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The cute and the beasts por Deathrider

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Notas del capitulo:

Hola de nuevo mis corderitas,

¿Habéis sufrido mucho esperando por este capi? Jajaja sé que he tardado bastante, pero ya dije que me lo iba a tomar con calma con este fic :P He tenido varios momento de hoja en blanco sin saber que hacer, pero bueno, al fin puedo subirlo para vosotras.
Bien, para empezar voy a hacer algunas aclaraciones antes de que empecéis a leer:

-Estos son los “pensamientos” de Satsuki

-Estos son los “pensamientos” de Natsuki

Y bueno, también aclararos que en este capi hay mucho cambio de escena, o sea constantemente vais a estar cambiando de escenario, yo lo consideraba necesario para el curso de la historia así que espero no se os haga pesado de leer ^^
Espero que disfrutéis leyendo este capi y que todo lo que os haya echo esperar haya merecido la pena :3

¡¡Leed las notas finales!!

Nada, no era capaz  de sentir absolutamente nada.
No era consciente del aire frío chocando contra su cara, ni podía notar como sus cabellos se agitaban violetamente contra su frente.
Ni siquiera era capaz de sentir como las lágrimas rodaban por sus mejillas, humedeciéndolas hasta caer por su barbilla.
Los besos que aquellos labios ajenos repartían por todo su rostro apenas eran perceptibles para él, sobre sus ojos parecía haber aparecido un velo opaco, cegándolo. Era como si alguien se hubiese apoderado de todos sus sentidos, bloqueándolo y aislándolo del mundo que lo rodeaba.

-Syo, hace frío, deberíamos volver a la academia.

Silencio. Podía oír que alguien le hablaba, pero no escuchaba ni una sola palabra, para él eran como ecos lejanos.
Ren se rascó la cabeza con confusión, su amigo estaba inmóvil frente a él, con la mirada perdida, mirando sin ver y de sus ojos no paraban de brotar lágrimas.

-Ven Syo, mejor vámonos.

Rodeó al pequeño por los hombros son sumo cuidado y empezó a guiarlo a través de toda aquella gran extensión de vegetación que eran los jardines. Syo se dejaba manejar, no le importaba donde ir, cualquier sitio era mejor que estar allí después de todo.

Ren llevó al rubio hasta el interior de la academia, su cálida atmosfera enseguida los arropó, haciendo que sus cuerpos entrasen en calor nuevamente.
El mayor acompañó al pequeño hasta la puerta de su cuarto y se despidió.

-Bueno, entonces yo ya me voy para mi cuarto, tu será mejor que tengas cuidado y no te de por salir a estas horas a los jardines.- Se quedó expectante, a la espera de una respuesta por parte del pequeño, pero éste permanecía en aquel estado de impasibilidad.-… Está bien, está bien, me marcho.

Ren se dio la vuelta, totalmente dispuesto a marcharse, pero un firme agarre en su camisa le hizo retroceder y girarse. Syo se mantenía cabizbajo, pero su brazo se extendía, aferrando su mano con firmeza a su camisa, Ren podía notar perfectamente como temblaba.
No decía nada, tampoco lo miraba, pero llegaba a suponer que no quería quedarse solo. No tenía ni la más menor idea de lo que le tenía que haber sucedido, pero estaba seguro de que cierto rubio, compañero de cuarto del pequeño, tenía algo que ver.

Agarró a Syo del brazo y se lo llevó por aquél pasillo sin decir nada más. Caminó rápidamente hasta llegar a su cuarto y abrió la puerta, haciendo pasar al pequeño dentro.

-Puedes quedarte aquí esta noche si quieres-.El mayor llevó a Syo hasta la cama, haciéndolo sentarse en ella, él obedeció sin rechistar.

-¿Dónde está Masato?-. Seguía mirando al vacío.

-¿Por fin abres la boca y preguntas por él?-. Dejó ir una risita seguida de un suspiro.- Ya sabes como es, a estas horas seguramente aún esté en la biblioteca, normalmente se queda allí hasta que la cierran.

