La sensación después de los conciertos de Super Junior siempre ha sido una de las mejores que he experimentado nunca, desbancando incluso al sexo. Siempre pensé que el cariño de las fans, sus gritos desesperados en mitad del fanservice con los chicos y los lloros incontrolados de las miles de adolescentes que llenaban los estadios, eran mejor que cualquier orgasmo que nadie pudiera tener. Aún así, los chicos decían que me equivocaba, que me hacía falta una noche de sexo salvaje y desenfrenado. Solo entonces cambiaría de opinión.
A partir de ahí ,y con ganas de demostrarme que estaba equivocado, empezaron a organizarme miles de citas con chicas que iban desesperadas por acostarse conmigo, para luego salir en cualquier revista contando la experiencia. Eran guapas, altas y con cuerpos espectaculares; pero eso no era suficiente para mí. Me las presentaban, cenábamos y las llevaba de vuelta a casa; no sin antes darles un beso de buenas noches que las dejaba confundidas: no quería que pensaran que habían perdido el tiempo conmigo.
Recuerdo un día de San Valentín, en el que me organizaron una cita con una de las chicas de la compañía. Era nuestra estilista de confianza, la de siempre, la que veía cada mañana al entrar en las oficinas. Si hay algo que la caracteriza es la poca vergüenza que tiene: si piensa que hay algo que debe decirte lo soltará sin ningún problema, sea el tema que sea.
Quedamos en una cafetería del centro, llena de parejitas felices y empalagosas que no paraban de besarse ni un solo segundo. Mientras esperaba que llegara, empecé a preocuparme: ¿Y si la situación se vuelve tensa e incómoda? La vi llegar corriendo y con cara de pocos amigos; algo había ocurrido en el autobús y había hecho que se pusiera de malhumor. Entonces me di cuenta de que iba a ser una cita interesante…
- Dios, odio el transporte público… ¿Tú no?-
- No puedo subirme en un autobús. Soy un idol, ¿lo recuerdas? –
- Poder, puedes. Querer es otra cosa, señor idol… –
Empezamos a hablar de mil cosas que ahora no recuerdo, pero sé que fue una tarde increíble. Los chicos decidieron espiarnos durante toda nuestra “cita”, metidos en un rincón de la cafetería y disfrazados para pasar inadvertidos. Me sorprendió la cara de pocos amigos de Hyuk.
- Teukie, ¿los ves? – dijo ella señalando una esquina del establecimiento.
- Jajajajaja – dije riendo bajito – Son unos cotillas.-
- Cuando me propusieron esta cita contigo, me dijeron que estabas profundamente enamorado de mí - …- Es gracioso, se piensan que soy idiota-
- ¿Y por qué aceptaste? –
- Por qué a ti no te conviene una novia, te conviene alguien con quien hablar sobre tus sentimientos –
Nos levantamos y fuimos a dar un paseo. Sentí unas ganas terribles de saber más de ella: como llegó a ser nuestra estilista, donde vive, que hace en sus días libres… Pero a la vez tenía ganas de contarle más de mí, de lo que pasaba por mi cabeza y corazón. Era cierto que necesitaba alguien con quién hablar.
Pasamos por delante del cine; y como aquel encuentro se parecía a cualquier cosa menos a una cita, optamos por entrar a ver una película de terror.
Yo pensaba que iba a morirme de asco, no paraban de salir vísceras, corazones, pulmones y otras partes del cuerpo que daba gracias por mantener en mi sitio. En cambio, ella estaba disfrutando como nunca, se la veía entusiasmada:
- ¡Mira! ¿Has visto como le ha arrancado los ojos con una cucharilla? Buah, muy poco original…- dijo restándole importancia.
- ¿Poco original? -…- Recuérdame que si un día me da por asesinarte, lo haga de una manera creativa. Torturar con métodos tradicionales no es nada cool- dije remarcando la última palabra.
Más tarde fuimos a cenar. Al contrario de todas mis anteriores citas, ella era normal: comer en un sitio de comida rápida no suponía ningún problema para ella. Ni mantener el tipo ni comer sano estaba en su lista de prioridades en la vida: definitivamente, estaba siendo el mejor día de mi vida.
- Park JungSoo, debo decirte algo – dijo con una seriedad que asustaba.
Confieso que pensé que iba a decirme que estaba enamorada de mí, o que quería intentar algo conmigo; pero todas las ideas absurdas que podía tener desaparecieron en el momento en que empezó a reírse como una loca.
- ¡Tienes una cara de susto monumental! –
- Va… ¿Qué me tenias que decir? – dije molesto.
