1
Dicen que la inocencia es símbolo de pureza… ¿Qué tan cierto es eso?
*
En uno de los rincones más sórdidos de la ciudad, Jonatán se dirigía a uno de los burdeles más exclusivos que había en la zona. Muchas veces se preguntaba ¿Cómo un burdel, un lugar donde prostituían niños, podía ser tan exclusivo…?
Era casi insultante que el crimen por el que se les acusara se llamara “negocio de trata de blancas”, debería tener otro nombre. Uno que pudiera abarcar lo horrible que era aquel lugar…
“Jardín del Edén” rezaba el elegante letrero de la entrada del burdel, en letras negras y con fondo blanco, un tipo de letra sobria… dándole ese toque de elegancia que, obviamente, no debía tener. Jonatán al entrar dio un respingo, aquel lugar no era como ni remotamente como lo imaginaba, parecía uno de esos lugares que aparecían en la televisión… muy pero muy parecidos a las Vegas. A esos grandes salones, donde había muchas camareras hermosas y con atuendos extravagantes.
¿En qué momento llegue a las vegas? Fue lo que Jonatán pensó.
Al momento de pasar las puertas, a Jonatán le llamo la atención una mujer vestida de un vestido ajustado, demasiado a su parecer, rojo que le llegaba un poco más allá de las rodillas… seguramente era la jefa de todo esto.
Sus labios estaban pintados de rojo, un rojo fuerte. Su rostro debió ser muy hermoso hace unos años, ahora se veía algo arrugado pero el maquillaje cubría muy bien ese detalle que no pasaba desapercibido para él, que era muy observador.
Estaba maquillada y vestía tacones de quince centímetros, ¿Cómo podía caminar con ellos? Sus ojos eran cafés, un café muy oscuro. La mujer estaba sentada hablando con unos viejos, seguramente “viejos rabo verde” de aquellos reprimidos que no habían tenido oportunidad de hacer sus “fantasías” realidad en su juventud.
¿Realmente habían tenido juventud?
Y ahora frecuentaban esa clase de burdeles tratando de alejarse de una vida monótona y aburrida. Habían muchos jovencitos y jovencitas, unos con cara de querubines y otros con rasgos maduros pero eran muy jóvenes.
La misión de Jonatán era sencilla: “Debía infiltrarse en el negocio haciéndose pasar por un hombre de negocios, un vendedor de drogas en busca de clientes. Clientes como los que pululaban en el burdel, era sencillo y muy peligroso a la vez”
Él, con todos sus años de policía podía saber que en para adueñarse del negocio ¿Verdad? Sonaría sospechoso, sí. Pero sabía que la mujer era desconfiada y que buscaba un nuevo vendedor… entonces no podría resistirse a su aquel lugar no solo prostituían menores de edad sino que también vendían drogas pero tenía el dato que su antiguo vendedor había sido detenido y ahora quien mejor que él para ayudarle.
-Hola guapo, ¿te puedo hacer compañía? –dijo una voz, al voltearse una pelinegra, alta y con labios delgados lo contemplaba ansiosa, el hombre sonrió solo por cortesía pero era bastante convincente. A aquella joven no le ponía más de dieciocho años… aunque quien sabe.
-Claro. –respondió y le pidió al barman dos vasos de Whisky.
Aquella noche fue la primera que Jonatán vio el “Jardín del Edén” luego de unas semanas se ganó la confianza de la dueña… que era una actriz retirada y drogadicta. Cristina, era una mujer de cuarenta años… antaño famosa, ahora vivía de vender a los jovencitos que acudían por trabajo a ella.
….…>>>>.<<<<……
Jonatán Balz tenía veinticinco años, era alto de ojos celestes y de complexión delgada pero fuerte, muy fuerte. Sus labios eran carnosos y su piel era pálida. Su vida siempre había estado regida por reglas, la decisión de ser policía no fue suya sino de su padre… muy pocas veces se permitía mostrar sus sentimientos.
A pesar de ello, le gustaba su trabajo. Le gustaba ayudar a los demás…
Tenía un buen trabajo y un departamento muy bien cuidado en el cuándo llegaba… nadie le esperaba. Y esa era su realidad.
Por eso acepto el caso en el que estaba trabajando, desbarataría esa red de negocios turbios. El burdel solo era una cara de todo lo que pasaba allí.
Cada día organizaba un informe de lo que había pasado, los avances que hacía.