El pequeño asintió y volvió a quedarse en silencio, en ese estado ausente de hacía apenas unos instantes.

-Oye, de verdad, ¿Vas a decirme qué es lo que te pa-…?-.Ren tuvo que callarse de inmediato cuando el otro comenzó a llorar nuevamente.- Ey… Syo…

Syo se cubrió la cara con ambas manos intentando ocultar su rostro en vano, puesto que Ren podía ver sus lágrimas claramente, goteando por su barbilla.
Se limitó a abrazarlo con todas sus fuerzas y Syo se aferró a él, ocultando su rostro en su pecho.
No había nada que pudiese hacer y lo sabía, el dolor que su amigo estaba sintiendo en ese preciso instante era el más horrible y desgarrador que existía, por el momento estar a su lado era la único que podía hacer, aunque tomó la decisión de que iba a intentar protegerlo de aquello tanto como pudiese.

Obligó al pequeño a recostarse sobre el colchón y él se tumbó a su lado, sin soltarlo ni por un segundo, acariciándolo suavemente, secando sus lágrimas, repartiendo pequeños besos por su rostro y manos. Sabía que en cierto modo, se estaba aprovechando un poco de la situación y que era una persona horrible por ello, pero no estaba dispuesto a dejar pasar la oportunidad de que Syo dependiese tanto de él.

-No te preocupes, sabes que puedes contar conmigo para lo que sea ¿Verdad?

El pequeño no respondió, simplemente permanecía allí tumbado, con los ojos cerrados, sin dejar de soltar lágrimas.

-Te protegeré pequeño…

No hubo más palabras, simplemente se quedaron allí, el uno al lado del otro, buscando compañía mutua, cada uno por sus razones egoístas.

Ni siquiera fueron conscientes de que habían caído rendidos al sueño.

*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*

Apenas habían pasado unos segundos desde que su compañero había salido corriendo de la habitación, entonces ¿Dónde demonios se había metido? Era imposible que pudiese correr tan rápido y desaparecer así.
Natsuki ya estaba desesperado, no lograba dar con Syo de ninguna de las maneras. Nada más verlo salir de la habitación se había excusado con Nanami y salido tras él.

Resignado y respirando con dificultad salió al patio, era el único sitio que se le ocurría, si no lo encontraba por allí ya no tenía ni la más mínima idea de hacia dónde se había escabullido el pequeño.
Caminaba apresuradamente, mirando en todas direcciones, buscando la más mínima señal de que Syo estuviese por los alrededores pero parecía que se hubiese esfumado, que  hubiese aparecido un agujero en medio de la tierra y se hubiese ocultado allí.
Suspiró y se sentó en uno de los bancos que habían repartidos por el lugar.

Se llevó las manos a la cabeza, ¿Por qué demonios estaba pasando todo aquello? Había vuelto a ocurrir, había vuelto a perder un fragmento de su memoria. Recordaba estar bromeando con Syo y después… ¿Después qué? Había visto  Syo arrinconado contra la pared del baño por él, totalmente aterrorizado, ¿Cómo habían llegado a aquella situación? Por más que lo trataba, no conseguía acordarse.

Se puso en pie nuevamente, no estaba dispuesto a darse por vencido tan fácilmente, iba a encontrar a Syo y hablar con él, después de todo, parecía como si hubiese querido decirle algo antes de que Nanami apareciese.
Salió del patio, dirigiéndose al gran jardín de la academia. Era enorme, pero no perdía nada intentándolo, ya había tomado la determinación de que iba a encontrarle.
Caminaba más pausadamente, tratando de no perder detalle, puesto que estaba oscureciendo y eso le dificultaba la visión.

