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A rose for the dead por Lacrima Eterna

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Notas del fanfic:

Bueno, con esto me saqué el nobel por escribir fics extraños, pero me nació y ya, dada mi creciente inspiración gracias a la depresión en la cual acabo de salir y el haber visto casi mil veces la película "El Cuervo"...

Y bueno, sin más palabrerías, aquí les dejo este one-shot, espero que les guste.

Notas del capitulo:

Este fic está basado en la canción "A rose for the dead" de Theatre of Tragedy, les recomiendo escucharla mientras leen el fic ;)

http://www.youtube.com/watch?v=OINOR-u2CJw

Ahora, ¡a leer!

–Mal. Otra vez.

–Si… –un pequeño suspiro de agotamiento. Volvió a intentarlo, usando todas sus fuerzas, esperando que esta vez sí saliera bien.

–Mal. Vuelve a intentar.

Casi se le escapa un sollozo, por suerte logró ahogarlo antes de que el profesor se diera cuenta. ¿Cuántas veces ya lo había intentado? Imposible saberlo, había perdido la cuenta ya…

–Detente. Quédate así… –dijo él de repente. Le obedeció sin titubear, congelándose en aquella incómoda posición, escuchando el sonido de la cámara tras de sí. Podía verse a sí mismo a través del espejo que ocupaba toda la pared del frente. Manos arriba, las piernas estiradas en una posición un tanto complicada, el mentón en alto…

–Ya. Es todo por hoy.  Espero que mañana vengas mejor preparado, o si no, ya tendrás que pensar en retirarte –dijo el profesor, con voz fría y brusca. ¿Tan mal había estado? ¡Pero si había dado lo mejor de sí mismo!

–Sí profesor… –dijo en un murmullo, apenas le salía la voz. Cada día aquello era peor, y estaba más que seguro, que pronto llegaría en día en que estallaría en lágrimas allí mismo.

Salió a paso lento en dirección a los camarines. Las piernas le dolían demasiado, aquella jornada había sido extremadamente agotadora, y todavía le quedaba una hora entera de trayecto a su casa.

Se duchó rápidamente, pues el agua fría no ayudaba a relajar sus músculos, por el contrario, los tensaba y hacía que el cuerpo le doliera mucho más. Se cambió con movimientos lentos y pesados, para luego ver la hora y constatar que efectivamente, ya era muy tarde.

Suspiró y acabando de vestirme, salió en dirección a la calle principal. Afuera llovía, y un viento muy helado le caló hasta los huesos, haciéndole temblar de frío. No tenía paraguas ni nada, puesto que en la mañana todavía brillaba un débil sol y no había ni rastro de lluvia. Suspiró, al menos llovía… Le gustaba eso. La lluvia en su cabello, en su rostro. Le hacía sentir feliz.

Caminó unos minutos en dirección a la estación de metro más cercana, ya olvidando todo el mal rato que había pasado en la academia. Su madre le obligaba a asistir a una academia de modelaje, pues decía que él tenía un rostro hermoso y un cuerpo perfecto, que estaba hecho para eso. Ella era una bailarina de ballet ya retirada, una mujer frustrada que toda su vida había querido tener una hija que siguiera sus pasos. Pero había nacido él, con el rostro de una niña y el cuerpo de un varón…

No podía dejar de pensar en eso siempre, cada que salía de la academia. Pero como siempre, una vez más se repitió: “Lo hago por mamá. Es lo que ella siempre ha querido”.

En esos pensamientos, su teléfono comenzó a vibrar con una más que conocida canción. Corrió hasta llegar a la estación del metro, y una vez a salvo de la lluvia, sacó el móvil de su mochila y vio en la pequeña pantallita el aviso de un nuevo mensaje. De su novio, Matías.

“Chris, necesito hablar urgente contigo, ¿ya saliste de la academia? Si es así espérame afuera, voy a recogerte. Nos vemos en unos minutos.”

