Gris, gris, gris, el cielo, los edificios, las calles, tu vida… todo, todo simplemente gris.
La gente pasa sonriendo frente a ti, creyendo ser los únicos capases de ver bajo sus propias mascaras de alegría, pero todos son igual de grises, las dos chicas que pasaron junto a ti, la viejecita con su nieto cruzando la calle, pudiste ver como sus ojos se desviaban del camino por un momento y sus sonrisas se desvanecían, pudiste ver bajo aquella mascara que quieran o no, todos cargan. Aquel peso que todos debemos soportar desde el momento en que tenemos uso de razón.
Gris, gris, gris, todo tan gris, todo un universo de matices, toda una escala de variables, pero al fin y al cavo, todos grises…
Recuerdas cuando eras niño, cuando las cosas parecían tener color, cuando el mundo no era gris como es ahora, sino un hermoso arcoíris, donde los verdes, los rojos y los azules reinaban en tu vida.
Luego creciste…
Y fue cuando te diste cuenta que tan hermosos colores, tan vivos como parecían no eran más que ilusiones de la mente de un niño, la inocencia hecha color, pero ya no eres un niño inocente como en aquel entonces, eres joven si, pero como muchos te han dicho ya, posees un alma de viejo.
Has vivido, más de lo que seria recomendable para alguien de tu edad quizás, pero han sido esas experiencias, dolorosas como ellas solas, las que te hicieron ser quien eres hoy, las que conformaron a la persona que ahora avanza por la acera en dirección a lo desconocido, quien no le teme a nuevas experiencias por que sabe que ya ha pasado por lo peor. Pero son esas mismas experiencias las que te hacen notar no solo como tu mundo es gris, sino como el de todos lo es, muchos pueden vivir toda su vida creyendo que solo ellos son así, que es solo su vida, pero tu sabes que no, que no es solo una persona, ni son dos ni tres ni mil, son todos, todos son tan desgraciados, tan miserables como la persona junto a ti, como tu mismo.
Ya han pasado años desde aquel día que te hizo abrir los ojos, estas por llegar, “lo desconocido”, ¿así que era allí donde te dirigías?, curioso, no lo habías notado, pero ahora lo vez, las cosas no han cambiado nada, las paredes permanecen igual de destruidas que luego del impacto, el árbol, permanece en el suelo, podrido a causa del tiempo y la lluvia que apremia en este tiempo, pero al fin y al cavo, igual…
Un flash back pasa por tu cabeza; un hospital, casi puedes sentir aquel aroma a limpio, los litros y litros de desinfectante usados para mantener todo libre de gérmenes, falta poco para que una arcada atraviese tu garganta cuando vuelves a la realidad.
Recuerdas ese hospital, recuerdas cuando se lo llevaron a pabellón, como les dijeron que todo estaría bien, que lo hacían solo por precaución, que no era nada grave, no había de que preocuparse…
Recuerdas el llegar a casa con él, estaba bien les habían dicho, no quedaba rastro de nada…
Mentían, y lo supiste antes de la segunda visita a ese maldito pabellón, cuando les fue notificada la noticia, el cáncer había vuelto y seria necesaria una nueva intervención “pero descuiden, luego de esta todo estará bien, no tendrá que ver el hospital nunca más…” mentiras, mentiras, mentiras…
Una lagrima recorre tu mejilla, pero eso no importa, no, te encuentras en la oficina del medico junto a el “…metástasis…” es lo único que logras escuchar y sabes que es lo único que importa, “…inoperable…” sientes como tu mundo se cae a pedazos “…meses…” y es cuando simplemente dejas de comprender que sucede, debes parecer fuerte, él esta peor que tu, él es quien morirá, es él quien tiene meses si es que no semanas de vida solamente.
Y lo logras, lo llevas a casa, te aseguras que este bien, le prometes que vendrás en unas horas a buscar sus cosas para que se valla contigo a tu departamento, él se niega, dice que es su casa, que siempre lo ha sido y que no la abandonara menos aun cuando falta tan poco para irse de este mundo.
Así que te vas, decisión de la cual te arrepentirías de por vida, debiste quedarte, debiste cuidarlo, debiste estar ahí…
Pero no lo estabas, y después de solo tres semanas se fue… se fue y todo lo que te quedo fue el recuerdo del viejo enfermo que aparento ser en sus últimos momentos, de aquel viejo que años antes era tu ídolo, con quien de niño pasabas horas y hojas jugando cartas, o cabalgando junto a las orillas del rio, aquel viejo que de esos momentos quedan solo recuerdos, eso y una baraja nueva de naipes comprados cuando te dirigías a su casa aquella mañana.
No podías quedarte viendo como personas que ni tu ni el conocían hacían con su cuerpo lo que les diera la gana, el viejo obstinado había donado su cuerpo a la ciencia, y debido a eso jamás podrías enterrarlo, no como creías se lo merecía al menos, así que tuviste que salir, salir de la habitación, de la casa en la que pasaste tan maravillosos momentos de niño, simplemente no podías estar allí, tomaste tus llaves, subiste a tu auto y te fuiste, no supiste hasta donde habías llegado sino luego de una semana, lo que tardaron los médicos en sacarte del coma inducido en el que mantenían a tu cerebro para que este pudiera sanar.
Fueron meses los que tardaste en reconstruir lo ocurrido, mas aun quedan muchos cavos sueltos, tantas preguntas sin respuesta, tanto que aun no entiendes de ese día.
Lo único que tienes claro es el exceso de velocidad al que conducías, lo resbaloso del camino a causa de la lluvia y el hecho de no llevar puesto el cinturón de seguridad, todo lo demás es borroso, algunas imágenes de una curva cerrada tomada a alta velocidad, tu vehículo fuera de control, tú saliendo volando por el parabrisas y luego de eso todo es negro, negro hasta despertar en una habitación blanca como la cal sin poder mover las piernas, con unas enfermeras junto a ti intentando calmarte, un hombre apresándote contra la camilla y luego todo es negro otra vez.
La segunda vez que despertaste fue todo más tranquilo, parecías un zombie solo haciendo preguntas simples y conformándote con respuestas sencillas, pero es que no podías entender nada, escuchaste de unas enfermeras que quizás estabas en shock, posiblemente, quien no lo estaría luego de lo que viviste.
Con el pasar de los días lograste unir los acontecimientos, tú saliendo de la casa en dirección a ningún sitio, la curva, el accidente, tú pasando de ser una persona totalmente funcional a estar paralizado de la cintura hacia abajo, la lucha por acostumbrarte a no poder siquiera ir al baño solo en un principio, y luego simplemente la aceptación de que todo lo que había ocurrido ese día era verdad.
Es así como ahora te encuentras casi en medio de la carretera luchando con las lágrimas que piden a gritos escapar de tus ojos, analizando como las cosas cambiaron radicalmente de aquellos días de niñez hasta ahora, como los colores cambiaron, como fue que luego de aquello lograste ver como no solo tu vida era gris, sino la de todos los demás, como las cosas simplemente ocurren y no hay nada que hacer al respecto, solo acatar y aceptar…