Nada, mirase donde mirase no era capaz de verle, ni siquiera un pequeño indicio de que hubiese estado allí. Estaba empezando a preocuparse seriamente por su amigo, pero por el momento lo único que podía hacer era volver a su habitación, estaba seguro de que Syo volvería después de todo. Era su única opción, no podía seguir dando palos de ciego.

Volvió sobre sus pasos hacia la academia y de allí hasta su cuarto. Se sintió bastante decepcionado cuando a pesar de la hora, se lo encontró totalmente vacío, tal y como lo había dejado él.
Se tumbó en la cama, mirando hacia el techo.

¿Dónde podía haber ido su compañero? Ya se estaba haciendo tarde como para andar deambulando por la academia. Tenía la fe ciega de que en cualquier momento escucharía la puerta abrirse y aparecería el rubio hecho una furia, echándole bronca, como hacía siempre y entonces sería todo normal, todo estaría bien y no habría de que preocuparse, por que serían los mismo de siempre.
Cerró los ojos con pesadez e inspiró profundamente, por mucho que tratase de parecer calmado, en su interior había una gran tormenta de confusión y preocupación hacia Syo. Se dio la vuelta en la cama, mirado hacia la pared. Se abrazó a si mismo, tratando de reconfortarse, después de todo parecía que le iba a tocar dormir solo en aquella habitación y hacía tanto que se había acostumbrado a dormir con Syo que le iba a resultar extremadamente difícil conciliar el sueño.

Era perfectamente consciente de todos y cada uno de los ruido que habían a su alrededor, sumido en aquella ya prácticamente desconocida soledad, era capaz de distinguir su propia respiración temblorosa, el leve crujir de las puertas de la habitaciones contiguas, sus pasos, sus conversaciones… No quería aquello, no quería estar solo de aquella manera, se dio cuenta de que inconscientemente se había vuelto totalmente dependiente de su pequeño amigo, hasta tal punto de no poder conciliar el sueño si no era capaz de escuchar su respiración a apenas

unos metros de dónde estaba él.

Se encogió sobre si mismo, volviéndose pequeño, pequeño, tan pequeño que nada pudiese dañarlo, nada podía alcanzarlo, si, así estaría a salvo, no habría nada de que preocuparse.

“Eres tan patético mi querido Natsuki…”

“Cállate, no quiero oírte, ¡Vete!”

Movió sus manos hacia sus oídos, tapándolos, como si eso fuese a servir de algo contra aquella voz.

“No tienes de que preocuparte, ya te lo dije ¿No? Yo voy a cuidar de ti… No necesitas a nadie más, solo a mi…”

“Déjame en paz de una vez, no te necesito, estoy bien como estoy”

Aquella voz rio, Natsuki sintió un gran escalofrío, llegaba a sentir miedo por aquello.

“Claro que no estás bien, necesitas que te protejan, lo necesitas más que nadie, por eso estoy yo aquí”

Sintió una punzada de profundo dolor en su cabeza que hizo todo su cuerpo tensarse y soltó un grito ahogado.  Su cuerpo de golpe se había vuelto pesado, muy pesado, sus brazos pesaban demasiado, así que los dejó caer sin fuerza contra la cama, así como sus piernas, sus parpados se cerraban, como si pesasen toneladas, haciéndole imposible mantenerlos abiertos.
No sentía siquiera sueño, pero en medio de aquella masa de confusión y dolor, no pudo evitar ceder ante todo el cansancio que su cuerpo parecía tener.

*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*

Cerró el libro y frotó el puente de la nariz intentando aliviar la pesadez que sentía en la zona. Miró a su alrededor y comprobó que prácticamente ya se habían marchado todos, cosa normal, ya que en su reloj marcaba que eran pasadas las 9. Decidió que era buena hora para regresar a su cuarto, por hoy ya había estudiado bastante.

Recogió sus cosas y las colocó en su cartera cuidadosamente, nada fuera de lugar, pulcramente ordenado, como siempre.