El mensaje le sorprendió, ¿qué sería aquello tan urgente? Bien sabía que a Matías no le hacía mucha gracia ir a buscarlo a la academia. Suspiró algo contento, siempre prefería ser optimista. Volvió a guardar el móvil en la mochila y salió de la estación, rehaciendo el recorrido hacia la academia de modelaje, imaginándose pronto en los cálidos brazos de su novio.

Llevaban saliendo desde hacía ya un año y medio. Como en toda relación de pareja, no todo había sido siempre color de rosa, Matías era un chico temperamental y a veces muy difícil de comprender, y Chris tampoco era una dulce e inocente paloma pese a su apariencia tan femenina. También tenía su carácter y su orgullo, aunque durante los últimos seis meses se había vuelto muy tranquilo y pasivo, un chico alegre y optimista.

¿La razón? Había logrado que una revista de moda bastante prestigiosa se fijara en él para ser uno de los nuevos rostros de la temporada otoño-invierno 2012, y aquello sí que era un logro. Lo único malo era la exigencia y la frivolidad de su profesor, quien le exigía siempre el 110%.

Pero valía la pena, ¿no? Se preguntaba Chris. Sí, la valía. Cuando nuevamente llegó a la academia, la lluvia parecía haber menguado un poco. Ahora era una simple llovizna.

No tuvo que esperar mucho para ver los faros del coche de su amado hacerle señas mientras se estacionaba en doble fila. Corriendo, con una sonrisa alegre en el rostro, fue y subió al coche, mojando el asiento sin poder evitarlo, pues estaba empapado.

–Hola cielo –le saludó, acercándose para besar a su novio en los labios. El chico le correspondió fugazmente, sin decirle nada, y luego aceleró.

–Tu mensaje me sorprendió, ¿de qué querías hablar? –le preguntó, al notar que Matías aún no le dirigía la palabra. Parecía nervioso y serio.

–De algo importante… Pero preferiría a que llegáramos a mi casa para hablar… –dijo Matías con tono serio.

Aquello le sorprendió, y prefirió no insistir en el asunto. En cambio, durante todo el trayecto se fue observando por la ventana las luces de los locales y los edificios, la oscuridad mezclada con el brillo de todos los focos luminosos que iluminaban la ciudad, provocando una imagen casi surrealista, fantástica y hermosa…

La cálida mano de Matías en su hombro le hizo dar un brinco.

–Ya llegamos… –le dijo manteniendo su semblante serio. Chris cogió su mochila y bajó del vehículo, caminando junto a Matías hacia la entrada a su edificio.

Entraron en el cálido hall, en donde el portero les hizo un leve gesto de saludo para luego continuar con la lectura de su revista. Subieron al ascensor en silencio, sin cruzar palabra.

Chris jugueteaba con sus dedos nerviosamente, no entendía muy bien la actitud de su novio pero prefería no preguntar. ¿Sería algo bueno o algo malo lo que tendrían que hablar? Esperaba que fuera algo bueno porque algo malo… imposible. El último tiempo habían estado muy bien, nada de peleas tontas ni discusiones, pasaban los fines de semana juntos en aquel departamento, reían, compartían cosas… Todo iba bien. Si hasta la madre de Chris ya no se oponía a su relación.

Llegaron al piso siete. Bajaron silenciosos. Chris buscó la mano de su pareja, pero nada… Aquello le hizo sentir una sensación de vacío en el pecho, de miedo. Por fin, entraron al apartamento de Matías. La puerta cerrada tras ellos, la luz encendida. Ambos sentados el uno junto al otro, en silencio. Tensión en el ambiente.

–Amor, ¿pasa algo? ¿Qué tienes? –no pudo aguantar más Chris, y tomó ambas manos de su pareja entre las suyas.

–Necesito decirte algo, pero primero… Quisiera pedirte una cosa –le dijo Matías, mirando sus manos juntas. Luego subió la mirada y ambos se miraron a los ojos.

–Pídeme lo que quieras, ya sabes que yo nunca te diría que no –susurró Chris, sonriéndole levemente.

–Prométeme que no vas a hacer una locura –le pidió Matías.

