos afuera?— Le miró Deidara con una de sus más radiantes sonrisas.
—Sí— Dijo eufórico y extremadamente feliz.
Ambos salieron con paso lento a la puerta que los conduciría al jardín, el fresco viento golpeo suavemente sus rostros, el chico de cabellos rojos lo miró con una radiante sonrisa, de esas que solo le regalaba a él.
—Tienes algo que decirme, ¿verdad?— Le miró con la incógnita en el rostro, Sasori dio un suspiro y miró las rosas de distintos colores que había en el jardín, eran preciosas, demasiado para siquiera el mirarlas, no le importaba nada más que Deidara.
Sai miraba a Naruto con el rostro desencajado, eso era prácticamente imposible, bien era cierto que sí había chicos que podían concebir, pero esos eran uno en… ¿dos millones? ¿Por qué Sasori? ¿Por qué…? Bufó después de mirar hacia afuera y mirar a Deidara, desde un principio sabía que Deidara no amaba a Sasori, pero el rubio nunca como siempre hacia caso. ¿Qué pasaría ahora? Él y Naruto estaban en una de las enormes ventanas de la mansión, charlando, Naruto solo se había acercado a él para contarle eso. Su estilo no era divulgar las cosas, pero Sai era más que un amigo para él. A pesar de todo, Sai siempre lo escuchaba.
—Naru… Deidara e Itachi…— Miraba con parsimonia al rubio.
—Deben romper, Sasori no merece ese trato por parte de mi hermano… Sé que Deidara será infeliz… Pero, debió pensar todo antes de… Acostarse con Sasori— Musitó, Sai se sorprendió ante tales palabras, a veces Naruto era muy maduro y otras cuantas… — ¡Eh! ¡Quiero helado Kakashi!— Era el niño de la casa…
Estaba recargado en su sillón de cuero negro, mirando el bote de galletas encima de la mesa, quería una pero eso implicaba: tener una batalla campal con la pequeña puerta que estaba antes de entrar a la cocina, caminar unos tres metros para llegar hasta las galletas y caminar lo más rápido antes de que Gaara saliese del baño y le ganase su lugar, suspiró hondo y siguió acostado. Ese frasco de galletas azul le recordaban a…
—Naruto…— Susurró desviando la mirada hacia el techo ¿Qué se creía ese rubio para colarse en sus pensamientos? ¿Con que derechos se creía?
—Con todos— Soltó un gritito al escuchar esa frase de la boca de Gaara ¿Estaba hablando en voz alta? —Con todos los libros que tengo y no encuentro nada— Se quejó el chico de cabellos rojos mirándolo con intriga al mirar como Sasuke había hecho un escándalo por solo eso.
— ¿Qué quieres saber?— Preguntó el menor de los Uchiha mirando a su amigo que golpeaba su pierna para poder el sentarse a su lado, a pesar de haber dos sofás más, el chico de cabellos rojos amaba sentarse al lado de Sasuke.
—Quiero hacerme un tatuaje aquí— Señaló al lado izquierdo de su frente.
—Ah— Le miró con indiferencia, a decir verdad Gaara… Gaara era masoquista y eso le molestaba, llorando por Sai, amándolo en silencio, debía dejar de amarlo. Sonrió a su pesar, él estaba en la misma situación. Sasuke se levantó del sofá y miró a Gaara.
—Sai nos invitó a comer, Sasuke—
—Correcto, iré a vestirme— Sasuke sin más se fue, no entendía el porqué, pero quería ver a Naruto una vez más.
— ¿Qué…?— Su voz se disipó en el aire.
— ¿No te alegra?— Susurró con la voz entrecortada.
—Claro que si amor, pero… Es… Extraño— Sonrió nervioso ¿Cómo pudo ser posible? Itachi debía saberlo, no podían hacer nada para estar juntos, lo mejor era que Konan aún no sabía nada.
—Sólo unos meses más y ya… Neji-kun— Lo miró mostrando una de sus más gráciles sonrisas que tenía. Solo dos meses más y podría abrazarle nuevamente, besarle… Sí, era cierto, le había extrañado como nunca antes.
—Sí— Le respondió con una sonrisa, a pesar de todo, le amaba y no podía negarle nada, le amaba más que a su propia vida y así sería por todos los años o quizá días que le quedaban, sí, solo eso, la amaba locamente.
Sasuke vistiéndose para la comida con los Uzumaki, sonriendo sin razón alguna, Gaara del mismo humor que su amigo, después de dos semanas vería a su amor, sí, el único hombre en su vida ¿No? Porque era a quien más quería por sobre todo y todos. Sasuke era solo su mejor amigo, su amante ocasional, pero nunca su amor, eso era el Uchiha más pequeño, su amigo y nada más, siempre.