Masato retiró su silla y la volvió a colocar en su sitio antes de alejarse de la mesa con paso calmado. Se despidió respetuosamente de la bibliotecaria y salió al pasillo.
Estaba todo bastante calmado y silencioso, aunque tampoco era de extrañar a aquellas horas, todo el mundo debería estar preparándose para irse a la cama, él mismo no tardaría demasiado en hacerlo.

Divisó la puerta de su habitación y apretó un poco el paso inconscientemente, tenía unas ganas tremendas de relajarse en la intimidad que le ofrecían aquellas cuatro paredes.
Abrió la puerta, encontrándose las luces encendidas, eso no podía significar otra cosa que Ren estaba por allí.

-Ya he vuelto.

Anunció su llegada como de costumbre, esperando el cordial saludo que recibía normalmente por parte del rubio, en cambio, no obtuvo otra respuesta que el absoluto silencio.

Fue entonces cuando reparó en el lado de la habitación de Ren, parecía estar acostado, sin embargo toda la habitación estaba iluminada, le resultaba extraño, así que se acercó hasta la cama, quizás estaba enfermo.

-Oye, Jinguuji qu—

Se quedó quieto unos instantes cuando pudo contemplar la escena en pleno esplendor.

Ren estaba tumbado sobre su lado derecho, de cara a la pared, dándole la espalda. Cuando masato se acercó más vio que, entre sus brazos, estaba Syo, que ocultaba su rostro contra el pecho del mayor, echo un ovillo.
Ambos estaban aparentemente dormidos.

El peli azul se quedó allí de pie, en medio de la habitación, con el sentimiento de culpa que tiene alguien que ha visto algo que no debería. Inconscientemente se había ido acercando hasta la cama.
No quería aquello, no quería sentir rabia ante aquella imagen, después de todo sabía que algo así acabaría pasando después de todo.

Suspiró con resignación y se dirigió a su lado del cuarto, cambiándose de ropa para poder dormir cómodamente. Se despojó de su uniforme y lo dobló cuidadosamente, dejándolo en su lugar habitual y sacó de su armario su yukata.
Puso la alarma del despertador en hora y apagó las luces antes de destapar la cama para meterse dentro, ya iba siendo hora de irse a dormir.
Se deslizó entre las sabanas, tapándose y acurrucándose en busca del calor que proporcionaban, había sido un día de duro trabajo y no había nada más reconfortante que dejar reposar su cansado cuerpo sobre aquel mullido colchón.

Estaba realmente cansado, pero por mucho que lo intentase, no podía conciliar el sueño de ninguna de las maneras puesto que, por algún motivo, no podía dejar de estar pendiente de las dos respiraciones que provenían del otro lado del cuarto.

Tuvo que levantarse y rebuscar en su armario hasta encontrar lo que buscaba. Se acercó sigilosamente hasta la cama de su compañero, deslizándose como un gato en la oscuridad, cuando estuvo lo suficientemente cerca, desplegó la manta que tenía entre las manos y los cubrió a ambos, asegurándose de que no fuesen a coger frío en la noche.
Antes de retirarse definitivamente, dudó unos instantes, mirándolos en la oscuridad de la habitación.

-Idiota…

 Tocó el pelo de Ren, atrapando uno de sus mechones entre sus dedos, después se alejó y se tumbó en la cama, ya totalmente dispuesto a dormir.

*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*

Cuando Natsuki despertó lo hizo de manera abrupta, cubierto de sudor frío y con la respiración agitada. Primero abrió sus ojos desmesuradamente, un poco aturdido, sin poder ubicarse, después se levantó rápidamente, sentándose en la cama y mirando su alrededor.
Claramente estaba en su habitación, no había de que preocuparse, así que poco a poco empezó a destensar sus músculos.
Sentía un tremendo malestar por todo su cuerpo y unos desagradables escalofríos recorrían su espalda, ¿Aquello había sido una pesadilla? Había sido tan realista… No lograba recordar con claridad que había sido, puesto que las imágenes que se proyectaban en su memoria eran bastante difusas e irregulares, como pequeños fragmentos.