Chris le miró con el ceño fruncido. Tuvo miedo. Un estremecimiento recorrió su espalda, el presentimiento de que algo malo iba a pasar.

–Matías, me asustas… ¿Qué pasa? –preguntó con la voz temblorosa, sintiendo su corazón latir muy deprisa. Silencio. Una mirada.

–Se acabó Christian. Terminamos.

Su corazón casi se detuvo. Sus ojos se abrieron, de sus labios no salió palabra alguna. Sentía que no se podía mover, se encontraba congelado.

– ¿Q-qué? ¿Por qué? –Logró articular finalmente, sintiendo sus ojos llorosos, luchando contra las lágrimas que pugnaban por salir– ¡No!

–Escúchame Chris, no quiero que hagas una tontería… Yo, encontré a alguien más… Me he enamorado… –dijo y con ello, terminó de partir su corazón. Lágrimas correr por sus mejillas, sollozos silenciosos– Siento mucho esto, yo creía que te amaba… ya veo que no. Lo lamento… No quería jugar contigo… El amor es así.

Más lágrimas. Sin decir nada, se puso bruscamente de pie, soltando las manos del otro chico. Le dio una fuerte bofetada, lleno de coraje y rabia, de dolor e indignación. Dejando a un asombrado Matías sobándose la mejilla, salió rápidamente de allí. Azotando la puerta del apartamento. Casi corriendo hacia el elevador, subiendo apenas las puertas se abrieron e ignorando los gritos de Matías, que le llamaba desesperado.

Abandonó el edificio con lágrimas cayendo por sus mejillas, las cuales se mezclaron con la lluvia que volvía a caer. Corrió, empapado. Apenas reparó en el hecho de que había olvidado su mochila en el apartamento de Matías. Corrió, sintiendo el vacío en su pecho, un dolor horrible que apenas le dejaba respirar. Llegó hasta un sitio oscuro y solitario.

*”*”*”*

A la mañana siguiente, varios gritos provenientes de un apartamento se escuchaban hasta la calle. Una mujer gritaba histérica. Un chico con rostro de chica la escuchaba sin escuchar realmente. Que la hora a la cual había llegado. Que se había olvidado del móvil en algún lugar. Que no se había levantado temprano para ir a clases.

Chris jugueteaba con su desayuno, ausente. Se sentía enfermo, tenía frío pese a estar muy abrigado. Su rostro dejaba ver sus ojos enrojecidos por el llanto y unas ojeras malvas bajo ellos.

– ¡Te dije que ese chico no era bueno para ti! ¡Que mejor te buscaras a una novia! ¿Pero tú qué hiciste? ¡Te fuiste de puto con ese imbécil y mírate cómo estás ahora! ¿Crees que con esa cara conseguirás ser el rostro de la revista? ¿Crees que conseguirás algo? ¡Por Dios Christian! ¡Ni aunque se la chuparas al editor te darían el contrato! ¡Sólo mírate! ¡Qué desgracia de hijo eres!

Nuevas lágrimas. Sin decir nada, se puso de pie y se encerró en su cuarto. Observó la lluvia caer por su ventana, sumido en sus pensamientos. De un momento a otro, sentía que no le quedaba nada, que todo por lo que vivía se había ido, había acabado. Su madre no le quería. Su novio nunca le había querido. Estaba a punto de perder la mejor oportunidad de trabajo de su vida. ¿Qué le quedaba?

Las horas pasaron. Llegó la tarde, y luego la noche. El surrealismo de la oscuridad, de las noches de invierno en la ciudad. Un suspiro cansado. No había comido en todo el día, pero no tenía hambre. No tenía ganas de hacer nada… pero… tenía ganas de hacer todo. De un momento a otro, había llegado a una conclusión. No, no haría una locura. Sería libre. Se liberaría.

Que su madre y que Matías se fueran al infierno, pero Chris no dejaría que lo arrastraran con ellos. No otra vez.

Sonrió. Se vistió de negro y se pintó los ojos. Sería la máscara de la comedia y la tragedia. Sería la comedia y la tragedia. Su vida representada en una obra en la que él sería el actor principal.