- Esto de las citas que te están preparando tus pequeños, te está afectando más de lo tú podías esperar, ¿no?- dijo mirándome fijamente a los ojos – Tú estás enamorado de alguien y crees que no es lo correcto; de manera que estos paripés te están sirviendo de excusa. Sé sincero contigo mismo de una vez, por Dios, que ya tenemos una edad.
Volvimos juntos a casa; ser de la misma compañía suponía vivir en el mismo bloque de pisos. Nos quedamos en la puerta, uno frente al otro, simulando la típica escena de enamorados que se dan su primer beso después de una cita maravillosa. Empezó a buscar con la mirada cualquier indicio de que nos estuvieran espiando.
- Buah, deben estar todos pasándolo muuuuuuy bien – dijo con cierta sorna – Sí, cariño, lo sé todo. –dijo poniendo una mano sobre mi hombro -Vivo en el piso de abajo y Ryewook, por no mencionar al resto, grita demasiado. Las paredes son extremadamente finas. –
Abrí la boca y los ojos de manera desmesurada: ¿Qué imagen tendrán los vecinos de nosotros?
Entré en casa, agotado por el paseo extrahipermega largo que habíamos dado: mi cuerpo no daba para más. Vi luz en el salón; demasiado raro que el día de San Valentín haya alguien sin plan y que ése no sea yo. Las luces estaban totalmente apagadas, tan solo estaba encendida la televisión con un especial de San Valentín.
- Oh, Teukie, has llegado – dijo Hyuk con una enorme sonrisa- ¿Qué tal ha ido? –
- Muy bien, es una chica encantadora-
- ¿Otra vez es sólo encantadora? Pues esta sí que parecía realmente necesitada – dijo ¿contento? - ¿Y que habéis hecho?-
- Hemos ido al cine y a cenar -…- ¿Y tú?-
- Me he quedado aquí, y después de cenar he ido a la cama. Pero cuando han venido todos, ésa parte– dijo señalando las habitaciones – se ha convertido en la casa de los jadeos y los gemidos. Así no hay quién duerma.
Decidí sentarme a su lado, la compañía de Hyukjae siempre me ha parecido perfecta. Es divertido, listo y hace que te sientas más cómodo que nunca; quizás es por eso que me traía de cabeza los últimos meses.
Fue por culpa del cansancio que dominaba mi cuerpo que recosté mi cabeza en el hombro de Hyuk, haciendo así que las ganas de dormir fueran cada vez mayores. Su mano subió hasta la altura de mi cara, con la clara intención de acariciar mi mejilla. Oí un suspiro por su parte, seguido de una suave risa provocada por algo que salía en televisión: eran imágenes del último día de radio que tuvimos. Hicimos un programa especial con cámaras de televisión para el día de San Valentín.
- Echaré de menos la radio – dijo Eunhyuk melancólico - ¿Tú no?
- Pues claro que sí, era muy divertido tener contacto con las fans de esta manera…-
Apagó la televisión y se volvió hacia mí. Por la cara que tenía, se notaba que estaba nervioso, como si tuviera que contarme algo importante. Es cierto que me encanta lo expresivo que es, a lo que hay que añadirle que es guapo a rabiar. Tampoco miento si digo que en los últimos meses de radio, empecé a sentir cosas que siempre creí incorrectas.
- Teukie, yo no echaré de menos a las fans , te echaré de menos a ti –
- Pero si siempre estaremos juntos… - susurré con cierta confusión.
- Ya, pero nunca volveremos a tener tardes mágicas como aquellas –
En ése momento volvieron ciertos sentimientos, transformados en miles de mariposas agitadas y nerviosas, haciendo que se me pasaran por la cabeza ideas tan absurdas como la posibilidad de besarle y decirle que lo amaba.
- Yo… Quiero decir… Vamos a ver. – decía Hyuk moviendo las manos excesivamente.
- No te entiendo Hyukjae –
- Se supone que el día de San Valentín es el día de los enamorados, el día en el que se expresan los sentimientos; el día en que te lo juegas todo por alguien ¿no?-
- Sí, y yo he tenido una cita que poco tiene que ver con eso… -dije riendo.
- Pues permíteme que te confiese algo…-
Y aunque las mariposas me estuvieran acribillando el estómago desde hacía un rato con cada una de sus sonrisas, roces y miradas; por nada en este mundo iba a pensar que algo como aquello iba a pasar. Sin darme cuenta sus labios se juntaron con los míos, en un suave beso que hizo que perdiera la cordura. Un Te quiero dulce y empalagoso se escapó de sus labios, haciendo que quisiera morirme ahí mismo.
- ¿Sigues creyendo que no hay nada mejor que un Super Show? –
- Demuéstrame, tú y sólo tú, que me equivoco -