Se deslizó hasta el borde de la cama y puso los pies en el suelo. Aún llevaba el uniforme del día anterior, que estaba arrugado y echo un desastre, dio gracias de tener otro de repuesto.
De repente una nueva ola de dolor se adueñó de su cabeza, obligándolo a sujetársela, intentando calmar aquel maldito dolor.
Ahora las imágenes, aunque escuetas e intermitentes, eran mas claras.

Tenía una visión en primera persona, ¿De quien eran esos sollozos desgarradores? Pudo enfocar la vista y, para su horroroso asombro, aquella cara desecha por las lágrimas era el de Syo, ¿Por qué lloraba? ¿A caso alguien lo estaba lastimando?
Fue entonces cuando sus manos se movieron solas, en contra de su voluntad, hiriendo cruelmente a su amigo, haciéndole cosas horribles.
Una nueva punzada de dolor y la imagen cambió. Syo, con sus delgadas piernas sujetas por sus manos, mientras su miembro se movía brutalmente en su interior, podía ver claramente la sangre manchando su nívea piel. Su rostro, su rostro era lo peor de aquella imagen, contraído por el dolor, bañado por sus cristalinas lagrimas.

Natsuki sufrió una sacudida más y toda aquella pesadilla cesó. Si, aquello era lo que había soñado una y otra vez durante toda la noche, sin descanso.
¿Cómo podía haber algo así dentro de él? Todo y que hubiese sido una pesadilla había sido horrible, no podía soportarlo, no aguantaba la simple idea de dañar a Syo, de hacerlo llorar de aquella manera.

Bajó la vista y se fijó en su evidente erección. Se dejó caer de espaldas, cubriendo su rostro con los antebrazos.

-Syo-chan, de verdad soy una persona horrible…

*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*

Syo abrió los ojos lentamente, despertándose naturalmente, molesto por los rayos de sol que incidían directamente sobre su rostro.
Levantó su brazo con pesadez y se cubrió los ojos mientras gruñía palabras sin sentido. Le dolía la cabeza de una manera horrible, como si alguien hubiese hinchado un globo dentro de ella y estuviese apunto de estallar.

A medida que pasaban los minutos su mente se iba despejando y pudo recordar, vagamente, los sucesos de aquella noche.
Se dio la vuelta y se encontró con el rostro durmiente de su amigo Ren. Ahora si que recordaba mejor lo que había pasado.

Él había salido huyendo de la habitación cuando Nanami vino a ver a Natsuki, una punzada de dolor atravesó su pecho al recordar esto, luego se había encontrado con Ren o mejor dicho, Ren lo había encontrado a él.
Después de eso se había derrumbado en sus brazos y su amigo lo había arrastrado hasta la academia, poco más podía recordar de lo ocurrido, ya que su mente estaba bastante nublada mientras había estado llorando.

Ren abrió los ojos pesadamente, sin querer despertar del todo aún.

-B-buenos días Ren.

El rubio se limitó a gruñir un poco y acomodarse mejor en la cama, cubriéndose con la manta, ¿Manta? Él no recordaba haber cogido una manta al acosarse en la cama, igualmente decidió no darle demasiada importancia al asunto.

-Aún es temprano… durmamos un poco más…-. Su voz sonaba pastosa por el sueño.

-¡P-pero si ya son la--!

Ren no le dio tiempo a articular respuesta, puesto que lo agarró y lo obligo a acomodarse nuevamente junto a él, estrechándolo entre sus brazos.

-¡Ren! ¡Si no nos damos prisa y nos preparamos vamos a llegar tarde!

El pequeño trataba de pelear, pero el mayor los sujetaba firmemente contra su cuerpo.

-Es bueno ver que tu energía habitual está de vuelta-. Susurró Ren contra su nuca.

-Tonto…-.Syo sonrió débilmente mientras agarraba el brazo del mayor, que lo rodeaba por la cintura.- Gracias… por todo.