 

Comedia
Acto 1

Los ojos y los labios negros. El rostro completamente blanco. Una sonrisa delineada con negro. El largo y negro cabello suelto, rebelde. Se puso de pie con una sonrisa, la noche brillaba más cuando la lluvia caía y sus ojos parecían el reflejo de ésta.

Salió de su cuarto con los movimientos de un gato, silencioso, moviendo las caderas grácilmente, parecía una hermosa mujer contoneándose preparándose para danzar. Apagó las luces y dejó escapar una risa divertida, pero a la vez escalofriante. Ser libre también era ser salvaje y sublime.

Su madre apareció tras la puerta de la cocina. Quiso encender la luz, reclamando todavía por el hijo que le había tocado, por los problemas eléctricos, por los maestros de ballet que sacaban a las bailarinas de tan solo 26 años.

Un grito salió de sus labios cuando un rostro blanco apareció frente a ella, con una sonrisa endemoniada. Cayó al suelo del susto, mientras la risa de su hijo invadía el apartamento.

Sin decir nada, Chris volvió a apagar las luces y salió del apartamento, mientras se escuchaban por todo el pasillo los histéricos gritos de su madre llamándolo, amenazándolo. El chico hizo oídos sordos. Salió del edificio sin dejar nunca de sonreír, la lluvia lo recibió mojando su cabello y su rostro, pero sin embargo, la pintura no salió.

Saltando y brincando como una ágil bailarina, Chris danzaba bajo la lluvia mientras los transeúntes le miraban con miedo y algunos con admiración y fascinación. Otros incluso con lascivia y deseo. Así continuó, riendo, ignorando las palabras de las personas, las burlas y los piropos. Era libre, ¿a quién escucharía más que a sí mismo? Su vida era una graciosa comedia. Nada tenía sentido.

 

Acto 2

 

La calle había quedado vacía. Sólo un transeúnte caminaba bajo la lluvia, resguardado por un paraguas. En su espalda, colgaba una mochila, que no era suya, sino del joven que le miraba fijamente a unos cuantos pasos. Ambos se miraban fijamente.

Chris no decía ninguna palabra. Su rostro empapado por la lluvia mostraba fiereza, rabia, dolor. Su postura era la misma del sujeto del frente, y su sonrisa irónica dejaba ver sus blancos dientes.

 

–Chris, ¿qué haces? –preguntó Matías, mirándole como a un bicho raro, sin comprender al menor, el por qué de sus ropas y su pintura.

– ¿Qué hago? –preguntó Chris, con el mismo tono de voz que Matías, imitando sus movimientos, sus gestos.

–Te has vuelto loco –sentenció Matías, dando un paso hacia él mientras se quitaba la mochila y se la tendía– La olvidaste en mi apartamento ayer.

–Es una lástima, ¿no crees? Está toda mojada… –dijo Chris con un falso tono de lástima y un puchero, sin tomarla, sin moverse de donde estaba.

– ¿La vas a tomar o no? Tengo prisa. Sécala en tu casa –le dijo fríamente Matías, dejando caer la mochila al suelo, la cual provocó un sonido seco.

– ¿Irás a revolcarte con tu novio ahora? Sería muy divertido ver eso, ¿no crees? O mejor aún participar en ello… –dijo Chris sin dejar que las palabras del otro le afectaran, al menos, no demostrando lo profundo que habían calado en él.

– ¿Qué, acaso ahora quieres participar? No sabía que se te daba tan bien lo de puto… Porque eso pareces así vestido, ¿sabes? –voz fría, el ceño fruncido.

–Y tú pareces saber bastante de ello, ¿no? –le preguntó el chico, sonriendo, para luego largarse a reír y acercarse un poco más– ¿Ya no quieres jugar más conmigo? Vamos, sé que te gustará… –dijo en un tono sensual.

–Estás loco. Te dije ayer que no hicieras ninguna locura y mira cómo te encuentro, ofreciéndote, vestido como una cualquiera, ¿así cumples tus promesas? –preguntó el otro, enfadado, con voz amenazante.