Ren soltó una risita y lo estrechó aún más.

-Lo que sea por mi Ochibi-chan.

Syo fue a protestar, pero antes de que pudiese decir nada una cartera repleta de libros impacto con fuerza contra el estómago muy bien.

-Oh, ya te has despertado-. Masato se sacudía las manos mientras lo miraba altivamente.

-Buenos días a ti también Hijirikawa-. Ren tosía mientras se quitaba aquel peso muerto de encima.

Masato los miraba altivamente, con aquella azulada mirada, afilada y fría como el hielo, concretamente miraba el como Ren se aferraba al pequeño cuerpo que había a su lado.

-Como sea, si no os dais prisa las clases empezarán antes de que estéis listos.

Agarró nuevamente la mochila y la sacudió, como si algo hubiese podido mancharla.

-Tú siempre de ese buen humor por las mañanas, ¿Eh?

Masato se giró, mirándolo con reproche a su compañero de cuarto. Ren dio un respingo ante aquella feroz mirada por parte del peli azul, que por su parte se giró, dándoles la espalda. Andó pisando con furia el suelo, luego salió de la habitación, cerrándola de un violento portazo que retumbó en el cuarto.

-Guau, ¿Es cosa mía o parecía realmente enfadado?

Syo se incorporó, sentándose en la cama.

-¡Bah! Este tío siempre está igual.

-¿Masato? Estas de coña, ¿No? Él suele estar semi-ausente con algún libro en la mano, bastante tranquilo y calmado.

-¿En serio? ¿Esa es la sensación que te da? Yo solamente lo recuerdo gritando o enfadado.

-Eso es por que lo haces enfadar para divertirte…

El rubio rio mientras despeinaba al pequeño.

-Puede que tengas razón, es demasiado tentador.

Ren se sentó en la cama, con clara intención de levantarse.

-¿Crees que le habrá molestado que estuviese aquí?-. Se rascó la nuca tímidamente.

-¿Por qué iba a molestarle algo como eso?-. Inquirió mientras alzaba una ceja.

-Tienes razón, es una tontería, supongo que se ha levantado con el pie izquierdo.

-Supongo…-. Se puso de pie.- Si me esperas hasta que esté listo te acompañaré a tu cuarto a que te cambies.

Syo dio un respingo, no había tenido presente que para poder ir a clase tenía que ir a recoger su uniforme de repuesto, puesto que este estaba arrugado al haber dormido toda la noche con el.

Ren desapareció por la puerta del baño y el pequeño puso escuchar como el agua comenzaba a caer contra el plato de ducha a lo lejos.
Syo se levantó de la cama y fue directo al espejo que había en la pared. Lucía horrible, sus ojos estaban rojos y bajo ellos unas ojeras acababan de darle el aspecto de zombi ideal.
Suspiró con resignación mientras se colocaba el pelo como podía, ya que estaba alborotado a más no poder.

No quería pensar en ello, pero era inevitable que los hechos del día anterior empezasen a torturarle ahora que su mente estaba talmente despierta y ágil.
Se arrepentía de haber salido corriendo de aquella manera, ahora le debía una explicación a Nanami y otra a Natsuki, perfecto. La verdad es que no lo había pensado demasiado, su cuerpo se movió solo cuando vio a la chica siendo tan familiar con su amigo, no podía soportar la idea de que aquellos dos se volviesen íntimos o… algo más, ¿En que lugar lo dejaba eso? Tendría que soportar las visitas constantes de ella a su habitación, volviéndose más y más cercana a él.

Aunque pensándolo mejor, aquello era mejor ¿No? Quizás que Natsuki se buscase una novia linda y mona fuese la solución a toda aquella lamentable situación, puede que así pudiese renunciar a él de una vez por todas.

Sacudió la cabeza. Era ridículo, por mucho que intentase engañarse a si mismo, en el fondo sabía que aunque Natsuki estuviese saliendo con alguien, aquello no lograría calmar sus sentimientos, puede que incluso los avivase, hiriéndolo más.

La puerta del baño sonó, sacándolo de sus pensamientos. Levantó la vista y vio como Ren salía del cuarto de baño, con una toalla envuelta en su cintura.

-Enseguida estaré, no te preocupes.

Así fue, Ren apenas tardó diez minutos en estar listo y ambos salieron al pasillo.
Parecía que su corazón quisiese salirse del pecho, retumbando como un loco en sus orejas, ensandeciéndolo.
No quería, no estaba preparado para enfrentar cara a cara a Natsuki, no sabía que cara poner o que decirle siquiera.

-O-oye Ren, creo que no hace falta que me cambie, así estoy bien-. Dijo mientras trataba de dar media vuelta.

-¿Qué? Ni hablar, ¿Has visto la pinta que tienes? No seas cerdo y vamos a por tu muda de ropa.

Syo intentaba retroceder mientras Ren lo empujaba para que siguiese caminando.

-¡T-te digo que no es necesario!

-¿Ochibi-chan se ha vuelto tímido de golpe? Vamos, yo estoy contigo.

Lo abrazó amorosamente mientras Syo intentaba zafarse de su agarre.

-¡Para ya de jugar Ren! ¡No estoy de humor!

-¿Quién está jugando?-. Dijo divertido mientras o estrechaba contra su cuerpo.

El sonido de algo cayendo al suelo los hizo sobresaltarse, girando a mirar en la dirección del sonido.

Syo se quedó congelado cuando vio a Natsuki de pie, en medio del pasillo con las manos en frente del pecho, como si sujetase algo, bajó la vista y observó que había varias libretas a sus pies. Seguramente de ahí provenía el sonido.

-¿Natsuki?-. Ren lo llamó, al no observar respuesta alguna por su parte.

El rubio parpadeó varias veces antes de poder reaccionar.

-¡O-oh! ¡Vaya! Que torpe soy-. Se agachó rápidamente a recoger las libretas, sus manos temblaban.- Se me ha resbalado todo, que desastre.

Natsuki reía nerviosamente mientras intentaba recoger sus cosas lo más rápido posible, pero estaba siendo contraproducente, contra más prisa se daba, más hojas se desprendían de entre las libretas y caían al suelo, formando un desastre aún mayor.
Syo se separó de Ren y acudió a su ayuda rápidamente. Se agachó en frente de él, cogiendo algunas de las hojas y tendiéndoselas.

-Ten.

-Ah, si, gracias Syo-chan-. Sonreía ampliamente, pero claramente evitaba la mirada de su amigo.

-N-Natsuki yo…

El mayor agarró las hojas y se puso de pie rápidamente.

-B-bueno chicos, yo me tengo que ir a clase ya, supongo que nos veremos a la hora del almuerzo.

Natsuki se dio la vuelta y se alejó de ellos lo más veloz que pudo.
Syo intentó alcanzarlo, pero notó una mano en su hombro que lo retenía.

-Bueno, démonos prisa o vamos a llegar tarde a clase.

-Si… mejor, vamos.

Syo se quedó unos instantes mirando en la dirección en la que su amigo se había marchado antes de seguir su camino.

Ren miró por encima del hombro en la dirección en la que Natsuki se había ido, estaba claro que aquella reacción tan dramática había sido provocada por la escena que había presenciado entre Syo y él.
¿Era posible que Natsuki albergase esa clase de sentimientos hacía el pequeño? Puede que si, pero era demasiado lento para darse cuenta por si mismo.
Apretó su mano sobre él hombro de Syo, ¿Estaba haciendo lo correcto? Aunque quería proteger a su amigo del sufrimiento, al fin y al cabo estaba actuando por su propio interés.