– ¡¿Y así cumples tú las tuyas?! –le gritó Chris, empujándole con fuera con ambas manos, haciendo que el otro trastabillara. La lluvia seguía cayendo, disimulando las lágrimas de Chris– ¡¿Crees que cumpliré mi promesa, que seguiré llorando por ti?! ¡El único puto aquí eres tú!

Matías no aguantó más y le dio una fuerte bofetada a Chris en el rostro. El menor casi cae al suelo, y cuando volvió a incorporarse, con una mueca desafiante, un hilillo de sangre bajaba de su labio por su barbilla.

–Maricón –le dijo, para luego escupirle la sangre en el rostro al otro y echarse a reír. Asombrado y furioso, Matías intentó volver a golpearle, pero Chris se echó hacia atrás con agilidad y le dio un fuerte empujón al otro, haciéndole caer al suelo.

Rápidamente, se le colocó encima, con sus manos sobre los hombros de Matías y su rostro a escasos centímetros del otro.

–Adiós Matías. Fue un gusto. Espero que el infierno sepa recompensarte cuando llegue tu hora –susurró Chris antes de besarle intensamente, mientras el otro no tenía ni la menor idea de qué le sucedía al chico o de qué hacer al respecto.

A los pocos segundos Chris volvió a incorporarse, la única sonrisa que había en su rostro era la que estaba dibujada con lápiz negro. Sin decir nada, se alejó caminando lentamente bajo la lluvia, dejando a un atónito y confundido Matías en el mojado suelo.

 

Tragedia
Acto 3

 

La lluvia menguaba. Sus ropas estaban estilando, su cabello estaba completamente mojado. Sentado al borde de un paso de nivel, mirando hacia abajo las luces de los coches de la autopista pasar a grandes velocidades. El viento le echaba los cabellos hacia atrás y le secaba el rostro apenas, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. Libertad.

Volvió a reír, recostándose del todo en el barandal, mirando al cielo mientras cualquier movimiento le hacía oscilar entre la vida y la muerte. Se había librado de sus demonios, y de sí mismo, ¿qué más le faltaba aquella noche?

Sentía que la tragedia vendría en cualquier momento. Le habían roto el corazón, se sentía vacío y usado. Se sentía nada. Pese a todo lo que había hecho, aún no podía liberarse del todo. Una atadura quedaba, la principal, la cadena de oro y plata.

Volvió a reír, casi a carcajadas. ¿Qué importancia tenía todo? La ironía de la vida era demasiado graciosa y divertida. Cómo te hace caer mil veces, cómo se burla de tus desgracias y desdichas. Hacía dos noches, había hecho el amor con su novio como nunca antes. Hacía dos noches, su madre se había mostrado orgullosa de que él fuera el candidato preferido para ser el rostro de su revista preferida. Hacía dos noches, su vida era todo lo perfecta que podía llegar a ser.

Hacía dos noches, él estaba vivo.

Miró el cielo. Ya no caía gota alguna, y el viento le refrescaba el cuerpo y le hacía temblar levemente. Izquierda y derecha. La vida y la muerte.

Sonrió. ¿Qué más podía perder? La única locura que había hecho había sido reprimirse a sí mismo, dejarse utilizar y amedrentar. ¿Qué más daba todo?

Visualizó un rostro antes de decidir. El rostro de él mismo frente al espejo, bañado en lágrimas, con una máscara blanca en su rostro. La tragedia había llegado.

Decidió el lado de la derecha…

 

FIN

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado, sé que es un poco extraño pero bueno, cualquiera en momentos difíciles se puede ver arrastrado a la locura u.u Sin más que decir, me despido de momento, espero que se pasen por mi otro fic y que me dejen sus reviews con sus opiniones al respecto ^^ aunque también son bienvenidos tomatazos, zapatazos, escudazos, un Loki amordazado, algunos pjs de Marvel... *¬*

¡Nos leemos pronto!

Lacrima Eterna~


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