Estaba aprovechando la situación en la que esos dos se encontraban para tomar ventaja. La verdad, no era algo demasiado digno, pero al fin y al cabo él era Jinguuji Ren, y nunca hacía algo que pudiese perjudicar sus propios intereses.
Después de todo puede que si fuese una mala persona.

Por él momento sabía que le bastaría con eso, permanecer al lado de su amigo apoyándolo, pero sabía que tarde o temprano iba a buscar más de él y no estaba nada seguro de que Syo fuese a responder positivamente ante aquello.
¿Quizás tuviese que limitarse a hacer su papel de amigo? Sacudió la cabeza, negándose a si mismo, puesto que sabía mejor que nadie, que él no era para nada así, él siempre actuaba y eso era lo que pensaba hacer.

*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*

Cuando estuvo lo suficientemente alejado como para asegurarse de que nadie lo veía se dejó caer contra la pared, cabizbajo, ocultando sus ojos tras su cabellera rubia.
¿Qué había sido eso? Ni siquiera había sido capaz de mirarle a los ojos, aquel horrible sueño había echo mella en él después de todo. Además, no entendía el porqué de aquella reacción al ver a Ren y Syo abrazados, no es como si fuese la primera vez que los veía, es más, él mismo siempre estaba abrazándolo. Por alguna razón se había sentido diferente al resto de las veces, aquella vez había sentido como si algo dentro de él se rompiese, como si hubiese perdido algo de vital importancia.

Se llevó una mano a la frente mientras alzaba la vista hacia el techo, sin mirar a nada en particular.

-Así que… Así son las cosas, ¿No?

Comenzaba a entenderlo, todo tenía bastante sentido, no sabía como había tardado tanto en darse cuenta.
Seguramente, la persona de la que Syo estaba enamorado era Ren, era bastante lógico si lo pensaba bien: Iban a la misma clase y estaban toda la mañana juntos, las constantes visitas a la habitación, sus furtivos abrazos… Incluso había pasado la noche fuera, no le costaba imaginar donde había estado.

Se dejó caer lentamente por la pared, hasta quedar sentado en el suelo.

Estaba claro, él estorbaba ahí en medio, lo único que hacía era pegarse al pequeño, absorbiéndole todo el tiempo del que disponía, dependiendo prácticamente de él.
Tenía que dejar de interponerse, cortar la cadena invisible que había ido colocando progresivamente alrededor del cuello de Syo.
Aunque en su mente era todo bastante lógico y claro, un sentimiento horrible había empezado a inundar su cuerpo, un nudo se había formado en su garganta, como si tuviese ganas de llorar y su estomago dolía y hormigueaba, como si tuviese algo paseándose en sus entrañas, algo que lo quemase por dentro.

No, no podía seguir así, tenía que dejar de ser tan egoísta, tenía que dejarle ir, si le importaba, si de verdad quería a su amigo, debía darle esa libertad.
Sintió algo cálido deslizándose por sus mejillas.

“Siempre me vas a tener a mi”

“Oh, joder, cállate”

La voz no volvió a hacer acto de presencia y Natsuki se quedó solo nuevamente, silenciosamente. Alzó la mirada de nuevo y, aunque sonreía ampliamente, unas lágrimas traicioneras se deslizaban por sus mejillas sin tregua.

-Syo-chan ¿Cuándo empecé a volverme una carga para ti?

Notas finales:

No me odiéis, amadme, que necesito vuestro amor incondicional para seguir adelante con el fic jajaja Sé que ha sido un capi cortito, pero quería dearlo en ese preciso instante ^^
Y dar gracias a mi hermanita Yeniffer (Wajiwaji), que siempre anda aconsejándome cuando me da la crisis de mente en blanco XDDD Y a Sorata, que aunque hablemos poquito también intenta aconsejarme siempre que puede, un abrazo corderitas :)

Para compensar por todo lo que habéis tenido que esperar, os hago un regalito con todo mi corazón, un wallpaper de mi fic: Photobucket

¡Nos leemos pronto corderitas!


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